Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 6 de mayo de 2013

Xtreme Higa de Monreal 2013


Higa de Monreal y Sierra de Alaiz vistas desde la Sierra de Tajonar
La foto la hice la tarde del Sábado.

Dos corredores rompen por un momento el silencio del bosque

¡¡Esperar que no he pillao el "satélite"!!  - bromeo mientras echo a correr carretera abajo hacia Monreal.  Son las 9:30 y aunque vamos en dirección contraria a nuestra montaña preferida, sabemos que antes de lo que nos gustaría nos veremos sudando por su falda.  Primero calentaremos nuestras piernas dando un "paseo" por los alrededores del pueblo, dos kilómetros llaneando por pista y sendero a la sombra de los robles y pinares que pueblan las laderas próximas al río Elorz.


Esta carrera me la voy a tomar como si no llevara dorsal, es una expresión muy utilizada por los corredores populares, tanto como esa otra de que no he entrenado nada o que he pillado un gripazo y llevo toda la semana tomando antibiótico, pero esta vez es verdad: Dentro de una semana tengo la Maratón de Vitoria y hoy no debo machacar mis piernas, en algún manual que he ojeado señalan que hoy debería correr 40 minutos a ritmo medio.  Bueno, por delante tengo 21 kmts y estaré más de dos horas, pero alternaré correr y caminar, además respiraré aire puro y disfrutaré de bellos paisajes ¡¡Seguro que me va a ir bien!!

Mis compas de Celigüeta-Zizur: Santi Oroz y David Senosiáin en cambio sí que se van a machacar, lo mismo que Ander y Mikel de Adi-Ike, igual que Edorta de Txurregi, como José Luis Riaño de Peralta, Tedy Garzón o Iñaki, Iñigo, Oscar, Juan Miguel, Javier y Aimar del Humiclima y la valiente Toñi de Sarrios Zaragoza y Juan Martín Tirapu de la Vuelta del Castillo muy bien acompañado de su hijo Javier -menudo campeón- y  ...  por supuesto José Antonio Beriáin, uno de los organizadores y alma de la carrera.  También está David Salinas que hace sólo dos semanas terminó la Apuko-Igoera y que hoy saldrá con una escoba en la mochila cerrando la excursión.  Muchos, muchos chicos y chicas locos por sudar y quedarnos sin aliento corriendo por estos montes.


A la Higa de Monreal le daremos la vuelta por una empinada pista que nos llevará a su lado Sur-Sudoeste, por una especie de valle escondido entre la Sierra de Alaiz y nuestra picuda montaña.  Correr por pista siempre se hace penoso porque tienes la sensación de ir a cámara lenta.  A partir del kilómetro 5 la pendiente se modera y la pista prosigue llaneando al tiempo que penetra en el bosque, mayormente de hayas que en estos días de mayo visten un verde recién estrenado.




Tras el primer avituallamiento proseguiremos por sendero apenas marcado en la hierba, subimos entre bojes que a veces se cierran formando oscuros pasillos de vegetación.  Hay menos barro que el año pasado, pero no hay que descuidarse, pues no pocos charcos acechan nuestro paso.


Salimos del bosque por un momento para entrar en un paisaje dominado por los aerogeneradores: gigantescos molinos que se extienden a un lado y a otro de la sierra.  Allá hacia el Sur asoma la Peña Unzué y de no ser por la calima también veríamos el Moncayo.  Lo mismo que habríamos podido ver los Pirineos blancos trepando las últimas pendientes de la Higa.  Pero eso vendrá un poco más tarde, antes deberemos recorrer kilómetros y kilómetros de sendero entre los árboles, descubriendo rincones mágicos como los restos de la Borda de Cascante que recordaba del año pasado y que hoy me detengo a observar sin prisa.  

Un corredor se aleja, cada vez más pequeño entre las hayas


Hace mucho rato que me he quedado solo en tierra de nadie:  Desde el principio de la carrera me he ido quedando atrás y ahora me adelantan muy de cuando en cuando, seguro que David Salinas no anda lejos con su escoba.  Pasada la borda de Cascante me paro a mirar la glucemia pues me noto un poco flojeras: Mi cacharro marca 62, no es para alarmarse pero agradezco llevar el camel repleto de isostar, amén de unas gominolas energéticas que trago de dos en dos ¡qué ricas!  Estoy muy cerca del avituallamiento nº 3 situado al pie de la subida final a donde llego enseguida.  Unos trozos de plátano y de sandía, un vaso de acuarius y dos de agua y después de unas fotos que me hace una chica super simpática emprendo la fuerte subida detrás de dos chicos con camiseta azul que me han pasado en el bosque.  Detrás de ellos iré trepando entre las rocas y haciendo no pocas paradas para echar la vista atrás y admirar el paisaje bellísimo de esta región: los bosques de hayas de un verde claro contrastan con el oscuro de los pinares, más allá se quieren adivinar los Piris, pero como he dicho la calima casi los hace invisibles.  Ya vendremos otro día.




Casi en la cima alcanzamos a un corredor con camiseta blanca que avanza con dificultad por molestias en los gemelos, juntos llegamos al avituallamiento de la cima debajo del repetidor, donde con la música a tope, un grupo de chicas guapísimas nos da la bienvenida y nos ofrecen de todo ¡¡tienen Red Bull!!  Me beberé un vaso y cogeré alas para tirarme ladera abajo hacia Monreal.  Cuidado porque en el sendero las piedras están resbaladizas, malo sería darse un tortazo en los últimos kilómetros.  Casi he agotado la batería de mi vieja cámara, así que sólo haré cuatro fotos mientras voy perdiendo altura camino de la meta.



Monreal, delante de la Peña de Izaga


No me importa repetir que esta es una gran carrera, no sólo por los paisajes sino por los kilómetros de senderos magníficos donde es una verdadera gozada correr.  Además no os quiero ni contar el super-almuerzo con el que la organización nos obsequió en el frontón.  Bueno sí que os lo cuento:  Vino del bueno, refrescos, tortilla, chistorra, queso, patatas fritas...  ¡¡de todo!!   Y de postre  me tocó un regalo en el sorteo de dorsales: unos calcetines de ultra-trail marca north-face.  ¡¡Bieeeeennnn !!  

Todas las fotos aquí.   Al recorrido de mi Garmin  le falta un kilómetro o más pues no me cogía la señal.

Lo mejor de este domingo ha sido saber que Fernando le está ganando la batalla a la enfermedad más fea y que más miedo nos da y ha vuelto a ponerse un pantalón corto.  ¡¡¡Grande Fernando!!!  Ya estás llegando a la meta.  ¡¡¡Animo Campeón!!!

Fernando Zaratiegui corriendo con la camiseta verde
de los Amigos de la Vuelta del Castillo, que le acompañaron
en el último kilómetro de la Carrera Solidaria de Mutilva.