Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 6 de junio de 2010

Carrera de Montaña de Galdames


Después de la carrerica por el San Cristóbal del pasado domingo, dos semanas después aparecía en mi calendario la mítica Canfranc-Canfranc, una carrera durísima a la que nunca podré ir lo suficientemente preparado. En principio este fin de semana lo tenía para entrenar fuerte y me había planteado hacer un entreno largo el sábado y participar en la Subida a la Higa de Monreal el domingo, cuando vino Alberto - Gares-, a contarme lo mucho que disfrutó en la Carrera de Montaña de Galdames el año pasado, que este año también iba a ir y que tenía que ir con él, que era muy chula y me iba a gustar un montón. Convencido: Con 34 kilómetros y 3500 mts de acumulado era la mejor forma de emplear la mañana del Sábado para castigar/preparar las patas.

Me levanto a las 4:45 A.M. ¡¡Qué sueño!! Mi glucemia: 134, desayuno como siempre mi tazón de café con leche, tostadas con aceite y zumo de naranja; 5 uds. de novomix 30 porque sin dopin no soy persona y avanti, que he quedado con Alberto a las 5:30 para recogerlo con el coche. A las 6 llegamos a Alsasua y se nos une Jone, de Dantzaleku Sakana, una amiga y veterana campeona en carreras de montaña, que como dice Alberto ya no tiene sitio para poner los trofeos que gana por esos mundos. Al minuto de salir de Alsasua por la autovía rumbo a Vitoria apago la radio: Tres locos con una afición común tienen mucho que contar y lo cierto es que no paramos de hablar en todo el viaje. Eso sí, les pido que estén atentos porque soy un despistes y cuando no conozco la ruta soy el más torpe de los conductores. Y así es porque nos pasamos el desvío hacia Bilbao debiendo continuar unos kilómetros por la Nacional Uno hasta que podamos dar la vuelta y coger la dirección correcta. Tenemos niebla bastante cerrada así que no le piso mucho en la bajada hacia Bilbao por la autopista pero es un viaje rápido y pronto nos vemos rodeando la capital vasca. Un Sábado a las 7 de la mañana hay poco tráfico y sin ningún problema dejamos atrás la "civilización" siguiendo unos kmts por la Autovía del Cantábrico hasta el desvío a Alonsotegi por una buena carretera que nos lleva al histórico territorio de Las Encartaciones, tierra de señoríos y de viejos fueros; donde Vizcaya muga con Santander y Castilla y el paisaje es una sucesión de montañas y valles, bosques y prados. Una región preciosa de cuya existencia no tenía noticia alguna y que habría pasado sin conocer, de no ser por esta afición a correr que no nos deja parar.


San Pedro de Galdames (170 mts)en el concejo del mismo nombre, es el pueblo donde se encuentra la Salida y Meta de la Carrera. Son las 8 de la mañana cuando llegamos por lo que hay tiempo de sobra para inscribirnos, recoger el dorsal y ultimar preparativos. Mi glucemia 131, así que tomaré un par de cafés con leche cortesía de la organización además de un plátano y una barrita, con la paliza que nos espera lo mejor es salir con el ánimo bien alto... La carrera coincide con una marcha montañera cuyos participantes han salido hace un rato y que luego iremos encontrando a partir del kilómetro 10 mas o menos.

Nueve de la mañana, salimos puntualmente iniciando enseguida la primera y dura ascensión de la jornada al pico de la Cruz (800 mts) por cuya cima creo que no pasaremos porque según la organizacion hay una pareja de alimoches criando y los forestales han aconsejado dejarlos tranquis. Un estrecho sendero dentro del bosque nos hace guardar la fila de rigor, hay bastante humedad y aunque la temperatura no es muy alta sudamos a mares trepando esta montaña dentro de la niebla. Tardaremos en salir de ella y cuando por fin la dejamos abajo, nos vemos corriendo por el lomo de unas islas en medio de un mar blanco de nubes. Un océano que se extiende hasta el horizonte en todas las direcciones. El cielo azul sin una nube, con un pedazo de sol que empieza a calentar pero que no molesta gracias a un suave viento de Norte ¿Que mas podemos pedir? Fuerzas para correr. Siguiendo el cordal pasamos por la cima de Gasteran, desde cuyas alturas se divisaría la costa, pero para eso tendremos que volver otro día, coronamos también el Ganeran, "volando" siempre en torno a los 800 mts de altura hasta llegar al Pico Mayor (720 mts aprox.) donde iniciaremos el descenso. Por senderos y a ratos por pistas iremos perdiendo altura.
El camino discurre junto a antiguas edificaciones relacionadas con las minas de hierro que hace un siglo funcionaron en la región, más abajo cruzamos por una faja rocosa donde las paredes sobresalen extraplomadas y forman una cueva natural en cuyo fondo se esconde la ermita de la Magdalena ¡¡Que frío hace al pasar!!

