Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

jueves, 7 de marzo de 2019

Transgrancanaria

Un paréntesis festivo y deportivo en febrero es un verdadero lujo que nos hemos regalado Begoña y yo este año. Disfrutar del benigno clima de Canarias en estas fechas con Sol y buenas temperaturas casi garantizados y mi participación en una carrera de ultra distancia suponían dos buenísimas razones para meternos las tres horas de vuelo desde Bilbao a la Isla de Gran Canaria. No sabíamos que allí encontraríamos otros dos millones de razones, tantas como rincones y paisajes tiene esta isla...  Lo de mi mujer no es machacarse con el deporte pero sí tomar el sol y dar bonitos paseos y como una semana da para todo allá que fuimos de viaje de novios. ¡¡Vivaaaa!!


Habíamos pillado un hotel en la zona próxima a meta, al sur de la isla. Cerca de la Playa del Inglés y las dunas de Maspalomas, un verdadero parque natural donde a pesar de los turistas (alemanes, belgas, holandeses y escandinavos en su mayoría), de los chiringuitos, las hamacas y los apartamentos que asoman a los lados puede uno llegar a sentirse en el Sahara.

Zona de Meloneras y Puerto de Mogán. Miércoles 20 de febrero.
En Mogán pueblo pudimos animar a algunos corredores de la Trans360º, que con 264 kmts y más de 13000 mts de positivo acumulado es la prueba más heavy de las cinco que organizan. Aquí llevan 42 kilómetros...

Meloneras, Maspalomas, Mogán, Telde... ¡¡Cuántos nombres nuevos y sitios por conocer!! Con el coche que hemos alquilado nos movemos por las carreteras de la isla junto con cientos de ciclistas. Solo de nuestro hotel sale cada mañana un pelotón, unos 20 elementos que se lanzan a sudar sus maillots ascendiendo los casi 2000 mts de desnivel de la costa al interior, un interior que nosotros miramos de lejos, por ahora.


"El bufadero" de la Garita en Telde
Playa de Las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria. Muy tenue se distingue la silueta del Teide en la isla vecina de Tenerife.
El Jueves 21 estaban montando la salida de la carrera...
Verano en Canarias...
Anuncian calima para el fin de semana ¡qué pena! el viento traerá polvo del Sahara y los horizontes nítidos que contemplamos los primeros días desaparecerán. En fin, mientras no venga mucho calor...

El Jueves por la tarde recogí mi dorsal en el polideportivo de Expomeloneras, donde se había montado la "Trail Zone", la Feria del Corredor para entendernos, a donde volvímos el Viernes por la mañana para comprar unas Xodus de Saucony a muy buen precio -95 €-. Las viejas Kalenji que llevaba de repuesto tenían una pedazo de raja en la tela del upper que me decidió a gastar la pasta. De salida llevaría las Dynafit que estrené el pasado Verano durante los 123 kmts de la TDS en Chamonix, no tuve ningún problema en los pies y apenas las había usado desde entonces.

El Viernes por la mañana asistimos a la llegada de Luca Papi que tras 50 horas consiguió ganar la Trans360º ¡¡El campeón también saldría con nosotros ese mismo día a las 11 de la noche desde la Playa de las Canteras para comerse los 128 kmts de la Transgrancanaria!! ¡¡Madre míaaaaaa...!! Y lo consiguió haciendo 25 horas...

Mi Transgrancanaria


Son las 6:45 de la tarde cuando entro en el comedor del hotel para cenar. El horario de las cenas es de 6:30 a 10:30 de la noche y según nos han dicho los empleados del hotel la mayoría de los huéspedes extranjeros cenan antes de las 8 de la tarde. Hoy ceno solo, Begoña se ha quedado en la habitación y bajará más tarde. Me pongo hasta arriba de ensalada y de segundo como pescado: fogonero, de la familia del bacalao y que aquí hacen riquísimo a la plancha.  Casi no tenía hambre pero me obligo a comer pues la excursión que tengo en unas horas es gorda. No como postre, al salir del comedor agarro un plátano y una naranja que pueden venirme bien después. En el ascensor coincido con un chaval que también lleva un par de piezas de fruta, ya le había echado el ojo porque como yo, estaba solo en la mesa... -¿Tú también tienes excursión esta noche?-  afirmo más que pregunto. -¡¡Sí señor, la Transgrancanaria!!-  Contesta sonriente. Y nervioso. Los dos lo estamos. Le pregunto si ha recibido el correo de la organización informando que nos adelantan 45 minutos la salida de los autobuses desde Expomeloneras a Gran Canaria y que debemos cogerlos a las 8 en lugar de las 8:45. Me agradece la información pues él no había abierto su correo. Nos deseamos suerte y nos despedimos. Puede que no nos veamos en toda la carrera porque somos 925 los corredores inscritos en la prueba. Ni nos hemos presentado...

