Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

miércoles, 26 de junio de 2024

Travesera. No hay dos sin tres.

Sábado 15 de junio. Un año más estoy en el Repelao, cerquita de la basílica de Covadonga. Faltan pocos minutos para la salida, que este año es a las 2 de la mañana.  Conmigo están Javi y Floren, que han venido con mucho respeto a esta carrera, tanto, que la han preparado super bien, como debe ser, con entrenos duros y exigentes en cuanto a distancia y desnivel, no como yo, que por A, B ó C, nunca preparo estas aventuras como debería.  Pero bueno: Aquí estoy, en el cajón nº 6 junto a Floren.  Javi sale en el nº 5 y en los nº 1, 2, 3 y 4 hay más campeones navarros, como María e Iñaki, del grupo A4 x Km, y un nutrido grupo de corredores del Trail Run19, con bestias como Jorge o Eduardo, y fieras como Adolfo, Alex o Pedro. Y está Jorge, con quien no coincidía hace años, ahora está venga a esquiar y hacer monte pero todavía se acuerda de lo que es correr y sufrir en zapatillas y pantalón corto, que es a lo que hemos venido los 470 participantes de la XX Travesera Picos de Europa:  A sufrir, sobre todo a sufrir.  Y disfrutar. 


Salimos casi todos a la vez en intervalos de medio minuto por cajón. A correr como locos por la carretera.  Es poco más de un kilómetro de asfalto a ritmo de media maratón y mi caja, que todavía no ha entrado en calor, apenas puede coger el aire necesario para que las patas lleven el ritmo de los demás.  Javi y Floren se pierden delante mía al poco de salir y con ellos docenas de corredores... ¡¡Socorro!!

Así pues, cuando entro en el camino dentro del bosque, me comeré casi todo el tapón.  Un tapón que de primeras coges con alivio para bajar pulsaciones pero que al rato empieza a impacientar a todo el mundo.  Ya sabemos que nos queda TODA la carrera por delante pero estos minutos son de oro si no eres un campeón a quien no preocupen los horarios de cierre en los controles de paso.  El de Vega de Enol, junto a los lagos es a las 4:15, llegaré a las 4:02. Por el tapón y sobre todo por un principio de hipoglucemia que resolví echando mano a dos geles y a un paquete de nueces con membrillo.  Mucho barro por cierto en algunas zonas de esta etapa, donde avanzábamos como borrachos tambaleantes, y yo más con el azúcar por los suelos ¡Ay señor!  Mientras remontaba la pájara resbalé y di con la rodilla derecha en unas piedras, noté un fuerte dolor y continué cojeando un rato.   Con eso y una parada por aguas menores todavía fueron más los corredores que me adelantaron.  Después recuperé y alcancé a muchos de ellos pero a pesar de todo llegué con solo 13 minutos de margen al primer avituallamiento.  Como había dicho Javi: Las 20 horas marcadas como tiempo límite por la organización no dejan margen para complicaciones: No tiene que pasarnos nada en esta carrera...

Como anécdota hubo un corredor que pidió agua para quitarse el barro de las manos en el avituallamiento, lo que causó bastantes bromas entre los voluntarios.  Con lo que teníamos por delante lo de menos era el barro... 


 Fotos de Javi con las primeras luces del amanecer.  Son subiendo a Jou Santu, a unos 2000 mts de altitud y con mucho frío.  Yo sobre todo tenía las manos heladas: Los guantes finos que llevaba apenas me protegían pero no me quejaba viendo a otros corredores que iban sin nada.  Durante la subida pude llevar un ritmo bastante regular, quizás no tan bueno como en 2022 pero sin parones.  Además este año había menos nieve y creo que avancé mejor por las piedras que por el blanco y resbaladizo elemento.  

Muchas, muchas ganas de empezar a la bajada hacia Caín por la Canal de Mesones.  Es el descenso más bestia de la carrera y este año me pilló el sol desde el comienzo.  ¡¡Qué gusto el calorcito de estos primeros rayos de sol!!  Tuvimos mucha suerte con la meteo pues aunque el día era despejado la temperatura se mantuvo fresca toda la jornada.  Menos mal.  Dejamos Asturias y entramos en León.

Que no se me olvide agradecer a la organización el despliegue de voluntarios que en esta peligrosa bajada y en todos los puntos clave de la carrera estuvieron atentos para animar y señalar cualquier peligro o complicación que requiriera nuestra atención.  ¡¡Gracias, gracias, gracias!!


Segundo avituallamiento en Caín

En Caín rellené los dos flases y además un tercero que llevaba preparado para afrontar la siguiente etapa, larga y durísima: La Canal de Dobresengos.  También comí como un ceporro: Tres trozos de empanada de atún, dos de tortilla de patata, caldo y café.  Metí un "huesito" a la mochila y retomé la excursión para ascender desde los 450 mts de Caín a los más de 2300 mts arriba de la Horcada de Caín.

