Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

jueves, 18 de julio de 2019

Ehunmilak

Ehunmilak, las Cien Millas Vascas.

Beasain, también conocido como el Chamonix Vasco es nuestro destino. Mi tocayo Carlos Nuin y servidor tenemos una hora de viaje desde Pamplona y Zizur hasta la capital del Goierri, la verde y fabril comarca de Gipuzkoa.

Esperábamos -yo al menos- un pueblo gris e industrial entre fábricas y chimeneas pero cuando dejamos la autovía A1 (N1 para los nostálgicos), me sorprende ver un pueblo luminoso, ordenado y bien conservado que se estira a orillas del río Oria entre parques y arboledas.  El sol luce en un cielo azul maravilloso y los prados, bosques y fincas en los montes próximos muestran un verde resplandeciente. ¡¡Viva el Verano!!

Juro que no hubiera venido de haberse mantenido las altas temperaturas que sufrimos en la ola de calor de hace dos semanas pero ahora el mercurio se mantiene en unos valores normales: Las máximas previstas para este finde no alcanzarán los 30 grados al tiempo que las mínimas estarán en unos 8 ó 10 grados. Podrá darse algún chubasco tormentoso la madrugada del Sábado pero nada comparado con las tormentas del año pasado que obligaron a suspender la carrera. Así pues, no hay excusas.

Tenemos parking reservado en la Plaza Gipuzkoa a donde llegamos sin problema guiados por los carteles de la organización. Los voluntarios comprueban nuestra credencial y permiten la entrada. Como no son ni las 11 de la mañana podemos elegir sitio y aparcamos la furgo a la sombra de unos árboles ¡Genial!
Cinco horas y diecinueve minutos para la salida...

Genial también el protocolo de recogida de dorsales y bolsa de corredor en el frontón junto a la Avenida de Navarra. Bajo su cubierta un pasillo bien señalizado nos conduce por las distintas mesas donde los voluntarios comprueban nuestra identificación y material obligatorio y hacen entrega de los distintos materiales para la carrera: Dorsal, camiseta y obsequios diversos, sacos para llevar nuestro material a las bases de vida de Tolosa y Etxegarate y Monitor GPS que permitirá a la organización seguirnos la pista durante toda la prueba. Todo funciona como un perfecto engranaje y en 15 minutos cumplimos el primer trámite.

Tenemos tiempo así que nos detenemos en un bar para almorzar: No sé cómo estoy de azúcar, pero no me resisto a un pincho de tortilla de patatas que con una caña seguro me suben la glucosa, en fin.

Entre almorzar y ordenar trastos se nos echa casi la una así que nos acercamos al Palacio de Igartza, un magnífico edificio del siglo XVI donde estamos invitados a comer. Pasta, arroz, verduras, ensalada, bebidas, fruta y hasta ¡Brazo de Gitano!  Las 7 unidades de insulina serán pocas para mí que no me privaré de nada -ni del postre-.

Entre platos y cazuelas aparece Juan Carlos Ondiviela, un campeón maño con quien he coincidido en más de una aventura, sobre todo en Pirineos. ¡¡Olé olé los buenos amigos montañeros!!  Va a ser su debut en las 100 millas y viene con mucho respeto pero yo le quito hierro recordándole alguna de sus aventuras, y es que hablamos de un finisher de la Aneto Posets 2013, la primera edición del bucle actual, que fue épica por las tormentas y no terminaron ni una cuarta parte de los corredores.
Palacio de Igartza

Qué magnífico lugar y qué comida. Mila Esker Beasain!!

A la mesa llegó Pablo Apesteguía, un joven navarro absolutamente enamorado de las aventuras con zapatillas por el monte, un romántico de melena a lo Lord Byron, que disfrutó igual que yo escuchando las aventuras de Carlos Nuin en Tor des Geants o las de Juan Carlos en mil batallas.

-Os estamos dando la comida- me dirigí sonriente a una pareja que compartía la mesa con nosotros... -¡¡Nada de eso, estamos alucinando jajaja!!- contestaron, pero es que eran muy amables: como os podéis imaginar los locos trailruneros podemos ser muuuuy pesados cuando contamos aventuras.

Solo faltaba juntarnos con Ignacio Olalde, otro navarrico ¡de Falces!, con quien estuve en Chamonix el año pasado para participar él en la Ultra de Montblanc y yo en la TDS.  Ha venido con Olga, su más fiel y guapa seguidora a la que también le espera un intenso fin de semana: Es casi más duro seguir a un corredor que hacer la dichosa carrera.  Que se lo digan también a Fernando Zaratiegui mañana en el Txindoki, donde estará para animarnos en la etapa más dura. ¡¡Esto promete!!

