Me gusta correr, por los senderos de un bosque o por las calles de una ciudad ¡¡me da igual!! Las sensaciones son diferentes: En el monte sufro como un perro cuando toca subir pero me animo pensando en el disfrute de la bajada... ¿Y por el asfalto de las calles? Aquí normalmente no hay subidas, salvo que corramos por la ciudad de San Francisco, claro, pero igualmente sufro como un perro porque exijo más velocidad a mis patas y el corazón coge las mismas revoluciones o más que en una subida fuerte por montaña. En la montaña puede formarse un "tapón" de corredores y puedes tomarte un respiro, pero en el asfalto no, hay que correr todo el rato a tope -o como puedas- desde que pasas bajo el arco de salida.
Pero en el asfalto también disfruto. La sensación de correr a buen ritmo y mantenerlo a lo largo de un kilómetro y otro, y otro más... Es de plenitud. Pero en segundos puedes pasar de la euforia al terror si te notas desfallecer y ves que todavía faltan dos kilómetros para la meta ¡¡o diez o veinte!! Pero aprietas los dientes, pones más energía en el braceo y entonces recuperas el ánimo y el ritmo. Lo voy a conseguir, piensas, y te concentras de nuevo en la zancada, en la respiración en... ese chico con camiseta roja al que llevas siguiendo desde el kilómetro 2, por ejemplo. ¡¡Qué fácil es disfrutar y tocar la felicidad aunque sólo sea durante
una hora, treinta y cinco minutos y veinticinco minutos!!
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Aquí con Javi, más contentos y más nerviosos que para qué... |
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tres mil elementos en pantalón corto, me resultó curioso
no encontrar ninguna cara conocida en la multitud. |
Además en esta carrera iba a compartir nervios y kilómetros con mi hermano Javi, que tras un largo paréntesis sin ponerse las zapatillas lleva más de un año entrenando formalmente, los dos hemos pasado un invierno regular: él con molestias en un gemelo y yo con la rodilla, pero ya estamos listos ¡¡Vamos!!
La mañana del domingo 11 de mayo salió fresquita en Zaragoza, cielo con nubes altas que tapaban el sol y un leve viento cierzo que no llegaba a molestar, menos mal, porque cuando llegué la tarde anterior el termómetro marcaba 30 grados.
Apretados entre los tres mil corredores, mi hermano y yo nos deseamos suerte en la salida a las 9 en punto. Primeros metros despacio, buscando nuestro sitio: yo quería correr entre el globo de 1:30 y 1:35 y Javi buscó su sitio entre el 1:40 y 1:45, los dos pecaríamos de optimistas por un poco, pero los dos llegamos a la meta en la Plaza del Pilar, eso es lo importante.
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Primer kilómetro de carrera por el Puente de Santiago
¡¡qué bien iba entonces!! |
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Al igual que en la Maratón de 2012, algunos colegios habían organizado
grupos de chicos para animar ¡¡Muchas gracias campeones!! |
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Venga Javi!!!!!!!!!!!!!!! |
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Gran parte de la carrera fui junto a esta chica a quien todo el mundo
conocía y animaba: ¡¡Ana, Ana, Ana, Ana!! |
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Primer paso por la Plaza del Pilar |
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últimos metros antes de la meta por la calle Alfonso |
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¡¡Venga Javi!! ¡¡Ya estás campeón!! |
Yo quería "quemar la carbonilla de las bujías" y poner el motor a buena velocidad durante el mayor tiempo posible, y puede decirse que lo conseguí durante la primera mitad de la carrera, después mi caja acusó el esfuerzo y el resto me supuso de 10 y 20 segundos más cada kilómetro, confío en que la aventura me sirva para mejorar un pelín la velocidad de mis patas en las próximas carreras de montaña. A ver.
En cuanto a mis glucemias a las 7:22 antes de desayunar tenía
132, y a las 11:42 al llegar a casa
116. Comí un plátano minutos antes de la salida y durante la carrera no tomé nada -ni agua bebí-, al llegar a meta bebí dos botellines de agua y comí una naranja. Me noté bien durante todo el tiempo.
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