Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Por la Sierra de la Demanda

Para coronar la cima del San Lorenzo, que con sus 2271 mts es el jefe de la región y techo de La Rioja. Muy cerquita, en la misma Sierra de la Demanda está su vecino San Millán, de 2131 mts, que a su vez es el techo de Burgos.  Descubrir un monte participando en una carrera de montaña es una fórmula tan buena como otra. Hace ocho años conocí de esa forma el Pico San Millán, desde Pradoluengo. Y ayer sábado hice lo mismo con el San Lorenzo participando en la IV Edición de la Ultra Trail Picos de la Demanda, en Ezkaray.

Fuimos dos Trizurkos, bueno no, una trizurka y un trizurko: Rebeca Artieda y servidor de ustedes los que nos acercamos hasta Ezkaray el Viernes por la tarde. Mi compi salía a las 8 del currelo por lo que no pudimos llegar a tiempo a la charla de presentación de la carrera. Pasaban de las 9:30 de la noche cuando llegamos a nuestro destino. Por suerte los organizadores todavía estaban entregando las bolsas del corredor y pudimos dejar esa tarea hecha. Y menos mal, porque la carrera salía  las siete de la mañana y lo que menos nos apetecía era preocuparnos de coger el dorsal antes de desayunar...

En el albergue juvenil el Molino, compartimos habitación con Unai, de Vitoria. Nuestro colega del Amurrio Trail Taldea también ha venido para la ultra así que no tendremos problema con poner la alarma: ¡Todo el mundo arriba a las 5:00!

Rebeca estaba horrorizada con el madrugón pero más todavía con su estreno en una ultra de montaña: Ultra entre comillas, porque "solo" eran 44,8 kmts, eso sí muy duros por el positivo acumulado de 2918 mts. -¡Tranqui Rebeca! Si tú ya te has comido dos maratones de asfalto no tienes que preocuparte por esta carrerica...- Traté de animarla mientras desayunábamos. A la mesa estaba Unai y otro chico de Vitoria que había venido para preparar la Hiru Mendiak, una ultra de verdad de 101 kmts que tendrá lugar el próximo 20 de octubre. ¡¡Estamos todos locos!!

Pero que muy locos, como Patxi Arbizu, a quien nos encontramos tomando un café en el bar próximo a la meta, donde nos cobijamos de los 14 o 15 grados que había en la plaza del pueblo a las 6:30 de la mañana.  Patxi fue quinto hace dos semanas en la Ultra de Canfranc, una de las carreras de montaña más duras que puedes encontrar en el calendario mundial... También quiere correr la Hiru y su intención hoy es ir de tranqui, "para soltar las piernas", ha venido con su chica que también correrá, pero más tarde otra prueba de 23 kmts. Hay una tercera de 12,7 kmts.  Entre las tres nos juntaremos 600 corredores, siendo la ultra, con 250 inscritos la que más participantes congrega.

Mientras hablamos con Patxi, aparece Mauri, del equipo Adi-Ike y al poco llega Javi Oteiza, otro colega de Pamplona. Estos dos últimos se han pegado el super madrugón viniendo en el día a la carrera. Charla que te charla se nos echan las 7 y salimos a la plaza para meternos en el corralito.


Con Rebeca y Mauri a poco de salir
A las 7 está todavía oscuro, así que todos llevamos el frontal en la cocorota. Solo nos hará falta unos 45 minutos pero qué se le va a hacer. En el control nos han activado el chip y han comprobado que llevamos un litro de agua al menos y el chubasquero. Nos retrasamos dos minutos porque unos cuantos despistados se han metido al corral sin pasar por el control pero una vez que todos estamos fichados... ¡¡Salimos!!

Sin haberlo hablado previamente, Rebeca y yo hemos decidido ir cada uno a nuestra bola: mi compa quiere ir tranquila, a su ritmo, sea el que sea, sin otra preocupación que la de llegar a la meta donde la estarán esperando sus dos chiquitas y el papi Isidoro.


Al que sí veo correr delante mía es a Mauri, pero solo un rato hasta que pasado un tapón se pierde monte arriba a un ritmo que desde luego no es el mío ¡Me sacará más de una hora en meta el pajarico de Biurrun! Y por cierto que con él entrará también Patxi. Vaya dos...

La carrera fue tremenda. Chula, dura, muy dura, más todavía... Pero sobre todo chula y guapa. Estos montes de la Sierra de la Demanda encierran hayedos y caminos preciosos. ¡Y cortafuegos con bajadas asesinas como la del kilómetro 5,9 donde perdimos 200 metros casi en vertical!

