Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

martes, 29 de marzo de 2011

Koyaanisqatsi



Vida fuera de equilibrio, es lo que significa Kooyanisqatsi en el idioma de los indios Hopi de norteamérica. Es también el título de una película documental producida en 1982 por Francis Ford Copola. Dirigida por Godfrey Reggio y con la música de Philip Glass. En los 90 minutos que dura la peli, la música sigue de un modo perfecto el ritmo de las imágenes: Lento al principio, rápido después y vertiginoso finalmente, con algunas paradas para que podamos respirar. Agobiante, coñazo, sensacional, imprescidible, genial, bodrio... Todo el mundo tenía una palabra para describirla cuando terminaba la peli - si es que no abandonaba la sala antes, claro-. A mi me gustó, me entusiasmó. Tanto que la vi otra vez en sala de cine y dos más cuando años después la pusieron en la televisión. Sus imágenes nos llevan desde el Gran Cañón de Colorado hasta las atestadas avenidas de las grandes ciudades norteamericanas al tiempo que la banda sonora de Philip Glass nos acaricia despaciosamente primero para después atormentarnos en un frenético y repetitivo ritmo infernal que nos axfisia. Escenas como la de las empleadas trabajando a destajo en una fábrica de salchichas o la mano de un enfermo en la cama de un frío hospital asiendo unos segundos la de la enfermera nos muestran la deshumanización de una sociedad que corre a un ritmo frenético y rutinario hacia... ¿su destrucción?

Una vida fuera de equilibrio, un modo de vida que nos conduce al abismo. Es el pensamiento que me viene estos días cuando los informativos nos acercan más y más desastres. Guerras y revoluciones justo al Sur de la vieja Europa, terremotos, tsunamis y crisis nucleares en Japón. No será tan grave, quiero pensar, cuando el mal estado de un campo de fútbol ocupa más tiempo en los telediarios y sigo afanado en mis rutinas y en mis historias.

Y en esto que un amigo de Zaragoza me da otra noticia: Los empresarios y alcaldes de la Jacetania hacen múltiples alegaciones a un decreto que tramita la Diputación General de Aragón para proteger la Montaña de Anayet como lugar de interés geológico. Temen que las restricciones de uso que recoge el borrador de ese decreto les impidan extender las estaciones de esquí de Candanchú y Astún hasta unirse a Formigal a través del Valle de Canal Roya, en cuya cabecera se levanta el Anayet. Hablan de desarrollo sostenible, del futuro del valle que podría convertirse en el 8º dominio mundial de esquí con más de 250 kmts para ofertar a los esquiadores, convirtiendo Canfranc Estación en un gran "resort".

Quienes no vivimos en el Pirineo ¿podemos moralmente oponernos a ese proyecto? ¿Y porqué no? Si total, somos tan malos malísimos que también nos oponemos a la ampliación de Cerler por el Valle de Castanesa e incluso estamos en contra del proyecto de Gran Escala en los Monegros. Y no se trata de que no esquiemos o no juguemos a la ruleta, se trata de que a este ritmo no vamos a dejar un palmo de tierra libre de cemento y carreteras. Tenemos ejemplos próximos y cercanos del mismo modelo de desarrollo: En la costa mediterránea por ejemplo ¿Acaso Cataluña y Valencia viven ajenas a la crisis ecónomica que azota a otras comunidades después de haber cubierto de hoteles y cemento casi la totalidad de su costa? No ¿Verdad? Ahí también hay desempleo y crisis y cuando los ingleses, los alemanes o los franceses elijan otro destino para sus vacaciones todavía habrá más.

Nos dirán que ponemos trabas al desarrollo y a la prosperidad de los habitantes de la Jacetania. Nada de eso: Nos oponemos a que se forren los de siempre: Los malos empresarios, los malos promotores y sus amigos los especuladores, uséase cuatro o cinco señores.

Nos dirán que porqué no vivimos en una cueva sin luz y porqué no usamos un caballo para desplazarnos si estamos tan en contra del "progreso", pero que no nos líen: Nosotros tampoco estamos libres de pecados ni de contradicciones, pero eso no nos quita el derecho a proteger un poquito de este planeta para que también puedan disfrutarlo nuestros hijos.

Con permiso ahí va una canción de la Ronda de Boltaña:

Siempre que se muere un roble allá en el bosque
pierde un viejo dios mi pequeña nación;
Siempre que nos nace un niño
el futuro se hace bosque
y entre robles corretea un nuevo dios.