Con Juan Carlos y Olga
José Llanderas, de Lazkao es hermano de insulina y colega de la Asociación Navarra de Diabetes -ANADI- que me da un alegrón cuando se acerca para animarnos. Lazkao está al lado de Beasain, donde él trabaja y nos quiere seguir la pista para recibirnos cuando lleguemos a meta. Si llegamos, claro. José no corre mucho por el monte pues le gusta más el asfalto, también le gustan los retos y me anuncia que este año tiene cita en Nueva York para la maratón más guapa del mundo ¡¡Bravo!!  Seguro que le va de cine pues mi amigo giputxi ya sabe lo que es bajar de 3 horas en esa distancia.

Muchas caras y patas coconocidas: Ahí están Mauri y Aitor, los dos máquinas Adi-Ikes que seguro hacen un carrerón. ¡¡Martin Scofield!! ¿Qué hace un inglés -perdón, escocés- de Huesca en Beasain? Pues lo mismo que yo claro, pero además con la experiencia de una Ehunmilak en las patas conseguida hace dos años, que no es poca cosa. Y muchas más aventuras por supuesto. Igual que sus amigos de Peña Guara: Flora, Silvia y José Vicente. Todos estamos emocionados en los minutos previos a la salida. ¡¡La que se nos viene encima!!

Por cierto mi azúcar a las 16:21 está en ¡¡357!! Lógico, después de dos cervezas, un pincho de tortilla, un plato de pasta y un pedazo de trozo de brazo de gitano -entre otras cosas-. Normalmente limito lo más que puedo los hidratos de carbono pero hoy me he olvidado de todo. Eso sumado a los nervios previos de la carrera... Cuatro unidades de novorapid y listo. ¡Al ataque!



Jorge Ramos ¡¡Un grande de la Ehunmilak!!

Ignacio, yo, Pablo, Juan Carlos y Carlos Nuin ¡¡Cinco patas para un banco!!
Las Cien Millas:

A las seis y al sol de la tarde hace bastante calor. Tras escuchar el sonido de la txalaparta,  el Thunderstruck de Metalica -¡que nooo, de ACDC!-, de Vangelis y su Conquista de América y el Aurresku de honor... ¡¡Salimos como locos a correr!! ¡¡Yujuuuuuuuuuuuu...!!

El yuju es porque la salida es cuesta abajo, pero solo unos metros hasta que llegamos a la Kale Nagusia -osea Calle Mayor- que enseguida dejaremos para tirar a nuestra derecha ahora ya cuesta arriba.

Todo para arriba por una pista que va ganando altura hasta... ¡¡Un tapón!! ¿Un tapón? Sí porque aquí arranca un estrecho sendero por el que debemos proseguir en hilera. Esperamos dos o tres minutos con buen humor y algún silbido para dos listos que se escaquean de la espera.  Anda que no nos quedan horas para correr. Y arrastrarnos...

Ignacio se ha tirado para adelante y lo perdemos de vista enseguida, yo voy un rato con Juan Carlos pero sin decirle nada me dejo "caer" detrás suya. Tengo claro que ambos están más fuertes y en estos primeros kilómetros cada cual debe encontrar su lugar. En cuanto a Carlos Nuin y Pablo supongo que vienen detrás y cerca mía, con ellos sí podré compartir buena parte o la totalidad de la carrera y confío en que pronto iremos juntos. Al pasar junto a un grupo de aficionados puedo escuchar a uno diciendo que más de la mitad de los que ya han pasado no llegarán a meta. ¡Menos val que yo paso después me digo...

Calor en esta primera subida, pero soportable.
Beasain a la izquierda, Lazkao a la derecha. El picacho que se ve no es el Cervino sino Txindoki. ¡¡Y allí al fondo puede verse San Donato!!
Pantano de Arriaran. También podemos ver las cimas de Aratz y Aitzkorri

La primera etapa son 10 kmts y tiene 1050 mts de desnivel ¡Vamosss!
Ya en los minutos previos a la salida me había notado cierta sensación de hambre y será en la primera subida fuerte de la jornada que echaré mano de un gel como precaución ante un posible hipo. Normalmente aguanto mucho sin tomar nada pero esas 4 unidades de insulina que me he puesto a las cuatro están multiplicando por dos su poder de comer glucosa, sobre todo con estos cuestarrones.

En Mandubia tenemos agua, isotónico, fruta y tomate. ¡¡Tomate con sal!!  Me pongo hasta las trancas de eso último y finalmente agarro un cacho de plátano para proseguir la marcha. Agur, agur!!

