Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Aralar Blanco

El Domingo 17 de diciembre y coincidiendo con el Mendigoizaleen Eguna -Día de los Montañeros-, Fernando y un servidor nos acercamos a Uharte Arakil con ánimo de subir al Santuario de San Miguel y a la vecina cima de Artxueta. Las predicciones prometían una jornada sin precipitaciones y con nubes que debían abrirse conforme avanzara la jornada pero cuando echamos a andar a eso de las 8 menos cuarto el cielo estaba totalmente cubierto y caía una chispa de agua nieve. El anticiclón se había movido a una lado, nos contaron luego los expertos y ello fue la causa de que continuaran las precipitaciones que llevaban remojando el norte toda la semana. No nos quejamos pues falta hacía.

Pero un poco más de frío sí podía haber hecho porque el barrizal que encontramos en la primera parte de la subida fue tremendo. Ya nos lo conocíamos y lo habíamos sufrido en otras ocasiones pero se nos había olvidado... ¡¡menuda chocolatada!!

Conforme ganamos altura la temperatura bajó y el barro dio paso a la nieve, húmeda al prinicipio y polvo más arriba, de esa que mola, porque apenas moja y al pisarla escuchas ese ruido característico y que a mí al menos me encanta: pow... pow...  Un paisaje blanco alrededor en contraste con el intenso verde del valle debajo nuestra. Precioso.




La última parte de la subida se hizo algo penosa pero gracias a Fernando, que iba abriendo huella no podía quejarme.  Dos chicos que subían detrás también nos agradecieron el esfuerzo cuando llegamos al Santuario. Todos entramos en la hospedería, al calor de la estufa y al olor de la chistorra...  ¡¡Ummm!! Un minibocata de chistorra y una taza de caldo caliente nos entraron de maravilla y a mí, que tenía 70 de azúcar ni te cuento.  (Solo me había puesto una unidad de novorapid con el desayuno a eso de las 6 de la mañana: café con leche y cuatro nueces. Mi azúcar a esa hora: 122).


Un guiño a la mejor carrera de montaña del mundo: Galar Trail!!! Atención al 4 de marzo de 2018
 

Tras secarnos y calentarnos un poco, salimos fuera sin una idea muy clara de cómo terminar la excursión. Subir a Artxueta no nos apetecía pues seguía nevando y apenas había visibilidad. Decicimos bajar hacia Uharte pero por la carretera mejor que por el camino. De ese modo podríamos correr a buen ritmo y nos libraríamos del barro.

¡Qué buena idea!  Las ruedas de algún vehículo habían pisado la nieve de tal forma que correr por ellas era una delicia. ¡¡Y cuesta abajo!! ¡¡Yujuuu!!

Fuimos perdiendo altura hasta unos 840 mts cuando la carretera cruza el sendero GR20 de San Miguel a Etxeberri, también llamado el camino de Agiri, llamado así por un poblado del siglo XIV, ya desaparecido.  Entonces cambiamos de idea y pusimos rumbo de nuevo al santuario por el sendero.  Un bello camino por el bosque que algún año habíamos recorrido con ocasión de la Marcha de las Tres Ermitas, solo que hoy el verde ha pasado al blanco. 

J Imbuluzketa ¡¡Gracias por la fotico!!
Por supuesto que los pies los llevábamos fresquitos no, lo siguiente. Pero yo no tanto gracias a un truco: unos escarpines de neopreno a modo de calcetines, que me protegieron muy bien. Sobre todo cada vez que metíamos el pie en los charcos de agua helada entre la nieve.  Fernando no contaba con eso pero está hecho un jabalí y sus pies lo mismo porque no perdió la sonrisa en toda la mañana...

Una vez de vuelta en el Santuario, ahora más concurrido con los montañeros que iban llegando para la misa y posterior almuerzo, nos hicimos unas fotos y bajamos a la carrera por el sendero normal, el que habíamos cogido para subir desde el valle.


La ruta en mi Garmin

En resúmen algo más de cuatro horas de diversión donde nos hartamos de nieve para toda la temporada. Pero ojalá venga más y lo podamos repetir este Invierno que empezó ayer día 21 de diciembre.  ¡¡Feliz Navidad!! Zorionak!!

