Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 30 de diciembre de 2024

Quedada Navideña de Trizurko y...

 ...Y amigos.

Con David Senosiáin, Alejo, Carlos Nuin, Ascen, Roberto, Rebeca, Oscar, Alberto, Jorge, Irantzu, Yolanda, Pello, Pedro Armendáriz, Maika, Pedro Munárriz, Claudio, David Allegue, Egoitz y Joseba.  Veinte campeones que en dos grupos hemos subido hacia el Mortxe saliendo desde Asiain, a orillas del río Arakil que baja bastante hermoso estos días.

Grupo A, dirigido por Alejo, compuesto por todos los que han querido ir tranquilos, caminando y con tiempo para hacer fotos tan chulas como esta, de Claudio, que ha sabido pillar una de las partes más bonitas del recorrido: La senda que baja por el Barranco de Arlekoa, entre quejigos y encinas, aquí con un ambiente mágico en la frontera entre la luz y el sol que reinaba arriba del monte y la fría niebla que hoy no se ha levantado en todo el día del fondo de los valles y la Cuenca de Pamplona. El grupo A ha salido de Asiain a las 8:00 en punto.





Grupo B, dirigido por Egoitz, Oscar y los dos Pedros, que están fuertes como el vinagre. Seguidos de Jorge e Irantzu que están igual de fuertes ¿O más?  Más flojillos, pero sin rendirnos, cerrábamos filas Rebeca, David, Pello y un servidor.  Nosotros hemos salido a las 8:30.

Nuestra aventura ha empezado muy bien, trotando a ritmo a orillas del Arakil durante dos kmts y medio hasta que llegados al depósito de aguas de Eguillor hemos empezado la subida hacia el Mortxe, dentro del bosque y siguiendo las marcas del GR220.

Ha sido salir del bosque y salir de la niebla al calorcito del sol ¡¡Viva!! Entre eso y que hemos pillado a los amigos andarines hemos tenido que apretar dientes y hacer como que corríamos. Pero solo ha sido teatro porque hasta la cima hemos ido juntos y de charla.  





Después de unas pocas fotos, los corricolaris tiramos a la carrera hacia el Sarbil, allá lejos al otro lado de una extensa meseta.  Arriba del Sarbil, también llamado Cabezón de Etxauri, disfrutaremos del calor del sol y echaremos un bocado mientras contemplamos el mar de niebla que ocupa toda la Cuenca de Pamplona y que llega casi hasta arriba del Perdón.

El grupo B se tiró directamente hacia Asiain por el Barranco de Arlekoa.  La cosa era llegar más o menos a la vez al almuerzo. ¡¡Y lo conseguimos!!




En la ermita de Echauri se estaba muy bien pero nosotros también bajaremos del Cabezón rodeando la cima para volver sobre nuestros pasos y cruzar de nuevo la meseta hasta desviarnos hacia el Barranco de Arlekoa, donde dejamos el calor del sol para entrar en el bosque, aquí frío y helado. Hayas primero, encinas y robles más abajo, el camino nos lleva en línea recta hacia la niebla. Brurrrr qué frío!!


Objetivo conseguido: Cuarenta huevos fritos (alguno más), seis chistorras, medio jamón y una cazuela de callos, todo bien acompañado de dulces y cafés ¡Y chupitos!  ¿Quién dijo que hacía frío abajo en el valle?

La ruta larga corriendo

¡¡¡¡¡ Feliz Año a todos !!!!!

martes, 8 de octubre de 2024

Pico Tendeñera y ...

 ... Y Punta de la Ripera.  

Dos cimas guapísimas que se elevan sobre un paisaje de cuento y más en estos primeros días del otoño, cuando los altos puertos van cambiando al amarillo y en los bosques asoman puntos rojos y naranjas entre un verde que todavía es el jefe de los colores.

Desde el sur, en el Valle de Tena, cuando subes de Biescas hacia Panticosa, puedes ver las blancas paredes de la Sierra de Tendeñera. Desde la Ermita de Santa Elena se levantan hasta Peña Blanca y Peña Roya, se estiran hacia Sabocos y continúan mucho más lejos hacia el Este, hasta la Peña del Forato, la Punta de la Ripera y el Pico de Tendeñera, techo de la sierra,  y siguen todavía hasta la Peña de Otal  para descender sobre el río Ara, cerca de Bujaruelo.  Por cierto, aquí también hay una ermita de Santa Elena.  ¡¡¡Viva Santa Elena!!!  ¡¡En el Serrablo y en el Sobrarbe!!