Hay un reino entero bajo una carrasca,
aunque algunos no lo sepan encontrar;
tampoco sabrán ver duendes,
ni moras en los ibones
cuando el cielo arda de estrellas por San Juan.

¿Qué verán? , si no te ven cuando te miran,
si al mirarte sólo ven una postal;
no la tierra donde un pueblo y sus fantasmas,
abrazados plantan cara al temporal,

Si te vieran con los ojos que te veo,
te verían sin tenerte que mirar.
Tus paisajes -seda verde y terciopelo-
son el cofre y tú la joya que guardar.

¿Será cierto que en tus noches ya no hay brujas,
ni en tus selvas reina un blanco jabalí;
que en tus torres no hay princesas,
que a Rolando con su espada
ningún monte más le dejarán partir?...

¿O será que el fuego se nos ha apagado,
que no es tiempo ya, ni hay cuentos que contar;
que los viejos van callando
como el libro que se cierra
o la gaita arrinconada en el desván?.

¿Qué verán?, si no nos ven cuando te miran,
si mirarnos es mirar por un cristal:
se les llenan los ojos de Pirineo,
para mi gente y mis dioses no hay lugar.

¡Si supieran ver que hay huellas en la nieve
que ni un sarrio ni un esquí pueden dejar !...
¡Si siguiéndolas llegaran a esta puerta!...
¡Si trucasen... Tal vez pudieran entrar!

Sobrarbe, casa encantada,
geniecillo del hogar;
una ventana en la noche
a lo lejos brillará.
Luciérnaga entre montañas,
¡no te dejes apagar!
Si los hombres permanecen,
los dioses ya volverán.


¡¡Salvemos el Valle de Canal Roya!!

miércoles, 9 de marzo de 2011

De paseo por Valdizarbe


Falta muy poco para la Primavera, lo pudimos comprobar el pasado Domingo 6 de marzo por la mañana Peio, Santi y yo cuando nos acercamos a la comarca de Valdizarbe, situada al otro lado de la Sierra de Erreniega o del Perdón.

En 20 minutos desde Zizur Mayor nos acercamos hasta Muruzábal donde dejamos el coche y desde allí iniciamos el paseo entre campos de cereal y viña, espléndidas fincas la mayor parte de las cuales cuentan ya con el agua del Canal de Navarra. Hoy como ayer también ha caído una ligera helada pero el sol vuelve a levantarse en un cielo azul totalmente despejado, así que no pasamos nada de frío en esta primera parte del camino que nos lleva hasta la ermita de Eunate.


La pequeña iglesia de Santa María de Eunate es una pequeña joya que se levanta en medio de los campos. A su lado pasa el camino de Santiago que viene desde Somport y que se une al de Roncesvalles en Puente la Reina. Es una obra de arte del románico que para mi gusto rivaliza con las más grandes y altas catedrales. La encontramos cerrada así que nos conformamos con rodear su curiosa arquería de planta octogonal que rodea al templo, observando las marcas que los maestros canteros hicieron en cada piedra de los muros, las primitivas figuras talladas en ábsides y columnas, las recias losas de la cubierta... Estamos sólos así que podemos disfrutar de la magia de este lugar sagrado a nuestras anchas.

Pero el paseo puede decirse que empieza ahora desde aquí porque muy cerquita un cartel indicador señala dos direcciones: Hacia Puente la Reina por el Camino de Santiago o hacia la Ermita de Ntra Sra de Arnotegui por un sendero que asciende entre pinos y bojes hasta lo alto de una sierra.
Tiraremos por el segundo, trepando cómodamente por los zig-zags bien trazados que en pocas lazadas nos sitúan en lo alto de la pequeña sierra.
Una vez arriba podremos disfrutar de una buena vista sobre Valdizarbe al norte y las Nequeas al Sur y tiraremos en dirección Oeste hasta nuestra segundo objetivo, la ermita de Arnotegui o de San Guillermo, la cual asemeja un pequeño fortín medieval. Sentados en sus muros disfrutaremos de una buena vista hacia Puente la Reina y por supuesto de un suculento almuerzo compuesto por la famosísima tortilla de patatas de Santi y un buen vino de navarra que llevo en la bota, amén de queso, jamón y otras chucherías que sacamos de las mochilas. Pasamos un rato animado charlando con otros tres mosqueteros que también han coincidido en el mismo momento y lugar, prácticamente están haciendo lo mismo que nosotros y mientras almorzamos, hacemos bromas con los chascarrillos de moda: Los 110 y la prohibición de fumar en los bares entre otros.

