Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Pedaleando por la estepa II



He pasado estos primeros días de la Navidad en Zaragoza y tras las copiosas comidas, cenas, almuerzos, meriendas y cafeses acompañados de los típicos dulces necesitaba una actividad que permitiera quemar tanta caloría. Y más si como es mi caso, el azúcar se dispara por mucho que aumente la dosis de insulina.

Lo tenía todo preparado para coger la bicicleta. Todo excepto la meteorología que ha sido bastante adversa: frío y niebla. Pero bueno, con tres capas compuestas de camiseta técnica manga corta, otra de manga larga y chaqueta cortavientos no he pasado demasiado frío. En las manos guantes gordos y las orejas bien cubiertas con el buff debajo del casco. ¡¡Vamos allá!!

Cosechando cardo en las proximidades de Cuarte. Una riquísima verdura típica de la Navidad.

El miércoles 26 me tiré hacia Cuarte y Cadrete para desde este pueblo subir a la Plana de María por su famosa pista-autopista de tierra, algo más de 300 mts de desnivel que no me han sacado de la fría niebla ¿Dónde están el Sol y los cielos azules?






Los he encontrado prosiguiendo por la alta meseta de la Plana para ganar algo más de altura cuando he llegado a su extremo Sur, que asoma sobre Valmadrid en la zona llamada Bosque Alto. Desde allí podía distinguir el Moncayo -sin apenas nieve- y las Sierras de Calatayud, Algairén y del Peco, detrás de los altos de Paniza. También hacía frío aquí arriba pero el Sol quería calentar un poquico. Poco.

En otras ocasiones me he cruzado por aquí con docenas de ciclistas pero hoy apenas he visto a dos chicos que me han saludado muy alborozados al pasar a mi lado entre la niebla. Entre que es día de labor, que hace frío, que la comida navideña sienta mal a más de uno y los catarros del invierno hemos quedado cuatro locos pedaleando por aquí...   Eso le da a la excursión un punto extra de aventura y de no ser por los cientos de molinos que se levantan en todas las direcciones uno podría creerse en el fin del mundo.

En las caídas o escarpes de la Plana abundan los bosques de pino carrasco -supongo que de repoblación-, pero son muchos los rincones donde abundan la coscoja y el enebro amén de tomillo, romero y esparto por supuesto. En algún ribazo entre fincas de cereal se levantan encinas, algunas bastante grandes, reliquias de lo que a buen seguro sería un bosque mediterráneo.  Antiguamente este era el camino más corto entre Zaragoza y Fuendetodos pero lo escarpado del terreno hizo que las comunicaciones discurrieran por el valle del río Huerva

Siguiendo las indicaciones de otra ruta en Wikiloc he bajado hacia Jaulín metiéndome otra vez en la niebla y en el frío...






Desde esta localidad, conocida por su balsa y parque anexos, que en 1984 recibió el Premio Nacional del Medio Ambiente y en 2007 el de Aragón, continué por carretera unos dos kilómetros pasando un poco de miedo ya que se había terminado la batería de mi luz roja trasera, y con la niebla era absolutamente necesaria. Por suerte apenas había circulación y enseguida pillé una pista de tierra a mi derecha por la que llegué al Paso de los Carros, en el río Huerva. Desde ahí solo quedaba llanear a toda velocidad pasando por María, Cadrete y Cuarte hasta llegar a Zaragoza.

Al llegar a María cruzo el Río Huerva.
La vega del Huerva y los escarpes de la Plana. Se distingue el Castillo de María.

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Glucemias:

203 a las 7:31. Mal no, requetemal. Desayuno un café con leche y un puñado de nueces y me pongo 2 uds de novorapid. A las 12:00, al comienzo de la bajada a Jaulín, comeré un trozo de pan de higo, beberé un poco de agua y con eso tiraré hasta casa donde antes de comer, a las 14:00 tengo 121 de azúcar. Me pondré 6 uds de novorapid que resultaron demasiadas porque una hora más tarde de comer un plato de borraja y un poco de carne me noté flojeras y tuve que comer un polvorón para espabilar. ¡¡Viva la estepeña!!

Ayer Jueves ya apetecía menos coger la bici: Las nieblas altas no prometían despejar y mis patas acusaban la paliza del día anterior.  Pero finalmente me animé y volví a subir a la Planas por otro itinerario que sube próximo al Barranco del Montañés. Es una subida más exigente que la de Cadrete y aunque hace unas semanas conseguí superarla sin echar pie a tierra, esta vez no lo conseguí: En lo más duro de la cuesta la cadena se salió y la bici quedó bloqueada. Como soy un patas no pude sacar el pie del pedal y caí a un lado como un saco. Mi orgullo fue lo único que resultó dañado y un poco también la moral porque los últimos metros fueron andando y empujando mi caballo.

Al llegar arriba no asomé fuera de las nieblas, que como he dicho estaban altas y sin detenerme tiré hacia Torrecilla de Valmadrid, un pueblecito perdido en la estepa a donde bajé a toda pastilla por una pista muy peligrosa por la gravilla suelta. Los pies helados se recuperaron un poco cuando pasado el pueblo retomé la subida por otra pista que me llevaría de regreso a Zaragoza.






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Glucemias: 182 a las 7:45, mal también. Desayuno igual que el día anterior y aunque la excursión fue más corta comí un poco más: un puñado de almendras en el mirador del verde, antes de bajar a Torrecilla y otro trozo de pan de higo al poco de pasar el pueblo. Al llegar a casa, a las 13:00 tenía 81 de azúcar. Esta vez solo me puse 5 uds de novorapid antes de la comida y no sufrí ninguna pájara después. Bien.

Escribir 100 veces: No comeré tanto y beberé menos en Navidad.

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