 
La peli de la jornada

domingo, 26 de noviembre de 2017

Maratón de Donosti

La Maratón

San Sebastián, Donostia es siempre un escenario de tres o cuatro estrellas donde correr los 42 kilómetros y ciento noventa y cinco metros de la maratón. Yo llevo unas cuantas allí pues está a menos de una hora de coche de Zizur Mayor -Pamplona- y es un viaje super cómodo. Más todavía si vas en buena compañía y no te toca conducir: Nos lleva Ander en su furgo a Santi a Saioa y a mí. Ander correrá la Media Maratón, Santi y yo la Maratón y Saioa nos animará a todos disfrutando de la fiesta del deporte que hoy llenará las calles de esta bella ciudad.

 
En el velódromo Antonio Elorza teníamos la consigna y las duchas
Al contrario que Santi, que se estrena en la mítica distancia, yo llevo un buen puñado de maratones en mis patas, la última en marzo de este año en Zaragoza: La carrerica no me dejó muy buen sabor de boca porque pasé en cinco minutazos mi objetivo de las 3:30 ¡mecachis! Pero jope, con lo que hoy he sufrido más me hubiera valido repetir ese crono, mis patas me habrían dolido menos...

Pero a las 9 en punto todos estamos bien. Alegres y nerviosos a la vez, con todo a punto para salir a toda pastilla en cuanto dan la salida. Ander, Santi y yo nos hemos puesto en el cajón de 3:15. Yo con intención de dejarme caer hasta que me alcance el globito de las 3:30 y mis compis con ilusión de dejar atrás (lo más que se pueda) al globo de "y quince" puesto que la idea de Ander es hacer la media en 1:30 y la de Santi acercarse a las 3:00, su marca de 1:24 en la media nocturna de Bilbo de hace un mes le dan confianza pero el debutar en la distancia le da mucho respeto. ¡¡Tú puedes Santiiiii!!

Hace fresquito y cae alguna gota del cielo nublado, al rato que estamos corriendo nos remoja un chaparrón pero solo son cinco minutos, más tarde sufriremos otro -igual de breve-. Con todo la mañana sin aire apenas y con temperatura fresca -no fría-, será ideal para nuestra "excursión" urbana y asfaltera. ¡¡Vamossss!!

A este grupo no pude echarle el gancho... (foto de la organización)
En los primeros kilómetros se me van las patas, a mi lado van dos comentando que llevan un ritmo de 4:20. Confirman lo que ya sabía: no tengo fundamento ni cabeza para regular el ritmo. Juego a correr tan mal como a las cartas: gano pocas veces pero cuando me sale la jugada no hay tío más feliz en el mundo. Ahora tengo muchas cartas todavía, queda mucha partida sí, pero me encanta correr a este ritmo.

Me adelanta Toño Soria hacia el km 8, no me ve y cuando al pasar le echo un grito se extraña un poco. -¿Pero tú no ibas a ir más atrás?-  me pregunta. Le digo que sí, pero que me he vuelto loco y que ahora me iré dejando caer.  Y efectivamente dejo que me vayan pasando unos cuantos corredores hasta que un poco más adelante pillo la referencia de un grupo y tiro con ellos. La liebre de 3:15 no está a la vista todavía ¡coño, lo mismo consigo una escalera de color!

Pero no, en el km 15 me alcanza la bici con el banderín de 3:15. Pasa a mi lado junto con toda una tropa de guerreros, lo menos cien que la escoltan obedientes. En la bajada y posterior subida del túnel bajo el Paseo Errotaburu consigo mantenerme con la manada pero después iré quedándome atrás poco a poco.

Pero muy poco a poco por suerte y es que durante mucho rato podré divisar el banderín dichoso delante mía.  Luego lo pierdo de vista sí, pero en los cambios de sentido confirmo que no voy tan mal y que no me lleva ni cinco minutos.  ¡¡Vamos Carlos!!