Antes de llegar a Zumárraga alcanzo al grupo de Peña Guara: Martin, José Vicente, Flora y Silvia caminan o corren según la pendiente y el terreno y más o menos llevan mi ritmo. He bromeado con Martin recordando los dos nuestras miserias con el estómago en la Ultra de Guara hace unos años y cómo nos ayudó el jengibre que llevaba el escocés. Hoy también lleva encima su mágica poción, además de la cámara con la que últimamente graba algún video que otro.

A Zumárraga llego antes que ellos. Pablo y Carlos Nuin siguen sin pillarme. El primero insistía en que su objetivo era llegar y le daba igual hacerlo en 48 horas que es el tiempo límite. Carlos por otro lado tiene la cabeza muy fría y se lo tomará con calma, lo mismo no me pilla hasta el km 100...
Olga nos pilló a Ignacio y a mí con la cámara llegando a Zumárraga. ¡Qué bien vamos!
 Ambientazo en Zumárraga, muchísimo público animando a nuestro paso, es el km 20 y hay avituallamiento líquido y sólido. Como jamón serrano y de york, queso, frutos secos, tomate con sal por supuesto, un vaso de caldo y un café. Sé que es mucho, pero no me arriesgo a un pajarón... Por cierto, mi azúcar antes de comer estaba en 72. Son más de las 9 cuando salgo del avituallamiento, me han revisado el material obligatorio pidiendo que enseñe la manta térmica. Ok aquí está. Agur agur!!

Va oscureciendo conforme ganamos altura y dejamos el pueblo abajo en el fondo del valle. Prados, caseríos y bosques de pinos mezclados con avellanos, roble y castaño...
Zumárraga. Ultimas luces del viernes


 Vuelvo a juntarme con Martin y los suyos. Resulta que Silvia tiene molestias en una rodilla y no anda fina en las bajadas, me comenta que no se la va a jugar y que si le duele mucho lo dejará. Ella y Flora corrieron la Ultra del Sobrarbe hace menos de dos semanas logrando unos magníficos 2 y 3er puesto pero ahora con la excursión que tenemos por delante casi se arrepienten de haberse exprimido tanto. Vaya dos valientes.

Refresca y hago una parada para quitarme la camiseta de tirantes -totalmente chirriada- cambiándola por una térmica de manga corta que con unos manguitos me irá de cine para proseguir en esta noche de verano, que va a ser fresquita pero pasaremos sin chaqueta. Otra cosa es que estuviéramos tomando un café sentados en una terraza.

Entre Gorla y Madarixa me dará un bajón, lo noto. Y eso que he comido un cacho de membrillo. Rebusco en la mochila alguna otra cosa pero no encuentro más que frutos secos ¡qué desastre! Entre eso y el membrillo aguanto el tipo como puedo cuando a la vuelta de unos árboles nos topamos con un caserío y unas señoras a una mesa ofreciendo café caliente, agua, pastas ¡y flan de huevo! Madre mía ¡flan de huevo casero! ¡Qué rico! Un mozo a mi lado le dice a una de las mujeres que en Valencia, si un día va, que tiene casa. Y es que es de agradecer su cariño ofreciendo un avituallamiento "no oficial" que ya es casi patrimonio de la Ehunmilak, de hecho a todos nos habían hablado de ello. Lo dicho: el flan cojonudo. Pero creo que ya les quedaba poco, los últimos no sé si podrían probarlo. Una cosa: también tenían pacharán casero... Que no sé si lo probó algún valiente.

Estos dos se lo pasaron bien toda la carrera...

En Madarixa repongo más gasolina: Caldo y café que no falten, además de algún cacho de sandía y sobre todo jamón y queso que por supuesto como sin pan. Pillo unos membrillos y adelante que la noche está buena para pasear... Pero en ese momento viene Carlos Nuin y me quedo un poco: -¿Qué tal campeón, cómo vas?- le pregunto a mi compa de Trizurko. -Bien, voy bien pero muy tranquilo, tú no me esperes y arranca ya-, me insiste. - Y a Pablo ¿no le has visto? - Me contesta que han ido juntos hasta Zumárraga pero que después le ha perdido la pista. Luego sabremos que nuestro amigo de aventura lo dejó allí pues no se vio con fuerzas. Me fastidia porque seguro que de haber ido en cuadrilla no lo habría dejado o por lo menos habría tirado más kilómetros ¡Anda que no somos pesados, para dejarle marchar...!

Arranqué por fin hacia Azpeitia despidiéndome de Carlos con un hasta luego y volví a alcanzar a los de Huesca con quienes fui unos kilómetros: Resulta que la mujer de José Vicente también anda con el azúcar a vueltas y hablamos un poco de la diabetes y otras enfermedades. Lo que yo digo: los celíacos lo tienen peor, porque ellos no pueden comer un montón de cosas, nosotros con ponernos insulina... El que no se consuela es porque no quiere, como Silvia su compi de equipo, que en cada avituallamiento me la encuentro poniéndose hielo en la rodilla, madre mía con la de millas que nos quedan...

