Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 31 de mayo de 2015

Mendi Erronka

Tercera edición de la prueba.  Una carrera de la que "nos sacaron" el año pasado por no llegar al control de paso de Albi, en Aralar, antes del tiempo límite marcado por la organización. Alejo, David Senosiáin y yo nos juramos volver a sacarnos la espina...


Eso fue hace doce meses, claro, y desde entonces han pasado muchas cosas.  La artroscopia de menisco en mi rodilla derecha el pasado febrero me hizo descartarla totalmente pero...  Pero mi recuperación fue muy buena, en cuatro días estaba caminando largos paseos y después vinieron excursiones en bici a las que siguieron salidas por el monte.  Empezé a correr, tranquilo al principio, luego más vivo, hasta casi recuperar los ritmos que tenía antes de la intervención.  Con todo eso y los malos amigos que le lían a uno, aquí estamos otra vez en Leitza, con un cielo azul y un pedazo de sol que nos garantizan una jornada espectacular.  ¡¡Vamosssss!!

Pero no las tengo todas conmigo, ya sé que es un clásico en nuestro mundillo de locos repasar en la línea de salida todas las lesiones, molestias y problemas que padecemos, a pesar de los cuales y como somos tan chulos salimos hacia la meta.  Juro que en mi caso era así: en la última excursión ya os hablé de unos pinchazos que sentía en la rodilla, además de eso empecé la semana con una contractura en la espalda muy molesta y dolorosa que hizo pasar las preocupaciones por la rodilla a un segundo plano.  Por suerte y con la ayuda de mi fisio - ¡¡Gracias Ohiane!!-, el Viernes ya casi estaba recuperado y cuando me levanté ayer a las cinco de la mañana estaba listo para comerme los 65 kmts y 3500 mts de positivo acumulado de esta durísima prueba.

Desde Zizur salimos 5 Trizurkos: Alberto, Santi, Alejo, David Senosiáin y yo.  Un Adi-Ike: David Salinas y el bueno de Txitxo a quien no se le ha ocurrido otra cosa para despedir su soltería y al que no tardaremos en fichar para el equipo.

Txitxo, Yo, Santi, David Salinas, Alejo y David Senosiáin agachado.

La carrera sale a las 8:00  pero llegamos con tiempo de sobra para echar un café y saborear el ambiente: saludamos a Antonio, Imanol, Ismael y a Edorta del Txurregi, a Oscar de Humiclima y poniendo cara de campeones nos situamos bajo el arco de salida, en primera línea. Por ahí andan Xabier Zarranz, Aitor Iraizoz y Alberto Goñi. También veo a Fernando Zaratiegui bastante atrás y metido en medio del mogollón, le echo un grito deseándole una buena carrera, pero seguro que no le hace falta porque cada día está más fuerte.


Menos mal que no es una carrera de asfalto de 10 o 21 kmts porque saliendo entre los primeros nos habrían pisoteado. Salimos a buen ritmo por las calles de Leitza y tras dar una vuelta por el pueblo enfilamos una pista forestal que nos lleva hasta la primera ascensión de la jornada.  Casi todos mis compas van pasando delante mía, no hay problema, el objetivo es llegar ¡¡casi nada!!

Cuando cogemos el sendero no se produce tapón alguno, el terreno está seco y progresamos bien montaña arriba hacia los bosques que cubren todos y cada uno de los montes que rodean el pueblo.



Bastones en mano empleo a fondo brazos y hombros para que la rodilla sufra lo menos posible y me alegro de no notar molestia alguna. ¡¡Bien!!  Enseguida estamos bajo los árboles, caminando y trotando por el sendero según subimos o llaneamos.  Sólo se escuchan nuestros jadeos, el ruido de los bastones y la charla de David Salinas (no puede ser otro) que algunos metros por delante camina junto a Santi. Conmigo está Edorta y con él empiezo a correr cuando el monte desciende hacia Pagozelai, el piso está perfecto para trotar con buen ritmo y es una gozada ¡¡Vamossss!!.

Es entonces que siento unos fuertes pinchazos en la rodilla que van a más hasta que detengo la marcha y me echo a un lado para dejar paso al resto de corredores. Pienso que no queda mucho para el primer avituallamiento y que allí me retiraré.  No hay prisa y aprovecho para echar un pis. Después pruebo a trotar y no noto molestia, ¡¡coño pues vamos allá!!.   Me han pasado pichicientos pero no importa, sólo he perdido tres minutos que no son nada en esta aventura.  Además enseguida alcanzo a Salinas y a Santi que se han parado un poco, les comento mis penas pero también mi alegría de poder seguir y con ellos llegaré al avituallamiento donde también están Alejo y Senosiáin.  Alberto va por delante, así que somos cuatro trizurkos los que comensamos el descenso a Arribe.

Mucho menos barro que el año pasado sí, pero el terreno es algo técnico e igualmente hay que andarse con ojo.  Santi y yo nos vamos quedando atrás y llegaremos solitos al "fondo" de la carrera: Arribe, a 222 mts.  De aquí a Gaintza habrá unos cinco kmts de llaneos y cortos toboganes por buenos caminos, cruzando regatas y entre verdes fincas. Hace calor pero vamos a la sombra de los árboles: fresnos, castaños, robles...  Sólo el cielo azul pone otra nota de color en este bello paisaje verde.

Me está dando un pajarón así que empiezo a beber largos tragos del camel.  Llevo barritas pero no quiero comer porquerías estando tan cerca del avituallamiento. En el depósito he echado isostar y dos tabletas de cafeína, espero que con eso pueda llegar.

Y llego, pero justo, justo... Santi me saca casi cinco minutos y ya no le veré el pelo. No importa, yo me tiro al avituallamiento: frutos secos, gominolas, powerade, plátano, naranja... creo que doy tres vueltas al circuito y es que ahora viene la parte más dura, el kilómetro vertical que nos sube a Irumugarrieta, así que con dos puñados de gominolas y frutos secos en cada mano inicio la subida. Vamosss!!!!

