Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

martes, 15 de octubre de 2019

Canfranc-Canfranc, Tierra de Gigantes

Y digo bien gigantes porque cualquiera de las pruebas que se han celebrado en Canfranc este pasado 14 y 15 de septiembre son una pasada. La Ultra de 100 kilómetros con ochomil y pico positivos, una macarrada;  los 75 kmts con 6500 positivos de la "Ultra Pequeña" una animalada; la maratón de 45 kmts con  4000 positivos, la mas dura del mundo y hasta los 16 kmts de la carrera que sube a la Moleta son duros no, lo siguiente, por sus 1559 mts de desnivel positivo. Tan exigentes como la "andada" que sube de Rioseta hasta el collado de Tortiellas para desde ahí bajar a Canfranc.

Una múltiple oferta de aventuras para los más de ochocientos Gulliveres Diminutos que nos dimos cita en las montañas de Canfranc ese fin de semana.

¿Cuántas maratones de Canfranc me he comido ya? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Seis quizás? Me da igual, cada año es diferente y el reto siempre está ahí: Bajar de 9 horas, incluso acercarme a las 8... Por soñar que no quede.

Si alguien tiene la culpa de que este año me haya vuelto a dar esta paliza es Alejo, y lo mismo puede decir el resto de la expedición: Fernando, Elvira, Virginia, Sonia, Amaia, Santi, Dani, David, Alberto y Carlos Nuin. Alejo movilizó a Trizurkos, Txurregis, Tipi-Tapas y a todo bicho viviente con quien se cruzó en los meses anteriores: ¡¡Todos a Canfranc!!

También han venido Adri e Iñigo -éste último "casi Trizurko"-. Del Txurregi además de Dani y Virginia están Rubén Sola, Karlos Huarte y Sergio Iriarte. Todo patas de calidad.

Pero para calidad nuestro corredor estrella: Alberto Ederra, que se enfrentará a la prueba de 75 kilómetros. Nuestro amigo lideró la prueba casi todo el tiempo hasta que se retiró en Candanchú. Solo le quedaba subir el Aspe y tirar para abajo hacia la gloria pero sus pies sufrían unas ampollas terribles y no pudo continuar. Una pena porque nosotros ya estábamos abriendo el champán en Canfranc. ¡¡Ánimo que a tus patas les quedan muchas, muchas carreras!!

En la de 75 kmts consiguió un reñido segundo puesto Guillermo Narvión, de Grupos Montaña Sabiñánigo, su padre y yo hemos pateado mucho monte juntos y ambos fuimos inmensamente felices cuando le vimos llegar a meta cinco minutos después del primer clasificado: Javier Alvarez, del Ibonciecho.  ¡¡Qué campeones!!

Antes de la salida: Dani, Virginia, Iñigo, David, Santi, Sonia, Amaia y Elvira. Agachados: Carlos Nuin, Alejo y yo. Virginia, Amaia, Elvira y Fernando saldrían después en la de 16 kmts.

Adri e Iñigo se cascaron un carrerón: Iñigo consiguió llegar en 06:56 y Adri en cinco minutos más.

David y Carlos Nuin tampoco lo hicieron nada mal: Sobre todo David que entró en 08:05 ¡Qué fuerte estás!
Alberto Ederra, subiendo como un tiro a la Moleta. Qué pena esas ampollas campeón!!
A la Moleta llegué detrás de Alejo y Dani pero mis dos compañeros no pudieron terminar la carrera: Dani sufrió fuertes dolores en la rodilla bajando a Izas y los isquios de Alejo que ya le habían dado un aviso las semanas anteriores no resistieron su ritmo en la subida a la Raca. ¡¡Mecachis!!
Sonia es una fuera de serie: Después de un Verano con mil líos en el que apenas ha podido entrenar terminó en cuarta posición. La medalla de chocolate no brilla pero sabe muy bien. ¡¡Enhorabuena!!