En la bajada a Azpeitia tiraré para delante solo solito disfrutando de un trote regularcillo mientras contemplo la bella postal de las luces del pueblo en el fondo del valle. Los 700 mts de desnivel que hay que bajar se hacen largos a la luz del frontal hasta que a eso de las 3:40 del Sabado entro en las primeras calles, desiertas a estas horas a excepción de alguna cuadrilla que termina las últimas copas a la puerta del bar.

Kilómetro 53 ¡ya queda menos! El poli de Azpeitia está muy animado y da gusto sentirse tan bien tratado por los voluntarios que super atentos y amables te dan lo que les pidas: Caldo y café -por cierto menos mal que es tipo americano porque si no nos daba una subida de cafeína...-. El estómago sigue bien pero ya no me apetece comer tanto, pillo un poquito de jamón york y de queso, y el café (sin azúcar por supuesto) lo acompaño de unas pastillas de chocolate que entran riquísimas. Mi azúcar antes de comer nada estaba en 114 -buena cifra-.
Juan Carlos e Ignacio en Azpeitia.
Y reanudamos la aventura. Todavía hay alguna cuadrilla apurando la noche que me despide y anima, jeje ¡qué marcha! La mía y la suya...

Cuando bajaba al pueblo miraba de reojo una montaña enfrente por la que subían lucecitas. Ahora soy yo una de esas lucecitas que poco a poco pero sin detener el paso va ganando altura. Quinientos metros de desnivel hasta unos altos por los que puedo trotar a buen ritmo pues son llanos y pican para abajo. Se nos echa la niebla y es un poco incómodo ir con el frontal pero no queda otra. Por suerte las marcas fosforitas se ven de cine y están muy seguidas, nadie se va a perder esta noche.

Escucho unas voces acompañadas de risas: Un grupo de voluntarios o de aficionados nos señala el inicio de una cuesta monte arriba al tiempo que nos anima: -¡¡Venga, solo os quedan 100 kmts!!- Es que se parten los tíos, qué cabrones, pienso.  Pero yo también me río, me mondo...

Y es que voy muy agusto, animado. En esta subido alcanzo a uno, dos, tres... A varios grupos de corredores. Tirando de bastones mantengo un buen ritmo mientras noto que la máquina: patas y caja, funcionan sin queja alguna. Empieza a amanecer y a nuestros pies se muestra un paisaje cada vez más guapo de valles y caseríos entre fincas y bosques con jirones de niebla estirándose por aquí y por allá. Chulo, chulo.  Sacaría el móvil y haría mil afotos pero primero: tiene poca batería, segundo: se me ha mojado un poco y tercero: hay poca luz y luego las fotos salen mal. Así que sin perder el tiempo troto y adelanto a más corredores hasta llegar a Zelatun.

El refugio de Zelatun está al pie de unos peñascos. Ahí arriba el monte Hernio se levanta hasta los 1078 mts, pero nosotros no subimos a su cima, el camino tira un poco para arriba y prosigue a media ladera en dirección Sudeste. Es un sendero montañero con subi-bajas continuos. En nuestro librito de ruta, una mini libreta que describe cada etapa en 16 hojas, vamos en la nº 7 y observamos dos pequeños toboganes antes de llegar a la super bajada a Tolosa: casi mil metros de desnivel para abajo todo tieso.

Mi bajada es una gozada: las patas estás fuertes todavía y me llevan con seguridad salvando algún escalón que otro y estirando la zancada cuando el terreno lo permiten. Continúo dando caza a algún que otro corredor. Alcanzo a Marcos, un colega de Zaragoza inconfundible con su cachirulo a la cabeza (el buff lo inventamos los maños). Le veo muy bien, fuerte y animado pero yo estoy más loco y me tiro montaña abajo hacia Tolosa como si allí estuviera la meta. ¡¡Adios, adios!!

Tolosa - km 77- también está a las orillas del Oria. En su polideportivo está la primera Base de Vida de la carrera donde puedes ducharte y cambiarte de ropa si has dejado material. Yo solo he preparado bolsa para la 2ª Base de Vida en Etxegárate -km 130-, así que solo perderé tiempo en comer. Son las 8:15 y mi azúcar está en 150.

