Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Por el Perdón, unos a pie y otro en bici...

El de la  bici soy yo claro, desde el "crujido" del Domingo pasado, cuando bajábamos de San Donato, mi rodilla ha estado bastante regular por no decir mal.  Por pura vaguería no he ido al médico, estoy casi seguro de que es una tendinitis, además el fisio tras manipularme la pata descartó que fuera menisco.  Ya sé que puede ser muchas cosas, pero mi optimismo y la pereza me dicen que en unas semanas sin correr y con descanso activo volveré a poder trotar por las montañas, carreteras y parques del mundo.  No les pido otra cosa a los Reyes Magos.  Por cierto me han dicho que tampoco son los padres: son una sociedad formada por el Corte Inglés, Decathlón y Amazon a partes iguales.


El amigo Edorta nos había invitado a un entreno desde su casa en Gares - Puente la Reina y la invitación incluía un almuerzo en su txoko al final ¿quién podía negarse? Yo tampoco aunque estuviera cojo, así que decidí sumarme a la excursión pero con la bici de monte.  El grupo de corredores saldría de Puente a las 8 en punto mientras que yo saldría desde Zizur Mayor para encontrarme con ellos en el Alto del Perdón.

A las 6:23 mi glucemia es de 66 ¡qué poco! me pondré 2 uds de novorapid y engulliré mi super-desayuno habitual que hoy incluirá el zumo de tres naranjas.  En la mochila 1 litro de isostar, una pluma de insulina, el medidor, barritas, frutos secos y algo de ropa. Saldré abrigado con dos camisetas técnicas y el cortavientos, dos buffs en la cabeza y guantes gordos.  No se ve ni jotas a las 7:30 de la mañana pero entre el frontal y el faro de la bici no tengo problemas cuando pillo el Camino de Santiago que pasa por Zizur y emprendo la subida a Zariquiegui. Ni un alma en el camino, todo está en silencio salvo cuando las ruedas de mi bici rompen el hielo de los charcos: crac-crac, igual que mi rodilla el otro día...

Pamplona desde Zariquiegui



Entre Zariquiegui y el Alto del Perdón el camino estaba muy mal desde el Invierno pasado pero en los últimos meses lo han reparado  y es posible dar a los pedales sin bajar de la bici, eso sí: hay que darle fuerte y resoplar en las rampas más duras.  Llego arriba demasiado pronto, sobre las 9 menos cuarto así que mientras espero al grupo de Edorta me entretengo en hacer algunas fotos e incluso las publico ¡¡maravillas de interné!!  Me quiero mirar la glucemia pero el cacharro no responde, está helado.  Intentaré calentarlo pero no hay modo, así que sin saber como estoy de azúcar daré unas chupadas al isostar y comeré una barrita porsiaca. Al fin y al cabo han sido 7,8 kmts y 318 mts de desnivel según el Garmin.

Las primeras luces del día iluminan Pamplona

Son aproximadamente las 9:30 cuando les veo llegar: Primero Alberto, que se ha escapado del grupo quizás pensando que le voy a dar un premio, pero sólo le hago unas fotos. El muy bruto ha salido corriendo desde Zizur por carretera hasta Puente, ha subido con todos al Kalaberagain y ahora volverá a Zizur por el Camino de Santiago. ¡¡qué tío!!

Alberto Vela 

Fernando Zaratiegui

Rubén, Aritz y Aitor

Los Once magníficos

Detrás vienen Tedy Garzón y Fernando Zaratiegui, dos campeones, sobre todo Fernando que ayer corrió 25 kmts con Ricardo Abad en su 52 Iron-Man: uno cada semana de este año que termina. No sé qué ha sido más duro si el reto de Ricardo o el de Fernando, en cualquier caso el del primero era voluntario, pero los dos son unos tíos muy, muy grandes y lo han conseguido.  ¡¡Enhorabuena!!

Pegados a estos llegan también los Txurregis de Edorta, Aitor, Rubén, Ramón, Iñaki...  En total 11 alegres corredores que se van a comer los 24 kmts y 600 mts de desnivel positivo de esta vuelta que tan bien conoce Edorta.