Hace rato que voy junto a otro corredor que lleva igual ritmo que yo, en las subidas me deja atrás pero luego en las bajadas me vuelvo a acercar, viste mallas y camiseta negra y lleva el pelo al uno, casi no hablamos, pero es que llevamos un ritmo bastante majo ¡como para charlar! Llevamos como una hora y cuarto de carrera y no hemos visto avituallamiento alguno. Menos mal que llevo unos cuantos geles en el bolsillo, el primero lo he tomado a los 50 minutos y no tardaré en echar mano de otro pues no me qiero arriesgar a una bajada de glucosa inoportuna (siempre son inoportunas). ¡¡Carlitos!! - me grita Alberto al adelantarnos en una revuelta. - ¿Que, como lo llevas? - le pregunto - ¡Muy bien! - contesta-, ¡Pero a los de la organización se les ha olvidado hasta el agua! ¡Y pensar que he dejado el bidon en el coche!.

Me parece que puedo seguirle y aumento un poquico el ritmo detrás suya mientras mi compañero de carrera -el de equipaje oscuro- se va quedando. Ya hace rato que estamos adelantando a los participantes de la marcha que de buen grado se hacen a un lado a nuestro paso. En una de esas chapoteo en el agua de un charco salpicando barro a los lados y pienso que lo mismo se mosquean con nosotros. Son dos formas de disfrutar de la montaña.

Llevamos más de hora y media cuando en el kilómetro 18 nos encontramos por fin con el primer avituallamiento, después supimos que era el segundo y que el primero habia sido "limpiado" por los marchadores. ¿?. Cinco minutos para saciar la sed y comer algún trozo de plátano y de naranja. Intento no beber demasiado para no fastidiar el estómago, pero lo cierto es que necesito líquido. Hace rato que la niebla ha levantado y aún cuando todo el camino discurre a la sombra del bosque, la temperatura y la humedad se empiezan a dejar sentir. Los voluntarios trabajan a destajo preparando bocatas, rellenando vasos... Los pobres reciben algún reproche pero no tienen ninguna culpa de lo que haya pasado con el primer avituallamiento.

En estas que Alberto se tira a correr pista abajo y yo me lanzo detrás, pero a los dos segundos alguien nos grita: - ¡Que por ahí no es! -. Efectivamente, justo es en dirección contraria, tengo que gritarle a Alberto que ya está lejos para que se de la vuelta y juntos tomamos el camino correcto que va por un sendero. ¡¡Madre mia qué dos!!

Bajamos por fin al valle y nuestra carrera discurre junto a rio Galdames, una regata de aguas limpias y transparentes hasta el punto que se ven perfectamente las piedras de su lecho. Algunos pescadores caña en mano caminan por sus orillas estudiando las pozas, se respira tranquilidad en contraste con nuestra galopada. Salimos a una carreterita por cuyo arcén iremos durante unos 500 metros para cruzarla subiendo a una pista que discurre en el bosque de la ladera opuesta. Alberto ya se me ha ido hace rato, yo continúo bien acompañado de otros corredores y seguimos pasando junto a marchadores que caminan en grupos delante nuestro, van a paso rápido pero nosotros vamos más ligeros. Llevaremos 5 minutos por una pista que nos lleva paralela a la carretera cuando alguien grita que no es el camino correcto. Todos nos paramos, corredores y marchadores, comprobamos que no hay a la vista ninguna tira de señalización: Son verdes y van atadas a ramas o a piedras, pero hace rato que no hemos visto ninguna. No lo pensamos más y damos la vuelta debiendo retroceder durante otros 5 minutos hasta que vemos el desvío bien señalizado en un sendero que asciende por el bosque. Uff, llevaremos unos 22 kilómetros y entre el desánimo del despiste y la subida voy que no puedo... -¿Es esta la última subida? - pregunto a un grupo al pasar - ¡Qué va, guarda fuerzas que esa viene después!- Efectivamente, para la última gran ascensión de la carrera, al monte Ubieta (630 mts) todavía quedan tres kilómetros.