Entre bromas, risas y alguna culada conseguimos llegar abajo y seguir a media ladera un buen rato mientras los primeros rayos del sol, por el Este y a nuestra izquierda nos daban los buenos días... Delante nuestra, los hayedos cubren del todo una sierra a la cual subiremos por una pista dentro del bosque.  
Con el corredor de medias azules coincidí en casi todo el recorrido intercambiando posiciones. Finalmente llegó a meta unos segundos detrás mía. Encantado Iosu!!
A continuación bajaremos al fondo del valle del Oja, aguas arriba de Ezcaray.  Aquí atravesamos dos pueblos: San Antón y Azarrulla, cada uno a un lado del río. Y vuelta otra vez a ganar altura por un estrecho valle y un hayedo precioso, cruzando y descruzando la regata que corre por su fondo mediante pintorescas pasarelas de madera. Coincidimos aquí con dos chicos que suben en bici ¡dos cracks! porque entre la pendiente y el sendero que ya es malo caminando...

Con uno de ellos iremos intercambiando posiciones cuando más arriba corremos por un sendero a media ladera. Bastante inclinada la ladera por cierto lo que hace nuestro camino algo aéreo, muy guapo para correr pero una locura para ir en bici, al menos para mí.  Con ese campeón de las dos ruedas llegaremos al avituallamiento que precede la subida final al San Lorenzo.

Entre el público aquí congregado me sorprende ver a Rubén Aristu -¡Pero qué haces tú aquí!- le pregunto al campeón del equipo A4' X KM, porque también había venido a la carrera. Pero nuestro amigo no ha tenido el día y tras quitarse el traje de romano ha subido aquí para animar a todos los corredores, ¡Bravo Rubén!

Yo sigo para arriba, pero me noto flojear cuando enfrentamos las rampas finales que nos llevan a la cima. Solo había bebido agua en el avituallamiento así que me tomo un gel. Me pasarán bastantes corredores en esta parte y seguirán pasando más en la bajada al otro lado de la montaña.  Habíamos subido por una especie de sendero entre las piedras pero ahora no hay camino de ninguna clase y como un muñeco roto me dejo caer con cuidado de no pisar mal entre las piedras y la hierba traidoras...  Mi problema es que noto las patas a punto de acalambrarse, los cuádriceps me duelen y avisan con bloquearse, mis gemelos lo mismo pero al menos ahí pongo el remedio de subir las medias de compresión que llevaba bajadas en los tobillos.

No soy el único que pasa apuros: una chica comenta con otro mozo los mismos problemas pero ella va mejor y poco a poco les pierdo de vista montaña abajo.

Soy un desastre: He olvidado poner las cápsulas de sal y magnesio en la mochila y aunque he comido algún plátano y sandía, eso no es suficiente para reponer con toda la paliza que me estoy dando. Por eso es que me acechan los calambres.  Por si acaso me miro el azúcar: a las 12:32 y tengo 88, no está mal pero tomaré otro gel que seguro necesito para continuar.

Pero lo que de verdad quiero son sales, pregunto a un par de corredores si llevan pero nada, así que al llegar al avituallamiento del km 35 -Piquilla-  les pregunto a los voluntarios.  Uno de ellos, más veterano todavía que yo, me ofrece la sal que estaba poniendo a una ensalada y se la acepto encantado. Tomaré dos puñados que pasaré con dos vasos de agua, además resulta que hay tortilla de patata ¡Qué buena!  Comeré cuatro pedazos de trozos que me saben a gloria. También pillaré otros cuatro cachos de sandía y con todo eso me despediré del mejor avituallamiento de la carrera donde tal y como prometían había dulce y salado. ¡Sí señor!

Menos mal las sales porque aunque las patas las sigo notando a punto de romperse, consigo superar la siguiente etapa donde la organización nos sorprende con un tramo acuático, metiéndonos por el fondo de un barranco dentro del bosque. Está guapísimo sí, pero a estas alturas de la excursión no estamos para la gimnasia que exige cruzar y descruzar la regata saltando de piedra en piedra o saltar los troncos y ramas que cortan el paso aquí y allá.  Eso sí, no sabemos si hará calor ahora que pasa de la una del mediodía, seguro que sí pero aquí dentro se está super fresquito.

Y seguiremos frescos casi todo el camino hasta la meta porque después de ese barranco tan simpático el recorrido nos llevó siempre dentro del bosque hasta el mismo Ezcaray.  Por suerte los últimos kilómetros fueron llanear y bajar por caminos y pistas de buen piso en los que pude mantener un trote de entre 5 y 6 minutos por kilómetro ¡¡casi como Elud Kipchioge en Berlín!!

7:11:17 en meta ¡¡¿Dónde están las patatas a la riojana?!! Gracias Juan Barriola!!