Saludos y presentaciones, a Ramón ya le conocía del año pasado y con Aitor coincidimos en la Ultra de Guara, bueno él llegó el segundo y yo un poquico más tarde, je,je. Menudo campeón !!!

Nos hacemos unas afotos, despedimos a Alberto que se baja para Zizur y emprendemos juntos la bajada por el Camino de Santiago hacia Uterga, Muruzabal, Obanos y Puente la Reina.  Los primeros metros son delicados en bici, también corriendo si vas a 3 min/kmt claro, pero sobre dos ruedas hay que poner mucho cuidadín en el tramo de los escalones y en todos los pedruscos que jalonan el sendero.  Mis colegas de excursión se perderán monte abajo pero antes de Uterga les daré caza con mi caballo de dos ruedas, ¡¡soy el más rápido!!


Pasando por la monumental plaza de Obanos

Por fin llegamos a Gares-Puente la Reina, donde Edorta y Teresa nos abrieron las puertas de su casa para ofrecernos un almuerzo de campanillas: huevos de corral, lomo, panceta, queso ¡¡y hasta polvorones!!  también había líquido para hidratar: sidra y buen vino no faltaron en la mesa ¡¡madre mía que almuerzo!!

Muchas gracias Teresa, Edorta y Martina, hemos votado que este entreno lo haremos todos los domingos !!


Edorta propuso un brindis:
¡¡Salud, montaña y kilómetros!!


Todas las afotos aquí 

Sólo por comentar: sepan ustedes que servidor volvió a casita en bici ¡¡ufff!!  había pensado hacerlo por monte pero dada la hora y dado el almuerzo lo hice por carretera y me salieron más de 19 kmts con 319 mts de desnivel por el dichoso puerto del Perdón, eso sí una vez arriba me tiré hacia Zizur a más de 50 kmts por hora, casi me mato, baby.  En cuanto a mis glucemias con tanto almuerzo sabía que andaría alto, como mi medidor seguía sin funcionar, me puse 2 uds de insulina, muy poquito pero con todo el ejercicio ciclista de la jornada a las 14:17 y una vez resucitado el medidor tenía 56.  Tuve que comer un poquito más, je,je...

¡¡¡ Feliz 2014 !!!





lunes, 23 de diciembre de 2013

San Donato desde Senosiáin

Subir al Beriáin (1560 mts) y asomar a la ermita de San Donato lo teníamos planeado hacía mucho los cabras de Celigüeta-Zizur, sobre todo Alejo y Santi que cada día están más enganchados al monte, también David y no digo nada de Alberto, aunque este último corre por este monte casi cada mes.  Pero el caso es que se pasó el Verano y también el Otoño sin poder encontrar el día.
  

Y por fin hoy se ha sido el día: el segundo día del invierno y en plena noche, la noche más larga, hemos quedado a eso de las 6:30 de la madrugada en Zizur, Alejo, Jorge, Fernando, Pello y servidor con Joseba que venía desde Esquíroz. En dos coches hemos ido hasta Ubani para recoger a David y a Eric que venía desde Arraiza y de ese modo los ocho nos hemos dirigido hasta Senosiain, vecino a Ollo, los dos son unos pequeños y tranquilos pueblos que a unos 560 mts se sitúan en las, aquí extendidas laderas de la Sierra de Andía.  Muy extendidas porque hay más de 10 kmts desde aquí a la cima del Monte Beriáin.  

Hacia allá hemos salido zumbando un poco más tarde de las 7 de la mañana. Noche cerrada todavía y poca luz, pero con los frontales no había problema alguno en recorrer la pista que siempre cuesta arriba nos iría elevando hacia las alturas.  ¡¡Y vaya que nos ha ido elevando!! Echar a correr así sin transición ha sido especialmente duro para mí, sobre todo al ritmo tranquilo pero sin pausa que ha impuesto la cabeza del grupo desde el principio.  