Al regreso podremos entrar en la ermita y respirar el aire quieto y misterioso bajo su bóveda.

¿Qué mejor forma hay de pasar una mañana de Domingo? ¿tomar el vermut en una terraza? Pues sepan que también tuvimos tiempo para eso.

Todas las fotos.

lunes, 7 de marzo de 2011

¡¡ A Javier !!


Tal es el grito de guerra de muchos navarros en estos días: ¡¡A Javier!! Desde Tudela, desde Carcastillo, desde Pamplona, Tafalla, Puente la Reina, Leiza... Y porqué no, también desde Zizur Mayor. Mi vecino y amigo de aventuras Alberto Vela lleva toda la vida "haciendo la Javierada", los últimos 3 años ha ido corriendo y en cada ocasión me ha animado a acompañarle: - ¡Venga Carlos, que no son más que 60 kmts y a ritmo tranqui ni te enteras!-, - Sí, sí - le contestaba yo, - el año que viene voy -. Y por supuesto que no tenía ninguna intención, porque para mí esas distancias me parecían imposibles, por no pensar en la factura que podían pasar a mis preciosas piernas, a las puertas de un calendario repleto de carreras.

Pero ya he contado por aquí que este año tengo la cabeza puesta en alguna prueba de larga distancia, una ultra de ésas. Y como el otro día no me fue tan mal a pesar de los pesares y que las patas no se me habían resentido, me animé esta vez sí a acompañarle. Aunque hay quien lo hace por monte, nosotros iríamos por la carretera, todo asfalto rico, rico y duro, duro, con una cosa buena: La garantía de ir acompañados durante casi todo el recorrido por los miles de peregrinos o deportistas (póngase el nombre que se quiera o los dos), que de seguro habíamos de encontrarnos.

Y dicho y hecho, el primer Sábado del mes de Marzo, salíamos Alberto y yo desde Zizur Mayor con destino a la casa (pedazo de casa) donde nació Francisco de Javier en 1506, hace mucho vaya.

Son las 7 de la mañana, está oscuro y el termómetro ronda los cero grados, ¡Brurrrr! Nos quitamos el frío enfilando el camino que asciende a Cizur Menor, buen humor y mucha conversación (Alberto es un crack hablando) en los primeros kilómetros que nos llevan a Esquíroz y de ahí a Noain (466 mts) a donde llegamos poco antes de las 8 de la mañana. Llevamos unos 10 kilómetros y sólo hemos pasado junto a dos grupos de peregrinos, el segundo de ellos son conocidos de Zizur y les saludamos jovialmente, son los primeros kilómetros y tenemos ánimo para todo, además el día promete ser muy bueno para nuestra aventura: Ni una nube en el cielo, ni un pelín de viento y aunque todavía hace frío, nosotros ni lo notamos.

Dejando atrás Noain, enfilamos hacia Monreal por el Valle de Elorz, al principio por una pista de servicio de la autovía del Pirineo y más adelante por la carretera vieja. El arcén está ahora repleto de caminantes: Niños y mayores en grupos más o menos numerosos que vamos adelantando sin parar. He tomado ya un gluco-sport líquido y una tableta de ídem pero me noto flojear así que también me como una barrita de cereales. Así llegamos a Monreal (550 mts) , casi 2 horas y kilómetro 20 de carrera. Me tomo el azúcar y tengo 64 (me lo temía), por lo que doy unos tragos de isostar de mi mochila, como otra barrita (esta vez de frutas) y de postre una pastilla de gluco-sport. No me preocupo mucho porque llevo buena provisión de barritas y de isotónico en la mochila, también llevamos un chubasquero y una camiseta seca para cambiarnos en Javier, unos 3 kgs en total que casi no se notan.

La parada en Monreal son 5 minutos, retomamos la marcha hacia el siguiente pueblo: Idocin, que pasamos sin detenernos empezando a notar las primeras pendientes que ascienden hacia el puerto de Loiti.
El sol nos pega de cara casi desde Noain pero no molesta nada pues la temperatura todavía es fresquita, ideal para correr. Se ve nieve en la cuneta y poco a poco nos vamos elevando hasta los 738 mts de altitud del puerto de Loiti -kmt 33 aproximadamente-. Subiendo las últimas rampas he tomado un gluco-sport líquido y me he comido otra barrita. Al asomar al otro lado del puerto deberíamos divisar el Piri pero entre la posición del sol y que el cielo está algo brumoso no se ve ni jota, eso sí, a nuestros pies un mar de niebla cubre toda la cuenca de Lumbier al pie de la Sierra de Leyre. El Arangoiti es el rey de la región y se le ve allá lejos, muy lejos.