Creo que me he recuperado porque mantengo el ritmo dentro del grupo donde estoy, mucha gente por delante y por detrás mía, no conozco a nadie pero me parto con unos vascos que llevan la siguiente conversación: - ¡¡Mecagüendiosss!! ¡¡Miras en el diccionario la palabra cuesta y te sale estoooo!! - exclama señalando la pedazo de ladera que tenemos por delante. Algunas nubecillas agarradas a la cima de las Malloas no ocultan la altura de nuestro objetivo.  Vamossssss !!!



En una fuente hay voluntarios dando vasos de agua, les daría un abrazo pero voy empapado, ¡¡qué rica!! Milla Ezker !!  Uffff... qué duro se hace pero por fin llego arriba. - ¡¡Cansa!! - me animan, es Jorge -Thor Txone- que nos hace un reportaje a todos los que pasamos por aquí, qué campeón, fijo que el próximo año se apunta...


Se me quieren subir los gemelos, los cuádriceps, hasta los abdominales se me acalambran, me cuesta llevar a cabo la gimnasia necesaria para bajar el pedregal de afilada caliza que nos separa de los verdes rasos de la sierra, pero por fin llegaré y podré trotar.

En el avituallamiento del km 24,5 -Unagako Putzua- me hago un control de glucemia: 90 -hora: 12:15- ¡¡perfecto!! Pero muy justo para seguir la excursión, así que me lanzo de nuevo a las mesas: cuatro o cinco trozos de naranja, los mismos puñados de frutos secos: nueces, almendras y uvas pasas, dos vasos del líquido azul de Powerade, agua...  ¡¡Gominolas!!  Y nos vamooooosssssss

Albi, kilómetro 27, aquí fue donde nos cortaron el año pasado. Miro de reojo a toda la gente congregada en la carretera que está animando, nadie me pide el dorsal pero porsiaca aprieto el ritmo y continúo hacia San Miguel.

Ufff, menuda cuesta arriba tenemos, por suerte estamos en el bosque, creo que el 90% de la carrera discurre bajo los árboles y es una suerte porque un día como hoy el sol calienta lo suyo.  Hay un corredor parado ¡¡ Es Alberto!! Está estirando las piernas, me dice que está muy jodido, que ha tenido una bajada de tensión y que se retira.  Le ofrezco sales pero ya ha tomado -yo llevo tres pastillas y tomaré otras tres para prevenir los calambres-.  Le animo como puedo y juntos continuamos, me pide que le saque el mp3 para darse marcha con los ACDC y parece que le funciona porque me quedaré atrás incapaz de seguir su ritmo...



Ya veo el avituallamiento de San Miguel, pero también veo la cima de las antenas a donde tenemos que subir... En eso que la rodilla empieza a sonar como una carraca -clac, clac, clac...-  no me duele pero me pone los pelos de punta.  Entre eso, el calor del sol cuando salimos del bosque y el cansancio, mi moral se hunde y llego al avituallamiento muy desanimado, con la determinación de abandonar.

Allí están Iñigo, Joseba y Santi Petri que han aprovechado la mañana para entrenar un "péndulo", osea desde Uharte Arakil subir a San Donato y luego a San Miguel.  Me jalean entusiasmados cuando llego y me convencen para seguir. Sobre todo Iñigo, que me habla de los macarrones en Lecumberri y del vino... - ¿Vino? - le pregunto, y me confirma que sí, que hay vino. - ¡¡Pues a Lecumberri!!


Gracias por esos ánimos Joseba, Iñigo y Santi !!!

Me despido de mis camaradas y casi sin pensar echo a correr con la sorpresa de que la rodilla vuelve a funcionar en modo silencio y sin molestias ¡¡Biennnnn!!

Además es casi todo bajada por los magníficos bosques de hayas que cubren la sierra, una verdadera gozada porque bajo los árboles se respira un aire fresco maravilloso que me da alas.

Lecumberri está en el km 45 de la excursión, en el 38 hay un avituallamiento líquido y aprovecho para hacerme otro control: 88 -hora 14:51- así que bebo dos vasos de powerade y agarro un gel. Esta etapa se hace larga y más dura de lo esperado: bajamos de la sierra pero también hay toboganes que frenan el ritmo, así que ando y camino junto con otros corredores con quienes ya me estoy familiarizando, entre ellos uno que lleva dos palos en lugar de bastones.  Los últimos dos kmts vamos por pista, llaneando y al sol, pero un leve aire de norte nos alivia el calor. Un día magnífico.



Avituallamiento de Lecumberri. Por cierto que no vi el vino...

David y Alejo comieron una hora antes que yo ¡¡qué campeones!!

Por fin los macarrones, osea Lecumberri. Allí está Alberto que me confirma su retirada, mis palabras de ánimo no sirven, está recuperado de sus mareos pero ha tomado su decisión. Pienso que como él sí consiguió hacer la carrera el año pasado no está tan motivado como yo, que cada vez veo más cerca mi sueño de llegar a meta. Toda la comida me entra bien y la coca cola mejor todavía, después de llenarme a tope me miro el azúcar: 85 -hora: 15:45-, ¡¡Vamosssss!!

La carrera prosigue ahora por un tramo del Plazaola, el ferrocarril que antiguamente comunicó Pamplona con San Sebastián y que ahora, abandonada la línea, se ha convertido en un precioso paseo. Como es llano se puede correr y la rodilla me lo permite ¡¡bieeennnn!!  En mi cabeza está el perfil de la prueba con la última subida dura de la excursión: la Sierra de Ireber que nos separa de Leitza...  Confío en poder con ella...