Cuando llego veo a Ignacio y Juan Carlos que se preparan para salir. Me sorprende alcanzarles aquí pues pensaba que irían más rápidos pero estos pájaros quieren asegurar el objetivo y no quieren correr riesgos. Me dan una mala noticia: Carlos Nuin también ha dejado la carrera. Se ha retirado en el km 66, no tenía lesión pero no le daban las piernas y no quería sufrir por sufrir. Pienso lo mismo que con Pablo: que de haber ido juntos no le habría dejado marchar. En estas excursiones tan largas las miserias lo mismo que vienen se van y quedan atrás. Lo jodido es aguantarlas el rato que están contigo y si vas solo es más duro...

Estos dos se despiden de mí y yo me quedo comiendo unos macarrones con tomate y queso que están de rechupete. Me he puesto 3 uds de novorapid así que además me regalo con un café, chocolate y unas pastas. ¡¡Me pongo hasta el culo!!

Aquí coincido también con Jorge Ramos -de Vitoria- y con Marcos Gargallo -de Zaragoza-. Todos estamos enteros y animados, pero mantenemos el máximo respeto a esta aventura a la que todavía le quedan más de 90 kilometracos.

La etapa entre Tolosa y Amezketa que pasa por Jazkue Gaina discurre por una zona de caseríos y montes típica del País Vasco, con largas y empinadísimas pistas de cemento que suben y bajan entre bosques y prados. Hay también senderos escondidos debajo de las hayas donde todavía podemos trotar con alegría, por lo menos yo que no pierdo de vista a una chica polaca sueca, creo que se llama Sofía, con la cual intercambio posiciones durante muchos kilómetros. Gracias a ese juego adelanto bastantes puestos y la etapa se me hace más entretenida.

Por cierto va haciendo calor pues el sol ya está muy arriba en otro día totalmente despejado. Hay nieblas agarradas en algún alto pero en esta etapa nos pegará de firme. Junto a un caserío, además de agua ¡y cerveza! nos han preparado una manguera para echarnos agua y me rocío la cabeza a placer ¡qué rica! Con eso consigo refrescarme lo suficiente para continuar. A las 10:40 en Jazkue Gaina tengo 280 de azúcar, justo hace un rato me había comido tres picos de membrillo así que no me preocupo demasiado por el subidón: Me pongo 3 uds de novorapid y prosigo la marcha.

Amezketa es el km 96. Justo llego y salen para arriba Juan Carlos e Ignacio acompañados por Olga. Yo ni pienso en tirar con ellos y me dirijo al avituallamiento para comer un poco y sobre todo tomar un café con chocolate. Decir que en casi todos los avis debo rellenar los dos bidones de agua -1/2 litro cada uno- que porto en la mochila lo cual es señal de que me estoy hidratando como es debido.

Empieza la etapa más dura y macarra: 12 kmts hasta Uarrain, en lo alto de Aralar, pasando por el collado de Txindoki y nuestro primer objetivo al salir de Amezketa. ¡¡1750 mts de desnivel positivo!! ¡¡Vamooooossss!!

Por el sendero nos cruzamos o pasamos junto a grupos de montañeros y todos nos animan pues saben que llevamos 100 kmts de paseo en esta parte de la aventura. La más bonita.  Ambiente casi de Zegama o de Tour de Francia, solo nos faltaría la bicicleta jeje...

Tenemos mucha suerte: hace calorcillo pero unas nieblas enganchadas al Txindoki nos quitan el sol, que cuesta arriba nunca es bien recibido.  Engancho a Ignacio y a Juan Carlos en una fuente de la que apenas sale un hilo de agua. Justo me mojo la gorra y continúo con ellos y con Ioritz un chaval majísimo de Zaldibia -próxima a Beasain-. También está Olga y Fernando Zaratiegui que viene desde Lizarrusti, así que somos seis animados montañeros los que llegamos a la segunda fuente -más abundante- justo debajo del collado. Aquí rellenamos bidones y nos remojamos. ¡Qué rica!

Collado de Txindoki, mil ciento y pico metros de altitud. Estamos dentro de la niebla y la magia de la txalaparta nos da la bienvenida a los altos de la Sierra de Aralar.

Ha sido duro subir a Txindokiko Lepoa pero los subi-bajas que todavía quedan por estos pastizales son más duros todavía. Pese a ello somos un grupo dicharachero y no nos cansamos de hablar ni decir disparates: la medalla al hablador de oro estará muy reñida entre Juan Carlos y Fernando, pero el resto no nos quedamos muy atrás.
Ahí estoy con Juan Carlos, Ignacio eta Ioritz ¡Los Cuatro Magníficos!
Gracias a eso mantenemos el humor y conseguimos llegar al avituallamiento de Uarrain -1400 mts-, una tienda de campaña y unas mesas en la hierba con los voluntarios más altos, guapos y simpáticos de toda la Ehunmilak (eso es porque esta etapa es la más dura).  Beberé agua y kas de limón ademas de varios cachos de sandía ¡hacía siglos que no bebía kas de limón!

