Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 20 de febrero de 2017

En las Bardenas Reales...

... Y el Rincón del Bu.

Un paseo de lujo por el desierto es lo que hemos disfrutado hoy con los amigos de Corriendoporelmundo. De la mano de César, el alma de esta empresa de aventura, nos hemos acercado a esta Reserva Natural dentro del también Parque Natural de las Bardenas Reales, donde por cierto se sitúa un polígono de tiro no sé si natural pero que vale más no pisar cuando los aviones del ejército realizan sus maniobras de tiro.

Bromas aparte, tenía muchas ganas de volver a recorrer los fantásticos parajes que siempre descubres en esta inmensa y deshabitada región que por cierto podría ser hermana de las estepas de San Gregorio, al norte de Zaragoza. Hermanas de soledad y de bombazos.

Hoy el día no estaba muy bonito: nubes altas y nieblas que no se han disipado hasta última hora: Gris el cielo y gris la tierra, hoy hemos sido los corricolaris quienes hemos puesto la nota de color en estos paisajes.

Del Trizurko estábamos Alejo, Ascen y yo, los Beer Runners nos han ganado por goleada pues unos 10 chicos y chicas lucían el logo cervecero en sus camisetas.  - ¡¡Pues yo soy de los Wine Runners!! - les he soltado el chiste fácil que nos ha hecho reír a todos. Y así riendo en el autobús, nos hemos comido los ¿70? ¿80? kmts que hay entre Pamplona y las Bardenas. Eso sí, con una parada en Barasoain donde han subido media docena de aficionados a la marcha nórdica. Ellos han realizado la excursión caminando a buen paso y tirando de sus característicos bastones ¡¡ni una hora les hemos sacado de ventaja los corredores!!

La expedición estaba perfectamente planificada: en la cabeza contábamos con Patxi Orofino, el veterano campeón navarro se encargaría de llevar al grupo a un ritmo regular y tranquilo. Hacia la mitad del pelotón teníamos otro chaval super majo para que ningún corredor se quedara en la solitaria "tierra de nadie" que a veces te acompaña casi toda la carrera.  Y cerrando la expedición Alejo, quién mejor para mantener altos los ánimos y el buen humor hasta al más agotado y descolgado del pelotón.  Además teníamos a los chicos del avituallamiento que con sus bicis portaban agua y frutos secos. Entre unos y otros, haciendo la goma e intentando sacar alguna foto iría yo, primero con los delante, para después dejarme caer poco a poco hasta la cola, uniéndome con Alejo y dos valientes chicas que a pesar de ir justillas y sufrir un poco, supieron apretar los dientes y llegar como unas campeonas. ¡¡Bravo Equipooooo!!

Ascen se mantuvo en la cabeza durante toda la excursión ¡¡Bravo!!

Panorámica del primer kilómetro junto a una típica balsa bardenera


Ahí tenemos a la chica más valiente del grupo que llevó manga corta desde el principio. Y hacía fresco ¿eh?



Tres chicas... ¿o son ocho?

Foto Corriendoporelmundo. Qué pobres!! No saben que no hay cerveza...
Solo hay agua y tinto de Navarra jejeje

Foto Corriendoporelmundo ¡¡Migas!! clásicas y veganas, las dos versiones buenísimas
César es el master chef de la Bardena!!




Foto Corriendoporelmundo

Foto Corriendoporelmundo

Mi Garmin

Mi Wikiloc

Mis glucemias:  59 antes de desayunar. Huevo frito, café con leche y dos uds de novorapid. 130 antes de echar a correr y 180 al terminar, muy curioso porque solo he bebido agua con zumo de limón (sin azúcar). Para las migas (y tres vasicos de tinto) me he puesto 4 uds de novorapid y en casa al llegar tenía 70. Bien.



lunes, 13 de febrero de 2017

Por Valdizarbe...

... Y las Nekeas

Salimos de Añorbe guiados por Alberto Ederra que hoy será nuestro guía y anfitrión. Nuestro jóven campeón de Trizurko está encantado y orgulloso de mostrarnos uno de sus recorridos preferidos por los montes próximos a su pueblo.  El pueblo se levanta alto y dominando un paisaje de viñas, olivos y cereal a los que hoy se han suman otros cultivos de la mano, de las aguas mejor, del Canal de Navarra que cruza la región llevando las aguas del lejano Itoiz.