Al abandonar el recorrido del Plazaola y coger el sendero monte arriba veo una pareja de corredores caminando a buen ritmo: él es un barbas alto y flaco, ella es más bajita y lleva el pelo recogido de forma que el cuello lo lleva despejado. Van muy bien y no dejan de hablar algo que yo no podría, por eso pienso que son un buen gancho que me asegurará la etapa.


El camino pasa por un bosque de altos pinos pero más arriba entramos en el hayedo de nuevo, una verdadera selva que parece interminable.  Alcanzaré a mis dos compañeros de etapa y seguiremos la ascensión comentando lo que nos queda, estoy tan animado que puedo hablar y todo...  El mozo está "llevando" a la chica, los dos han entrenado juntos para la carrera, pero lo curioso es que ella, de Donosti, sólo lleva corriendo un año y para entrenar esta prueba, lo más que ha corrido son 47 kmts ¡¡qué tía!! Si así son las chicas de Donosti ¡cómo serán las de Bilbao!   Su compañero podría ir bastante más rápido pero él ya hizo su carrera el año pasado, hoy conseguirá un magnífico entreno para la Travesera en Picos de Europa que tendrá lugar muy pronto, estoy seguro de que disfrutará como un campeón esa preciosa y dura Carrera de Montaña, de montaña-montaña.





Salimos del bosque a un extenso claro de verdes prados, el paisaje es precioso, una postal.  Hemos ganado bastante altura pero todavía nos faltan 500 mts de desnivel hasta coronar una cima de piedras que divisamos delante nuestra.  Hay un avituallamiento que no dejamos pasar, - ¡¡Hombre Coca-Cola!! - exclamo señalando unos vasos, pero me dicen que no, que es café.  Beberé un vaso, está caliente y azucarado, en su punto ¡¡riquísimo!!  Con eso, con dos vasos de agua y otros dos del famoso líquido azul continuamos para arriba.



Coronamos y pasamos al otro lado para proseguir por el alto de la sierra hacia otra que se levanta delante nuestra y erizada de molinos. ¿Y Leitza? debajo nuestra vemos un valle con caseríos y fincas de labor pero no hay ningún pueblo.  Es igual, el terreno es magnífico para echar carreras por los senderos que cruzan los rasos de la montaña, llaneamos y bajamos para volver a subir un poco y así una serie de toboganes en los que pese a todos los kilómetros disfrutamos un trote regular.  Mis compas de etapa se han quedado un poco detrás y prosigo con dos chicos de Lasarte y otra pareja. Todos tenemos el ánimo a tope, mal tiene que darse para no terminar esta aventura. Vamosss!!



Detrás del morro que se levanta al final del prado y muy abajo, está Leitza.

En el km 60 tenemos otro avituallamiento, hasta chistorra recién hecha si queremos, pero yo no me arriesgo. Sigo con el brebaje azul, los frutos secos y los trozos de naranja.  Verdaderamente es un lujo la red de avituallamientos en esta carrera, podría haber ido con las manos en los bolsillos. Casi.

Los últimos cinco kilómetros no los regalan, todavía tenemos algunos toboganes por estos altos hasta que ¡¡por fin!! vemos Leitza debajo nuestra ¡¡vamos allá!!

Bajo con un chaval jóven de Pamplona por una empinadísima ladera en el bosque, no quiero ni pensar cómo sería con lluvia, un tobogán... Hoy se agarran bien las zapatillas pero aún así damos algún traspiés, más abajo nos encontramos con otro avituallamiento líquido, ¡¡a sólo 2 kms de meta!! No lo esperábamos, pero aún así aprovechamos para echar dos tragos y comer alguna gominola, la mesa está formada por un animado grupo de chicas que se ríen con nuestras bromas y es que aquí todos llegamos felices, viendo tan próximo el final de la aventura...  Seguiremos bajando a buen ritmo y el chaval me cuenta que una de las chicas lo tiene "pillado", - pues ya sabes- le digo, -para fiestas de Leitza a por ella-. - Que se va acordar de mí - me contesta - ¡¡mecachis con lo maja que es!!- .  - Tranqui... - le quiero animar, - que lo mismo baja luego a meta y sí que se acuerda.-

La moza no sé si bajaría pero nosotros sí. Como balas bajamos.  El último kilómetro fue una gozada: un paseo a media ladera por encima del pueblo y con la seguridad de que la última cuesta que teníamos por delante eran los escasos 100 metros de calle Elbarren que nos llevan al soñado arco de meta junto al ayuntamiento. Gora Leitzaaaaaaa !!!!!!!

Once horicas y veintisiete minutos de sensaciones, malas, regulares, buenas y buenísimas.  Una carrera dura, muy dura, pero preciosa. Y la organización de diez.  Milla Ezker txapeldunes!!


David Salinas hizo un carrerón, ¡¡será por el trago de vino!!



Mis glucemias han sido de libro toda la carrera. Sólo en la salida, que tenía 84 fue un mal dato, que intenté subir tomando un gel de frutas. ¡¡Ah!! Sin olvidarme del pajarón llegando a Gaintza, que aunque no lo miré, fijo que andaba por los suelos... Pero después muy bien. En meta tenía 76 a las 7:33, por lo que pude saborear el riquísimo arroz con carne que nos tenían preparado ¡¡y una coca-cola!!

Lo mejor es que hoy Domingo no me duele la rodilla, pero aún así los próximos días me dedicaré a la bici...




domingo, 24 de mayo de 2015

Fuga del Fuerte San Cristobal

El Fuerte de Alfonso XII se levantó en la cima del Monte Ezkaba para defender Pamplona en un tiempo, finales del siglo XIX y principios del XX, en que la artillería era clave para atacar o defender cualquier posición en una guerra. Con la llegada de la aviación su construcción quedó obsoleta y fue destinada a prisión militar desde 1934 hasta 1945.  Triste referencia con la cual ha pasado a la historia esta formidable fortaleza.