Fotos de la organización

Cerca del Kursaal, junto a la playa de Gros me cruzo con Toño y con Santi que van juntos. Ellos van por el km 30 y yo por el 28 ¡Qué cerca y qué lejos!  Pensaré en ese 30: solo me quedarán 12  cuando llegue allí. ¡¡Vamoss!!

Y llegaré, y seguiré hacia la playa de la Concha y pasaré el túnel que me lleva a la de Gros y tiraré otra vez al puñetero paso nivel con su bajada donde me duelen los cuádriceps y su subida donde me falta el aire, tortura que repetimos después de cambiar de sentido doscientos metros más adelante.

Kilómetro 35 ¡solo 7 a meta! Aquí mi ritmo se resiente mucho aunque todavía estoy "vivo" y los km me salen por debajo de 5 minutos.  Adelanto a mucha gente sí, pero eso no me sirve para mantener ni el ritmo ni la moral. Los cuádriceps que llevaban quejándose hace mucho "gritan" doloridos a cada zancada y el aire que trago a bocanadas no tiene apenas oxígeno -o eso me parece-. No puedo más.

Del 39 en adelante iré por encima de 5 minutos el km, muy por encima. Y cada zancada me parece que va a ser la última. Tan mal voy que muchos entre el público asomado a las aceras dicen mi nombre para animarme. Llegar al 40 no me sirve ¡todavía quedan 2!  El 41 tampoco, me pregunto si podré aguantar 1200 mts más...  Me adelantan corredores por todos lados. Ufff ¡qué larga es la recta que lleva al arco de meta!

Tres horas veintitrés que son tres veintidós de tiempo neto.  ¡No está mal para un cadáver con mallas de colores! Uffff...  Menuda aventura. Ríete tú de las ultras de montaña...

Santi consiguió entrar en 3:08, cinco minutos detrás de Toño ¡¡olé olé!!  Y Ander logró su objetivo de 1:30 en la media mejorando bastante su tiempo en la nocturna de Bilbao. ¿Qué más podemos pedir?

¿Qué más? Una comida estupenda en el bufet del Hotel Amara ¡¡Sí señor!!
Mi carrera en el Garmin, es curioso si miráis los intervalos: los ritmos de 4:30 pasan a más de 5 en los últimos kmts...


Mis glucemias:

156 al levantarme a las 5 de la mañana. He tomado un café con leche y unas nueces. Me he puesto dos uds de novorapid (insulina rápida).

154 a las 7:47 en San Sebastián, donde hemos tomado un café con leche en el bar del velódromo Antonio Elorza.

Durante la carrera he tomado unos 6 medios vasos de isotónico. Con muy buen sabor por cierto.

Tras llegar a meta, a las 12:42 tenía 74.  He comido una barrita, una mandarina y un yogurth. En la comida ha caído una super ensalda y un medio-chuletón de vaca muy rico y tierno. También un yogurt, un trozo de tarta y un poco de helado. Y un café con leche. Me he puesto 6 uds de novorapid.

En casa a las 18:31 tenía 109.

Desde el jueves a la noche reduje de 9 a 8 las uds que me pongo de Tresiba (Insulina 24 horas) Los únicos hidratos que he comido esta semana han sido unas lentejas en la comida del viernes que repetí el sábado. Si he sufrido en esta carrera la culpa no creo que sea la falta de hidratos sino la de entrenos pues solo he metido asfalto en las últimas 4 semanas.


domingo, 19 de noviembre de 2017

Por la Sierra de Santo Domingo

Desde Longás y siguiendo el recorrido de la Carrera por Montaña No hay Pitera.

Diez valientes y madrugadores mosqueteros hemos salido desde Zizur a Pamplona con rumbo a Longás, en las Altas Cinco Villas de Zaragoza. Para ello hemos tirado por la autovía de Jaca hasta Liédena, donde nos hemos desviado a Sangüesa. Después hacia Sos del Rey Católico y muy cerquita de esta preciosa villa nos hemos vuelto a desviar hacia Navardún, entrando en la Bal d'Onsella para tirar por ella hasta el último pueblo: Longás. Al pie de la Sierra de Santo Domingo.