Estamos altos sí, pero nuestra excursión empieza con unos fuertes cuestarrones que nos hacen ganar altura por los pinares al norte de la ermita en dirección Oeste. Pronto vamos por sendero entre encinas, coscojas y enebros, monte mediterráneo y de escasa altura que nos permite ver el paisaje en todas direcciones: al Norte la Sierra de Erreniega, al Sur las Nekeas que limitan con Artajona...  Un paisaje mayormente agrícola, ondulado, cuajado de pequeñas sierras y elevaciones muchas de ellas erizadas de molinos. Alberto nos lleva por una sucesión de toboganes subiendo y bajando a buen ritmo, tan bueno que pronto me veo atrás junto con Fernando. Delante nuestra van Rufino, Txitxo, Jorge e Iván que sí pueden llevar su marcha ¡¡qué fuertes estáis jodidos!!

El día está muy revuelto: el viento Sur nos pegará fuerte en los altos y aunque no es muy frío nos lanzará algo de lluvia, gruesos goterones que casi hacen daño pero que por suerte no van a más y eso que el cielo está gris oscuro en todas las direcciones.

Eso sí, ayer debió caer más agua porque la tierra está muy húmeda, hay zonas con bastante barro y en alguna rampa con las que Alberto nos castiga se hace muy penosa la ascensión ¡¡Ufffff...!!



Pasaremos por los dólmenes y al Sur divisaremos Artajona mientras subimos y bajamos por la sierra en dirección al embalse donde el Canal de Navarra se hace un pequeño mar entre montañas.  Aquí atravesamos la zona quemada por el incendio del pasado Verano y corremos entre los esqueletos de los árboles quemados, mayormente pinos.  En el suelo brota el verde de la hierba nueva y aquí y allá apuntan verdes brotes de coscoja o encina pero tendrán que pasar algunos años hasta que volvamos ver estos montes tan verdes como eran antes de que un idiota arrojara una colilla desde su coche al pasar por la autopista a 15 o 20 kmts de aquí...

Cerca del embalse de Artajona


Una de las doscientas cuestas...
Desde el embalse proseguimos hacia el Este en dirección a Añorbe pero cuando nos acercamos lo dejamos a nuestra espalda enfrentando una cuesta interminable cerrada por zarzas y toda clase de maleza, son solo 100 mts de desnivel pero es que ya llevamos muchas subidicas y muchos kilómetros y las patas se quejan.  Lo peor es que una vez arriba nos tiramos para abajo perdiendo mucha altura hasta llegar a Tirapu, un pequeño pueblo en el fondo del valle.  Nuestro pueblo preferido se ve muy alto y todavía más alta vemos la ermita encima suyo. ¡¡Y tenemos que subir allí!!

La última cuesta es criminal, empieza muy cerquita de donde hemos dejado los coches pero ninguno dudamos en enfrentar la dura rampa que entre los pinos nos lleva hasta los cielos, perdón, quiero decir a la ermita a donde llegamos uno a uno como náufragos azotados por el viento y... los 1150 mts de desnivel acumulado de la excursión.

En la ermita al resguardo del aire

La foto nos la hizo Fernando, sentados a mi lado están Rufino, Txitxo, Jorge, Iván y Alberto.

Decirles que bajamos en un bolero y que solo pensamos en el almuerzo que Alberto nos tiene preparado: chistorra, jamón serrano, queso curado ¡¡qué queso amigos!!, chuletón de vaca ¡¡qué carne señores!! Pimientos... ¡¡Y qué cervezas y qué vino!!  La excursión ha sido dura, bestia diría yo, pero el almuerzo no se queda atrás y por supuesto compensa toda la paliza.  Al café nos acompañan Carlos Nuin y Alejo que no han podido venir pero quieren saber de primera mano lo mucho que hemos "disfrutado" resoplando por los ciento noventa y siete toboganes con los que nos ha regalado nuestro amigo Alberto. ¡¡Muchas gracias campeón!! ¿Mañana a qué hora quedamos para repetirlo?

La excursión en mi Garmin
Todas las fotos aquí







Mis glucemias: a las 6:55_123, he desayunado un tazón de fresas con yogur y un café con leche. Me he puesto 3 uds de novorapid que han sido muchas porque a las 10:18, en el primer dólmen, tenía solo 62 de azúcar ¡¡aaaay!! Me he tragado dos geles y antes de enfrentar la penúltima cuesta, la de las zarzas me he tomado otro. Al llegar arriba un puñado de cacahuetes y con todo eso, al terminar la excursión, a las 13:06 tenía 74, ideal para tomar una cerveza y lo que ha venido luego, eso sí: con 4 uds de novorapid.

martes, 7 de febrero de 2017

De Alfocea a la Atalaya de Sobradiel

Los escarpes sobre la ribera del Ebro son un paisaje que siempre miro cuando voy a Zaragoza. Una larga pared de color claro rota solo por algún barranco se extiende durante kilómetros sobre el verde de las fincas. Las ricas tierras del valle llegan hasta los pies de estas paredes, cien o doscientos metros más arriba la estepa se extiende hasta el horizonte: San Gregorio es el mayor campo de maniobras militar de Europa. "Peligro-zona militar" señalan los carteles y no son pocos los ciclistas, paseantes y corredores que se internan más allá de la doble alambrada que limita ese "espacio vacío" salvaje y hermoso donde las liebres y las perdices de un lado, el romero y el esparto del otro están a salvo, las unas de cazadores y los otros del ganado. ¡Qué paradoja!



