Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Por la Sierra de Santo Domingo

Desde Longás y siguiendo el recorrido de la Carrera por Montaña No hay Pitera.

Diez valientes y madrugadores mosqueteros hemos salido desde Zizur a Pamplona con rumbo a Longás, en las Altas Cinco Villas de Zaragoza. Para ello hemos tirado por la autovía de Jaca hasta Liédena, donde nos hemos desviado a Sangüesa. Después hacia Sos del Rey Católico y muy cerquita de esta preciosa villa nos hemos vuelto a desviar hacia Navardún, entrando en la Bal d'Onsella para tirar por ella hasta el último pueblo: Longás. Al pie de la Sierra de Santo Domingo.


En Pamplona teníamos 2 o 3 grados pero cuando hemos bajado del coche en Longás, a 840 mts de altitud, estábamos a menos dos. Soportables, porque no soplaba aire y en cinco minutos estábamos corriendo.

Nos guía Rufino y su fiel perro Erik. Nuestro amigo es de Lobera -al lado de Longás-. Además de haber participado en casi todas las ediciones de la carrera, nuestro compi tiene en estos montes su parque de entrenos particular así que no será necesario mirar el wikiloc ni el garmin. Yo también conozco la zona ¡que mi suegra es de Lobera! pero el resto de la cuadrilla vienen por primera vez a esta región así que estamos todos encantados: Alejo, Javi, David, Ascen, Roberto y Sonia disfrutarán a tope corriendo por los senderos que suben, llanean, suben un poco más, más todavía y bajan por esta Sierra que se levanta hasta los 1524 metros.

En el valle hacía más frío que arriba aunque la fuente de Santo Domingo, próxima a la ermita, la hemos visto totalmente helada.

El Puy Moné y detrás el Moncayo
En la ermita hemos parado un ratico a echar un bocao.
Panorámica hacia el Pirineo






La longaniza y el chorizo en el Hostal Os Tablaus, en Longás, lo mejor. Y que a gusto se estaba al ladico del fuego...

19,8 kmts, 932 mts de desnivel positivo y 03:27 horas de disfrute.

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