Tengo todo preparado así que tras ponerme el traje de romano me despido de Begoña con dos besos y un ¡Hasta mañana! que me sale desenfadado y alegre, como si no supiera la paliza que me espera jeje... Mi objetivo es llegar, si lo consigo en menos de 24 horas genial, pero lo primero es llegar. -Y no te pegues un tortazo por esos montes...- me repite. - Y si estás mal te retiras ¿Eh?- me insiste. -Que sí cariño...- le digo guiñándole un ojo. -¡Adios! ¡Hasta mañana!-.

Tras dar catorce vueltas consigo aparcar el coche en las proximidades de Expomeloneras -a un kilómetro y pico-, tiene bemoles que con las fincas vacías que rodean el polideportivo no hayan habilitado un parking, en fin.  Caminando a buen paso me uno a dos chicos que también van hacia los autobuses, son brasileños y con su portugués y mi español comentamos lo del calor y tal, a ellos no les preocupa porque en su país hace muchísimo más calor... Pues es verdad.

¡Soy un despistes! En el programa decía bien claro que la bolsa de vida se entregaría a la organización en el momento de retirar el dorsal y yo que la llevo ahora debo dejarla aquí, en la meta. No podré contar con ella en Garañón, en el km 85. En fin, si llego allí vivo y con los pies en buen estado malo será tener problemas después... ¡Empezamos bien!

A mi lado en el autobús se sienta una chica joven que supongo será inglesa. Es muy simpática y está muy animada. No deja de intentar una conversación que con mi pésimo inglés discurre de un modo muy regular. Además yo estoy liado con mi móvil que solo tiene un 40% de batería y descubro que la batería auxiliar que he previsto llevar apenas está cargada  ¡Segundo fallo o despiste!

La chavala es muy maja y durante el viaje averiguo que es holandesa pero que reside en San Francisco -EE.UU.-.  Me pregunta por mis carreras: Los Pirineos o la Sierra de Guara ni le suenan pero le brillan los ojos cuando le hablo de los Alpes y de la TDS (Ti Di Is). Por su parte la única prueba ultra que ha completado son 100 kmts en Francia: El Endurance Trail des Templiers... -¿How many hours? - le pregunto. - Fifty - me contesta, pero mi oído es horrible... ¿no me habrá dicho fifteen?.  De cincuenta horas a quince hay bastante diferencia. Pero ya hemos llegado a la Playa de las Canteras y nos bajamos del autobús sin resolver la cuestión... -Good Bye!! What`s your name?- le pregunto al despedirme. -Monique!!- contesta. -OK, I'am Carlos, Good Luck!!- Atino a despedirme antes de perdernos de vista dentro de la multitud de corredores, familiares y turistas que pueblan el paseo de la playa.

...Monique será la tercera de su categoría en meta, consiguiendo un tiempo de 17:57:16... Está claro que hizo 15 horas en Les Templiers, no cincuenta. ¡¡¡¡¡Menuda campeona!!!!!

Hace fresquito y me pongo el chubasquero pues queda más de una hora hasta las once que dan la salida.
 

Me toca salir en el tercer cajón casi al final de la tropa... ¡¡Nerviosssss!! Mi azúcar a las 22:50 está en 220.
 Me daba bastante miedo eso de empezar a correr por la arena de la playa.  Arena en las zapatillas y ampollas en los pieses puede ser una pesadilla con tantos kilómetros por delante. Afortunadamente en la bolsa del corredor encontramos unas polainas que casi todos llevábamos para impedir la entrada de la temida arena. Funcionaron perfectamente y no solo en la playa sino durante toda la carrera, sin que entrara ni una sola piedrecita en las zapas.

El grupo canario Los Gofiones amenizó la espera con un cálido repertorio de canciones canarias y a las once en punto, con el cielo iluminado de fuegos artificiales echamos a correr por la Playa de las Canteras. Tres kilómetros que pudimos hacer a buen ritmo pues la marea en retirada había dejado un piso de arena bien compactado, incluso donde no había llegado el agua como ya habían pasado un montón de corredores pudimos pisar sin problemas. ¡¡Esto está chupado!!

Para cuando salimos de la playa y de la capital ya había pasado a muchos corredores y una vez que cogimos altura por una pista que subía en fuerte pendiente aluciné al darme vuelta: Una larga hilera de lucecitas detrás mía se perdía muy lejos y muy abajo. ¡¡Voy de los primeros!!  Bueno no, porque delante mía y hasta muy arriba también podía ver otra hilera de luces rojas.