Un castillo erizado de torres y almenas, con ventanas y simas que atraviesan las murallas de caliza.  Y con defensas o contrafuertes al Sur: Monte Sarase,  Toronzué y  Mondiciero.  No se caerán esas paredes todavía.




Javi y yo llegamos a Linás de Broto a eso de las 8 de la mañana.  El Albergue El Ultimo Bucardo está cerrado pero al pegar en la puerta nos abre Amador, su capitán, que con toda la amabilidad del mundo nos ofrece un café y unas pastas. Le contamos nuestras intenciones de subir a Tendeñera y nos advierte de que podemos encontrar algo de hielo o nieve pero le dejamos tranquilo: No nos hemos jugado nada y si está feo, sabemos que la montaña seguirá en el mismo sitio en la siguiente excursión.

Pero no está feo. La mañana es fría -4 grados- que no joden mucho porque no sopla un pelo de aire, aquí abajo por lo menos. El cielo solo está un poco tapado con nubes altas, muy altas y el azul promete dominar en las alturas. El azul y el sol.

Caminamos por el camino viejo de Suaso -o Soaso-, cinco kilómetros por los que casi no ganamos altura -muy poca, solo 400 mts- hasta llegar al puente A Pasata donde nos tiramos a la izquierda hacia el refugio de la Faja.  El camino discurre junto a cascadas de agua abundante después de las lluvias de esta semana y paramos a tirar unas foticos, ¿Quién dijo que los corredores de trail no disfrutan el paisaje?  Kilian puede que no pero nosotros sí, jajaja!!!!

Hemos dejado el bosque y por un estrecho sendero empezamos a ganar altura, ahora sí, por extensos pastizales. Escuchamos las esquilas de las ovejas y las vemos salpicando de puntos blancos el verde de la montaña en la ladera opuesta.  -¿Porqué están allí y no en este lado?- pregunta Javi-, -Vete a saber- le digo, -Lo mismo en esa ladera ha hecho menos frío esta noche-.  

Las verdes laderas del Toronzué se irán quedando a la izquierda y debajo nuestra conforme subimos y subimos y subimos a un alto collado que casi toca con las paredes de la sierra.

He sacado los bastones para enfrentar esta subida pues toda ayuda es poca para llegar hasta los 2200 metros del dichoso collado.  Javi no los ha traído ni le hacen falta después de un verano repleto de excursiones, con dosmiles y tresmiles a tutiplén y con la guinda de la 8K de Tena donde se la gozó echando carreras con el frío y las tormentas, pero consiguiendo terminar y haciendo tiempazo. ¡¡Bravo!! ¡¡Qué fuerte estás compañero!!




No vemos a nadie por aquí, la montaña es toda para nosotros. Y no es de extrañar porque enseguida vemos que la subidica no es un paseo.  No es que sea difícil pero tan pronto nos metemos en el reino de las piedras, encontramos escalones y paredes donde debemos poner atención para encontar el mejor paso.  Agradecemos cada hito de piedras que otros antes, han dejado a su paso para facilitar la progresión a los siguientes.  Hay una barrera que nos cierra el paso y no vemos por dónde tirar.  ¿Por esa grieta? ¡Mira, hay una cuerda vieja!  Nos metemos y comprobamos que es más fácil de lo que parece, hay agarres sin problema y las zapas se pegan en cada uno de los escalones. ¡¡Vamos!!

Por fin estamos casi arriba, una ladera nos lleva hasta una especie de collado entre la Tendeñera a nuestra derecha y la Punta de la Ripera a nuestra izquierda.  Este último es una pirámide blanca sobre la ladera rojiza en la que estamos. Javi propone subir. Yo no lo veo claro porque la perspectiva me presenta una ladera vertical. Javi insiste y me dice que vayamos a comprobarlo.  De acuerdo, vamos allá.





Javi tiene razón, la ladera no es tan tiesa como parecía y la cresta es fácil y ancha.  La parte superior, de rocas blancas tampoco presenta dificultades y enseguida estamos arriba. Primero una cima y luego otra un pelín más alta. ¡¡Olé!!  Desde aquí podemos ver muy bien nuestro objetivo principal: El Tendeñera, que se levanta sobre unas laderas rojizas tiesas, tiesas.  No vemos camino alguno pero confiamos en que al acercarnos nos pase lo mismo que al subir aquí.  ¡¡Y así será, menos mal!!