Llevo un mes corriendo lo menos posible para así superar una latosa y molesta tendinitis que se ha cebado en mi rodilla derecha, mantengo la forma a base de bici pero está claro que para correr bien hay que correr, por lo menos como corrían hoy mis compas de aventura.  Eric tampoco ha salido mucho últimamente y se ha quedado conmigo en los primeros kilómetros, después ya he ido entrando en calor y como no llevábamos dorsal la cuadrilla ha ido esperando para de ese modo llegar juntos a nuestra meta: La Ermita de los Santos Donato y Cayetano.  

Cero grados de temperatura en el pueblo que de seguro eran menos arriba, pero la ausencia de viento al menos al principio ha hecho muy llevadero el tema del frío. Sólo al llegar arriba nos ha castigado un poco el aire que venía pelado.  



Ha sido un espectáculo ver amanecer desde aquí arriba. Para ello debíamos mirar justo a nuestra espalda y así veíamos las luces de la Cuenca de Pamplona y detrás suya el negro perfil de montañas, como un diente de sierra recortado contra un cielo, primero rojo y después de todos los colores a medida que el sol, el tímido sol de diciembre se ha elevado en el horizonte.


Las borrascas del Jueves habían puesto blanca la sierra pero por suerte no había mucha nieve, y digo suerte porque en aquéllas zonas donde sí la había era muy fatigoso progresar.  Diez kilómetros y setecientos metros marcaba mi cacharro cuando hemos llegado arriba.  Dentro de la ermita hemos parado lo justo para echar un trago y comer alguna barrita.  Mi glucemia: 70, una cifra baja pero no alarmante, y normal si tenemos en cuenta que no he tomado absolutamente nada en toda la subida.  ¡¡Si no podía ni hablar!!




El Moncayo también blanco, se levantaba hacia el Sur mientras que al Oeste los rayos del sol iluminaban las nevadas crestas de Aitzkorri, encima de Zegama ¡¡Precioso!!  



La bajada ha sido divertida por lo menos al principio: para subir habíamos buscado la proximidad de la cornisa que cae encima de Uharte Arakil pero bajando nos hemos tirado más por el centro de la vaguada y ahí teníamos más nieve y hemos metido la pata hasta muy arriba en alguna que otra ocasión. Muy gracioso si no te ocurría a ti, claro. 

Más abajo y al coger de nuevo la pista de regreso al pueblo nos hemos separado en dos grupos, yo me he quedado atrás con Joseba, Fernando y Pello y no es que fuéramos despacio pero nuestros amigos del grupo A debían ir como cohetes porque los hemos perdido de vista. Entonces en un momento dado mi rodilla me dado un pinchazo y un crujido muy feo (y doloroso) y casi he tenido que parar, después he visto que podía seguir corriendo pero muuuuy despacio y de ese modo hemos proseguido los cuatro.  

Como además nos hemos despistado en un desvío en lugar de aparecer en Senosiain nos hemos presentado en Ollo. Ningún problema porque ambos pueblos están a unos 500 mts el uno del otro.  A las 10:30 creo que ya estábamos todos, es decir algo menos de 3 horas y media de excursión navideña, pero algunos craks de la partida podrían haber bajado de las tres horas, como ya han echo en la maratón ¿eh Alberto?

Sólo me queda desearos que paséis estos días en la mejor compañía y que entréis bien en el próximo Año Nuevo ¡¡Viva el 2014!!  Para mí pido una rodilla nueva, ASICS, Salomon, Nike...  pero que me dure otros 50 años  ¡¡Ja,ja,ja,ja!!


Itinerario de subida

De azul la subida y de rojo la bajada, se observa
el punto donde despistamos el desvío.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Cielos Azules en la Cuenca de Pamplona

Cielo azul y frío, el Sol de diciembre casi no calienta, así que hasta las 10 no me decido a salir con la bicicleta.  Maillot largo de ciclista, dos camisetas y cortavientos. Guantes gordos en las manos y dos buff en la cabeza. ¡¡Vamos allá!!

¿A dónde? Lejos, a Untzué, desde donde me acercaré al vecino pueblo de Etxagüe. De ahí sale un carretil que asciende a uno de los muchos parques eólicos que adornan los montes próximos a la Cuenca de Pamplona.  Le tengo echado el ojo de las últimas excursiones por la Sierra de Alaitz.  Donde hay un parque eólico, hay molinos -claro está-, y pistas asfaltadas que te llevan por todos ellos.  Ascenderé hasta los 900 metros y podré disfrutar de formidables vistas.

