Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 29 de octubre de 2018

Maratón de Tendeñera

Tenía dos títulos para esta crónica: "Aventuras en Alaska" y  "¡¡Jodo qué viento!!". Como no me decidía por ninguno de los dos me he quedado con el nombre oficial: Maratón de Tendeñera, organizada por el club Mundo 080 y primera de las tres pruebas de la XIX Os Foratos de Lomenás que tiene lugar en Torla cada año por estas fechas.

Tomás Cardona seguido de Oscar Abadía, con ellos iría buena parte de la carrera.
Iñigo y yo hemos estado toda la semana a vueltas con las prediciones meteorológicas que anunciaban la llegada del Invierno justo para el sábado 27, día de la carrera. Algo difícil de creer con todos los días de buen tiempo, caluroso y despejado que estábamos disfrutando este Otoño, al menos en Navarra. Lo peor es que los pronósticos hablaban de precicipitaciones: Un día apuntaban 11 litros, al otro solo uno ¡bieeennn! pero al siguiente ponían 30 ¡Ay madre!  Txitxo y Adri, que se habían apuntado a ultimísima hora para venir con nosotros sumaron eso a sus líos domésticos (hijas-guardería-catarros-dalsy) y decidieron quedarse.  Hay quien tiene sentido común...

Pero Iñi y servidor somos optimistas, las prediciones se hacen para que no se cumplan -sobretodo si son malas-, y con esa idea en la cabeza el Viernes por la tarde salimos de Zizur, poco más tarde de las cinco para llegar a Torla a eso de las 7:30. Queríamos llegar a la charla técnica pero estaban terminando cuando entramos en sala de usos múltiples de la Oficina de Turismo. Justo en ese momento estaban presentando a Jorge Gª Dihinx -la Meteo que viene-, que nos comentó cómo tendríamos el tiempo al día siguiente: Por fortuna los montes y valles que íbamos a recorrer no están en primera línea y lo más gordo se la llevarían las montañas de la divisoria y sus vertientes norte. Eso sí frío pasaríamos seguro, sobre todo por el aire en altura, así que abrigarse y pensar no solo en qué ropa llevar para correr sino también algo más para el caso de una lesión o accidente y tener que esperar horas quizás hasta que te socorran.

En el control de material entre otras cosas comprobaron que llevábamos guantes, gorro, cortavientos, dos capas térmicas, chubasquero y frontal con pilas de repuesto. Esto último confíabamos en no tener que utilizarlo. Yo al menos, pensaba en la maratón de Ezcaray de hace dos semanas cuando había llegado a meta para la hora de comer y me decía que si aquella había sido dura esta debía de ser la leche... También es verdad que en Ezcaray salimos a las 7 de la mañana y aquí saldríamos a las 9 pero aún así.  ¡¡¡¿Dónde nos habíamos metido..?!!!

Nada mejor que una buena cena para alejar miedos: En el Restaurante La Brecha nos pusimos las botas degustando cogollos con anchoas, endivias con ídem y salsa roquefor, chuletas de ternera a la brasa, san jacobos, queso con membrillo y contesa helada... Entre los dos nos intercambiamos los platos para probarlo todo ¡qué rico! Pero sobre todo intercambiamos la botella de Tinto Pirineos, de bodegas somontano, de la cual no quedó ni gota. Tan bien y tan contentos terminamos la cena que aceptamos un vaso de orujo de hierbas que la señora de la casa nos aseguró era casero y que nos sentó divinamente.

Con todo eso no fue raro que al levantarnos a las 7:30 los dos tuviéramos un pequeño dolor de cabeza ¿nervios? ¿las endivias? ¿los cogollos? ¡El vino o el licor seguro que no!

Por lo menos la mañana estaba muy tranquila, el cielo nublado y fresquito pero por ahora nada de aire ni agua. Eso sí, las puntas de Escuzana y Mondarruego se veían ligeramente blancas, nada, un espolvoreo que nos hizo pensar en cómo estaría nuestra montaña preferida: Tendeñera.