Nos tiramos hacia abajo aumentando la marcha y en seguida me noto molestias en el pie derecho: Puede ser el principio de una ampolla y la cosa no me gusta un pelo, pues con todo lo que falta dentro de unos kilómetros mi paso será un martirio. Me siento en el suelo y me saco la zapatilla: Todavía no hay ampolla pero hay una zona ruper-roja, de modo que acomodo el calcetín y prosigo la marcha cruzando los dedos. Afortunadamente al poco rato dejo de notar el pie ¡¡Buena señal!! Es una delicia no sentir otra cosa que el aire fresco en la cara y disfrutar del panorama y del ambiente: Continuamos adelantando grupos cada vez más dispersos mientras que por el carril derecho descienden docenas de ciclistas e incluso patinadores a toda velocidad. Reina el buen humor y los buenos deseos entre todos cuando intercambiamos saludos y mensajes de ánimo, el día promete.

Todavía estamos bastante arriba cuando paramos en un puesto de avituallamiento montado por la organización y voluntarios, somos de los primeros en parar y hay de todo: Magdalenas, pastas, yogures, caldo, leche, zumos, chocolate, pasteles... ¡¡Hay de todo!! Bebo dos zumos de naranja y me como dos pastas ¡buenísimas! Damos las gracias y reemprendemos la carrera todavía cuesta abajo. Afortunadamente la niebla que ocupaba el fondo del valle se ha ido levantando conforme bajábamos así que el sol continúa acompañándonos sin molestar en absoluto pues la temperatura sigue siendo fresquita (unos 10 grados).

La carretera pasa junto a la salida de la Foz de Lumbier que da paso al río Irati, caudaloso en estos días de invierno. Ya hemos bajado todo el puerto pero quedan unos kmts de toboganes que se hacen duros, le digo a Alberto que tire porque yo me noto un poco justo de fuerzas y no quiero fastidiarle el ritmo, él no tiene ninguna prisa y aunque se va alejando se mantiene a la vista hasta poco antes de llegar a Liédena (406 mts). Cruzo el puente sobre el Irati y enfilo una larga recta que va a parar al pie de las rampas que ascienden al Alto de Liédena. Sólo mirar para arriba da miedo así que bebo un buen trago de isostar, me como una barrita de frutas y para arriba tipi-tapa. Me extraña no ver rastro de Alberto pero también es cierto que de lejos veo fatal y puede ser cualquier puntito de entre los grupos de peregrinos que suben por el arcén.

¡¡Buenas noticias!!: Voy a mitad de puerto y me siento super-entero a pesar de que llevaré más de 50 kmts en las patas. De ese modo consigo subir los algo más de 2 kmts de cuestón y corono el Alto de Liédena (571 mts) con la moral por las nubes ¡¡Lo voy a conseguir!! No pueden quedar más de 7 kmts calculo así que inicio el descenso hacia el pueblo de Yesa que se ve allá lejos. No llegaré al pueblo porque un kilómetro antes sale un camino de tierra que bajando la montaña conecta con la carretera de Yesa a Javier. Justo ahí me sale Alberto al encuentro, resulta que había parado en Liédena para visitar el baño y justo entonces había pasado yo; al terminar la faena quiso esperarme e incluso tiró un kilómetro en dirección contraria para encontrarme hasta que preguntó por otro loco que corría y le dijero que había pasado unos minutos antes, así que nada salió en mi persecución hasta pillarme aquí. - ¡El que decía que iba fundido! -, me reprocha medio en broma medio en serio, - casi no te pillo !!-. Pero el caso es que ya casi estoy fundido, nos quedan unos 4 kilómetros de carretera y yo he terminado con todo mi arsenal líquido y sólido. Sobre todo tengo sed pero también temo estar bajito así que Alberto me deja echar unos tragos a su "camel" y me pasa una de sus barritas. Con eso puedo continuar, despacito pero sin pausa, porque Javier está a la vuelta de la esquina...

¡¡Por fin!! No es la una todavía cuando entramos en la esplanada junto al Castillo. ¡¡Buenos días Javier!!


Tenía un donut reservado en la mochila para comerlo en ese momento. ¡¡Felicidades a Tomasinyo, David, Diego y a todos los Diatlétics que al día siguiente conseguísteis terminar la Maratón de Barcelona!!