Alfocea, barrio rural de Zaragoza, es una de las puertas a esta zona natural.  En el wikiloc he visto una ruta interesante de poco más de 16 kmts y convenzo a mi hermano Javi para seguirla como entreno para la maratón de Zaragoza del próximo 2 de abril, además así podrá estrenar sus nuevas Xodus 6.0 ¡¡Vamos!!

Los primeros kilómetros con el aire en contra se nos hacen duros, vamos por una pista de buen piso que salvo un tobogán que nos hace subir casi 30 mts de desnivel el resto discurre prácticamente llana. El viento es cierzo -de norte- pero no es muy frío, así que un ligero cortavientos sobre la camiseta de manga corta es suficiente abrigo.  Al poco de salir nos cruzamos con dos chavales que regresan de su carrera y ya no veremos a nadie más a excepción de dos moteros en la parte alta.

El Ebro baja crecido pero sus aguas del color de la tierra no hacen ruido alguno pues el cauce aquí es profundo. A nuestra derecha se levantan las paredes de yesos que miramos de reojo: abundan los desprendimientos de piedras causados por las lluvias del día anterior y esta misma noche, malo sea que nos caiga un molondro en la cabeza... Pasamos junto a un par de granjas, la primera parece abandonada pero la segunda aunque desierta debe estar en funcionamiento a la vista de toda la maquinaria que ocupa unas naves y el rastro del ganado en unas parcelas.  Llegamos al kilómetro 6 y emprendemos el ascenso por la pista forestal que en cuatro o cinco vueltas y revueltas asciende arriba de los escarpes.

Nos acercamos hasta la "atalaya", restos de una torre que bien podría ser un puesto de vigilancia levantado por árabes o cristianos hace un porrón de años. Consultando el internete resulta que estamos ante la Torre Candespina que debió ser construída por orden de Sancho Ramírez y su hijo Ramiro en el año 1100. Sería una posición avanzada del Castellar una fortificación vecina que formaba parte de una línea de vigilancia junto con los castillos de Miranda, Juslibol y Alfocea.

Entramos en el Campo de Maniobras. No hay cartel de prohibición pero si uno que indica "Peligro - Zona Militar"

Torre de Candespina, según parece fue en 2006 que se derrumbó una de sus paredes, qué pena su abandono.

El Ebro y el Moncayo al fondo, tapado por las nubes

Un selfie por supuesto!!

Corremos entre romeros, jaras y tomillos

¡¡Un tobogán!!

Otro tobogán!!



San Gregorio, una estepa infinita


Alfocea y al fondo Juslibol

La ruta en mi Garmin

Desde allí dominamos los meandros del Ebro y los pueblos de Casetas, Utebo, Sobradiel y Torres de Berrellén donde desembocan las aguas del Jalón. Hacia el Oeste se levanta el Moncayo, tapado por unas nubes que el viento norte aprieta contra su cima.  Es curioso que sobre nosotros el cielo azul está casi del todo despejado mientras que mis colegas del Trizurko a estas mismas horas las están pasando de a metro en la Sierra de Aralar, donde una ventisca de nieve les sorprenderá a mitad de excursión.

Como suponíamos nosotros disfrutaremos del regreso por lo alto de estos montes que asoman encima del río: el aire sopla a favor nuestra y casi tenemos calor bajo los rayos del sol de febrero. El día está precioso aquí arriba y pienso que este paseo vale como cien horas de clases de geografía: debajo nuestra los meandros del río, los campos de cultivo, los pueblos, el trabajo del hombre, su avaricia ocupando sotos naturales que se inundan en cada crecida, sus aciertos y errores.

Mis glucemias: 187 al levantarme (en la cena me puse morado de jamón y longaniza...) me pongo 2 unidades de novorapid y a desayunar, café con leche con cuatro nueces. Durante el recorrido no tomaré nada y aunque me parecía ir justo en los últimos kilómetros, al terminar, a las 11:42 tenía 122, ante lo cual simplemente bebí un botellín de agua.  Perfecto para el vermú de después: un tinto "Coto de hayas" con torreznos, ¡¡Buaaaaaah chavaaaaal!!