Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 20 de octubre de 2017

Por la Sierra de Gratal

La Sierra de Gratal se levanta al Nornoroeste de la ciudad de Huesca, muy próxima, a menos de 20 kmts. Sin ser la más alta, la Peña de Gratal (1563 mts) destaca de toda la sierra pues su cúspide se eleva separada al Sur de la cadena principal, directamente encima de la "tierra plana". Cuántas veces la he mirado cuando subía al Piri desde Zaragoza pensando que algún día tenía que acercarme a sus faldas para ver de subirla...


El Tozal de Guara es como su hermano mayor. Se sitúa al Nordeste de la capital oscense y con sus dosmil y poco metros también sobresale entre las sierras del Prepirineo. Siendo el jefe de la región sí que he visitado su cima y muchas veces, dos de ellas participando en la carrera Tozal de Guara. 

Este Sábado 14 de octubre fue la ocasión: Aprovechando que estaba en Zaragoza pasando los Pilares y que una semana antes Jorge el de "la meteo" había publicado una excursión circular desde Arguís decidí tirar de wikiloc y conquistar por fin esa Peña de Gratal.

Poco más de tres cuartos de hora es lo que cuesta llegar al Pantano de Arguis por la autovía de Huesca desde Zaragoza. He madrugado demasiado y cuando aparco el coche junto al parador todavía no ha amanecido así que debo esperar unos minutos antes de salir. Temperatura alta: unos 13 grados. En Zaragoza llevamos unos días con niebla alta que no despeja hasta mediodía y hoy está igual, pero aquí arriba el cielo azul y despejado promete un gran día de monte. ¡¡A por él!!

La primera parte de la excursión es un poco sosa: Casi cinco kmts de pista un pelín cuesta arriba por la que puedo correr, despacio, pero puedo correr. ¡¡Qué invento esto del Trail Running!! Tanto a la ida como a la vuelta esta pista que caminando se haría larga y aburrida la puedo disfrutar trotando.

Con el móvil en la mano localizo el sendero que en fuerte subida sale de la pista a mi izquierda para, ahora sí, ganar altura hacia la que será mi primera cima: El Pico Peiró (1586 mts). Los pinares que me habían acompañado en la pista dan paso a bojes, quejigos y ¡¡hayas!!  Qué sorpresa y qué magia penetrar en el silencioso hayedo. Me detengo un minuto a contemplar los altos árboles a mi alrededor cuando escucho el ruidoso aleteo de una gran ave, quizás un águila, a la que no puedo ver pero siento muy cerca y encima de mí, posándose en alguna rama. Al reanudar la marcha la asusto y nuevamente resuena en el bosque el batir de unas alas poderosas, ahora más nervioso, más rápido...


Pronto dejo atrás esta pequeña selva escondida en la cara norte de la sierra y continúo por un barranco abierto poblado de bojes y arizones donde los hitos señalan el camino al collado. Al llegar arriba asomo encima de Bentué de Rasal, un pequeño pueblo escondido en el valle opuesto al de Arguis. ¡¡Cuántos pueblos, valles y montes por conocer...!!  A mi espalda, al Este la cuenca del río Isuela cuyas aguas retiene la presa de Arguis y delante, hacia el Oeste el río Garona, ¿pero el Garona no era un río francés que nacía en el Aneto y se iba al Atlántico? Aquí en el prepirineo tiene un tocayo, un hermano pequeñito...

Al Peiró subo en dos patadas por una cresta algo aérea pero fácil y sin complicaciones. Solo hay que mirar dónde poner el pie entre las apretadas matas de arizón, el arbusto rey de la región, para no pincharnos las patas y enseguida estoy. El panorama sería soberbio de no ser por la calima que apenas deja ver los Pirineos, tendré que volver porque allí veo el Aspe y sus amigos, la Collarada, Tendeñera, los tresmiles de Ordesa...

Allí asoma Peña Gratal

A la derecha la Sierra Caballera enima de Bentué de Rasal

Regresaré al collado y tiraré hacia mi siguiente y deseado objetivo: la Peña de Gratal. Por delante un par de kilómetros buscando la ruta en un terreno cerrado por matorral de boj, erizones y algún quejigo achaparrado. Si no fuera por el bendito móvil no lo habría conseguido, gracias al invento conseguí llegar a una brecha arriba de la sierra y después fue más sencillo avanzar por arriba de la cresta. Aunque el erizón (genista hórrida) es un arbusto pinchudo apenas te arañas las piernas al rozarlo, eso sí: ¡¡cuidado con tirarte encima!!  Mis piernas saldrán indemnes de la excursión.

Para subir Peña Gratal (1563 mts) perderé altura en dirección Sur y pasaré junto a la fuente de Bonés: ¡¡importante en esta región!! Bajo una pequeña y vieja construcción de ladrillo un caño metálico lanza un chorro de agua. Qué fresca y rica sabe...



Bajaré un poco más a una extensa llanura de hierba sin apenas árboles y tiraré recto hacia la cima que se levanta 200 mts encima mía. Unos hitos de piedra me llevan directo arriba cortando unas viejas pistas que zigzaguean por la ladera.  Arriba una cruz metálica y un libro donde escribo un par de líneas saludando al personal. Leo la reseña de un tal Eduardo que ha subido hoy mismo pero habrá madrugado mucho porque no nos hemos cruzado.

Hacia el Sur tendría que ver Huesca y hasta las torres del Pilar pero la niebla todavía no ha levantado del todo. Aún así las vistas son hermosas, sobre todo hacia el Este donde el Tozal de Guara sobresale en un horizonte de montañas azules...


Vuelvo sobre mis pasos para regresar al lomo principal de la sierra y en cuatro patadas consigo la tercera cima: el Pico de Gratal (1542 mts) que tan solo es una pequeña elevación en el camino, pasaría desaparcebido si no fuera por el vértice geodésico.



Qué lejos se ve el Peiró desde el Pico de la Calma...

Dos kilómetros corriendo por buenos senderos y disfrutando del sol de este Octubre veraniego me llevan a la cuarta cima: La Calma (1584 mts).  Escucho unas escopetas cerca pero afortunadamente los disparos se alejan a mi espalda mientras pierdo altura por un barranco poblado de altos pinos y algunas hayas dispersas que ponen más colores con sus vestidos de Otoño.  La bajada es guapa: trialeras fáciles pero entretenidas que en algún tramo te llevan por el fondo del barranco, seco en estos días pero que seguro llevará agua buena parte del año.



Finalmente bajo a la pista del principio pero dos kilómetros más cerca del embalse a donde llegaré cruzándome con numerosos excursionistas.



La ruta en mi Garmin. 23 kmts y cuatro horas de excursión que desde Zaragoza permiten estar de vuelta para la comida.

1 comentario:

  1. Resulta extraño tu relato, tan alejado de las húmedas y neblinosas sierras por las que acostumbras a deambular.
    Bienvenido a tu tierra y a estas zonas que, entre erizón y roca, esconden algún que otro tesoro en forma de hayedo escondido que siempre sorprende.
    Salud y Montaña, tocayo.

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