En Pamplona teníamos 2 o 3 grados pero cuando hemos bajado del coche en Longás, a 840 mts de altitud, estábamos a menos dos. Soportables, porque no soplaba aire y en cinco minutos estábamos corriendo.

Nos guía Rufino y su fiel perro Erik. Nuestro amigo es de Lobera -al lado de Longás-. Además de haber participado en casi todas las ediciones de la carrera, nuestro compi tiene en estos montes su parque de entrenos particular así que no será necesario mirar el wikiloc ni el garmin. Yo también conozco la zona ¡que mi suegra es de Lobera! pero el resto de la cuadrilla vienen por primera vez a esta región así que estamos todos encantados: Alejo, Javi, David, Ascen, Roberto y Sonia disfrutarán a tope corriendo por los senderos que suben, llanean, suben un poco más, más todavía y bajan por esta Sierra que se levanta hasta los 1524 metros.

En el valle hacía más frío que arriba aunque la fuente de Santo Domingo, próxima a la ermita, la hemos visto totalmente helada.

El Puy Moné y detrás el Moncayo
En la ermita hemos parado un ratico a echar un bocao.
Panorámica hacia el Pirineo






La longaniza y el chorizo en el Hostal Os Tablaus, en Longás, lo mejor. Y que a gusto se estaba al ladico del fuego...

19,8 kmts, 932 mts de desnivel positivo y 03:27 horas de disfrute.

viernes, 20 de octubre de 2017

Por la Sierra de Gratal

La Sierra de Gratal se levanta al Nornoroeste de la ciudad de Huesca, muy próxima, a menos de 20 kmts. Sin ser la más alta, la Peña de Gratal (1563 mts) destaca de toda la sierra pues su cúspide se eleva separada al Sur de la cadena principal, directamente encima de la "tierra plana". Cuántas veces la he mirado cuando subía al Piri desde Zaragoza pensando que algún día tenía que acercarme a sus faldas para ver de subirla...


El Tozal de Guara es como su hermano mayor. Se sitúa al Nordeste de la capital oscense y con sus dosmil y poco metros también sobresale entre las sierras del Prepirineo. Siendo el jefe de la región sí que he visitado su cima y muchas veces, dos de ellas participando en la carrera Tozal de Guara. 

Este Sábado 14 de octubre fue la ocasión: Aprovechando que estaba en Zaragoza pasando los Pilares y que una semana antes Jorge el de "la meteo" había publicado una excursión circular desde Arguís decidí tirar de wikiloc y conquistar por fin esa Peña de Gratal.

Poco más de tres cuartos de hora es lo que cuesta llegar al Pantano de Arguis por la autovía de Huesca desde Zaragoza. He madrugado demasiado y cuando aparco el coche junto al parador todavía no ha amanecido así que debo esperar unos minutos antes de salir. Temperatura alta: unos 13 grados. En Zaragoza llevamos unos días con niebla alta que no despeja hasta mediodía y hoy está igual, pero aquí arriba el cielo azul y despejado promete un gran día de monte. ¡¡A por él!!

La primera parte de la excursión es un poco sosa: Casi cinco kmts de pista un pelín cuesta arriba por la que puedo correr, despacio, pero puedo correr. ¡¡Qué invento esto del Trail Running!! Tanto a la ida como a la vuelta esta pista que caminando se haría larga y aburrida la puedo disfrutar trotando.

Con el móvil en la mano localizo el sendero que en fuerte subida sale de la pista a mi izquierda para, ahora sí, ganar altura hacia la que será mi primera cima: El Pico Peiró (1586 mts). Los pinares que me habían acompañado en la pista dan paso a bojes, quejigos y ¡¡hayas!!  Qué sorpresa y qué magia penetrar en el silencioso hayedo. Me detengo un minuto a contemplar los altos árboles a mi alrededor cuando escucho el ruidoso aleteo de una gran ave, quizás un águila, a la que no puedo ver pero siento muy cerca y encima de mí, posándose en alguna rama. Al reanudar la marcha la asusto y nuevamente resuena en el bosque el batir de unas alas poderosas, ahora más nervioso, más rápido...