Con Asier Huarte -¡Que conseguirá el tercer puesto en la general! ¡Enhorabuena!-, con Iñigo y Fernando.
La organización nos invitaba a churros con chocolate pero nosotros -sobre todo yo-, pensamos en que eso era un combustible muy pesado para echar a correr luego, así que desayunamos unos caféses con leche que yo acompañé con un puñado de nueces e Iñi con un plátano y una guarrería dulce tipo tarrina de arroz con leche ¡qué envidia!

En la plaza hay muy buen ambiente, saludamos a Asier Huarte y a Fernando Orejas, del Run19, y a Letizia Marquinez, del Sarbil Etxauribar. Sobre todo hay muchos corredores del Trail Runing Zaragoza y con ellos está Hector a quien puedo dar un abrazo ¡A ver si la próxima vez también llevas las zapatillas! Pero sobre todo me alegro de poder saludar a Oscar Soriano, un super campeón que tras sufrir una complicada lesión en la maratón de Zaragoza ha podido y ha sabido recuperarse para estar hoy aquí. Y por cierto que hará un carrerón también.

Somos menos de 90 los corredores que salimos a las 9 en punto de la mañana. Saliendo de la plaza enseguida tiramos por una calle a nuestra izquierda, la primera cuesta empieza ahí mismo. Proseguimos ganando altura y dejamos Torla a la derecha y debajo nuestra. El pelotón está bien estirado cuando proseguimos la ruta llaneando y superando algún que otro tobogán en dirección a Bujaruelo.

Valle de Ordesa
Río Ara. Precioso en Otoño.

Aquí "cacé" a Angel Aznar -Atletismo la Almunia-, con él y con Antonio Cumplido fuimos intercambiando posiciones casi toda la carrera.

Cruzaremos el río Ara por el Puente de Santa Elena y tomaremos el precioso sendero que discurre por su orilla izquierda (sentido de la corriente), valle arriba hasta llegar al camping. Empezamos a notar el frío, sobre todo cuando salimos del abrigo de los árboles a campo abierto, donde el viento norte pega helador. Casi todos nos ponemos el chubasquero pero un rato después volvemos a quitarlo pues más arriba del camping volvemos a correr dentro del bosque por una pista. Aquí hice mis últimas fotos pues mi móvil se quedó sin  batería quizás debido al frío.

Así llegamos al primer avituallamiento en la Cabaña de Ordiso donde aprovecho para engullir cuatro trozos de plátano y beber un poco de agua. Rellenaré medio bidón de los míos con isotónico (porsiaca) y comeré dos puñados de cacahuetes. Por aquí anda Hector animando al personal y me dice que Iñigo está haciendo un carrerón. Super Iñigo va en quinta posición y ese será su puesto en la clasificación final, consiguiendo un magnífico tercer puesto en veteranos ¡¡olé olé los de Etxabacoitz!!
Foto de la organización

Cruzando el puente de Ordiso nos despedimos del Río y del Valle de Ara para ganar altura por el de Ordiso.  Hace buen rato que me ha alcanzado Oscar Abadía -del club Mayencos- y continuaré con él casi toda la subida hasta la "Peña de Ordiso" primera y muy dura de las tres que nos esperan. Progesar por hierba alta y fuera de sendero se hace muy duro y pesado.  Los bastones son imprescindibles.

Arriba hay tres o cuatro voluntarios -no hay palabras suficientes para agradecer su trabajo-, nos dicen que vamos muy bien y que tenemos un descenso delicado por una ladera muy empinada donde han colocado una cuerda. No es que sea muy necesaria pero nos da confianza para perder altura. Más abajo podemos correr algún kilómetro al tran tran en una zona muy tendida, donde nos sobra la ropa otra vez. Volveré a guardar el chubasquero en la mochila y no lo pondré hasta la siguiente subida, la buena, la que nos ha de llevar al techo de la carrera junto a la cima de Tendeñera (2845 mts).