La noche del 22 de mayo de 1938 tuvo lugar una fuga masiva de presos en el Fuerte de San Cristóbal. De los 2487 detenidos tras la sublevación militar contra el Gobierno de la República española, escaparon 795 hombres: dirigentes políticos y sindicales, militantes republicanos y revolucionarios, obreros, campesinos... Cientos de historias personales que darían para escribir muchos libros y rodar un sinfín de metros de película, héroes anónimos en su mayor parte, protagonistas involuntarios de la más heroica y arriesgada hazaña que todo hombre debe intentar: Alcanzar la libertad.



Nos dicen que ese año, también hacía frío, igual que esta tarde de viernes, a las 8 en punto cuando llegamos a la cima del monte los seis amigos que hemos querido rememorar la fuga de aquellos valientes: Santi, Iñigo, Paski, Nico, Joseba y yo, seis locos que saldremos hacia la frontera de Francia con muchas más opciones de éxito. Con nuestras zapatillas, ropa, linternas y mochilas que incluyen bolsa de hidratación causaríamos asombro recorriendo las calles de la Pamplona de hace 77 años.  Correr o caminar por los campos, montes y caminos con alpargatas medio rotas, camisas y chaquetas empadas, sin luz y por supuesto sin orientación, tuvo que ser otra historia, mucho más difícil y más dura. Imaginamos que los pocos que no fueron detenidos o abatidos se moverían de noche y se refugiarían durante el día donde pudieran, quizás en alguna casa les dieron refugio pero las más de las veces serían denunciados y entregados.

Iñigo, Joseba, Nico, Paski, Santi y yo. ¡¡Huyamos!!


Monumento en homenaje a los caídos por la Libertad y la República
Cruzando el Ulzama en Sorauren
Pensando en ellos, no nos quejamos cuando los pinos caídos nos cortan el paso en esta pista que recorre las montañas entre los ríos Ulzama y Arga y que nos lleva hacia el Puerto de Egozkue, el ecuador de nuestra ruta.  Los primeros kilómetros de nuestra excursión han sido fáciles y hemos ido a muy buen ritmo. Por los senderos del monte Ezcaba hemos ido perdiendo altura hasta llegar a Azotz un pequeño pueblo de cuatro casas en la ladera norte de la montaña, después un carretil nos ha conducido a las orillas del Ulzama donde los caminos del parque fluvial nos han conducido a Sorauren.  Todo bajar y llanear, además con luz. Con las últimas luces ganamos altura fuera de sendero entre tojos y pino de repoblación hasta alcanzar una vieja pista forestal que a media ladera nos conducirá en dirección norte.


Las nieves de febrero han hecho estragos en los pinos y acabamos hartos de saltar troncos o agacharnos para salvar cada árbol que atravesado en la pista nos cierra el paso, tan apenas trotamos veinte metros entre uno y otro, ¡¡qué coñazo!!  La noche ya se nos echado encima pero no es problema con nuestras frontales. En cuanto al aire frío aquí vamos al abrigo o será que con la noche el viento también se ha ido a dormir, pero no, como comprobaremos en pocas horas.

Ni que decir tiene que es Paski, del Deportivo Navarra quien abre la marcha, siempre con sus dos bastones no tiene problema en sujetar también el mapa, que no deja de consultar en ningún momento. En la muñeca izquierda la brújula y en la derecha el reloj con gps ¿Qué más hace falta para conducirnos a la frontera?  Muchas más cosas, pero todas las carreras y pruebas de orientación le han dado la pericia y técnica suficientes para que esta noche nos preocupemos por todo excepto por dónde estamos o a dónde nos dirigimos. ¡¡Grande Paski!!

Esta noche los ojos de Iñigo brillan todavía más: estaba muy ilusionado con esta aventura y gracias a él tenemos resueltas tanto la intendencia como el transporte. Los avituallamientos de Egozkue y el de Urkiaga, además del vehículo que nos llevará de vuelta a casa, son cosa suya.  ¡¡Gracias Iñigo!!

A Santi también le brillan los ojos, esos ojos que se abrieron al mundo en Andalucía y que conocieron el amor en la Txantrea, en Iruña, donde también ha aprendido a correr como nadie una carrera muy peligrosa: esa que del 7 al 14 de julio se celebra en la ciudad más alegre y viva del mundo por mucho que el resto del año Pamplona sea Mordor, capital del reino oscuro, frío y lluvioso del Norte...  Es él quien más culpa tiene de que esta noche la pasemos en blanco, jodidos de frío y pinchándonos con los espinos y las zarzas. Pero está casi de milagro pues no hace ni un mes que pasó una neumonía y el domingo pasado se retorció el tobillo en la Media Maratón de Irati.  ¡¡Bravo txapeldún!!

Lo de Nico es más nadar, pedalear y correr, tres disciplinas encadenadas por sus respectivas "transiciones": el triatlón es la ilusión en sus entrenos a lo largo del año y el Iron-Man la prueba de sus sueños, hace justo seis días estaba en Tarragona para tomar parte en una de las buenas: la Ironcat, pero la meteorología adversa hizo que la organización suspendiera la prueba. Vente al Trail Nico!!  Aquí el aire, la nieve, el frío o el barro no son un problema ¡¡son sólo una putada!!  Hay que aclarar que este chico no es un novato: conoce bien la Sierra de Alaitz y este invierno ha pisado sus caminos tanto de noche como de día. Cuando nos describe el mar de nubes de niebla que cubría la Cuenca de Pamplona aquella noche de noviembre se emociona tanto o más que cualquiera de nosotros.

