Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

martes, 8 de agosto de 2023

Peñaforca, no es una excursión fácil.


 En wikiloc la mayoría de las rutas a esta montaña la definen como excursión difícil.  Nosotros seguimos esta de "Nuestras Escapadas en Furgo" pero haciendo la parte de arriba en sentido contrario.

Peñaforca es el centinela del Valle de Hecho y con sus 2390 mts el jefe de la región, dominando toda la Sierra de Alano.  Desde su cima se divisa desde el Ori hasta la Collarada, pasando por las cumbres de Larra-Belagua en Navarra a las de Oza en Aragón.  Y el Midi, cómo no, allá en la vecina Francia.

En definitiva tienes que ir a Peñaforca.

Yo estuve hará mil años (bueno, solo 25) con Felipe y Jose Mari, subiendo toda la cara Sur desde el Refugio de Reclusa, en un valle secundario al de Hecho.  Recordaba una subida muy tiesa con alguna piedra que otra (muchas) pero sin apenas complicaciones.

En esta ocasión subiré con Diego y sus amigos Mario, Jorge, Alberto y David.  Contamos también con Pablo que irá en bici hasta el Camping de Isaba, donde hemos reservado una habitación en el albergue.  Subimos el Viernes por la tarde a dormir y así el Sábado no tenemos que madrugar mucho para subir al monte, mientras que nuestro ciclista favorito volverá a casa dando pedales por los puertos de la zona completando así dos días de actividad a tope, ¡Menudo campeón!


Pablo con Mario y Diego en el Puerto de las Coronas. El de la bici se nos escapó en la bajada y no lo pillamos hasta Burgui...

En el camping de Isaba hace fresco y llueve un poco cuando llegamos a eso de las 8 de la tarde. Nos instalamos en la habitación y sin perder tiempo encendemos el fuego en la barbacoa para nuestra cena: Muslos deshuesados a la parrilla made in David ¡¡Riquísimos!!  No os contaré las miserias que pasamos pasa hacer la brasa con una leña húmeda que se resistía a arder, turnándonos con el abanico para avivar unas llamas miserables. Como había cerveza y buen humor no fue tan duro ¡¡Y lo conseguimos!!  Entre el pollo que salió riquísimo y la ensalada nuestra cena alcanzó las tres estrellas michelín y de propina sumamos cafés, helados y algún chupito de pacharán en el bar...  ¡Qué más se puede pedir! 

Por pedir Pablo habría pedido que Alberto no roncara tanto aquella noche, cuando nos levantamos a las 7:30 de la mañana nos lo encontramos en el piso de abajo tirado en el suelo y envuelto en una manta ¡Qué noche la de aquél día! Pero con 29 años no pasa nada si te levantas con el cuello dolorido ¿Verdad?

Un desayuno opíparo y tras despedirnos de Pablo los demás subimos a los coches para dirigimos al Parking de Tacheras, donde empieza nuestra aventura.







El día ha salido fresco y despejado, con un cielo azul de postal.  Una postal preciosa con el verde de las hayas, un bosque precioso debajo de la pared blanca y alta, muy alta de los Alanos, una muralla infranqueable salvo por una brecha que podemos adivinar: El Paso de Tacheras nos permite franquear el muro y asomar al otro lado, a un valle escondido de extensos pastizales. Un paraíso verde donde los rebaños de ovejas deben pasar todo el verano, comida no les falta.  

Una vez arriba en el valle nos alcanzaron dos grupos de montañeros. Nosotros hicimos un alto para tomar un bocado y comprobamos que también se dirigían hacia nuestra montaña preferida, al Este, donde esta se levantaba alta, muy alta y empinada.

Y proseguimos el camino, ¿Había dicho que estábamos en un valle de verdes prados?  Eso fue al principio, pronto nos encontramos avanzando sobre un caos de piedras, pedruscos y pedrolos, un karst como el de Larra, o el cualquier otra región donde la piedra caliza reina, con simas profundas y grandes bloques donde hacer equilibrios y gimnasia artística para progresar.  Y así llegamos al final del circo debajo justo de la Peña Forca, cuya cara norte era una pedrera a la cual nos dirigimos  después de algunas dudas, pero Alberto lo tenía claro siguiendo el track del wikiloc en su móvil así que nada, ¡Vamos allá!  Solo fueron 200 metros de desnivel pero se hicieron un poco penosos con la famoso técnica de "un pasito parriba y dos patrás"...





Pero llegamos arriba y en dos trepadas fáciles nos vimos en la cima ¡¡Conseguido!!  Hay un chico que ha subido por el tubo de Lenito que nos hará una foto de grupo ¡¡Gracias!!  Después se marcha y la montaña es toda para nosotros.  Disfrutamos del paisaje en todas direcciones: Casi vemos el Moncayo allá al sur y el Castillo de Acher ahí cerca, y el Bisaurín, y la Collarada y...  Debajo nuestra el valle de Hecho se estira en dirección Sur hacia la Canal de Berdun y San Juan de la Peña. ¡Qué altos estamos!

Nos hemos puesto el chubasquero pues el viento norte pega fuerte pero al sol buscamos un abrigo y podemos almorzar a gusto. Impresionante el bocata de salchichas con queso que se cascaron David y Jorge, casi tan impresionante como el de pechuga de pollo que se había preparado Diego o los de yo qué sé que tenían Mario y Alberto, ¡Cómo comen estos chavales!  Mi bocadillo de jamón serrano era de juguete al lado de los suyos pero también me supo gloria.

Miramos de reojo la cresta cimera que en dirección Oeste será nuestro camino para regresar y justo por allí, en una punta casi tan alta como en la que nos encontramos,  vemos asomar dos montañeros. Son un chico y una chica acompañados de un pastor alemán.  Desaparecen durante un rato detrás de unas rocas y escuchamos al perro dar algún aullido lastimero: Seguro que le están ayudando en algún destrepe como así nos dirán luego cuando llegan.  Nos aseguran que el camino no es complicado, un poco entretenido pero sin más y viendo que un perro ha podido hacerlo pensamos que nosotros no tendremos más problema.  Y pará allá que vamos.


¿Había dicho que soplaba aire?  Pues sí y bastante fuerte.  La sensación de perder el equilibrio por su culpa en alguno de los pasos aéreos por los que andamos nos puso un pelín nerviosos. Y también tuvimos dudas para salvar algunas "torres" que debíamos subir, bajar o rodear...  David iba detrás mía y me alegré de verle andar con seguridad en un terreno comprometido.  No es que fuera difícil pero había cierta exposición debido a que estábamos en una ladera muy inclinada y algo descompuesta ¡Ni hablar de echar a rodar aquí!  Alberto y Mario iban encantados de la vida, Jorge un poco más serio y concentrado pero el que llevaba cierto mosqueo era Diego, pues tiene algo de vértigo y alguna travesía la hicimos por el lado norte de la cresta con algo de patio debajo...  ¡Ay madre!

Por fin dejamos la cresta dichosa y proseguimos a media ladera por terreno cada vez más sencillo. Con hitos y hasta trazas de sendero en el pedregal. ¡Agur Peñaforca!

Sin más complicaciones bajamos al karst del principio y enseguida nos vimos de nuevo andando por los prados. A lo lejos un rebaño de ovejas ¿Cuántas habrá?  

La aventura fue eso: Una aventura llena de emociones que es lo que buscamos muchas veces y de lo que más nos acordamos después.  Somos unos campeones.