Foto Oscar Abadía

Resultó ser la menos dura de las tres subidas, pero fue donde más frío y miedo pasamos -yo por lo menos-. Una fina capa de nieve cubría las piedras y en algún apoyo las zapas resbalaban pues estaba medio helada... La niebla además de la nieve complicaba seguir las marcas pero teníamos la huellas del resto de corredores así que no tuvimos demasiadas dificultades en llegar al collado junto a la cima que era el paso a la vertiente Sur, encima de Linás de Broto.  Lo del frío no fue ninguna broma: había tardado en ponerme los guantes y cuando lo hice ya no sentía los dedos de mi mano derecha, así que metí la mano dentro de mis mallas -en esa parte que siempre tenemos caliente- y al cabo de cinco minutos que empezó a doler al recuperar la temperatura saqué la mano de nuevo. Ni que decir tiene que mientras tanto no dejé de caminar. Como para estarse quieto...

Foto Oscar Abadía
Foto Oscar Abadía
 
Foto Oscar Abadía
Foto Organización

Si los voluntarios de Peña Ordiso tenían dos huevos, los de aquí arriba tenían dos y medio ¡madre mía! Ahí estaban junto a una tienda de campaña soportando el frío y el aire...

Aquí nos enfrentamos a un tramo peligroso perdiendo altura por un sendero a media ladera que con la nieve helada requería poner cuidado en cada paso: Un resbalón podía suponer irte para abajo sí o sí. Se hizo largo, muy largo hasta que llegamos a la parte menos comprometida donde por fin pudimos acelerar la marcha.
Oscar tuvo la fuerza y valor de sacarse los guantes para hacer esta foto en el tramo más peligroso.


Oscar estaba más fuerte y se me había ido en la subida a Tendeñera, ahora iba con un chico del Trail Running Zaragoza: Tomás, un cachondo que solo lleva año y pico corriendo por el monte y que ahora está tan loco como todos nosotros. Juntos llegamos al avituallamiento de la Cabaña de la Plana donde las chicas voluntarias nos ofrecieron un caldo. -¡Cuidado que quema!- nos advirtieron, pero esperando tres segundos a beberlo no se quemó nadie. Dentro de la cabaña había un fuero encendido y se estaba caliente así que aproveché para mirar mi azúcar: 130, y solo había tomado isotónico diluido durante la etapa anterior ¡Muy bien!

Aquí pillamos a Oscar que se había entretenido haciendo fotos y me fui detrás de él para enfrentar la tercera etapa. A poco de salir nos despistamos y bajamos a cruzar el barranco. Subiendo la ladera opuesta reparamos en que no había marcas por ninguna parte y tras consultar la ruta en Wikiloc, Oscar confirmó que la ruta subía al otro lado. Cinco minutos o diez no tienen importancia pero cómo fastidia bajar unos metros...
 
De nuevo en el camino correcto nos juntamos con Tomás y también con otros dos veteranos: Angel y Antonio. Cinco mosqueteros que enfrentamos la "última subida bastante dura y fuera de sendero por praderas"... Así la describen los organizadores. Y así es: Dura no, durísima.

Yo hablo poco cuando voy jodido y aquí lo estaba pero aún así me ayudó ir cascando con mis compañeros de aventura: Antonio que hacía dos semanas se había comido las 100 millas en la Ultra del Rincón (Valencia) no dejaba de lamentarse de la locura que le había traído aquí, a la carrera más macarra y cabrona de su vida. En eso coincídimos todos... 

Pero entre los cinco, poco a poco, chino-chano, tipi-tapa, fuimos ganando altura en esa ladera salvaje e interminable: Más de 600 metros de desnivel hasta arriba, donde veíamos a otros corredores, muy pequeñitos y muy altos.