Ningún problema en subir esas laderas donde también tenemos la ayuda de hitos y hasta de caminos, caminos que solo ves cuando subes por ellos, jeje.  Ningún problema. Hasta el perro de Javi, que no se lo ha traído, podría subir por aquí.

Y por fin llegamos a los 2845 metros de Tendeñera ¡¡Olé, olé!!  Justo llega una chica en ese momento y nos hace una fotico ¡¡Muchas gracias!!  - ¿De dónde venís?- nos pregunta. -Nosotros de Pamplona, ¿Y tú?- le preguntamos también.  -Yo vengo de Linás- Contesta. ¡¡Joder qué morro!! ¡¡Y qué suerte, vivir tan cerca de estas montañas!!.  Nos dice que ha salido sobre las 9 y pensamos que es una campeona porque nosotros hemos salido sobre las 8:30 y no hemos ido despacio...




Unas foticos y proseguiremos nuestra ruta hacia el Este, por el paso "estrecho" que precede a la cima en ese lado y que solo da respeto en los días de viento fuerte.  Nos cruzaremos con dos grupos de montañeros más y ya después tiraremos por otro valle bajo las paredes de Peña Otal hasta el refugio de Sorrosal, donde unos chicos están tirados tomando el sol de la una del mediodía. ¡¡Que os vais a quemar!! Bromeamos al pasar. 

Y echamos a correr. Y seguimos corriendo cuando llegamos de nuevo al Puente de A Pasata. Y corremos y corremos los más de cuatro kilómetros del camino viejo de Soaso, muy atentos a todas y cada una de las piedras, pedruscos y pedrolos que lo salpican. Pero sin problema alguno porque la paliza no ha sido grande y tenemos las patas finas, finas, fuertes y atentas.

Total 22 kilómetros, un poquico más de media maratón.  Una excursión súper guapa por una montaña salvaje, al menos en la ruta de subida que es la menos transitada porque la bajada es la vía normal, por decirlo así.

Hemos seguido la ruta wikiloc de slafuentezabal, quien la describe así:

"Difícil. Ruta alpina, sobre todo la vía sur por la que subí. No recomendable para personas sin experiencia en alta montaña. Para los experimentados, sin embargo, una ascensión muy completa: Caos de roca, trepadas y pedreras, gran desnivel, camino sin apenas traza, ..."




Nuestra ruta en wikiloc


martes, 10 de septiembre de 2024

Peña Roya, Peña Blanca y Sabocos

 


Partimos desde arriba de los remontes en la estación de esquí de Panticosa, dejando el coche muy cerquita del Mandilar, en cuya cima están trabajando en la instalación de cañones de nieve.  Con el coche nos hemos quitado unos 600 mts positivos de desnivel por una pista forestal en la que se ven los daños causados por las fuertes tormentas de estos últimos días.  Pensaba que estaría cerrada y no daba un duro por llegar hasta arriba pero el coche de Alberto es un "todocamino" que se ha visto en peores excursiones. 

Casualmente me encontré ayer con Alberto en el gimnasio y al decirme que hoy tendría fiesta y que aprovecharía para venir al Pirineo, le propuse hacer esta excursión que había visto de David Sopuerta, un campeón a quien sigo desde hace tiempo y detrás de la cual llevaba todo el verano:  La Tendeñera es una de las sierras exteriores de los Pirineos que como la Collarada y Telera hacia el Oeste, se levanta más al Sur de la divisoria, garantizando así un poco más de sol cuando en días como hoy el viento norte aprieta las borrascas en la frontera con Francia.  De hecho podemos ver una cortina gris en el Portalet que para el mediodía llegará también aquí.  Así pues disfrutamos de una ventana de buen tiempo en nuestro aéreo paseo por arriba de la sierra.  Eso sí, la temperatura es más bien fría pese a que en el calendario todavía sea verano.  

Una marmota vigilando el ibón de Sabocos

En la Cima de Peña Sabocos, más felices que unas perdices.

Hacia el Sur: Oturia, Guara... 

Hacia el Este vemos la cima de Tendeñera, muy lejos y con una cresta muuuy fea desde aquí.

