Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 30 de abril de 2012

Tres Ermitas, o corriendo bajo la lluvia


Carlos, ¿Sabes hacer la cuña?  - Me pregunta David parándose y señalando la inclinada ladera que nos aguarda en el bosque, en el suelo totalmente embarrado se observan los resbalones de quienes han bajado delante nuestra.  Son las doce del mediodía, hace unos minutos que hemos salido de San Miguel de Aralar y llevamos exáctamente 6 horas caminando, trepando y corriendo desde que hemos salido de Irurtzun, aún de noche cuando han tirado el cohete que anunciaba el inicio de esta XXIII Sakanako Ibilaldi Handia, también llamada de las Tres Ermitas.  No sé si habrá sido el estampido de la traca en las nubes, pero en ese mismo momento ha empezado a llover, suave al principio y enseguida con intensidad, gotas menudas, gotas gordas, vasos, cubos, piscinas...  Nos reíamos subiendo en fila por el sendero convertido en riachuelo, saltamos los primeros charcos pero enseguida nos resignamos y desistimos de buscar el mejor sitio para poner las zapatillas, daba igual porque el agua nos empapó antes de asomar al collado de  Gaztelu  desde donde jadeamos para ascender a la cima del Txurregi.

Poco antes de las 6 en el frontón de Irurtzun, donde se recogían las txartelas

David Salinas, Alberto Vela y Fernando Zaratiegui

Alberto, Fernando y servidor de ustedes.  ¡¡Todavía no llueve!!

Las 6 de la mañana cuando el cohete despierta a los vecinos y nosotros iniciamos
la aventura.  Caen las primeras gotas.

Salimos de Irurtzun, los frontales vendrán bien durante la primera hora...

... y los paraguas también !!!!

A mitad de ascensión antes de llegar al Collado de Gaztelu, llueve a cántaros.


Bajar a Iturria, en el Valle de Ollo fue penoso por lo delicado del terreno, una ladera empinada y traidora con piedras sueltas y barro, en la que debíamos asegurar cada paso sujetando fuerte los bastones.  Tanto David como yo nos fuimos al suelo repetidas veces, todos íbamos rebozados y con el mismo color de zapatilla: marrón.  Descenso lento en fila india pero no hubiéramos ido más rápidos de ir solos.  Más abajo ya pudimos echar alguna carrera hasta que llegamos al primer control donde comimos y bebimos un poco.  Mis manos heladas agradecieron los guantes que previsoramente había metido en la mochila y emprendimos la subida larga y tendida hacia la Ermita de San Donato, el techo de la jornada a 1493 metros.

Frío y niebla allí arriba, la lluvia nos dio tregua en esa parte.  Sólo corrimos a ritmo lento en los pocos llanos que encontramos.  A poco de llegar David me pasó un trozo de membrillo y unas almendras que tragué agradecido, no queríamos parar ni un segundo para no enfriarnos y sólo había bebido un poco de isostar del camel de la mochila.

Bajar a Uharte Arakil fue mejor de lo que nos pensábamos:  Salvo la primera parte del descenso delicada y peligrosa, el sendero a continuación  permitía que nuestras zapas agarraran sin casi resbalar a pesar de toda el agua que también aquí había caído.   En el pueblo hacía menos frío y con eso y el caldo  que la organización nos ofreció en el tercer control entramos en calor.  ¡¡Muchas gracias!!   Hora 10:40.

David en el control de Uharte Arakil

Ahí arriba entre las nubes está San Miguel...

A San Miguel subimos en poco más de una hora.  Todo el rato caminamos a buen ritmo en grupo junto con otros tres compañeros.  Pocas palabras y pocas bromas.  Alguien comentó esperanzado que la lluvia seguía dándonos cuartel y enseguida nos cayeron unas gotas.  - ¡Tranquilos, caen de las ramas ! - dijo un optimista, pero cuando salimos del bosque arreciaron y entonces sólo teníamos el cielo sobre nuestras cabezas, un cielo gris y oscuro como nunca habíamos visto de feo.