Si queréis ver más afotos (pocas) pinchar aquí.

Glucemia a las 12:01 en Javier: 73; a las 14:25 en casa: 174 (habían caído dos cañitas y unos pinchos de chistorra y jamón además del donut).

Nota: La famosa marca no me da ni un sólo euro pese a la publicidad que le hacemos.

martes, 1 de marzo de 2011

Un entreno duro: Vuelta a Aranguren desde Zizur.


Domingo 27 de febrero, amanece frío y nublado. He quedado con Alberto Vela para dar una vuelta larga de las que le gustan a él, se trata de salir desde Zizur a Cizur Menor, para tirar hacia Pamplona entrando por la Universidad de Navarra, después Mendillorri, Sarriguren y coger la carretera del Valle de Aranguren que nos llevará primero hasta el cruce de Ardanaz, después Aranguren, Ilundáin y el desvío a Lakidáin, Góngora, Labiano, Zolina, Tajonar y entrar en Pamplona de nuevo por las Universidades regresando a Zizur de nuevo por Cizur Menor. Casi 40 kilómetros.

Salimos a las 8, llueve a ratos y la temperatura es de unos 5 grados. No tengo el día bueno porque he metido la pata en el desayuno: Como me he dado un homenaje con una ración extra de bizcocho que hice ayer me he puesto dos uds extra de novorapid, además de las 6 de novomix-30 que me pongo de normal, total que pese a que tenía 219 en la salida, a los 30 minutos de carrera ya me he notado bajón. Por la Universidad de Navarra he tomado el primer gluco-sport líquido, llevaríamos unos 30 minutos. En Mendillorri ha caído otro y en Sarriguren una barrita de cereales. Pasado el portillo de Ardanaz las nubes se han cerrado por enésima vez y nos ha caído aguanieve. He tragado una barrita de frutas pero a los 20 minutos han vuelto las malas sensaciones y en la parada de bus de Aranguren me he mirado la glucemia: 62. ¡Otra barrita y un gluco-sport! Y proseguimos hacia Ilundáin, conseguimos ritmos buenos de 4:00 y 4:15 en el largo descenso que después moderaremos en los toboganes que suben a Labiano, desde ahí tendremos otro largo descenso hacia Zolina. Alberto no deja de cascar en casi ningún momento y hablamos de todo, la verdad es que es muy ameno correr así. Nos cruzamos con una pareja de caminantes: ¡Javier Gabari y señora! Están entrenando la Javierada para la que sólo falta una semana y quieren dar la vuelta en sentido contrario al nuestro. - ¡Hoy váis a comer tarde! -, les digo medio en broma medio en serio: son poco más de las 10 pero les queda mucho tomate, lo mismo que a nosotros, pero andando ellos tienen más horas por delante.

Hay más grupos andando por el arcén de la carretera y es que son miles los navarros que por devoción y afición a partes iguales caminarán el próximo sábado desde muchos pueblos de Navarra hacia el Castillo de Javier. Desde Pamplona por ejemplo hay 50 kilómetros, pero hay quien va desde Puente la Reina, desde Tudela por la Bardena, desde Leitza... Por cierto que mi compañero de aventura, Alberto, quiere ir corriendo desde Zizur, como ya lo lleva haciendo desde hace tres años, de ahí que hoy quisiera meterse tanta caña. Yo por mi parte estoy pensando más en alguna prueba de ultra distancia con la que estrenarme este año y quiero ir machacando las piernas metiendo volúmen.

Pasado Zolina enfrentamos una corta subida a Tajonar que a mi empieza a pasarme factura, no obstante consigo mantener el ritmo. Pero dos kilómetros después, pasado el polígono industrial de Tajonar bajaré el pistón. Le digo a Alberto que tire a su ritmo y que no se preocupe que yo prefiero ir más tranqui. Le veo alejarse, un punto amarillo cada vez más pequeño. Yo prosigo a mi marcha ahora ya por la Universidad de Navarra. Al cruzar el puente sobre el Sadar echaré a andar y no volveré a trotar hasta cruzar el Elorz, ahora sólo queda subir a Cizur Menor pero casi no puedo, me tomo otra barrita y parece que me espabilo consiguiendo recuperar un buen ritmo en Cizur Menor, desde ahí sólo hay un kilómetro al polideportivo de Zizur a donde llego en un tiempo de 3h 26 min. Mi glucemia en la ducha: 160. En la sauna me encuentro con Alberto que me ha sacado más de un cuarto de hora ¡¡Qué tío!!