En total casi 50 kmts y 765 mts de desnivel positivo acumulado, lo cual no está nada mal para un paseo en bicicleta. Me he dirigido por la carretera local que desde Zizur Mayor lleva hasta Campanas, ahí he cruzado la Nacional y por evitar carretera he ido hasta Untzué por las pistas paralelas a la autopista, mala idea porque son un constante subi-baja y no están muy limpias.  Así que me ha llevado más tiempo del que tenía pensado llegar a Etxagüe, un pueblo pequeño y perdido en el monte, en un lugar tranquilo, idílico y pastoril, ¡quién diría que a pocos kilómetros discurren autopistas, carreteras, y trenes!

Peña Untzué
Etxagüe.  Encima suya se ven los molinos del parque eólico.

El Garmin señala justo 25 kmts cuando decido poner fin a la excursión.  Estoy a 900 mts de altura y el panorama es soberbio: El Moncayo se divisa blanco en el horizonte, sobresale de un mar de nieblas y calimas lo mismo que las cumbres de Valdezcaray en la Rioja.  También puedo contemplar a placer la vecina Sierra de Alaitz, donde sólo hace unas semanas hemos disfrutado recorriendo cumbres y caminos.

El regreso lo haré por la carretera nacional hasta Campanas y será mucho más rápido.  Así que podré llegar a casa a una y media para ayudar en la comida y quedar como un campeón.  Buena mañana!!!!


El Moncayo nevado y muy, muy lejos...
Izaga, Higa y Alaitz
Pamplona desde la carretera local Zizur - Campanas

Todas las fotos aquí mismo

Mis glucemias hoy muy bien: 89 a las 8:16, me he puesto 3 uds de Novorapid en lugar de las 4 habituales y me he metido mi superdesayuno: Café con leche, dos tostadas, avellanas y zumo de naranja.  78 a las 12:11 antes de darme la vuelta, me he comido medio bocadillo de jamón y dos plátanos.  También he bebido un litro de agua con isostar durante toda la excursión y quizás el almuerzo ha sido pelín fuerte porque antes de la comida, a las 15:00 tenía 197.  Por la tarde he vuelto a unos magníficos 120 sólo dos horas después de comer un estupendo pollo asado con ensalada ¡¡y café con dos sobaos!!  Son ventajas de meterte casi 50 kilómetros con la bici...

Por cierto, tuve revisión con mi endocrino este pasado miércoles y saqué: 7,2 de glicada.  Es buena noticia porque en la anterior andaba en 7,4.  El día que baje de 7 me curraré una edición especial.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Sintiendo la Bardena

Ésa es la idea: Sentir, porque ver lo que se dice ver...  Bueno, sí que hemos visto porciones, estampas, fragmentos, sombras... Fotogramas fugaces que se nos han ido apareciendo conforme la luz artificial de nuestras lámparas frontales pasaba por alguno de los rincones de este magnífico Parque Natural, que ha sido declarado el territorio de las Bardenas Reales de Navarra.

Hacia las 9:30 de la noche del Viernes, Jorge, Pasqui, Diego, David, Jean Michel y yo habíamos salido en dos coches desde Pamplona con rumbo a Zaragoza. Noche cerrada a nuestro paso por Tafalla, Caparroso, Valtierra y Arguedas y más cerrada todavía cuando pasada esa última localidad hemos dejado la carretera general para tomar un desvío a nuestra izquierda, dirección Norte, que nos adentraría en este desierto territorio.  Un estrecho carretil asfaltado al principio y de tierra después nos llevaría hasta el Castildetierra, símbolo del Parque Natural, donde junto a unas cabañas abandonadas dejamos los coches.


Jean Michel y David listos para el ataque noctuno.