En San Miguel, comimos lo que quisimos y sin cambiarnos de ropa
 proseguimos la excursión.  

Mirando a la calle desde San Miguel, no apetecía nada seguir ...


Poco antes de las 12 entramos en el Santuario de San Miguel de Aralar.  Mi glucemia 92, una cifra excelente así que aprovecho para engullir cuatro pequeños bocatas de queso curado ¡¡buenísimo!!  un pedazo de café con sus galletas de chocolate, unos vasos de Pepsi y frutos secos.   Tenemos frío y podemos ver cómo el vapor sale de las espaldas de todos los participantes, echo una mirada afuera y más me valdría no hacerlo:  La lluvia arrecia salpicando la explanada y lo que de verdad habría que hacer es sentarse al lado de un buen fuego para contar todas las mentiras que se nos ocurrieran.  Cualquier cosa menos salir de nuevo a comernos los 24 kilómetros que faltan hasta Irurtzun, pero llevamos 32 y pese a estar calados hasta los huesos, apretamos los dientes y salimos de nuevo.  Ya nos calentaremos corriendo en el descenso hacia Madotz...

¿Sabes hacer la cuña o no?  -  David se ríe mientras resbala sin poder hacer nada para evitar caer en el barro - ¡Joder tío a los esquiadores les va de cine!  - se queja.   - Sí, pero con tablas - le contesto mientras me aferro a los bastones inútilmente - ¡Su puta madreeeeeee !   -  qué frío está el barro pienso, sentado en un charco entre las hojas de haya.   Recordaba una bajada rápida y fácil del año pasado por este hayedo magnífico, pero aquel día no había sido el más lluvioso del año.

Por suerte, la zona más pendiente dio paso a una pista fácil donde el único problema eran los cambios de ritmo ante los contínuos toboganes.  El agua daba igual, pues todo el piso era un charco y daba lo mismo ir por un lado que por otro.  - ¡¡David, no te metas por ahí!! - le grito a mi compañero de aventura viéndole cruzar una balsa entre la hierba.  - ¡Tranquilo, llevo zapatillas de gore-tex! - es la enésima vez que repite la broma pero volvemos a reir a carcajadas.  - ¡Si me viera mi padre me fostiaba! - insiste el jodido mientras cruza con el agua por los tobillos.  La lluvia seguía cayendo con intensidad pero como ibamos corriendo casi todo el rato no teníamos frío, no se nos hizo muy largo llegar a Madotz.

Llegando a Madotz

Avituallamiento en Madotz, ya nos han informado de que se había
anulado el tramo final a la Ermita de la Trinidad.  


¡Señores, hemos decidido cortar la carrera y quitar la subida a la Trinidad! - nos anunció un organizador en el control.  A lo primero nos fastidió pero después pensamos que ya nos valía de agua y que si nos quitábamos la última subida a la tercera Ermita de la jornada tampoco pasaba nada,  antes podríamos ducharnos y ponernos ropa seca  ¡¡qué frío hace!!  sólo paramos 10 minutos pero fueron suficientes para enfriarnos. - ¡¡Vamos que subiendo a Goldaratz entraremos en calor!!-.   Efectivamente, la empinada pista que asciende montaña arriba nos quita un poco del frío.  Además llueve menos, casi nada.

Pasado el alto de Larrazpil, nos dirigimos hacia Goldaratz

El Alto de Larrazpil será nuestra última ascensión, desde allí podremos echar buenas carreras por los magníficos bosques de hayas que pueblan estos montes próximos a Goldaratz, la ruta nos llevará directamente a Irurtzun, recorriendo laderas por senderos aéreos pero seguros y casi no dejaremos de correr hasta entrar en la capital de la Barranca, bajo una lluvia que arrecia de nuevo.

10 horas de chapoteo y mojadura y unos 49 kilómetros, ¡¡nos teníamos que haber cogido la barca!!

