Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

miércoles, 22 de junio de 2016

¡¡ Y tanto que Dolorosa !!

En Zaragoza, en las Altas Cinco Villas, en la Bal d'Onsella, en Lobera de Onsella se celebró el sábado 4 de junio la II Edición de la Dolorosa, prueba de btt que proponía tres distancias: Ultra Maratón de 183 kmts, Maratón de 120 kmts o Corta de 56 kmts.  Lobera es el pueblo de mi querida suegra y siendo que el año pasado estuve en Petilla de Aragón participando en una primera edición épica por las tormentas, rayos y truenos, este año tenía muchas razones para repetir la aventura. Pero...
Torres de Sibiriana
Foto: Eusebio Párraga Espadas

Con la rodilla casi al 100% no he hecho más que correr y correr. Mayo fue un mes muy intenso que empezó en Baigorri con la Euskal Trail y sus 2x40 seguido de la carrera por montaña de Luesia y terminando con la Hiru Mendi en Villava. Y de pronto llegaba junio con este desafío sobre las dos ruedas al que me lancé tan alegre a última hora.  Alegre e inconsciente, pues como digo apenas había metido kilómetros con la bici. Ir y volver de casa al trabajo apenas supone 10 kmts diarios y unas pocas salidas de 30 kmts más otra de 45 kmts la semana anterior fue toda mi preparación en los pedales. Además en febrero había estrenado los pedales autómaticos y tras bautizarme cuatro o cinco veces con sendas caídas tontas sin consecuencias, justo justo tenía pillada la habilidad necesaria.  Resumiendo: me lo jugaba todo a la carta de que mis patas y mi caja estaban fuertes con todas las carreras y entrenos por monte de los últimos meses.  Si la juventud va de la mano de la locura yo era un chaval de 15 años ¡¡Incluso menos!!

Lo único que puedo alegar en defensa de mi salud mental es que no me inscribí a la Ultra Maratón y me conformé con los 120 de la Maratón ¡¡Baja modestoooo!!   

Josu, mi colega de Zizur que el año pasado sí terminó la Dolorosa de las tormentas y del barro también volvería a ponerse en la línea de salida: Los 183 kmts le llevaron 14 horas y 48 minutos, - "¡¡ Llorando de dolor Carlos, llorando!!"-  me dijo que entró en meta el campeón.  ¡¡Olé tus cojones Josu!!

Foto de la  Organización
El sábado 4 de junio amaneció nublado, días antes los pronósticos pintaban una jornada lluviosa y con riesgo de tormentas -¡¡Horror!! ¿como el año pasado?-, pero después lo mejoraron y prometieron un día de temperaturas moderadas, nubes y claros. Ideal vaya.

Al llegar a Isuerre encontré la carretera cortada: Los de la Ultra Maratón habían salido hacía unos minutos y estaban a punto de llegar por la carretera, justo en el cruce los metían por un camino-pista empinado que ascendía al pueblo así que me bajé y les pude hacer unas fotos. Josu me saludó al pasar.  El pelotón que venía apretado y a toda velocidad sufrió un tapón en los primeros metros del camino y fueron muchos los que echaron pie a tierra para no caer.  Aquí empezó su infierno, el mío vendría un poco más tarde en Longás.



¿En Longás? ¿Pero no salíamos de Lobera?  La autoridad a última hora prohibió que en un mismo día hubiera más de una prueba deportiva en carretera y siendo que los tres kilómetros entre Lobera e Isuerre eran sobre el asfalto y que la Ultra y la Maratón se consideraban dos pruebas distintas, la organización resolvió que nosotros saldríamos desde Longás ya por pista de tierra una vez que pasaran los de la Ultra por allí.  Yo y casi todos dejamos el coche en Lobera, recogimos los dorsales y nos desplazamos en bici hasta la salida.  Así que teníamos 13 kmts más por la cara y por carretera, pero como ese tramo lo hacíamos por libre la administración no tenía ningún problema.  No sé si estas cosas pasan en otros países.