Bajamos a otra carretera que nos lleva llaneando entre fincas cultivadas y pequeños pueblos. Mi anterior compañero de aventura, el chico que iba con mallas y camiseta negra me ha alcanzado y volvemos a ir juntos un rato, pero yo voy más justo y aunque me anima a seguir con él le digo que tire. Junto a una fuente alquien ha dejado una pila de vasos y bebo a gusto un par de tragos, hace calor. Retomo la carrera con pocas fuerzas aún cuando la carretera pica para abajo no consigo coger ritmo, pienso que he ido demasiado rápido y comido demasiado poco cuando paso junto a un viejo caserío donde una señora ha dispuesto una mesa con dos cajas de galletas, un botijo de agua fresca y una jarra de limonada ¡¡Qué amable!! Dos vasos de agua con limón y azúcar y tres galletas buenísimas me dan ánimo para volver a corretear. - El año pasado no se paraba nadie - dice la buena mujer, claro Alberto me dijo que estuvo lloviendo e hizo algo de fresco mientras que hoy es un verdadero día de verano.

Me interno por un sendero para cruzar un pequeño bosque y al otro lado me encuentro con un castillo: El Señorío de Loizaga - ¿Qué lugar es este? - Pregunto a una cuadrilla que anda trabajando junto a unos camiones -¡Es el castillo de los Rolls Royce!- Me contestan, y prosigo la carrera sin entender qué pintan los famosos coches en un lugar perdido en medio de estos verdes valles. Al poco me encuentro con el segundo avituallamiento de hoy (el tercero vaya): Un animado grupo de mujeres nos ofrece plátanos, naranjas y de todo. Cogeré plátano y me llevaré una botellín de agua, pues estamos al pie del famoso monte de las antenas, el Ubieta, que se ve arriba, muy arriba.

Serán pasadas las 12 del mediodía y el sol castiga lo suyo en los primeros metros de subida. Voy andando y sin perder de vista las señales. Conforme gano altura voy echando alguna ojeada al valle y al castillo de los famosos coches: Su edificio principal es una torre fortificada y alrededor hay extraños edificiones como pabellones y todo el conjunto está rodeado de una muralla. Bosques, fincas de hierba y extensos viñedos para producir el txakolí, se alternan debajo mía en un mosaico de verdes oscuros y claros. Llego a un pequeño refugio o ermita donde se dispone una mesa con más agua y provisiones. Se sitúa justo al pie del repechón final. Otro trago de agua y prosigo monte arriba a pleno sol, menos mal que el aire vuelve a soplar y nos refresca un poco. Pero no tardo nada en llegar arriba a las antenas y puedo ver ya la meta ahí abajo, muy abajo en esas casitas del fondo del valle. ¿Dónde me he dejado el parapente?

El sendero cae en zig-zags, estrecho y vertical, perdiendo altura de salto en salto, con algunos pasos técnicos pero sin mayores complicaciones. Cuidadín de todas formas porque a estas alturas el cansancio nos puede jugar una mala pasada. Casi he llegado abajo y adelando a un par de corredores que como yo tampoco tiran cohetes, sólo dos kilómetros por un subi-baja entre fincas y bosques ¡¡Qué calor!! De todos modos no tengo sed y me voy echando el botellín de agua por la cabeza. Una carretera estrecha y apreto a correr. ¡¡Ya estoy !! 4 horas 06 minutos al cruzar bajo el arco de meta.

Alberto, que lleva un buen rato esperando me pregunta qué ha pasado y le explico lo del despiste ¡¡Bien podrías haber esperado marinero!!. Dos minutos más tarde llega Jone, nuestra amiga de Alsasua que subirá al podio como segunda clasificada.
¡¡Bravo!! La costillada prometida por la organización nos compensa de la paliza y damos buena cuenta de la morcilla, salchicas, chorizo y costillas asadas. Cerveza con limón bien fresquita para pasarlo todo ¿Qué más queremos? ¡¡Ah sí, una ducha!! Qué bien se está ahora.

Algunas fotos.
Las de Google Earth son de Manu Nuñez y Bittor S.G.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena de nuevo Carlos!!! Te vas a hartar de subir al podium.jejejeje!! Lástima que al final no pudieseis hacer los 42 km. Disfrútalo artista!!!

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  2. Gracias campeooooooónnn!!! ¿Has empezado a entrenar la milla? Porque ahí nos veremos otra vez u queeeeé?

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  3. La milla??? Aún queda demasiado lejos pero no te preocupes que habrá revancha!! jejjejej!! Por cierto, me he inscrito en la subida a la fuente de paco. A ver que tal me va en las carreras de montaña... Vas a correr algo en junio? Sólo te veo Camille en tus planes y me extraña que hasta Camille no hagas nada.

    Un saludo!!

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  4. Hola Javi, en Junio me dedicaré a entrenar a mi aire supongo. Ahora bien el finde antes de la Camille está la Boca del Infierno, en Hecho -Selva de Oza- y me apetece mucho hacerla; no creo que me vaya mal a 7 días de la Camille... En fin, tiempo hay de apuntarse. Te podías animar por cierto, es una carrera muy maja y no demasiado machaca.

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