Notas:

Los pieses nos aguantaron bien y ni David ni yo tuvimos problemas de ampollas pese a llevarlos mojados casi todo el recorrido.  El goretex dió lo mismo, mis zapas no lo tenían pero las de David sí y el agua le entró lo mismo.  Lo que si nos vino bien fueron las polainas que nos evitaron barro y piedrecillas en el interior de las zapatillas.

Yo pasé mucho frío en las manos, por suerte fui previsor y cuando me puse los guantes lo solucioné, mi compañero no llevaba pero como es un machote ni se quejó, eso sí: el año que viene seguro que no se le olvidan.

En la cocorota nos vino muy bien la gorra de visera además de la capucha del chubasquero por encima, la cabeza caliente es importante, tanto como las manos.

Las piernas ningún problema -no sé quién dijo que no eran del cuerpo-, pero ambos llevábamos mallas piratas hasta debajo de la rodilla, no era un día para pantalón corto.

El cuerpo lo llevábamos mojado pero se mantuvo caliente mientras subíamos, andábamos o corríamos.  yo sólo llevaba una camiseta fina haly-hansen debajo del chubasquero.  Los dos llevábamos chubasqueros impermeables, nos quitaron el agua de la lluvia pero por supuesto nos mojamos por nuestra condensación (sudor queda más feo), pese a ello pienso que fueron básicos para soportar el diluvio.

Es conveniente llevar los objetos personales en una bolsa de plástico dentro de la mochila.  Yo olvidé mi móvil en el bolsillo del chubasquero y se ha muerto.  Dos días enterrado en arroz no lo han resucitado.  En fin, me tocaba cambiarlo.

Mi cámara de afotos en cambio se portó como una valiente, lleva una pegatina informando de que resiste el agua (no la inmersión) y es cierto pues la llevé en el otro bolsillo del chubasquero y no se estropeó.  Si hice pocas fotos fue por no quitarme los guantes que llevaba mojados y muy pegados, porque hacía frío, porque me resbalaba a cada paso y no quería soltar los bastones, porque no se veía nada o casi nada y porque... porque no quería quedarme atrás parándome a hacerlas. ¡¡quería llegar pronto a la ducha!!

Mis glucemias muy bien, sólo me hice dos:  Antes de la salida 156 y me tomé un café dulce con pastas y 6 horas más tarde en San Miguel 92.  No me hice más porque me notaba buenas sensaciones y en los controles me ponía ciego de comer, además de todo lo que me pasaba con la cámara de fotos.  Cuando estuvimos limpios y SECOS, David me invitó a un pincho de tortilla, unas bravas y una caña y una hora más tarde en casita sólo tenía 159 de azúcar.  Salvo 4 uds de novorapid antes del desayuno no me puse insulina en toda jornada y la víspera reduje la lantus de 10 a 8 uds.

He encontrado una peli en internete. Con permiso de turkomendibeltz:


martes, 3 de abril de 2012

Subida a Etxauri

Ayer domingo primer día de Abril  se celebró la XXXIII Edición de la Subida a Etxauri, treinta y tres años ahí es nada.  En la entrada anterior contaba cómo el jueves me curré un entreno de casi tres horas que empezaba comiéndome los 7 kilómetros de carretera que desde Etxauri hasta el Alto de Larreaundi (o de Etxauri) ascienden un desnivel  de 433 mts.  Me costó 42 minutos y confiaba en rebajar ese crono en la carrera y conseguir por lo menos los 37 que conseguí en 2009, el último año que la corrí.

Temperatura excelente para ponernos en pantalón corto y camiseta de tirantes, sol y un viento flojo que nos pegaría de espalda durante la subida, acentuando un poco la sensación de calor, pero no demasiado porque en la parte superior del puerto siempre refresca, como así fue.