A lo que vamos, en Lobera el ambiente era magnífico, tengo que decirlo. Nunca en la vida han visto en ese pueblo tanta gente, tantos coches aparcados en una finca próxima, tantas bicis y tanto ambiente deportivo y festivo como el que se vivió ese día.  Saludé a algún vecino y conocido y tras tomar un café en el Jabalí (con unas magdalenas porque solo tenía 130 de azúcar), me subí a la bici y salí hacia Longás. Junto al río Onsella disfruté de un rato de bici relajado pues apenas se gana altura por este bonito valle que nace en las faldas de la Sierra de Santo Domingo.



En Longás no tuvimos que esperar mucho para ver pasar a los campeones de la Ultra que llegaban aquí tras un largo descenso, después de casi 50 kilómetros y tres pedazo de subidas y bajadas.  Una vez que pasaron los 10 o 12 primeros la organización nos dio la salida. ¡¡Vamossssss!!

Me sorprendió ver que todo el mundo iba tan despacio como yo en la dura pista que asciende a la ermita de Santo Domingo.  Se describen algunos zig-zags en los primeros dos kilómetros, los más duros. Puede verse el pueblo cada vez más pequeñito y más abajo hasta que llegas a los altos de la sierra y la pendiente se suaviza.  La montaña está espectacular de bonita cuando las nubes se abren y el sol lo llena todo de luz ¡¡y de calor!!  Todos hubiéramos preferido que el día siguiera nublado...

Sierra de Santo Domingo
Espectacular fue también pasar el Portillo de Santo Domingo, una brecha en la muralla de la sierra por la que cruzamos a la otra vertiente bajando unas que para mí eran inclinadísimas rampas.  Los cataplines se me pusieron en el casco y apretando frenos me tiré pista abajo sin pensarlo mucho. Hubiera bajado andando pero me animé viendo a los otros corredores.  La cosa salió bien y más abajo fui cogiendo confianza por la pista que seguía bajando pero más tendida.  A toda caña perdimos altura por esa magnífica zona de pinares junto al río Arba de Luesia hasta llegar al avituallamiento y control de Pigalo.  Allí saludé a los colegas de Biraka que, como el año pasado, volvían a echar una mano con la mecánica de nuestros cacharros.  Comí algo, bebí una cocacola y salí de allí para enfrentar la siguiente subida.

Avituallamiento próximo a Pigalo
Pozo de Pigalo, foto: Biraka
Puimoné desde la subida a Huertalo desde donde bajaríamos a Biel
Calor en la subida

En esta subida sufrí más que en la primera: la pista tenía tramos con bastantes piedras que exigían más esfuerzo en los pedales y el sol nos calentó no poco, Ufffff!!!  Me paré un par de veces a echar un trago de agua del bidón. Recordar que desde la salida íbamos juntos con los de la Ultra, ellos con 50 kmts más que nosotros claro. 

Llegados a un collado tocaba bajar a Biel.  Volví a coger velocidad pista abajo controlando las curvas y las piedras.  En esas estaba cuando llegué a una zona con rodadas profundas, secas y duras por el sol.  Cuidado con meterte ahí -pensé- y de pronto ¡Zas! ¡Las dos ruedas dentro!  No sé si quise frenar pues iba bastante rápido o si quise salirme pero caí hacia la cuneta a mi derecha con tan mala suerte de verme lanzado hacia una pedazo de piedra.

¿Cerré los ojos? Ni me acuerdo, pero de pronto estaba en el suelo y con la nariz a un centímetro de la piedra. Sorprendido por no haberme matado y sin un rasguño. Me levanté y al coger la bici noté un agudo dolor en mi muñeca derecha ¡¡Aaaayyy!!  Moví los dedos, moví la muñeca y aunque me dolía pensé que solo era una torcedura sin importancia así que monté en el sillín y todavía bajé un kilómetro pero más despacio porque apenas podía agarrar fuerte el manillar.