La siguiente etapa tiene solo 8 kmts hasta Lizarrusti y es casi todo bajada. Buen terreno donde podemos correr bastante -¡Todavía podemos correr!-. Y no solo bajando, también trotamos pasado el embalse de Lareo en la ruta que discurre por el antiguo ferrocarril que hace cien años llegaba hasta unas minas. Bosques de cuento -de gnomos y pitufos dice Juan Carlos- con bonitos caminos que nos llevan a Lizarrusti.

Kilómetro 116. Son las 16:09 y mi azúcar está en 108, así que puedo comer a placer, sobre todo unas pastas y unos chocolates junto con el café ¡me está gustando el café tipo americano de Ehumilak!

Nos despedimos de Olga -que irá a Beasain a esperarnos- y de Fernando, que no se corta diciendo la muchísima envida que le damos. No obstante hoy se ha metido más de 30 kilómetros de montaña y zapatillas por unos montes de tres estrellas ¡Ya querrían muchos campeón! ¡¡Adios, adios!!

De Lizarrusti a Etxegárate hay 14 kmts muy pesados casi todo el rato por un bosque de hayas. Primero hay una fuerte subida de casi 400 mts positivos y después tropecientos subi-bajas, toboganes pesadísimos en los que apenas trotamos en las bajadas. Esto es la Sierra de Alzania, muga entre Gipuzkoa y Navarra.

En Lizarrusti había bastante gente pero por aquí solo vemos a dos o tres corredores, entre ellos a Sofía, la chica sueca. Les he dicho a mis compañeros que la moza es muy callada y que el rato que he ido con ella ni conmigo ni con los voluntarios de los avituallamientos abría la boca. En Jazkue Gaina al verla comer sandía con sal le he señalado el tomate pero no me ha hecho ni caso. Por cierto y cuando no me veía nadie probé esa mezcla y la verdad, prefiero la sal con el tomate...

Ahora viene cuatro pasos detrás nuestra como buscando compañía y seguridad. Ignacio que habla bien en inglés le invita a unirse al grupo: -You're welcome- pero la moza no hace ni contestar. En fin.

Bajada trotona a Etxegárate donde nos adelantan dos o tres corredores. Km 130 y 2a Base de Vida.

Al entrar en la carpa del avituallamiento vemos de reojo que nuestra amiga Sofía se sienta llorando en una silla. Su aventura terminará aquí, no sabemos el motivo porque hasta aquí la hemos visto fuerte.

Es un verdadero placer ducharnos con agua caliente y cambiarnos de ropa. Yo hasta de zapatillas: aquí dejo las Dynafit Ultrapro y me pongo las Xodus de Saucony. Ambas me irán bien y terminaré la excursión sin una sola ampolla.

Son las 8 de la tarde y tengo el azúcar en 86 ¡perfecto para unos macarrones! ¡Y dos huevos duros con sal! ¡Y tomate por supuesto! Y un caldo y un café con una pasta, ¡no, con dos!

Al salir de la carpa Ioritz se despidió de su novia y una pareja de amigos. Tres campeones que esa noche apenas dormirían pues también fueron a animarle a Mutiloa y a la meta. ¡¡Olé olé!!

A San Adrian llegamos ya con los frontales. La niebla ha venido otra vez a jugar con nosotros y a castigarnos la vista reflejando la luz. Los cuatro acusamos ya el cansancio pero todavía tenemos ganas de hablar: de Zegama, porque ya estamos en el territorio de la carrera por montaña más famosa del mundo, de cine, de libros... Pasamos de uno a otro tema sin orden ni concierto: Ioritz nos ha contado ya sus aventuras hace dos semanas en la Ultra Trail Picos de Europa, no confundir con la Gran Trail Picos de Europa. En la de Ioritz no hubo ni duchas en meta y eso que nuestro campeón vasco llegó entre los 30 primeros, entre eso y otras anécdotas no nos la recomienda.

A propósito del Túnel de San Adrián por donde pasaremos antes de subir el Aitzkorri les hablo de la Trilogía de la Ciudad Blanca, las tres novelas de serie negra con las que su autora Eva García Sáenz de Urturi ha puesto Vitoria en el mapa casi lo mismo que Isabel Redondo con Elizondo, la capital del Baztán.

Hablamos de películas como Dersu Urzala -El Cazador-, de Akira Kurosawa o "El Renacido" donde Leonardo Dicaprio salva la vida metiéndose dentro de un caballo muerto (el frío que tenía que hacer)...