Seis grados de temperatura y un ligero viento de Norte (cierzo), nos metieron prisa para preparar las cosas y salir cuanto antes.  ¿Salir a dónde?  Jorge nos dio a cada uno un mapa escala 1:10.000 y nos señaló nuestra posición, - estamos aquí, ¿lo véis?-.  Ufff, yo no veía ni jotas, pero dije que sí, a ver si no.  De reojo miré a David y a Jean Michel que andaban tan despistados como yo, así que no me preocupé demasiado, ya estaban Jorge, Diego y Pasqui, campeones en orientación para conducir nuestros pasos.

Comenzamos bajando a un barranco, ¿el Barranco Grande? pues sería ese, porque lo cierto es que era tremendo: ancho y largo, no terminaba nunca.  El piso estaba bastante seco y los primeros levantaban polvo que brillaba en nuestros focos. No teníamos frío pues dentro del barranco estábamos al abrigo del cierzo así que nos quitamos los cortavientos a los diez minutos.



¿He dicho que estaba seco el suelo? Pues al poco rato todos estábamos sucios de barro, ya que en algunos sitios discurría una pequeña corriente de agua (muy limpia por cierto) que nos veíamos obligados a cruzar en muchas ocasiones, a veces con esforzados saltos que terminaban en cómicos aterrizajes, con nuestras zapatillas enterradas en un barro blando y pegajoso que cedía bajo peso. El buen humor reinaba en el grupo y nuestras risas resonaban contra las paredes próximas.

En cuanto a las luces que llevábamos, mi frontal era el más miserable porque además llevaba unas pilas medio gastadas, tenía repuesto en la mochila pero entre la pereza y que los demás tenían unos cacharros formidables de batería, había luz de sobra. Eso sí, yo procuraba ir en medio porque cuando me quedaba atrás la cosa se ponía mucho más oscura y difícil.



Avanzamos en dirección Norte hasta adentrarnos en el vedado de Eguaras, zona de especial interés, declarada Reserva Natural.  Encima nuestra se levantaba el Castillo de Doña Blanca o de Peñaflor.  ¿Podíamos verlo?  No, pero su perfil se distinguía perfectamente puesto que toda la montaña y las ruinas del castillo recortaban su negra silueta contra el cielo estrellado.  La luna en cuarto menguante estaba oculta bajo el horizonte, así que las estrellas brillaban de un modo extraordinario.  Apagamos nuestras luces y durante unos minutos pensamos en sus moradores, allá en el siglo XIII,  ¡¡qué frío tenían que pasar!!  ¡¡Y qué aburrimiento sin televisión ni interné!!

Primeros kilómetros, el garmin lo inicié cuando llevábamos unos 5 kmts
el kmt 5 está justo debajo del Castillo de Doña Blanca



La excursión nos llevó junto a corrales y cabañas de pastores, que a juzgar por el olor haría pocas semanas que habían estado ocupadas.  También nos acercamos a la zona militar y bromeamos con la idea de que nos vinieran a detener o peor aún ¡¡que nos bombardearan!! así que corrimos y corrimos.




Por los sinuosos cauces de más barrancos, junto a peligrosas grietas abiertas en el suelo, subiendo laderas, atravesando mesetas, saltando matas de hierba, a veces muy apretada y donde el avance era más costoso. Trotando por pistas que al poco abandonábamos, siempre siguiendo las indicaciones de Jorge, Pasqui o Diego que disfrutaban el doble trazando el rumbo con la brújula.

¿Qué es eso? ¿Un perro? ¿Lo oís?  Nos detuvimos y entonces escuchamos el inconfundible ulular del Buho Real, en alguna parte de los negros paredones.

La última etapa consistió en coronar el Cabezo de las Cortinas, donde yo lo pasé regular por una bajada de azúcar que felizmente remonté al llegar arriba a base de isostar y unas barritas.  Desde allí bajamos por una suerte de escalinata artificial, seguramente espectacular a la luz del día, pero enigmática en esta noche de diciembre, sobre todo cuando resonaba hueco debajo o la veíamos desmoronada por efectos de la erosión, una erosión tremenda en estos suelos pobres que se desmoronan y se abren cada día.