Fernando, Elvira, Amaia y Virginia también disfrutaron sus 16 kilómetros .
Juan Luis Blanco, un viejo amigo de carreras no lo consiguió ¡¡Tienes que volver!!

Marcos Gargallo ¡¡Menudo pájaro!!
Igor Martinez, mi compañero durante muchos kilómetros
Tono Molpeceres, un enamorado de las montañas.

La etapa entre Candanchú y la Tuca a los pies del Aspe. Territorio Canfranc a tope!!! Aquí me encontré con Mario Esteban que estaba de voluntario cerca de Loma Verde ¡¡Qué sorpresa y qué abrazo nos dimos!!

Cándido nos esperaba en el control y avituallamiento de la Tuca para deleitarnos con sus riquísimos huevos fritos
¡¡Gracias Cándido!! Gracias a ese huevo frito y un vaso de coca-cola pude subir al Collado de Estiviellas y lanzarme montaña abajo hacia la meta.

Tortiellas, un rincón maravilloso.

En cuanto a mi carrera decir que me ví bastante bien todo el tiempo aunque bajando de la Moleta sufrí una torcedura en mi tobillo derecho. Lo tenía ya tocado desde la Mesa de los Tres Reyes unas semanas antes. Por suerte me recuperé y pude continuar, eso sí poniendo toda la atención del mundo. A la Moleta llegué detrás de Alejo y Dani. El primero se nos perdió de vista en la bajada sacándonos más de 15 minutos en el avituallamiento de Canal Roya mientras que Dani abandonó antes a causa de su rodilla.

En el avituallamiento de Canal Roya y a pesar de que solo había bebido agua  mi azúcar estaba por las nubes (más de 300), comí unos cachos de sandía y  me puse tres uds de insulina rápida, tras de lo cual tiré hacia la Raca, la segunda subida de la carrera. Arriba seguía muy alto (250) de modo que me puse otras dos unidades de insulina.

No fue hasta el avituallamiento de Candanchú que ya saqué una cifra más normal (140).  Allí tomé dos vasos de caldo y con eso proseguí el paseo, pero antes de llegar a Loma Verde me paré a comer una barrita y un gel, mi azúcar: 110 y bajando... Pero con eso y un huevo frito del amigo Cándido acompañado de un vaso de coca cola terminé la carrera sin problemas.

Muchos kilómetros los hice intercambiando posiciones con Igor, un vizcaíno de Mondragón que se estrenaba en la carrera. Había venido con dos colegas que estaban haciendo la Ultra de 100 kmts, sus colegas no consiguieron terminar pero él y yo sí, más felices que unas perdices. Sobre todo yo que con un tiempo de 09:16 mejoraba casi 10 minutos mi crono del 2017.  Algún día bajaré de 9 horas jajaja!!

Además en meta mi azúcar estaba en 111 ¿Qué más podía pedir? ¿Una cerveza? Pues sí, para brindar con Felipe y con Alberto: Casualmente Felipe había traído en su coche a mi compi de equipo desde Candanchú. ¡¡La próxima nos pasaremos al vino para acompañar un chuletón de los que Alberto tiene en su carnicería!!

Javier Alvarez y Guillermo Narvión, 1º y 2º de los 75 kmts ¡¡Enhorabuena!!


Por muchas más carreras!!!
Mi azúcar estuvo totalmente desbaratado debido probablemente a la comilona del día anterior. Como estoy así de loco me apunté a la Canfranc sin saber que coincidía con fiestas de Zizur.  No lo volveré a hacer más. Lo prometo.



La  nota triste de la jornada ese Sábado fue la llamada de mi mujer para decirme que su hermano Luis había fallecido esa misma tarde. Después de casi cinco años luchando contra la E.L.A. mi cuñado sufrió una crisis respiratoria y su vida se apagó. Descansa en paz Luis, no te olvidaremos.

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