Agur Caín




Subiendo Dobresengos pude mantener también un ritmo bastante regular que me permitió liderar un grupo de corredores durante más de la mitad de subida.  Entre ellos había tres amigos que no dejaron de charlar ni en las trepadas más tiesas, algunas como el Canalón, equipadas con cuerda.  Superado ese punto en el que entramos en el bosque y después de unas empinadísimas cuestas de hierba decidí hacer un alto para comer y beber y ya pasaron delante mía.

Dobresengos es una macarrada a la altura de esta carrera.  Al llegar a la Horcada de Caín asomamos de nuevo a Asturias y delante nuestra saludamos a la montaña emblema de la región: El Picu Urriellu.  ¡¡Qué ganas teníamos de verlo!!




Este año había menos nieve y la organización no exigía pinchos para las zapatillas pero el frío del amanecer había dejado muy dura la nieve.  Por suerte los que íbamos casi últimos encontramos una buena huella pero aún y todo pusimos cuidado de no resbalar pues la torta era evidente...  Insistir en que bajar con el culo solo es aconsejable si llevas mallas pues con pantalón corto te puedes quemar en cuatro metros de resbalón.   

Son las 12:47 cuando llego al Refugio de Urriellu.  Solo 13 minutos antes del cierre de control.  Qué desastre.  Aquí están mis amigos Trizurko que han subido a darme todos los ánimos del mundo: Alejo, Adrián, Egoitz y Pedro me insisten en que coma todo lo que pueda sin pérdida de tiempo.  Me confirman que Javi y Floren van muy bien, aproximadamente una hora antes...  ¿Solo una hora?  Vaya, pues no voy tan mal pienso...  Comeré dulce y salado sin orden ni concierto: Empanada, bucaneros, tortilla, panteras rosas y caldo caliente.  Relleno flases: Uno de agua y otro con Coca-Cola, que me han dicho es la chispa de la vida.  Y eso es precisamente lo que me hace falta para superar la siguiente etapa que me ha de llevar arriba de la Collada Bonita.  Que todo lo que tiene de bonita lo tiene de dura... ¡¡No puedo más!!









Gracias Adrián, Alejo, Egoitz y Pedro ¡¡Sois los mejores!!

Después de Collada Bonita no regalan la bajada a Vega de Sotres: Primero hay un tramo muy tieso que incluso está equipado con cuerda por la organización y después sigues por un terreno puñetero donde apenas puedes echar unas carreras cortas.  Pedro me anima observando que puedo bajar a buen ritmo y con seguridad.  La verdad es que mis amigos se habían preocupado viéndome subir a rastras a la Collada pero se alegran de verme vivo bajando a Sotres.  Vivo pero muy muy justo.  Dentro de mí casi veo con alivio como pasan los minutos y que no llegamos abajo:  Seguro que llego fuera de tiempo y se acaban las miserias... ¡¡Qué rica debe estar la cerveza en Sotres donde han dejado el coche mis compis!!

En Vega de Sotres, son las 15:17 y el control cierra tres minutos más tarde.  Casi estaba decidido a dejarlo pero ver aquí a dos compis del Trail Run19, Alex y Pedro que se están preparando para salir y que tienen la misma cara de miseria que debo tener yo, produce en mi un efecto, no sé, como una pastilla mágica (placebo fijo) que me da la chispa necesaria para seguir.  Relleno flases (los tres) y agarrando cuatro trozos de naranja tiro con Alejo por la pista que llanea unos trescientos metros hasta llegar al sendero.  El sendero del infierno que sube por la Canal de Jidiellu, más de 1100 mts de desnivel hasta el Collado de Valdominguero ¡¡Su puta madre!!  Es la última subida. 

¿Necesitas algo? -Me pregunta Alejo-, Nada, tus patas si me las puedes dar...  -Le contesto socarrón-. Me quedan dos geles, tengo sales, magnesio y sobre todo dos bocatas de jamón que no he tenido tiempo de comer todavía.  Además confío en el avituallamiento "pirata" que arriba de Jidiellu montan todos los años unos campeones, los más majos del mundo mundial, con agua fresca y coca-colas, y con esa idea en la cabeza emprendo el ascenso.  Paso a paso, chino chano, tipi tapa... Despacio.  Muy despacio.

Enseguida me alcanzan los Run19, van muy bien excepto Alex que está muy desanimado.  Se quedará atrás y finalmente dejará la carrera en Sotres.  Unas molestias en la rodilla no le han dejado preparar esta carrera como él habría querido y además hoy no ha tenido el día.  Tampoco fue mi día el año pasado cuando abandoné en la GTPE, subiendo la canal de Trea, un día muy muy caluroso.  Hoy en cambio el aire está fresco, mis pulsaciones están bien y sobre todo mi estómago asimila todo lo que le meto aunque sea en desorden: Agua, Coca Cola, sales, magnesio...  Menos dinamita bebo y como de todo. 

Lo malo de Jidiellu es que casi puedes ver toda la canal de abajo arriba.  Y arriba está muy muy alto...