Pronto dejo atrás esta pequeña selva escondida en la cara norte de la sierra y continúo por un barranco abierto poblado de bojes y arizones donde los hitos señalan el camino al collado. Al llegar arriba asomo encima de Bentué de Rasal, un pequeño pueblo escondido en el valle opuesto al de Arguis. ¡¡Cuántos pueblos, valles y montes por conocer...!!  A mi espalda, al Este la cuenca del río Isuela cuyas aguas retiene la presa de Arguis y delante, hacia el Oeste el río Garona, ¿pero el Garona no era un río francés que nacía en el Aneto y se iba al Atlántico? Aquí en el prepirineo tiene un tocayo, un hermano pequeñito...

Al Peiró subo en dos patadas por una cresta algo aérea pero fácil y sin complicaciones. Solo hay que mirar dónde poner el pie entre las apretadas matas de arizón, el arbusto rey de la región, para no pincharnos las patas y enseguida estoy. El panorama sería soberbio de no ser por la calima que apenas deja ver los Pirineos, tendré que volver porque allí veo el Aspe y sus amigos, la Collarada, Tendeñera, los tresmiles de Ordesa...

Allí asoma Peña Gratal

A la derecha la Sierra Caballera enima de Bentué de Rasal

Regresaré al collado y tiraré hacia mi siguiente y deseado objetivo: la Peña de Gratal. Por delante un par de kilómetros buscando la ruta en un terreno cerrado por matorral de boj, erizones y algún quejigo achaparrado. Si no fuera por el bendito móvil no lo habría conseguido, gracias al invento conseguí llegar a una brecha arriba de la sierra y después fue más sencillo avanzar por arriba de la cresta. Aunque el erizón (genista hórrida) es un arbusto pinchudo apenas te arañas las piernas al rozarlo, eso sí: ¡¡cuidado con tirarte encima!!  Mis piernas saldrán indemnes de la excursión.

Para subir Peña Gratal (1563 mts) perderé altura en dirección Sur y pasaré junto a la fuente de Bonés: ¡¡importante en esta región!! Bajo una pequeña y vieja construcción de ladrillo un caño metálico lanza un chorro de agua. Qué fresca y rica sabe...



Bajaré un poco más a una extensa llanura de hierba sin apenas árboles y tiraré recto hacia la cima que se levanta 200 mts encima mía. Unos hitos de piedra me llevan directo arriba cortando unas viejas pistas que zigzaguean por la ladera.  Arriba una cruz metálica y un libro donde escribo un par de líneas saludando al personal. Leo la reseña de un tal Eduardo que ha subido hoy mismo pero habrá madrugado mucho porque no nos hemos cruzado.

Hacia el Sur tendría que ver Huesca y hasta las torres del Pilar pero la niebla todavía no ha levantado del todo. Aún así las vistas son hermosas, sobre todo hacia el Este donde el Tozal de Guara sobresale en un horizonte de montañas azules...


Vuelvo sobre mis pasos para regresar al lomo principal de la sierra y en cuatro patadas consigo la tercera cima: el Pico de Gratal (1542 mts) que tan solo es una pequeña elevación en el camino, pasaría desaparcebido si no fuera por el vértice geodésico.



Qué lejos se ve el Peiró desde el Pico de la Calma...

Dos kilómetros corriendo por buenos senderos y disfrutando del sol de este Octubre veraniego me llevan a la cuarta cima: La Calma (1584 mts).  Escucho unas escopetas cerca pero afortunadamente los disparos se alejan a mi espalda mientras pierdo altura por un barranco poblado de altos pinos y algunas hayas dispersas que ponen más colores con sus vestidos de Otoño.  La bajada es guapa: trialeras fáciles pero entretenidas que en algún tramo te llevan por el fondo del barranco, seco en estos días pero que seguro llevará agua buena parte del año.



Finalmente bajo a la pista del principio pero dos kilómetros más cerca del embalse a donde llegaré cruzándome con numerosos excursionistas.



La ruta en mi Garmin. 23 kmts y cuatro horas de excursión que desde Zaragoza permiten estar de vuelta para la comida.

martes, 10 de octubre de 2017

Tendeñera desde Panticosa.

Por la Ripera.