Pero no tanto como Joseba, quien considera que correr por el monte es lo mejor del mundo y pese a su juventud ya ha sudado la camiseta en pruebas tan duras como Transvulcania o Apuko y sueña como yo, en  la Aneto-Posets del próximo Julio.  En la Pamplona-Bilbao de hace dos años se comió 140 kmts sin pestañear y eso que sólo quería hacer la etapa hasta Urbasa, y es que este gigante se entusiasma como nadie cuando se mete en harina, perdón, en barro.

En cuanto a mí, ya sabéis que soy un poco poeta y un romántico.  Las dos cosas van de la mano cuando hablamos de víctimas de una guerra o una catástrofe, aquí o en China y el recuerdo de las miserias que tuvieron que sufrir aquellos 795 desgraciados me ha decidido a acompañar a estos cinco amigos.  No las tengo todas conmigo porque desde los primeros kilómetros "noto" mi puñetera rodilla: ligeras molestias, pinchazos sobre todo en las subidas tendidas, que por suerte desaparecen cuando la pendiente es más fuerte y que no noto en llaneos o bajadas aunque el ritmo sea mayor.  Además he tenido un pajarón subiendo al monte encima de Sorauren, que he resuelto devorando una de las barritas made in Paski, de salvado, azúcar moreno y avellanas y que éste nos ha regalado a cada uno, ¡¡Están buenísimas!! ¡¡Gracias!!  También le he dado unos buenos tragos al isostar del camel y con todo me he repuesto sin problemas.  Eso sí, más despistado que otras veces: cuando me han señalado una zapatilla enterrada en el barro pensaba que llevaba ahí desde el invierno y  no ha sido hasta que todos han reído a carcajadas señalando el pie de Joseba que he visto de quién era...

La zapatilla de Joseba: efecto ventosa.

Apenas se puede ver pero a nuestra derecha una profunda balsa de agua
nos obligó a buscar otro camino dentro del bosque.

Los últimos dos o tres kmts antes del Puerto de Egozkue se hacen largos: hemos dejado atrás la pista y tras cruzar un raso progresamos por el bosque buscando el paso entre pinos, quejigos y espinos.  Estamos ganando altura y podemos observar las luces de Pamplona, muy lejos, reflejadas en las nubes que cubren el cielo. Después entramos en la niebla y sufrimos el rebote de la luz reflejada que es como si lleváramos unas gafas empañadas.



La niebla la dejamos arriba cuando perdemos altura y llegamos al puerto donde Iñigo nos tiene guardado un avituallamiento de primera: plátanos, agua, kit-kats, frutos secos... Qué bien les habrían venido a los fugados...

Proseguimos la ruta y podemos distinguir a nuestra derecha las luces de Eugi reflejadas en el pantano, los pinos y quejigos han quedado atrás y ahora son las hayas de Quinto Real las reinas del bosque, sus troncos se levantan rectos y altos, incontables columnas que se pierden en la oscuridad a ambos lados. Escuchamos un sonido extraño, como un quejido, Joseba nos dice que son ciervos.

En esta parte podemos correr muchos tramos que discurren por pista y casi sin pendiente, pero más adelante empezamos a ganar altura por fuertes rampas y conforme lo hacemos nos metemos de nuevo en la niebla. Además llueve, una lluvia débil pero persistente que viene acompañada de aire frío, más frío conforme subimos a los 1411 mts del Zuriáin, próximo al Saioa y las cumbres de Velate que dejaremos a nuestra izquierda para descender al Puerto de Artesiaga.

Todavía no había dicho nada de las vallas, hemos saltado varias en la primera parte de nuestra excursión, todas con alambre de espino ¡¡cuidado!!, y dado que no seguimos itinerarios montañeros rara vez encontramos pasos preparados así que las salvamos como podemos, pisando en el alambre superior, apoyados en el poste más próximo y tomando impulso, procurando no perder el equilibrio para saltar al otro lado. Me llevaré un recuerdo en la pantorrilla pero ese será el único incidente, ese y la anécdota de que bajando el Zuriáin nos encontramos la misma valla cuatro o cinco veces... Menos mal que era de tablas y que sólo tenía alambre en la parte inferior.




Pero saltar las vallas es lo de menos, estamos helados, sobre todo las manos pues aunque todos llevamos guantes, son más bien finos y con la lluvia se han empapado. Los pies tampoco se salvan pero como no paramos no son problema. Las manos heladas es lo peor...

En Artesiaga nuestro guía nos informa de que ya solo quedan unos 10 kmts por el GR12 que discurre por la divisoria que separa Baztán de Quinto Real, el problema: Es terreno expuesto al viento norte, a la lluvia y a la niebla y ahora mismo todos estamos ateridos. Nos propone una alternativa: perder altura por la carretera bajando unos kmts para luego subir por un valle secundario, la Regata Baserdi que nos acercará a la carretera del Puerto de Urkiaga y a la frontera, el problema: saldrán 3 ó 4 kmts y perderemos desnivel para luego ganarlo, unos 250 mts necesarios para salvar una sierra secundaria que nos separa de la carretera transfronteriza.

Elegimos la segunda opción: más kilómetros y más desnivel pero sin niebla ni lluvia que dejamos atrás mientras bajamos al trote por la carretera.  Con el braceo de la carrera las manos entran pronto en calor y casi secamos la ropa. Hemos acertado!!

Esta carretera que comunica Quinto Real con Irurita en el Valle de Baztán es alucinante pues discurre por un formidable hayedo. Un paisaje natural soberbio pero nosotros no vemos nada, eso sí, más abajo podremos escuchar el rumor del agua en el barranco, rumor que luego es un estruendo, agua que baja hacia Eugui para unirse al rio Arga.

Paski nos señala una pista secundaria que a nuestra izquierda asciende por el barranco Baserdi, es nuestra alternativa y comenzamos a ganar la altura perdida por la "Pista de las Salamandras": le pondremos ese nombre porque después de ver la primera, casi pisamos la siguiente y así docenas de ellas, bromeamos con que debe ser su noche de amor y han salido todas del bosque para cortejar... Pero lo cierto es que más arriba, cuando dejemos la pista las seguiremos viendo, no es raro pues es un anfibio de costumbres nocturnas y amigo de la humedad.