Al norte las nubes y alguna borrasca por el Portalet

La flor de las montañas

Cuando asomamos arriba podremos disfrutar del calorcito del sol bajando unos metros al otro lado, donde estaremos al resguardo del viento norte.  Un viento que tampoco fue demasiado fuerte en ningún momento y no supuso peligro en nuestra travesía.

Le tenía respeto a la "cresta", la cual y según refiere David en su vídeo, no llega a estrecharse demasiado en ningún momento, pues como mínimo presenta pasos de metro y medio de ancho.  Pasos áereos y con patio a ambos lados pero con buena roca y sin ningún problema para montañeros tranquilos y templados como nosotros, jeje...

Total, que tanto miedo a la cresta y donde peor lo pasamos fue en la primera parte de la bajada de Sabocos: Por una ladera empinadísima de roca medio rota en la parte superior e inclinadas pedreras más abajo.  Un descenso donde debes prestar atención para que un tropezón no te juegue una mala pasada.  Pero en cualquier caso hablamos de una vía normal fácil, solo que algo expuesta por su pendiente y las piedras sueltas.

Super contentos de conseguir tres dosmiles en una jornada fría y solitaria puesto que solo vimos dos montañeros que subían a Peña Roya cuando nosotros nos dirigíamos hacia Sabocos.  Habrá que volver porque estas montañas ofrecen unas vistas magníficas y tienen más rutas.

La ruta en wikiloc

Y aquí tenemos un vídeo chapucero para ver nuestra aventura.


domingo, 28 de julio de 2024

Posets y Espadas, dos Grandes

 Dos grandes como Iñigo y servidor de ustedes, que somos unos campeones. 

Unos campeones pero algo locos y con poco tiempo para verse, lo cual debemos mejorar. Hacía mucho tiempo desde nuestra última aventura allá por el Bachimala, así que ni corto ni perezoso le di un toque, señalé este fin de semana y le propuse comernos el Posets pasando por su vecino el Espadas.  Como andamos trabajando y con líos familiares la cosa tenía que ser salir el Viernes por la tarde para dormir en Eriste y subir para arriba de madrugada para no comernos mucho sol.  ¡¡Vamosssss!!

La travesía de la Cresta de Espadas y el Posets la conocíamos los dos: Yo la realicé hace muchísimos años en invierno acompañado de un buen amigo de Huesca -José Ramón-, fue una aventura loca porque no sabíamos donde nos metíamos y las condiciones de frío y nieve pusieron las cosas difíciles.  Entonces el refugio Angel Orús era mucho más pequeño y no hacía falta reservar aunque fueras en el puente de San José...  Iñigo también ha andado y esquiado muchas veces en esta montaña y desde luego es la mejor compañía para un aficionado que como yo, se mete en trepadas de ciento a viento y le tiemblan las patas cuando ve mucho patio debajo suya.

Anochece cuando llegamos a Eriste y ponemos la furgo en el parking próximo a la caseta de información.  Desde allí salen los microbuses hacia el parking de Espigantosa.  La pista está cerrada para vehículos así que ya sabemos lo que nos tocará: Madrugar un poquico más para que el sol nos pille lo más arriba posible.  Anuncian altas temperaturas y posibilidad de tormentas a mediodía. Sabemos que pasaremos calor al final de la jornada pero si hay tormenta más nos vale no andar arriba del todo.

El viaje ha sido largo desde Pamplona, pero como no hemos dejado de hablar se nos ha hecho menos.  Cenamos de lujo en un parquecito junto a la carretera, un improvisado picnic que llevamos preparado de casa.  ¡Qué bien se está! Todo está tranquilo y salvo algún coche que pasa por la carretera, el silencio es casi absoluto cuando nos acostamos.  


¡Qué sueño! Apenas hemos dormido algún rato cuando suena el móvil.  Las cuatro de la mañana.  Tenemos café con leche calentito en el termo, Iñigo comerá un bizcocho de los suyos y yo me conformaré con un puñado de nueces.  Preparamos trastos y con la luz de nuestros frontales echamos a caminar a eso de las cinco y cuarto. 

Dejamos atrás el pueblo y cogemos el camino empedrado que en fuerte subida nos lleva al puente de piedra de Tramarrius sobre la Aigüeta de Eriste. Es de noche y solo podemos escuchar el estruendo del agua debajo nuestra cuando lo cruzamos.  Al otro lado está la pista de cemento por la que seguimos subiendo más de dos kilómetros hasta llegar al parking junto a la cascada de la Espigantosa.  