Os aseguro que la subida a Aitzkorri detrás de Ignacio fue dura no, durísima. Y es que ya llevábamos 140 kmts en las patas, pero es que el jodido Ignacio no nos dio cuartel y no detuvo el ritmo apenas hasta llegar arriba. Juan Carlos, Ioritz y yo le seguimos unos metros detrás absolutamente sofocados.  Aaaaaay qué paliza llevamos.  En la subida se nos unió un mallorquín que iba un poco tocado: molestias en un muslo pero sobre todo conjuntivitis en uno de los ojos que apenas podía abrir. Se vino con nosotros hasta arriba pero después nos dijo que siguiéramos que no quería retrasarnos. Le insistimos pero se quedó.

Solo deciros que al llegar delante del refugio de Aitzkorri donde un grupo de voluntarios nos felicitaba y animaba a todos y cada uno de los campeones que llegábamos, me agaché, me arrodillé y besé el suelo ante las risas de la concurrencia. ¡¡Jamás he deseado tanto llegar a la cima de un monte!!

Nos advirtieron de posibles tormentas, de hecho se oyó algún trueno lejano mientras subíamos pero por suerte el único meteoro digno de mención fue la niebla, además de un aire bastante fresco que nos obligó a poner el cortavientos bajando a Urbía. Yo hasta unos guantes finos me puse y bien agusto.

La bajada a Urbía se nos hizo penosísima: Roca pulimentada y resbaladiza por el paso de miles de giputxis (y vizcaínos, navarros y maños) que suben y subirán a estas cimas. No quiero ni pensar en esta excursión con más agua y barro... ¡Madre mía!

En los prados de Urbía hace frío, pega aire y la niebla moja agusto. Dentro de la txabola de pastores donde unos voluntarios nos ofrecen agua y café caliente se está super bien con la cocina encendida ¡qué agusto nos quedaríamos a dormir aquí! Ignacio aprovecha que están los de Cruz Roja para que le curen unas ampollas y en unos minutos con unas compeed en los pieses está listo para seguir.

Entre la noche, la niebla y que las marcas estaban más espaciadas tuvimos dificultades en seguir la ruta. En ocasiones nos abríamos en abanico para buscar entre todos el destello de la siguiente marca. Junto a la ermita de Urbía sabíamos que estaba la subida a Andreaitz, para cruzar la sierra por Lugaitzeko Lepoa, que es la última subida de la maratón de Zegama y casi de la Ehunmilak.

Pero no veíamos ni una sola marca. ¿Qué hacer? ¿Volvemos? Proseguir monte arriba sin dirección nos puede llevar a cualquier parte. Menos mal que Ignacio recordó que tenía grabada la ruta en su pedazo de reloj, cosa que no teníamos los demás (los tracks). Fue ponerlo y tirar en la dirección señalada por Ignacio que vimos una marca, y la siguiente, y otra más... ¡¡Bravo Ignacio!!

Nos detuvimos un minuto para esperar a un corredor que resultó ser el mallorquín y los cinco volvímos a entrar en calor para superar el paso, solo 200 mts de desnivel pero pesados después de tantas emociones.

Oazurtza es una chabola en el km 148 donde los voluntarios casi nos obligan a sentarnos para traernos todo lo que queramos pedirles. Hasta nos soplarían el café si se lo pidiéramos ¡qué majos sois chavales, de verdad! No por ello dejan de bromear con la locura que estamos haciendo y entre todos hay un ambiente de fiesta de la leche. Tanto es así que Juan Carlos pide hasta kalimotxo, se lo pusieron flojito de vino, pero le sentó divinamente ¡qué tío!.  Aquí nos despedimos del mallorquín a quien le piden que descanse un poco a ver el ojo cómo va y proseguimos a por la etapa nº 15 que nos lleva a Mutiloa. Serán 10 kmts.

Dejamos el monte y ahora casi todo el rato vamos por pistas de tierra y cemento, todavía hay tramos de sendero pero menos.  Aquí nos cayó el sueño creo que a los cuatro. Juan Carlos decidió meterse caña -ya sabía yo que estaba fuerte este pájaro- y se adelantó hasta Mutiloa donde nos esperó. Dice que solo 10 minutos pero yo creo que fueron más.

Ignacio, Ioritz y servidor también llegamos a Mutiloa pero casi a rastras y yo en zig-zags del sueño que tenía. Las charletas se habían terminado, nuestro coco, o el mío al menos estaba en modo -off- y me costaba esfuerzo cualquier cosa que no fuera ver donde ponía el siguiente paso.

Pasamos Zerain y por fin llegamos a Mutiloa. En el frontón hay poca gente: Está Juan Carlos que no se ha dormido ni mucho menos y unos pocos voluntarios adormilados. ¡¡Ah y también están los fans de Ioritz!! Así cualquiera ¿Eh campeón?