Santi ha sufrido un par de retortijones en su maltrecho tobillo que ya llevaba vendado desde la salida y cada vez le cuesta más aguantar el ritmo.  Cuando veo la empinada ladera por donde sube Paski temo que no pueda seguirnos pero este chaval es un campeón y apretando los dientes cierra la marcha sin queja alguna.  Le ofrezco mis bastones pero rechaza el ofrecimiento, no sé si por orgullo o simplemente porque no le gustan. Pero vienen bien aunque progresar en esta ladera cuesta lo suyo con o sin bastones.  Hay muchos arbolitos a los que echar mano pero tras romper unos cuantos aprendemos que solo debemos fiarnos de los troncos más gordos y es que las hayas crecen profusamente en el bosque pero sólo las más fuertes consiguen  luz suficiente quedando la mayor parte medio muertas en la penumbra...

Son algo más de las 6 de la mañana cuando perdemos altura al otro lado de la montaña y ponemos pie en la carretera del Puerto de Artesiaga, por delante tenemos 3 largos kilómetros en ligera bajada hasta la muga: la frontera con Francia que en 1938 suponía alcanzar la libertad.



Los hicimos caminando y llegamos muertos de frío a la gasolinera situada junto al puesto fronterizo, las 7:30, casi 12 horas. La venta está cerrada así que tras hacernos la foto de rigor no perderemos un segundo en subir a la furgoneta de Iñigo.  El almuerzo lo haremos cerca de Pamplona. ¡¡Qué frío!!

En recuerdo de los 795 hombres y de sus familias. Sólo tres de ellos consiguieron alcanzar la frontera.

Todas las fotos aquí.

Nota: El mismo Viernes por la mañana otros tres amigos hicieron una excursión parecida en homenaje a los fugados: Fernando Moreno, Gorka Rípodas y Carlos Nuin consiguieron llegar a Urepel pasando por Sorogain. Seis horas y cuarenta y cinco minutos. .

 Extraterrestres

Mis glucemias: A las 19:05 del viernes: 425, todo el día había llevado un buen control, pero después de comer con los preparativos vinieron los nervios y se me disparó, claro. Sólo me puse 3 uds de novorapid.  He dicho que en Sorauren tuve un pajarón que remonté como buenamente pude y a la 1:10 tenía 104 en el Puerto de Egozkue, donde me puse morado de plátanos, chocolate y frutos secos.  Desde ahí hasta las 7:47 en la frontera sólo bebí agua y comí tres barritas pero con todo saqué 306 de azúcar y es que esa noche no me puse Lantus, insulina lenta de la cual me pongo todas las noches 12 uds. A las 10:02 cuando paramos en Zabaldika para almorzar me puse 8 uds de lantus y 4 de novorapid. ¡¡Y me puse hasta arriba de pan con chorizo, queso, cervezas y patatas fritas!!  A las 11:31 después de ducharme en el polideportivo de Zizur tenía 90. ¡Bien!

domingo, 10 de mayo de 2015

Tres Ermitas - Sakanako Ibilaldia

Un año más he podido participar en esta marcha de montaña bonita y dura a partes iguales. Las cifras son claras: 54 kmts de distancia y 3300 mts de desnivel positivo acumulados. Un "entreno" que siempre viene bien para los objetivos que nos marcamos cada temporada.  Los míos: Mendi Erronka en Leitza y Aneto Posets en Benasque.


Pero aún y todo repetir una excursión que casi me sé de memoria necesita de más requisitos en un año en el que quiero hacer más salidas por libre y menos "carreras oficiales".  Saludar a tantos amigos con los que compartes la afición al barro y a sudar la camiseta es ya motivo suficiente pero si además sabes que la organización te va a mimar con unos avituallamientos de lujo y sale un día espectacular, sobran las razones para levantarte un Sábado a las cuatro de la mañana y ponerte a desayunar.

Santi, David, Chicho y yo

Alejo y Fernando

Mi azúcar: 134, me pongo 4 uds de novorapid y un pedazo de café con leche acompañado de dos tostadas y un puñado de nueces. La mochila está casi preparada: 1 litro y medio de isostar (helado), cortavientos, buff, frontal, barritas, el medidor y un "bolígrafo" de insulina. ¡¡Vamos allá!!

En el poli de Zizur nos encontramos David Salinas, Alejo, Santi y Francisco Gil -Chicho-, los cinco salimos para Irurtzun en dos coches. Allí nos encontraremos con David Senosiain que irá directo desde Ubani y con Alberto Vela a quien le gusta ir por libre.  Todos somos del Trizurko salvo Chicho, nuevo en el grupo, un joven aficionado a quien también le gustan las excursiones largas y que está tan loco como nosotros y los otros mil elementos y elementas que a las seis de la mañana estamos en el frontón de este industrial pueblo que es la puerta de la Barranca, o la Sakana.

Saludamos a Fernando Zaratiegui, que está fino y fuerte a partes iguales, todavía anda con alguna complicación después de su enfermedad pero tiene claro que los placeres -este lo es-, son tan necesarios como el comer o el trabajar, aquí está para disfrutar y vaya que si lo hará.  Está Antonio Soria - a ver dónde iba a estar si no-, Jero - Diario de un corredor-, Javier Oteiza, David Ferrández -Al aire libre-, Edorta Elizalde, Javier Caballero, Jorge de Run19... y muchos, muchos amigos de aventuras y carreras.