El dolor iba a más y comprendí que la Dolorosa había terminado para mí.  Dos chicos de la organización que bajaban con una moto pararon y llamaron a otros compañeros que iban en un todo terreno. Con ellos bajé hasta Biel donde esperé una hora en el control junto con otros cuatro participantes, dos con la misma  avería mecánica: rotura de la patilla del cambio trasero, otro con molestias en el hombro (accidente de moto unas semanas antes) y otro chico con problemas de estómago que me recordó mis propias miserias en otras carreras de montaña.  En fin, allí estuvimos un rato lamentándonos al mismo tiempo que animábamos a todos los que iban pasando, a Josu por ejemplo, que llegó muy entero aunque muy consciente de lo mucho que todavía tenía por delante hasta la meta en Lobera: subir Puymoné, bajar a Luesia, tirar por el Arba hasta el Barranco de Sibirana, subir a Sierra Selva, bajar, subir a Petilla, subir y bajar un serrucho de muerte y bajar por fin a Lobera. En Biel llevaba 90 kmts y le quedaban otros 93.  ¡¡¡Vamosss campeones!!!  

Los cinco retirados y nuestros cinco caballitos de ruedas fuimos llevados a Lobera en un largo y animadísimo viaje en un todo terreno de la organización. Nuestro chófer, un campeón con casa en Lobera pero vecino de la Txantrea (Pamplona) con el que echamos unas buenas risas en los cuarenta y pico kmts de pista forestal atravesando los montes y pinares de la región. 

Los servicios médicos de la DYA me echaron un ojo y decidieron que no tenía nada roto pero aún así esa noche estuve en urgencias en Pamplona donde me hicieron placas y confirmaron que no había rotura ni fisura pero sí una inflamación aguda de los tendones que ahora después de tres semanas sigue doliendo. La resonancia dirá si no tengo roto el escafo-lunar, un tendón que une los huesos de la muñeca.  ¡¡Aaaaayyy!!  Espero recuperarme pronto. Mientras tanto, procuro teclear lo menos posible y los frascos de guindillas me los abre la señora porque yo no puedo.  Eso sí, correr he vuelto a correr...

Fotos Eusebio Parraga


Petilla se engalanó para recibir y animar a los corredores
¡¡solo les quedaban 16 kmts !! Foto Amaia Salinas

Plaza de Lobera. Foto Biraka

Foto Amaia Salinas


Para terminar es obligatorio decir que todos y cada uno de los pueblos de esta comarca de Altas Cinco Villas se han volcado en esta empresa deportiva. Vecinos y amigos han estado ayudando desde el primer kilómetro hasta el último y velado por nuestra seguridad y cuidado, puedo decirlo de primera mano. Estoy seguro, de que ellos han disfrutado tanto o más que nosotros y además han conseguido que cada vez más gente hable de los encantos y valores no solo naturales sino también arte e historia que podemos encontrar en todos y cada uno de sus pueblos.  ¡¡Muchísimas gracias y enhorabuena por ser como sois!!

Una pena perderme la tarde noche de fiesta en Lobera...  











6 comentarios:

  1. Magnifica crónica Carlos. Espero que te recuperes del todo y vayas preparando la III edición de La Dolorosa. Seguro que al año que viene todo va bien y puedes acabarla.
    Saludos

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    1. Muchas gracias Pascual, tú eres uno de los campeones que habéis trabajado como leones para que esta segunda edición fuera posible. El listón lo pusieron muy alto los vecinos de Petilla pero lo habéis conseguido. Un aplauso para tí y todos los vecinos y amigos de Lobera. Confío en que podré estar en la Tercera Dolorosa y esta vez con los deberes hechos!!!

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  2. Ay Carlos, menos mal que por lo me os no hubo rotura de muñeca... espero que te recuperes prontico y vuelta a la bici a entrenar! Y a Lobera cualquier día eh??

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    1. Gracias Sonia!! Muy pronto volveré a subir al cacharro de las dos ruedas sí señora y ten por seguro que este verano caeré por Lobera, con o sin bici!!! Un abrazo!!!

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  3. ¡De cabeza (en sentido figurado) el año que viene, Cansamontes!

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    1. De cabeza y sin conocimiento jajaja!!!! A sufrir en la Tercera Dolorosa!!

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