Seguía haciendo frío: el aire no dejaba de soplar y todavía nos pegó más arriba pero yo decidí continuar sin el chubasquero con la esperanza de que tarde o temprano llegaríamos a algún abrigo. Los cojones.



 

Todas las fotos de súper Oscar ¡¡El campeón de Embún!!

Arriba unos voluntarios -tan valientes o más que los de Tendeñera- nos señalaron el largo cordal que nos conducía al Pico Mondiniero ¡nuestra última subidica!  A donde llegamos doblemente alucinados: por el horrible viento helador y por las vistas que teníamos en todas las direcciones. Lo dicho: Alucinante.
El cordal hasta Mondiniero. Al fondo el Tozal de Guara. Guapísima foto de Angel Aznar.

En la cima de Mondiniero había otros tres valientes que nos felicitaron y aseguraron que ya teníamos todo el desnivel hecho. Eso sí, no nos dijeron lo larga y empinada que era la bajada. ¡Madre mía que bajadica! No habréis visto una ladera inclinada hasta que no vengáis al Mondiniero...

Pero Angel y Antonio debían ser expertos en estas bajadas porque aunque les habíamos dejado unos minutos detrás en el cordal nos pasaron como cohetes en esta ladera. ¡Cómo bajan los tíos!

Al llegar al tercer avituallamiento situado abajo en una pista forestal salían nuestros dos campeones, cómo correrían por la pista y el sendero que baja a Torla que nos sacaron 15 minutos...

En ese último avituallamiento hacía el mismo viento y el mismo frío que arriba, así que los voluntarios tenían el mismo mérito. Eso sí, contaban con los coches donde se metían de vez en cuando para no morir congelados. Gracias a ellos pudimos comer unas magníficas rodajas de pan con tomate y jamón -yo más jamón que pan-, una vaso de caldo caliente ¡¡Gracias, gracias, gracias!! y dos puñados de cacahuetes, tras de lo cual echamos a correr hacia la meta.

Ahí fuimos a la carrera Tomás, Oscar y servidor de ustedes. Con un trote alegre, pero sin prisa. Cansados pero contentos. Y frescos, muy frescos...

No sé si fueron dos kilómetros por la pista hasta que tiramos por un sendero ya en el bosque -donde pegaba menos el viento ¡¡bieeennn!!- y por el que  bajamos los últimos 350 mts de desnivel que más o menos teníamos al pueblo.

Nueve horas y veintinueve minutos de PURA MONTAÑA.  ¿En Alaska? No, en los Pirineos.

Enhorabuena y un millón de gracias a una organización valiente y a unos voluntarios más valientes todavía. Aventuras como esta no se olvidan.
 
En wikiloc tenéis la ruta subida por Alejandrorossi46. Cuarenta y cuatro kilómetros y 3311 mts de positivo. ¡Casi nada!
 Mis glucemias: 

207 a las 7 de la mañana del sábado. Normal con la cena del día anterior y que me había metido al sobre sin comprobar para corregir. Con el desayuno me puse dos uds de Novorapid: Tres nueces y un café con leche. Los churros y el chocolate ni mirar por supuesto.

130 a las 15:05 en la Cabaña de la Plana (2º avituallamiento) eso me animó a probar un poco de pan con tomate y jamón.

En meta ni me miré pero me puse 4 uds para comer un plato de macarrones con tomate, un vaso de caldo y un culín de tinto. En casa a las 21:46 tenía 136

2 comentarios:

  1. Que sitios más preciosos, y al menos ahora la nieve los hace más bonitos aún, otra cosa es dentro de unos meses que quizás ya estéis cansados de nieve. Enhorabuena, no conocía esta carrera, me la apunto.

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    1. En unos días estará a tope de nieve sí señor, así que nos quedaremos más abajo que también es chulo... Tú apunta: Torla, Ordesa, Huesca, Octubre... ¡A correr! Un abrazo campeón!!

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