En la salida perdemos de vista a Alberto, bromeamos con que para cuando nosotros terminemos la excursión él andará por el hiper haciendo la compra o paseando al perro... Qué tío!!!  Jero también se adelanta enseguida con Fernando y otros corredores.  Es noche cerrada pero a mitad de subida tenemos claridad suficiente para apagar los frontales y menos mal porque el mío con las pilas gastadas bien poco hacía, por suerte Santi estrena el suyo que da luz a todo el equipo.  Hace fresco pero tras un rato subiendo me sobra el chubasquero que irá a la mochila. Ibamos a ir tranquilos y por eso Chicho se había querido apuntar con nosotros, su objetivo igual que el nuestro son los 65 kmts  de la Mendi Erronka a final de este mes. Tranquilos decía, pero vamos de los primeros y los dos kmts de carretera y pistas que nos han llevado a las faldas del Txurregi los hemos hecho al trote, ¡¡vivan las marchas montañeras!!






En cualquier caso nos adelantarán muchos otros "montañeros" en la subida al Txurregi, como Antonio Soria, - ¡¡Antonioooo, no corras mucho que mañana es la media de Pamplona!! - es una broma pero no podemos asegurar que deje de participar en los 21 kmts aunque se corran al día siguiente de la paliza que hoy nos daremos, y es que a este Txurregi lo estamos viendo en todas las salidas, fiestas y carreras que se celebran, ¡¡no se pierde ninguna!!

Ver las primeras luces desde la cima del Txurregi es espectacular, miramos hacia Pamplona y distinguimos los Pirineos en el horizonte ¡¡qué día más bueno vamos a tener!!  Pero, ¿nos machacará demasiado el calor? Esperamos que no, porque los últimos kmts pueden ser muy duros si sube mucho la temperatura.

Bajamos hacia los rasos de la sierra del otro lado, un poco despacio porque los primeros metros de bajada son algo delicados y siempre hay algún atasco, pero enseguida adelantamos a quien es más prudente o torpe que nosotros y aumentamos el ritmo montaña abajo. Piedras, bojes, quejigos, encinas, prados...  Es un placer correr por los rasos de la sierra y cogemos buen ritmo hasta llegar al primer avituallamiento.  Mi rodilla responde muy bien, tanto en la subida como en la bajada, la semana anterior noté algunos pinchazos cuando corría rápido en llano, alargar la zancada no debe ser lo ideal en estos primeros meses pero espero que poco a poco, fortaleciendo la pierna, todo vaya mejor. En cualquier caso hoy no creo que vaya muy rápido en ningún momento.

En cuanto a la glucemia no hago ni mirarla, me siento bien pese a todo lo que hemos sudado en estos primeros 10 kmts, no tengo hambre ni sed pero me obligo a comer un trozo de plátano, bebo un vaso de pepsi y descubro lo rico que sabe masticar a la vez un cacho de naranja con una porción de chocolate  ¡¡riquísimo!!

La ascensión a la ermita de los santos Donato y Cayetano es muy tendida, la haremos caminando y trotando a partes iguales y sin dejar de hablar y bromear: encadenamos las chorradas de tal modo que hasta me planteo quedarme atrás y es que avanzar a buen ritmo y reir a la vez es muy, muy jodido. Chicho nos da bastante juego cuando nos da la buena nueva de su próximo enlace el fin de semana después de la Mendi Erronka, le felicitamos al tiempo que le advertimos de los avatares que sufrimos los pobres casados para compaginar familia y devoción.  - Esta tarde igual le digo a la parienta de ir a visitar la Feria del Corredor...- nos dice David -,  Alejo se troncha pensando en la cara que le pueden poner en casa si propone semejante paseo... Los desbarres y chistes se suceden casi sin interrupción y sin darnos cuenta estamos muy cerca de la ermita, hemos pasado el portillo de Uharte, por donde bajaremos, y ya son muchos los corredores que se cruzan con nosotros.






Fichamos la txarleta -tarjeta de control-, tras un par de minutos guardando el turno y para abajo.  Santi y yo nos retrasaremos un poco en la bajada, un pelín delicada al principio que por un sendero de vértigo nos permitirá perder los mil metros de desnivel hasta el fondo del valle. Por cierto, he dicho que me sabía la excursión de memoria, pero en un despiste perderé la ruta bien señalizada con plásticos amarillos y la última parte correré por pista forestal en lugar de hacerlo por la hierba y el bosque, entre esos viejos y formidables robles que cubren las faldas del Beriain.  Si exíste el Basajaun todavía se estará riendo del Cansamontañas...

En Uharte Arakil tenemos un super-avituallamiento: además de pepsi, beberé casi medio litro de caldo y me pondré hasta arriba de tomate con sal ¡¡riquísimo!!  Chicho, David y Alejo nos esperan a Santi y a mi, y los cinco juntos iniciamos la subida a San Miguel de Aralar. Los primeros metros por la pista de hormigón, ésa que fue fin de etapa en la Vuelta a España el año pasado y por cierto que casi nos atropella un grupo de ciclistas.  La mañana es buenísima, sopla un pelín de aire fresco de vez en cuando y en el cielo hay nubes altas que a ratos nos protegen del sol.


Nos cuesta algo más ganar altura por el sendero, llevamos media excusión y las piernas acusan el esfuerzo.  David y Chicho tiran para arriba seguidos de Alejo mientras que Santi y yo nos vamos quedando atrás, nos sacarán más de 15 minutos de ventaja.  Yo sufro una leve pájara, al principio pensaba que era cansancio y falta de forma pero enseguida noto la familiar sensación de estómago vacío y más sudor aún del normal producido por la actividad. El caso es que ya me veo cerca del santuario y del avituallamiento por lo que retraso el tomar nada pensando en el queso y las demás viandas que la organización me tiene preparadas.  Pero finalmente daré unos buenos y necesarios tragos de isostar que son mi salvación.  Está fresco porque el bloque de hielo que era el camel al ponerlo esta mañana en la mochila, todavía no se ha convertido en sopa caliente.  Me sienta muy bien y gracias a eso termino la subida con las fuerzas recuperadas - casi-.