No son las 8 de la mañana cuando me bajo del coche en el parking de la Estación de Esquí de Panticosa, debajo del pueblo. Hace frío, 3 grados, pero no sopla un pelo de aire así que salgo con una camiseta técnica, manguitos y el chaleco de la Juan Miguéliz Leyre Trail, que para estas ocasiones va de cine: cerrado delante y rejilla abierta detrás, donde va la mochila. Un buen invento.

En el wikiloc me he pillado una ruta -la más clásica- que asciende a Tendeñera por el Valle de Ripera. Los primeros kilómetros son por el sendero PR-HU 92, que tarda dos kmts en cruzar el río Bolática.  Pese a ser subida esta es muy tendida y hay numerosos llaneos entre prados donde hasta yo puedo trotar un poquillo. ¡Bien! He dicho a la familia -en Zaragoza- que estaría de vuelta para comer o para el café.  Menos mal que me conocen y no me hacen caso casi nunca...

¡Qué ganas le tenía a Tendeñera! Hace un porrón de años que subí con Felipe -de Sabiñánigo- y unos amigos de Pamplona: también era un día de octubre como hoy, creo recordar, pero el tiempo estaba desapacible, nublado y con un molesto viento que soplaba en todas direcciones. La cresta se estrecha un poco antes de la cima y pasamos un poco de miedo por ese motivo, aprovechando el margen entre las incesantes rachas de aire nos atrevimos a cruzar hasta la cumbre.  Y total que casi no vimos ni jotas...

Después de unos 5 kilómetros salgo a la pista forestal que asciende hasta el fondo del valle ¡qué feas son las pistas!  Pero qué paisaje... Frente a mí se levantan las paredes de la Sierra de Tendeñera, una muralla que se extiende de Este a Oeste erizada de varias cimas, todas por encima de los dos mil quinientos metros de altitud, destacando el Pico Tendeñera (2853 mts), Peña Ripera o Mallo las Blancas (2823 mts) y Peña Sabocos (2757 mts) entre las más altas.


Impresiona mirar esos paredones desde aquí abajo: Ahora la pista tuerce a la derecha en fuerte subida hacia el collado de Sabocos. La dejo aquí y mirando algunas marcas del GR-11 viejas y casi borradas bajo a cruzar el cauce del torrente. Después gano altura por una empinada ladera herbosa sin perder de vista una garganta o brecha donde se precipita una cascada y se adivina la salida del circo.  Como pierdo de vista las marcas termino demasiado alto y tras algunas dudas veo un tramo de sendero muy abajo que se dirige claramente a esa brecha.  Con cuidadín perderé unos metros de altura hasta poner mis zapatillas en la seguridad del camino. Ufff... Yendo solo estos despistes siempre imponen un poco.

En pocos minutos me veo junto a la brecha dejándola atrás y ganando altura por el alto y estrecho valle que asciende al Collado de Tendeñera.  Corre agua limpia y fresca por el barranco y me acerco a echar un par de tragos. Llevo solo un litro de agua en la mochila y prefiero guardarla para más arriba.

A unos dos mil metros de altura paso junto a un pequeño refugio en cuyas proximidades pasta un nutrido rebaño de ovejas ¡¡Mecachis, y yo bebiendo en el barranco debajo suya...!!  Me alarmo un poco por el riesgo de haber bebido agua contaminada pero me tranquilizo recordando lo limpia y fresca que estaba, ¡y lo rica que sabía!  Por suerte no tendré ningún problema, quiero pensar que las ovejas llevarían poco tiempo en esa zona y no se habían acercado al agua todavía.

Llego al collado de Tendeñera, sopla un pelín de aire pero el sol está muy alto y la temperatura también. Me quito los manguitos y prosigo en dirección Norte hacia la pirámide cimera atravesando una sucesión de terrazas calcáreas que me recuerdan Larra.  Abundantes hitos de piedra señalan la mejor dirección a mi objetivo. Mejor porque no hay nadie a la vista.