Empieza a amanecer y ya podemos apagar las luces mientras continuamos por el sendero que entre pinos nos conduce hasta el refugio Angel Orús, a 2150 mts de altitud.

Paramos para rellenar los flases de agua y saludamos a un numeroso grupo de montañeras, unas 20 chicas que se están preparando para subir al Posets.  Nosotros continuamos y todavía adelantaremos a otros dos grupos hasta llegar al ibón de Llardaneta -2676 mts-.  Le recuerdo a Iñigo que ambos pasamos por aquí en nuestra Aneto-Posets: Mi compañero de día y todavía llegó con luz a Viadós pero cuando pasé yo lo hice con las últimas luces y era la una de la madrugada del domingo cuando llegué abajo del valle. Y es que yo tengo patas de popular no como las tuyas, Iñigo...  




Ibón de Llardaneta y detrás las Crestas del Forcau

Unos chicos están desayunando junto a su tienda próxima a las orillas del ibón, un sitio genial para pasar una noche de verano. Nos dicen que siguen ruta hacia Viadós por el collado de Eriste o de la Forqueta. Les deseamos un buen día y seguimos para arriba ya fuera de sendero por una empinada ladera de hierba.  También hemos dejado el track que veníamos siguiendo así que inventamos un poco el camino.  No hay problema porque el terreno es fácil ¡Pero sigue siendo cuesta arriba...!  Yo acuso la paliza y me voy quedando detrás de Iñigo que va mucho mejor... ¡¡Espérame que ya voooy!!

Y por fin llegamos arriba a la cima del Pico Tucón Royo o Pavots -3122 mts-.  Aquí empieza la diversión, pero antes paramos a comer un plátano y tomar un respiro.  Había echado mano de un gel a mitad de ladera porque me notaba flojeras así que el descansito me viene muy bien.  Sopla un viento ligero y fresco que aconseja poner chubasquero y unos guantes finos. 





La cresta comienza fácil, amable, pero más adelante adquiere ambiente con patios inmensos a ambos lados.  Algún escalón requiere emplearse a fondo en una gimnasia fácil donde manos y pies encuentran siempre buen agarre y posición.  No hay problema si te desenvuelves con seguridad y confianza, las que me garantiza la buena compañía de Iñigo. Las guías la catalogan como fácil con pasos de II y II+, pero con exposición por lo que se requiere algo de experiencia en montaña. Es decir, que no llevéis a la novia o al cuñado en vuestra primera salida al campo.

Alcanzamos a dos chavales en uno de esos pasos puñeteros, un escalón vertical quizá el más feo del recorrido.  El segundo de ellos progresa con dificultad y le cuesta superar el paso.  Nos toca a nosotros. -¿Voy yo o prefieres ir tú primero?- me pregunta Iñi. -Voy yo mejor- le contesto.  Y me encaramo a la pared buscando los mejores sitios para pies y manos.  Son solo cuatro pasos, alguno un poco complicado pero sin gran dificultad y enseguida me veo arriba. ¡Bien!

Charlamos un momento con los dos chicos, resulta que el segundo es tocayo mío y hacemos unas risas.  El compañero se llama Miguel así que no somos parejas gemelas jajaja.  Nos invitan a continuar sin esperarles porque ellos van a tomar un descansito. ¡¡Buena suerte campeones!!

Y proseguimos el paseo. ¡Qué paseo...!  Todavía tenemos alguna trepadilla y pasos aéreos que podemos escaquear bajando un poco de la cresta. En otros nos hacemos los valientes y caminamos por arriba.  Hemos ganado confianza nos decimos. Si viniéramos todos los días pasaríamos silbando.

Bueno, hay un paso que requiere ser un poquito valiente y no admite escaqueo: El paso del funambulista le llaman,  porque como dice Iñigo, es bueno extender los brazos para no perder el equilibrio.  Con cuidado y vigilando que no soplara una racha de aire imprevista pasamos primero Iñi y yo detrás.  Pasas nervios porque ves el patio a ambos lados pero el paso es ancho como una carretera general, bueno un poco menos...

Despacito

Cresta de las Espadas

¡¡Cima de Posets!!

Vista hacia el Este: Perdiguero y sus vecinos, Maladeta y Aneto...

Terminadas las dificultades ya solo quedaba subir al Posets ¿Todavía hay que subir más? Sí, pero son menos de 200 mts de desnivel los que quedan a la segunda cima del Pirineo.  Desde los 3369 mts del Posets, también llamado Llardana, dominamos un horizonte formidable de montañas en todas las direcciones.