En el santuario me acabaré de poner morado con el soñado bocata de queso ¡¡qué queso señores!!, beberé dos vaso de pepsi ¡¡o tres!!  un yogurth, galletas, frutos secos, ¡¡tomate!!  En fin, me pondré morado y como dice David: - en esta marcha vamos a ganar dos kilos o tres...-.  Claro que ellos llevan aquí más de 15 minutos y si todo el rato han estado comiendo y bebiendo...  Por cierto mi glucemia al llegar a San Miguel era 85, claro que ya me había recuperado con el Isostar.

Los cinco magníficos salimos juntos de nuevo en la siguiente etapa que nos lleva a Madotz.  El sendero que baja por entre las hayas en dirección al Valle de Ata fue una pesadilla en el 2012, cando bajaba con David Salinas y bromeamos con hacer la cuña en el barro y así poder bajar como los esquiadores.  Este año en cambio sólo tenemos barro en contados sitios, hace días que no llueve y el piso no supone ningun problema.  No obstante Santi está empezando a tener problemas con un pie, la uña de un dedo exactamente, que cada vez le duele más, sobre todo bajando. Como yo tampoco tiro cohetes y no quiero problemas con la rodilla aprovecharé para relajar el ritmo y los dos nos quedamos atrás de nuevo.  Eso sí corremos, con un tran-tran relajado pero sin pausa, adelantando a otros que también lo llevan con calma o siendo rebasados por quien está más fuerte a estas alturas de la excursión.  Todos nos maravillamos de cada rincón y de cada postal que el Valle de Ata nos tiene reservados en esta mañana casi de Verano, en la que el verde de árboles y prados brilla como si fuera el primer día de la Creación.  - ¿Conocéis este valle? - nos pregunta un montañero veterano a quien alcanzamos. - Sí, es el valle de Ata ¿verdad?-  le respondo contento como un alumno que sabe bien la lección.  - Es precioso- añado, - de los pocos que no tienen pistas abiertas ni carreteras-.  - Así es - , me reconoce, -pero hace poco sólo había sendero para entrar en él -. Y es que efectivamente aunque en esta parte no se ve pista de tierra sí que hay rastro del paso de vehículos y más adelante hay un estrecho carretil.  No obstante, el paisaje es una verdadera postal.

Alcanzamos a Edorta, que no está pasándolo nada bien con su estómago, le damos ánimos y proseguimos la marcha, sé por experiencia lo mal que se pasa cuando las tripas se niegan a aceptar nada sea líquido o sólido.  Más adelante se recuperará y juntos superaremos la última ascensión de la jornada.





Nuestros tres compas de excursión se han detenido un rato para esperarnos y volvemos a correr los cinco en dirección a Madotz ¡¡ya estamos cerca!!




El avituallamiento está junto a una fuente próxima al pueblo, cuando llueve lo montan en una vieja casa pero hoy tenemos un día buenísimo para disfrutar del aire libre, nosotros y los simpáticos voluntarios que nos saludan y nos ofrecen de todo.  ¡¡Muchas gracias campeones!!


Foto: Josetxo Imbuluzketa

Foto: Josetxo Imbuluzketa


Coincidimos con Mikel de Adi Ike, qué bien se le ve...

Después de Madotz viene otra subida dura que no nos lleva a ninguna ermita sino al alto de Larrazpil, encima de Goldaratz, pueblo famoso por su posada con un excelente y abundantísimo menú a un precio mejor todavía, tan es así que hacen falta meses para reservar mesa. - ¿Pedimos un menú para los cinco?- pregunto. - ¡Déjate de leches que si me siento ya no me levanto! - tiene claro David, y eso que él y Chicho son los más fuertes de la cuadrilla.  Santi en cambio está pasando un particular calvario con su dedo del pie y aunquen en Goldaratz le pongo un "Compeed", seguirá apretando los dientes sobre todo en las bajadas ¡¡Animo!!

En Goldaratz nos alcanza Jorge de Run19, va con otro chico de su equipo y los dos llevan un ritmo tranquilo pero sostenido, que se adapta bien al de Santi y mio propios. Bajaremos con ellos a Latasa. Allí nos espera Joseba que se ha acercado para animarnos, hoy no suda la camiseta con nosotros porque bastante transpiró hace pocos días en Zaramillo, comiéndose los 95 kilómetros y 7000 metros de desnivel positivo de esta durísima prueba. ¡¡Bravo campeón!! 


Con Edorta y Jorge en Latasa.

Después del avituallamiento y control en Latasa ya sólo nos falta subir a la Trinidad, encima de Irurtzun. Aquí nos despedimos de David y de Chicho que quieren probar sus fuerzas y darle duro, mientras que los demás seguiremos poco a poco y apretando los dientes para superar el desnivel que a estas alturas exige nuestras últimas energías.  Hace calor pero es muy soportable gracias a que el itinerario nos lleva casi todo el rato por el bosque que en estos montes cubre todo el territorio, aquí las ardillas sí que pueden recorrer kilómetros sin bajar al suelo...  Eso sí, debajo nuestra la autovía rompe la postal de tranquilidad poniendo San Sebastián a tres cuartos de hora de Pamplona ¡¡cuidado con el radar!!






Tras nueve horas y cuarto, en Irurtzun podemos disfrutar de un merecido bocata de chistorra, y una riquísima sidra, fresca y tirada directamente desde la cupela que la organización ha puesto en la plaza, ¿la terminaremos? Seguro que sí, más vale que tengan otra o dos más reservadas porque faltan aún muchos montañeros, muchos locos que hoy hemos disfrutado en las montañas y valles más verdes del mundo mundial.  ¡¡Gracias Iratxo!!