Cero grados al llegar a los coches ¡¡qué frío!!  En total casi 26 kmts y poco menos de 5 horas de aventura. Volveremos a las Bardenas, si nos han gustado de noche ¿cómo será verlas a la luz del día?

Aquí tenemos casi todo el recorrido. 





martes, 3 de diciembre de 2013

Cielos Azules en la Sierra de Alaitz



Martes 3 de diciembre, día de San Francisco Javier.  Hemos aprovechado el día festivo y el buen tiempo que nos habían prometido para volver ¡otra vez! a la Sierra de Alaitz.  En nuestra última excursión sufrimos varios despistes y como además hacía frío y las nubes bajas cubrían las cimas no pudimos seguir el recorrido íntegro de la carrera de montaña Hiru-Mugak.

Joseba, Alejo, David y quien esto escribe hemos quedado a las 7:30 en Untzué. La silueta de los montes comienza a distinguirse conforme va amaneciendo y no precisamos luz para echar a correr por la pista que tan bien conocemos y que en poco más de 4 kilómetros nos lleva al sendero que asciende montaña arriba dentro de los preciosos bosques que cubren esta sierra.




Hace frío, dos grados negativos, pero no sopla un pelo de aire, así que bien pronto nos quitaremos los cortavientos y yo incluso los guantes.  Hoy también iré echando un ojo al Garmin, pero casi no hará falta porque nos acordamos casi de cada piedra y de cada árbol.  Por eso llegaremos arriba de las palomeras en un plis-plas y en otro plis nos dejaremos caer al otro lado, al Valle de Elorz, hasta que llegados a las proximidades de Gerendiain encontramos -hoy sí-, el sendero que asciende al Pico de la Cruz.




En la cima del Pico de la Cruz nos detendremos a comer una barrita, algo del chocolate de Joseba -nuestro camello oficial- y un par de tragos.  Mientras disfrutaremos de las formidables vistas que tenemos sobre la Cuenca de Pamplona y del horizonte de montes -algunos tan lejanos como la riojana Sierra de Ezcaray- que la rodean.  Nos dejamos también acariciar por el rico Sol de diciembre y confortados los sentidos nos tiramos hacia el prado donde hace 10 días dimos hasta tres vueltas buscando el itinerario.



Hoy no dudamos en coger el camino correcto a la primera y pronto volvemos a pisar nieve, aunque la estampa no es tan invernal como en esa última ocasión.  Eso sí, al llegar a la pista al otro lado de la montaña tiraremos monte arriba para ascender a las cimas de Alaitz y Carrascal.



El paseo por el techo de la Sierra es fabuloso: dominamos el horizonte en todas las direcciones y paramos en varias ocasiones para admirar el paisaje, no nos cansamos de mirar a uno y otro lado.  Desde el Moncayo a la Collarada en el Pirineo Aragonés, pasando por Ezcaray, Montejurra, Codés, Urbasa, Sarbil, Beriain, Aralar, Saioa, Adi, Ortzantzurieta, Ori, La Mesa... ufff .   Desde aquí arriba se ve todo.






Bajamos sin titubear hasta Untzué y sólo nos cruzamos con un excursionista aunque al llegar al pueblo el montón de coches aparcados junto a los nuestros es señal de que hay mucha más gente que ha tenido la misma idea que nosotros. O parecida...


Hoy tampoco hemos subido a la Peña de Untzué, pero nos hemos prometido que la siguiente no falla.  Y es que cuando llevas 20 kmts de subi-baja el cuerpo no quiere más castigo, sobre todo si se trata de elegir entre la meta a sólo 500 mts o los dos kmts que supone subir a la Peña y bajar de ella.  Lo dicho, la próxima será la buena.


Mis glucemias: Llevaba tres días casi sin dar golpe y he amanecido alto, 220.  5 uds de novorapid, un buen desayuno -demasiado bueno- y una hora y media después tenía 260 en Untzué.  Cuatro tragos de isostar y una barrita de frutas y al terminar estaba con 100, así que han caído dos plátanos y a las dos de la tarde cuando me he sentado a la mesa en casa tenía 110.  ¿Y mi rodilla?  creo que casi la tengo bien. A ver si no  meto la pata y vuelvo para atrás.