Las caras de esa pirámide son menos verticales de lo que parecían desde el collado: a medida que subo y me acerco a los últimos metros voy ganando confianza por la multitud de senderos que surcan la pedrera, hitos aquí y allá no dejan lugar a dudas y pronto me veo arriba del todo.  El panorama hacia el Sur es todavía más hermoso, el aire limpio permite distinguir incluso el Moncayo, allí lejos, detrás de la Peña Oroel. Pero también está el Tozal de Guara y la Peña de Gratal y mucho más cerca reconozco el Pelopín, el Litro y el Toronzué los tres dosmiles que hacen la Bucardada.




Pero todavía no he llegado arriba, delante mía un estrecho y aéreo paseo conduce a mi objetivo.  Justo entonces veo a un chico que viene hacia mí.  - ¡Buenos días, pensaba que estaba solo en el mundo!- le saludo con alegría.  - Pues sí, yo también pensaba lo mismo - me contesta, es un chaval que ha pasado la noche en la cabaña o refugio de Tendeñera. Me dice que está muy bien, limpia y que incluso cuenta con colchones. Quiere bajar y tirar hacia el ibón de Sabocos para después regresar a Panticosa. Nos hacemos unas fotos con los móviles el uno al otro y hablamos un rato del soberbio paisaje de montañas que se levanta en todas las direcciones. - ¿Ese es el Vignemale? - me pregunta señalando la imponente montaña al Norte. Al afirmarle que sí se extraña pues no le parece que sea mucho más alta que nuestra Tendeñera, será que engaña la perspectiva pero ese pedazo de monte tiene casi 500 metros más de altura que nosotros. ¡Madre mía que grande es el Pirineo!




Collarada, Midi d'Ossau, Algas, Argualas, Garmo e Infiernos, La Facha...  Monte Perdido, Cotiella, Peña Montañesa... Se distinguen perfectamente con esta atmósfera limpia que podemos disfrutar hoy Domingo 8 de Octubre. Un día para recordar.

Nos despedimos y desde la cima aprovecho para hacerle unas fotos antes de que desaparezca de lo alto de la cresta. Su figura delante de Monte Perdido y Ordesa es una fabulosa fotografía digna de Lucien Briet...

Casi 30 kmts de excursión. La ruta en mi Garmin. Y en Wikiloc.

Detalle de mis titubeos entre los km 8 y 9 cuando perdí las marcas del GR11 y subí más de lo debido
Todas las fotos

Por cierto que no llegué a comer, ni tampoco al café. Eran pasadas las dos y media de la tarde cuando me tomaba una cerveza en el bar restaurante próximo al parking de la estación de esquí de Panticosa.

Mis glucemias:

Muy alto al levantarme a las cinco la mañana: 216. Me pongo 3 uds de Novorapid y desayuno un café con leche y un puñado de nueces. (cinco o seis).  Sigo alto a las 8 cuando llego a Panticosa: 179, pero no me preocupa con la excursión que tengo por delante. Un trago de agua y en marcha. 158 a las 10:33, a 2000 mts en las proximidades del refugio de Tendeñera después de beber dos vasos de agua en las frías y gracias a dios limpias aguas del barranco. 124 a las 12:01 en la cima. Beberé más agua y comeré una bolsita pequeña de nueces, almendras y avellanas.  127 a las 13:28 en el fondo del valle de la Ripera, como tengo hambre comeré media barrita de proteínas Aptonia, sabor naranja y chocolate ¡riquísima!  144 a las 14:36 cuando llego al aparcamiento en Panticosa. Me pondré 3 uds de Novorapid  y almorzaré un minibocata de jamón con aceite y una caña que me pido en el bar.  A las 17:33 en Zaragoza tengo 75, salvo dos o tres vasos de agua no tomaré nada hasta la cena, cuando me pondré 4 uds de Novorapid y 9 de Tresiba, como todas las noches.

Normalmente tengo buenos valores de azúcar al levantarme pero las fiestas del Pilar te la pueden liar: aquí os pongo este vídeo chulo chulo de tres minutos que recoge el pregón con el que han dado comienzo las fiestas. El txupinazo de sanfermines será todo lo que quieras pero este año en Zaragoza no hemos sido menos: ¡¡Vivan las Fiestas del Pilar!!