Coincidimos con muchos montañeros aquí arriba.  Entre ellos hay un chico de Caspe, del club de Montaña Zalagarda a quien le deseamos muchísima suerte en el Tor des Geants el próximo septiembre. Ha subido con una chica catalana que es una campeona a juzgar por las aventuras que nos cuenta.  Aquí arriba todos somos unos campeones.  Como todas las chicas, señoras y señoritas del grupo de 20  que salían del Angel Orús cuando pasamos unas horas antes y que llegaron en ese rato a la cima.  

Hicimos fotos, comimos un bocata y un plátano (guardando la peladura en la mochila) y bajamos por la vía normal.  Habíamos barajado la posibilidad de tirar hacia Estós por la Paul o por el Collado de la Plana, pero lo desechamos pensando en el calor que haría en unas horas.  

También desistimos de subir el Diente de Llardana, lo que habría sumado hora y pico a la excursión y nos metimos en la Canal Fonda encontrándonos con unos neveros con los que no contábamos.  Yo saqué los bastones y bajé despacito, de lado, clavando el canto de las zapatillas en una nieve que por suerte estaba blanda y se dejaba hacer.  Montañeros mejor equipados y más prudentes lo hacían con crampones y piolet. Iñigo como es extraterrestre no quiso ni el bastón que le ofrecí y bajó despacito y con seguridad sin problemas.  El peligro no era terrible pero en una parte del nevero la pendiente daba un poco de yuyu.  Escaqueé ese tramo saliendo por la ladera próxima y hubiera podido seguir bajando por ella pero me pareció más segura la nieve a donde regresé ya con menos inclinación.  En fin, que otro día echaremos un piolet ligero a la mochila, que es lo más seguro para detener un resbalón.


Detrás mía ahí arriba se ve el final del nevero chungo.  Solo se ve el cacho final.

Pasado el rato de nervios y de risas en la nieve continuamos la bajada que se nos hizo un pelín larga hasta el refugio, tanto que pensamos haberlo pasado sin darnos cuenta.  Pero no, ahí estaba, en su sitio como siempre.  A la una y media de la tarde ya hacía calor y decidimos hacer un alto para echar una cerveza en un rincón de la terraza que todavía tenía sombra. ¡Qué calor!  Habríamos bajado un pelín más rápido de no ser por mis pies:  Estrenaba zapatillas y además había puesto una plantilla que no resultó bien porque en la bajada mis dedos, demasiado apretados, rozaron con las costuras del "upper" y me dolían a cada paso. 

Descansamos veinte minutos.  Me miré el azúcar y lo tenía por las nubes: El bocata y el plátano en la cima habían sido muchos hidratos sin insulina. Con la cerveza de propina me puse 6 uds de rápida y me olvidé de mi diabetes un rato.  Pero no me olvidé de mis dedos de los pies: Por suerte llevaba unas compeed que apliqué sobre los dedos despellejados y afortunadamente resolví bastante porque aún quedaba mucha bajada hasta el pueblo, casi mil metros de desnivel.

¿Había dicho que hacía calor? ¡¡Pero mucha!! Al llegar a la Espigantosa estuvimos tentados de quedarnos a esperar al bus pero quisimos terminar lo que tan bien habíamos empezado esa mañana completando el recorrido.  Los dos kmts y pico hasta el puente de Tramarrius fueron menos largos trotando por la pista. Solo nos detuvimos un minuto al llegar a la altura del microbús que a primeros de julio perdió los frenos y se despeñó en el barranco. Todavía está ahí. Fue un milagro que no cayera hasta el fondo, madre mía... Iban 20 personas, 14 eran niños y por suerte solo hubo que lamentar 6 heridos.  Llegados al puente nos remojamos en las fresquísimas aguas de la Aigüeta y reanudamos la bajada buscando las sombras del bosque hasta Eriste a donde llegamos a las 15:20 de la tarde.

Si las cervezas en el refugio nos habían sabido buenas, no veáis cómo nos supieron en el bar del Hotel Casa Rosita... ¡Y cómo estaban las patatas bravas!! Además los chicos que lo atienden son simpáticos, amables y buenos montañeros.  ¡¡Gracias!! ¡¡Que paséis un buen Verano!!

Diez horas de excursión. WIKILOC.