Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 17 de agosto de 2020

Peña Canciás

El Sábado me pegué un super madrugón con la idea de acercarme a Torla y desde allí tirar al Monte Perdido para subir por la Ruta de las Escaleras.  Yendo solo me atraía ese punto de riesgo que tiene la trepada del tercer "escalón". Ya subí por allí hace tres o cuatro años y con un poco de hielo donde más falta hacía agarrase, así que estando en Verano, un quince de agosto para más señas, me las prometía más felices.

Pero fue llegar a Torla y ver un cielo de nubes oscuras y amenazadoras. Una sorpresa porque la meteo que había consultado el día anterior hablaba de riesgo de tormentas a última hora del día. Volví a consultarlo y ¡¡Zasca!!  Para las 11 o 12 de la mañana ya apuntaban lluvia, ¡Mecachis la mar! ¿Qué hago...?

Entonces tuve una idea: Bajar por el Valle del Ara hasta Fiscal y allí subir a Peña Canciás siguiendo el recorrido de su Carrera de Montaña.  Una prueba de 27 kmts y más de 1600 mts positivos en la que participé hace mil años, bueno no tantos: En 2004 (Su 2ª Edición), en 2007 y en 2010. Recordaba sobre todo el calor y las miserias de los últimos 4 kilómetros, mayormente en bajada pero con dos o tres pequeños toboganes que a esas alturas se hacen duros, duros...  ¿No quería darme caña? Pues a Fiscal!!

Dejé Torla y sus filas de excursionistas subiendo a los autobuses con destino a la Pradera de Ordesa y bajé por la estrecha carretera hasta Fiscal en unos 20 minutillos. Eran casi las 8 de la mañana cuando echaba a ¿correr? No, a caminar a buen paso con el móvil en la mano para seguir la ruta en wikiloc, porque cualquiera se acuerda del itinerario...  La ruta por cierto se la pillé a mi colega Gorka Aranburo...

Mucha humedad y calor, y muchas moscas y mosquitos también ¡¡Madre mía qué pesados estaban los bichos!!  En mi paseo no me crucé absolutamente con nadie, tan es así que temí encontrarme con un oso o un jabalí hozando en estos bosques cerrados y alejados del mundo.  Lo curioso es que con todo lo salvaje del entorno puedes escuchar el rumor del tráfico que circula por la nueva carretera N-260 que une las comarcas del Alto Gállego y el Sobrarbe a través del túnel de Pedralba (2560 mts de longitud).

Más arriba, los ruidos de la civilización se quedaron por fin atrás (o dentro del túnel mejor dicho) y ya solo se escuchaba el rumor de millones de moscas y los cencerros de las vacas en algún lugar de la montaña.  Una cerrada selva de pino, roble, haya y abeto se levanta en esta montaña, y el paisaje tiene poco que envidiar al del vecino Parque Nacional, solo que aquí lo puedo disfrutar en absoluta soledad como he dicho.

Al llegar a la cima podré distinguir los tresmiles de Ordesa entre nubes que ya empiezan a engordar. Y tanto engordaron que cuando todavía me faltaban dos kilómetros para terminar la excursión sonó el primer trueno y unas gotas gordas empezaron a caer de un cielo con más claros que nubes y que todavía dejaba pasar los rayos del sol.  Cinco segundos más tarde cayó un chaparrón que me obligó a acelerar la carrera.  Una carrera que solo mantuve en los últimos kilómetros y por cierto que esta vez también sufrí en los toboganes de la pista que baja a San Juste, ya en el Valle del Ara.

Al final cinco horas treinta y nueve minutos de paseo, que no de carrera.  En el 2004 con un tiempo de 3:16 fui el 32 de 56 clasificados.  El vencedor en esa segunda edición fue Luis Alberto Hernando con 2:21:38  ¡Qué tío!

Se puede oír los sonidos de la "civilización"

Túnel de Balupor

Cascada del Chorro

Bonitos rincones dentro de la selva...



Una montaña preciosa
Allí abajo está Fiscal y al fondo Monte Perdido
El Monte Perdido, perdido entre nubes


Al otro lado los paisajes de Guara 
El valle del Ara hacia Jánovas

¿Qué pasa pues?


Precioso claro de bosque que atraviesas en la bajada

27,5 kmts en mi Garmin  (no sigáis mi recorrido porque me colé al final y terminé por la carretera).
Mis glucemias regular: 110 a las 4 de la mañana que me levanté a desayunar (me puse 3 uds de novorapid), 101 en Torla a las 7:14,  en Fiscal antes de salir me comí un plátano y con eso llegué a la cima de Peña Canciás a las 11:17 con 130 de azúcar.  Comí un bocadillo de queso con membrillo y algunos frutos secos, pensando que eran muchos hidratos me puse 3 uds de novorapid pero una hora más tarde comprobé que fue demasiada insulina: Mis patas no tenían fuerzas para una pequeña cuesta dentro del bosque y es que solo tenía 61 de azúcar, por lo que paré y me zampé una cuña de dátil con nueces riquísima que siempre llevo para emergencias, de propina tomé un gel y ya con eso fui recuperando hasta llegar a Fiscal.  A las 13:48 tenía 131.  Bueeeno...

Lo malo de una hipoglucemia es que si te pilla bajando a la carrera te puedes dar un talegazo porque vas como borracho...  Pero si estás atento a las sensaciones, las alarmas se disparan sí o sí.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Grooaaaaauuuurrrr!!!! Jajaja, ya me gustaría!! Un abrazo tocayo!!

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  2. Hola.

    Pequeña gran montaña, que ofrece un recorrido, donde dependiendo de la altura el paisaje va cambiando y además, con el extra de la tranquilidad, algo que no ocurre en Ordesa.

    Un saludo

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    1. Ya lo creo que sí, tal y como digo no encontré a nadie en toda la mañana, haciendo que el paseo fuera un auténtico disfrute a pesar de los mosquitos y el calor que sufrí al final.

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