Rebeca y Unai llegaron juntos en 7:47:05 ¡¡Enhorabuena!! Nuestra Trizurka preferida disfrutó muchísimo más que yo. Ya la estamos poniendo en canción para pasar a los 60 o 70 kmts  ¿Te veremos en la Nafarroa Xtreme? Bueno, de momento descansa que te lo has ganado...


Entre otros despistes, además de olvidar las sales olvidé también cargar el móvil así que el wikiloc (color naranja) me llegó hasta el km 21. A partir de ahí puse el garmin (color rojo). Lo peor es que no pude hacer más fotos...


Mi diabetes y yo:

Hablando de despistes. Me dejé las sales, llevé el móvil con la batería casi a cero y lo peor:  ¡¡La pluma con insulina rápida que llevé -Novorapid- estaba también en las últimas!!  Le quedaban 7 unidades. Me puse cinco con la cena, que consistió en una ensalada mixta doble a medias con Rebeca y un plato de bacalao con tomate que también compartimos -riquísimo por cierto-, en el restaurante Lladito, que nos aconsejaron unas chicas voluntarias de la carrera. ¡Muchas gracias!

Pues eso, la cena ligerita y suave. Ni pan, ni vino ni café.

A las 5 de la mañana tenía 55, bajito de azúcar. Mi desayuno consistió en dos cafés con leche (más café que leche) y un puñado de almendras y nueces. Tiré una gota de insulina sin querer y la última me la puse con todo el cariño del mundo.  De reojo miraba cómo Rebeca y Unai untaban mantequilla y mermelada a sus tostadas o como otro chico se metía tres magdalenas sin pestañear... Después en la plaza tomamos un té verde (yo sin azúcar por supuesto) y con todo eso pues ya sabéis: a correr una maratón de montaña.

Durante la carrera en el primer avi bebí dos vasos de agua. En el siguiente agarré dos trozos de plátano, en el tercero comí sandía -5 o 6 cachos-, lo mismo en el siguiente. No bebí isotónico en ninguno. En meta tenía 113, que no está mal después de toda la tortilla de patata del avi en el km 35...

Por suerte y para correr la Carrera de 13 kmts había venido mi amigo Samu, del Team One, que también gasta insulina como yo y me dejó una pluma de Humalog. Me puse cuatro unidades y así pude degustar un plato de patatas a la riojana que acompañé con una cerveza. ¡¡Qué... pero qué biennnn!!  Por cierto Sara ¡¡Enhorabuena por tu carrera!!

Aquí con Sara y Samu celebrando la jornada y la insulina, jeje...

Está es la mesa de los campeones: Sergio Aramendía fue segundo veterano y quinto clasificado de la general ¡Un Txurregi de los grandes!  ¡¡Zorionak txapeldun!!

Una gran carrera. Apuntarla porque vale la pena: Ezkaray, su gente, los voluntarios, las montañas, las patatas a la riojana y... Ese jodido barranco dentro del hayedo por donde nos metieron cuando ya llevábamos las patas echas polvo ¡Que es precioso!

2 comentarios:

  1. CARLOS DOMEQUE BAGUENA10 de octubre de 2018, 0:48

    Buenas,he visto en otro blog que has hecho el pico robiñera desde el valle de barrosa, no encuentro apenas info de esta ruta y quería saber si tiene complicaciones técnicas o pasos complicados ya que de los compañeros que vamos no todo el mundo tiene la misma soltura y si no optaríamos por subir desde Chisagües o pineta. Disculpa que te lo ponga aquí pero no veía otra forma de escribirte. Muchas gracias y enhorabuena por tu blog y tus logros.

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  2. Ostras, pues ya me dirás en qué blog has visto esa excursión... Lo menos hace 20 años que subimos Josemari, Pablo -mi cuñado- y yo a la Robiñéra por el Circo de Barrosa. Yo había visto la ruta en el libro Cimas Pirenaicas de Michel Sébastien y siguiendo su reseña buscamos la subida. Nos costó bastante encontrarla en las escarpadas laderas que forman ese circo. Es una montaña salvaje y poco frecuentada -no vimos a nadie-, pocos cairns y un terreno muy muy duro, con numerosos escarpes -barras les llama Michel en su libro- que cierran el paso y que a la bajada nos llevaron a más de una encerrona que nos obligó a retroceder y ganar altura buscando los pasos fáciles de destrepar. Encima nuestra las formidables paredes de la Munia de dimensiones colosales. Pienso que hoy con los navegadores gps o aplicaciones como wikiloc será mucho más sencillo. En cualquier caso la vía es fácil y las complicaciones como te digo son en esa primera parte de la subida -o última de la bajada-. Me has dado una idea, ¡tengo que volver a Robiñera!

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