Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 24 de mayo de 2010

Peña Izaga, la montaña que renace.

Foto Diario de Navarra:

El 23 de julio de 2009 un intenso viento sur -bochorno-, azotó el norte de Navarra resecando todo a su paso. Los restos de un pequeño incendio causado por una tormenta eléctrica el día anterior se convirtieron aquella tarde en un fuego totalmente fuera de control que arrasó monte y fincas de cereal en torno a la Peña de Izaga. Yo volvía hacia Pamplona desde Sabiñánigo, después de pasar el día con Jesús Sánchez -Samuel- en el Balaitus y al pasar el Puerto de Loiti me asusté ante la visión de la inmensa humareda oscura que salía de la montaña donde tantas excursiones y entrenos había disfrutado.

Este fin de semana aproveché la mañana del domingo para volver por sus caminos y comprobar de paso si la naturaleza se estaba recuperando. El verde de los campos cultivados y las nuevas hojas que la Primavera ha hecho brotar en árboles y arbustos me ofreció una imágen llena de esperanza: Peña Izaga se recupera de sus heridas.
Son las 10 menos cuarto cuando aparco el coche junto a la bonita fuente de Ardanaz (630 mts), mi glucemia: 239, tras atarme las zapatillas y ajustar la mochila inicio mi carrera saliendo a la carretera local, que pasando junto a Reta me lleva a Zuazu después de 2 kilómetros y medio. Desde allí una empinada pista forestal trepa hasta la ermita de San Miguel (1230 mts), a tan sólo 15 minutos andando de los 1360 mts de la cima.

Sudaré la gota gorda debajo del pedazo de sol que luce en un cielo azul, sin una nube. Afortunadamente podré disfrutar de algún rato a la sombra del bosque, pues la zona por la que discurre esta primera parte del recorrido se salvó de las llamas. No obstante más arriba, al pasar a la otra vertiente que mira a Idocin, al Sur de la sierra podré contemplar bastante extensión de monte quemado. Los negros esqueletos de bojes y quejigos se extienden por las laderas que caen hacia Monreal. Aquí y allá la hierba que brota pone un poco de verde entre el gris y junto con algún árbol aislado que retoña, permite pensar en una pronta recuperación del monte.
La pista muere junto a la Ermita y emprendo la subida final por el sendero que entre bojes lleva a la cima, la pendiente es aquí más empinada pero consigo mantener el movimiento de carrera hasta arriba. Son las once de la mañana y mi glucemia está en 50, así que le doy un buen meneo al Acuarius y me como un par de barritas. La posición del sol y la calima no deja ver los Pirineos, pero algunas siluetas se adivinan allá hacia el Nordeste. Sí puede distinguirse la Cuenca de Pamplona y el lejano San Cristóbal, por cuyas laderas espero correr este próximo domingo. Otros excursionistas disfrutan también de esta montaña y tras los saludos de rigor inicio el descenso a la carrera. En la ermita me encuentro con unos ciclistas que subían detrás mía por la pista: - ¡No te hemos podido coger! - me dice uno bromeando. - No me extraña nada -le contesto, -Es mucho más duro subir en bici que andando o corriendo-, y les comento que hace años subí también en bici y me pasó gente andando, no sólo por la pendiente sino por el mal firme de la pista, bastante pedregoso en casi todo el recorrido.
Me despido y a continuación tiraré por detrás de la ermita para coger el sendero que baja hacia Ardanaz. En esta parte el incendio ha terminado con buena parte de un maduro bosque de bojes, algunos de más de 5 metros de alto. Formaban verdaderos túneles de vegetación pero ahora sólo quedan los esqueletos. Triste visión también la de hayas y robles quemados, pero unos metros más abajo compruebo aliviado que la mejor zona del bosque se pudo salvar, especialmente el rincón que puede verse en la foto de aquí al lado, donde el sendero traza una revuelta al pie de unas paredes. Poco después dejaré el desvío que lleva a Reta y proseguiré hasta llegar a Ardanaz, a donde llegaré poco antes de las 12 del mediodía. Mi glucemia. 50 ¡¡Otra vez!! Dos manzanas y un buen trago de Acuarius solucionarán el bajón, pero mucho mejor será el pollo asado en casa con la family.

Fotos de mi paseo aquí.

2 comentarios:

  1. Dan ganas de llorar cuando ves un trozo de vida consumirse por el fuego. Me alegro de que aquí sí se vean los "brotes verdes". Bonitas fotos.

    Saludos. ;-)

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  2. Así es Carlos, esperemos que el verano no venga demasiado seco y que estos bosques junto con tantos otros que ardieron el año pasado inicien una lenta recuperación. Es curioso que en la vertiente norte se quemó una plantación entera de pinar de repoblación, el monte natural de quejigo y haya también sufrió algún daño pero sólo en sitios puntuales como las orillas de los campos de los labor. Eso puede verse en las primeras fotos.

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