Saludo a mis colegas de equipo:  Santi, Jesús, Joaquín, Angel, Félix y Lau, también andan por aquí Fernando Zaratiegui y José Antonio Salgado, dos bestias que el día anterior se habían calzado 42 kmts en la marcha de montaña de Altsasua y que como los 2100 mts positivos de desnivel del paseo les parecían poco hoy estaban aquí para comerse 400 más.  José Antonio Beriáin es otro monstruo que hoy también quiere disfrutar de la dureza de esta prueba. Y no puede faltar mi cuñado Pablo junto con Virginia - su chica preferida -, ambos se han mudado hace dos meses a este pueblo y llevan unas horas disfrutando del ambiente con sus tres chavales que también han debutado en las pruebas infantiles, una familia deportista sí señor.

En total somos 200 los corredores que nos alineamos en la plaza del pueblo.  Once en punto y salimos corriendo alegremente los primeros metros que son prácticamente llanos.  Llegados al cruce de carreteras tomamos la cuesta para arriba, primeras rampas de 6,6% en el primer kilómetro y de 7,1% en el segundo.  Me sitúo detrás de Joaquín y consigo mantener su ritmo durante el primer kilómetro pero enseguida veo que no tengo el día, ni las piernas ni la caja y que hoy me va a tocar sufrir como un perro.

Me pasa Fernando y enseguida me alcanza también la que será primera chica: Mirian Gazpio -de Hiru Herri- a la que intento seguir durante unos metros.  Vano intento pues poquito a poco veré como se aleja carretera arriba bien acompañada de un pequeño grupo de corredores.

Mi fórmula patatera para saber cómo voy en una carrera es muy sencilla:  Si adelanto a corredores, voy genial; si no adelanto a nadie pero tampoco me alcanzan otros por detrás es que estoy en mi sitio y mantengo el ritmo, bien; pero si todo el tiempo me rebasan corredores es que he voy de culo y así fui ayer.  Tiré muchos cohetes en el primer kilómetro y no me quedó casi ninguno para los otros seis.  ¡¡Qué largo se me hizo!!  Pablo me alcanzó a falta de un kilómetro e intentó animarme asegurando que la pendiente bajaba un poco pero ni por ésas, a él también le dije adiós.  Si ningún otro corredor me rebasó es porque el puerto sólo tenía 7 kilómetros, así que no preocuparse los que llegasteis un poco más atrás.  Mi tiempo:  39:39.

Os pongo algunas fotos de Martín -nuestro jefe de equipo-, que ayer se pilló fiesta y la gozó viendo cómo boqueábamos para coger aire durante la subida -algunos más que otros-.

José Antonio Beriáin, magnífico fichaje de Adi-Ike
¡¡ Nos veremos en la Higa Xtreme !!

Jesús Abaigar, también un magnífico fichaje de nuestro club:  Atletismo Zizur - Celigüeta

Ahí va Santi que no quiere perder la rueda de Andrés, valiente Hiru-Herri
que sólo hace una semana se marcó 3:07 en Barcelona  ¡¡Bravo!!

¡¡ Aúpa Angel que tú sí estás fuerte !!

Fernando Zaratiegui, sufriendo pero CORRIENDO después de la Marcha del
día anterior.  ¡¡ Venga Campeón !!

Joaquín Constanza, sólo él sabe lo complicado que es conciliar
trabajo, familia y deporte; pero qué BIEN le salen las tres cosas...

Aquí va Pantani, sí señor !!!  que no pierde la sonrisa ni cuesta arriba. 

Alcanzando a la que será tercera fémina ahí tenemos a Félix García,
nuestro compañero más valiente y veterano.  ¡¡ Venga Txapeldún !!

¡¡¡ Esperarmeeeeeeeeeee !!!
Todas las fotos de Martín aquí.

Mirian Gazpio, primera chica con un crono de 36:47
foto Diario de Noticias

El campeón: Mikel Beunza, 29:00
me sacó más de 10 minutos, juas,juas,juas !!!!
foto Diario de Noticias