Alcanzo a un chico de Alcázar de San Juan -Castilla la Mancha-, que sube muy bien acompañado por amigos de su equipo.  Uno de ellos me ayudará a subir en el último escalón equipado con cuerda.  No sé si con mis brazos habría podido pero con su ayuda fue fácil. ¡¡Gracias campeón!!

Al llegar arriba solo hay tiempo para echar unos tragos de agua y apretar a correr por un buen sendero que este año está libre de neveros.  Un chico de la organización nos achucha insistiendo en que solo tenemos 35 minutos para llegar a Jitu Escarandi.  Por suerte casi todo es buen terreno y cuesta abajo así que emprendemos la carrera sacando fuerzas de donde no quedan.  En Vega de Sotres no daba un duro por llegar a meta pero ahora veo que si llego a Jitu podré conseguirlo.  ¡¡Vamos!!

Collado de Valdominguero -2145 mts-

¡¡Apoteósica mi carrera!! Primero por camino y pedregales durante unos 4 kilómetros hasta el Casetón de Andara donde haré un alto para echar otro trago.  Bajar a la pista y retomar la carrera es todo uno.  Alcanzo a un par de chicos que como yo, se la juegan para llegar en tiempo y juntos proseguimos dándonos ánimo ¡¡Podemos conseguirlo!!  La pista hace una curva y les digo que detrás veremos Jitu.  Pero no, todavía no se ve.  ¿La siguiente revuelta?  Tampoco.  Nos quedan 10 minutos.  Hay tiempo.

Después de otra revuelta seguimos sin ver el Jitu dichoso, al contrario, tenemos una recta de casi medio kilómetro hasta la siguiente curva ¡¡Y solo nos quedan cinco minutos!!

Y esa curva siguiente fue la última, menos mal.  Llegamos al control con poco más de dos minutos de márgen: Son las 18:28 de la tarde...  Solo quedan 15 kilómetros hasta Arenas de Cabrales y allí el cierre será a las 22:00 horas.  ¡¡La Travesera es nuestra!!

Después de Jitu Escarandi retomé el trote durante unos tres kilómetros alcanzando a diez o doce corredores pero la etapa anterior me había vaciado.  Estaba hecho polvo y en la primera cuesta arriba, aunque era tendida, volví a caminar.  Curiosamente fue andando que me dolían horriblemente las plantas de los pies, de modo que me detuve a un lado del camino, me descalcé y aireé los pieses dos minuticos ¡¡Aaaaay qué biennn!!  


Me adelantaron los participantes que antes había pasado pero no me importó y me incorporé detrás suya hacia la meta ¿Falta mucho para Caoru?  Un montón...  La marcha se hizo eterna y con el sol de la tarde y toda la paliza pasé a ir en modo zombie durante un buen rato.  Después me espabilé de nuevo y ya por fin en Caoru me tiré para abajo un poco más alegre detrás de una chica con la que había ido cambiando posiciones desde Jitu.  La moza era buena bajando y la perdí de vista enseguida pero ya engrané con tres chavales que más o menos llevaban mi ritmo y con ellos hice los últimos kilómetros.

Las 21:44 cuando llegamos a meta.  ¡¡¡Ta fecha!!! 

Javi y Floren. Zorionak!!
Un equipo feliz.  Nos falta Adrián que andaba liado con sus paisanos, jajaja!!!






El final feliz siempre es al día siguiente en Tielve, comiendo en el Carteru.  ¡¡Im Presionante!!


Pues eso: Tercera vez que me tiro a la piscina más honda y peligrosa de nuestras montañas y como siempre, sin saber nadar.  Solo sé flotar como los perrillos pero... ¡¡Es tan bonita!! 

Lo de que no sé nadar, es una verdad a medias: Conservo cierta forma física y me gusta correr por el monte.  Conociendo los números que se gasta la excursión sabía que tenía que prepararla bien, con entrenos largos y mucho desnivel.  Cansando las patas hasta el agotamiento, sufriendo y pasando miseria al menos en tres salidas y si eran cuatro o más mucho mejor.  Cuando me confirmaron el dorsal a primeros de año me propuse todo eso.  Pero por A, B, C y D no lo había cumplido del todo:  La salida más larga fueron unos 55 kmts siguiendo el recorrido de las Tres Ermitas, una marcha de montaña que sale y termina en Irurtzun, cerquita de Pamplona.  Me la curré un mes antes de la carrera y me habría gustado repetirla pero no pude.  Dos semanas antes corrí los 35 kmts de la Nafarroa Extrem y además he metido cinco salidas por los montes de María de Huerva, cerca de Zaragoza, subiendo por el Bco de las Almunias hasta arriba de la Plana, para regresar bajando por las Aristas de Nisupu y el Bco de la Morera, 22 kmts con poco más de 400 mts positivos.  Eso es lo que había y lo que me apetecía hacer, para qué voy a decir otra cosa...




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