Mi azúcar a las 4:44 está alto: 190, pero tengo, tenemos 10 kmts para quemar toda la gasolina así que no me pincho nada de insulina.

Solo una subida pequeñita y después toboganes suaves hasta Beasain. Eso vemos en nuestro librito de ruta. Así que vamos allá. El sueño parece que se nos pasa porque ya vemos el final del viaje. ¡¡Sí señor!!

Dos horas y treinta y tres minutos nos llevó alcanzar la meta. Jose Llanderas se acercó desde Lazkao para salir a nuestro encuentro a unos kilómetros y juntos llegamos todos a Beasain.

Lo malo: que mis colegas quisieron hacer corriendo el último kilómetro. Lo peor: que además fueron a un ritmo terrible. Lo más peor: que yo no podía quedarme atrás y no sé de dónde hostias saqué fuerzas. ¡¡Cabrones!!

Mil gracias Jose por el vídeo de nuestra llegada. Mila Esker!!



Por cierto...

Que los dos campeones y dos campeonas de Peña Guara también lo consiguieron, olé olé doña Flora y doña Silvia, olé olé Martin y Jose Vicente. Y olé olé Marcos Gargallo, mi maño preferido, que tenía alguna duda en Tolosa pero ya tiene una Ehunmilak en la saca.

Que Mauri y Aitor se cascaron un pedazo de carrerón consiguiendo 29 horas en meta ¡¡estos no pasaron sueño la segunda noche!! ¿Qué segunda noche?

Que Jorge Ramos consiguió también un pedazo de crono bueno, bueno: 33:46 que para mí lo quisiera. Este también durmió un poquillo la noche del domingo...

Que con las emociones de meta no nos despedimos de nuestro compañero de aventura Ioritz, un tío majísimo al que acabo de fichar en el feis y a quien ya mismo le envío este ladrillo para que se lo lea a los nietos en las frías noches del invierno allá en Zaldibia. ¡¡¡Pero seguro que nos encontraremos en otra!!!

El protagonista de este video no lo consiguió pero tanto él como la película nos enseñan qué es esta carrera. Qué son las Cien Millas Vascas. Ehunmilak. Precioso. 

8 comentarios:

  1. Leo hasta Mandubia
    Leo que hay MUCHO TOMATE :)

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    1. Como en la G2aundiak que ya te he visto cómo has volado campeón!!

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  2. Carlos, eres sencillamente un Crack. Qué capacidad de síntesis cronológica y qué bien redactado!!! Gracias por el blog y tus buenas Palabras

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    1. Gracias a tí por tirar del grupo en la subida al Aitzkorri, ¡Que estás muy fuerte! Gracias por llevar grabado el track y sacarnos del apuro en Urbía y gracias por ser un tío tan majo!! Ignacio for president!!!

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  3. Qué grande!! Muy emocionante y un gusto leerte...lo malo, que pone los dientes largos jaja. Un abrazo Carlos!!

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    1. Gracias Koldo!! No tengas prisa por meterles cien millas a esas patas tuyas, pero si te decides la Ehunmilak es una prueba de lujo: nos pilla cerca, la organización es magnífica, el trato mejor y las montañas vascas son preciosas. La fama y el glamour puede que estén en Chamonix -y el Montblanc también-, pero los de Beasain les pueden enseñar unas cuantas cosas.

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  4. Grande Carlos, como disfrutas y como nos haces disfrutar al resto, que maravilla! 100 millas es para pocos y en ese terreno para menos aun!

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    1. Gracias Borja!!! Correr cien millas es un reto tan chulo como correr la Behobia o la media maratón de la ciudad donde vives. Lo único es que como te pegas mucho más rato te pueden pasar un millón de cosas que, de hecho te pasan: Problemas de tripas, ampollas, calambres, sueño, una torcedura de tobillo, una caída o simplemente que la cabeza diga "ya vale"... Por eso nos atrae y es una AVENTURA. Y la vida sin aventuras no nos gusta tanto.

      Por cierto: He puesto las cosas que nos pueden pasar a nosotros pero luego está la meteo, que este año ha sido ideal: ni mucho frío ni mucho calor (no quiero ni pensar la subida al Txindoki bajo un sol africano), ni tormentas como el año pasado... Por no haber casi ni teníamos barro, o en muy contados sitios. En definitiva: Este era el año para correr la Ehunmilak. Al menos en mi caso.

      Pon la Ehunmilak en tu calendario del 2020. Te servirá de super motivación durante todos los meses que faltan y serás el más feliz de la tierra ese fin de semana. ¡¡Vamosssssssss...!!

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