El chubasquero fue a parar a la mochila enseguida junto con los manguitos pues la noche era calurosa. Llevaba una camiseta técnica ajustada y encima otra de tirantes. Dos capas que me vinieron muy bien pues durante la noche el calor y el frío se fueron alternando según la altura y la orientación.

En el pueblo de Arucas teníamos el primer avituallamiento. Comí cuatro o cinco trozos de tomate con abundante sal, bebí agua, rellené bidones y agarrando un puñado de cacahuetes reanudé la carrera. Llevaba unos kilómetros junto a una corredora local: Sandra, a la que todo el mundo animaba. Me chocó que no parara en el avituallamiento pero luego me dijeron que su equipo la asistía personalmente en otros puntos de la carrera, algo permitido con previa comunicación.

Pocos kilómetros antes del segundo avi en Teror volví a pillar a Sandra, la pobre estaba pasando un mal rato con las tripas pero no por ello detuvo su carrera y aquí también pasó de largo. Yo sí paré a probar el caldo caliente y el café que nos ofrecían los voluntarios. Eso y un poco más de tomate me sentaron de maravilla y con dos cachos de plátano en la mano volví a la carrera.

El recorrido nos llevaba a menudo por barrancos trialeros donde debíamos poner atención en los pedruscos, bajadas a media ladera con buena caída a uno u otro lado y subidas empinadas en las que me costaba mantener el puesto dentro del grupo.  Un cartelito cada equis kilómetros nos decía los kilómetros que faltaban a meta: ¡¡Solo cien!! Ya llevamos veintiocho...  ¡¡Vamossss!!

No tengo sueño, la noche anterior dormí más de ocho horas y pensar en que dentro de unas pocas llegará el día me anima un montón. El problema es que noto las piernas cansadas, mi caja funciona bien pero las piernas hasta me duelen un poco y eso me preocupa: si con treinta kilómetros se quejan las patas ¿Cómo estarán dentro de treinta o de sesenta?

Vuelvo a pillar a Sandra y vamos cambiando posiciones durante unos cuantos kilómetros. Yo sigo con las piernas cansadas e incluso medio tontas y debo esforzarme especialmente en las bajadas para no tropezar. En fin...

Kilómetro 39, Fontanales. Al entrar en la casa donde se sitúa el avituallamiento me cruzo con mi vecino de hotel: Yo entro y él sale. -¿Qué tal vas?- me pregunta amablemente. Le digo que cansado, pero con ganas. Nos despedimos y entro a rellenar los bidones que de nuevo están casi vacíos pues no dejo de beber en carrera. Me miro el azúcar: 91, lo celebro con un vaso de coca-cola y comiendo varios cachos de naranja ¡con chocolate! ¡y jamón de york! ¡y queso! ¡Y caldo! ¡Y un café caliente! Son las 5 de la mañana y caigo en la cuenta de que ya no me duelen las piernas ni las noto cansadas. ¡¡Bieeennn!!

Otra subidica, fuerte y larga. Cuando llegamos arriba corremos por hierba, prados verdes como si estuvieramos en el Pirineo Navarro o en los rasos de Aralar.  Vemos las luces de algún pueblo allí abajo y también distinguimos el mar.  Se adivina el amanecer.

Fuerte y largo descenso, perdemos más de 700 metros por un sendero que se retuerce entre los arbustos y las zarzas. Mi bastón se engancha en una de ellas y le lanzo la rama a una chica que viene detrás. -¡Lo siento!-  La moza me pide que lleve cuidado, "que he hecho diana" y ante su enfado me echo a un lado para que pase.

Llegados abajo un chico nos anima diciendo que en 15 minutos estamos en la presa ¿Qué presa será? La Presa de los Pérez está 800 mts más arriba... Quince minutos decía el colega ¿Tenemos pinta de Kilians Jornet?

Junto al muro de la presa está el siguiente avituallamiento. Son las 7 de la mañana y casi ha amanecido. Sopla aire frío. Cargo agua, como tomate, chorizo, jamón y bebo un café.  ¡¡Adios adios!!

A los cinco minutos puedo apagar el frontal. Con el frío que hacía en la presa y ahora casi hace calor. Un bosque de pino canario se extiende alrededor poblando todas las laderas que caen al embalse debajo nuestra. Seguimos ganando altura pero la subida es muy tendida por un sendero excelente. Progreso con energía ayudado de los bastones y voy dando caza a corredores entre ellos a Sandra. El amanecer me sienta de maravilla... Alcanzo también al chaval del hotel, se llama Miguel Angel y es de Gandía. Va un poco mal con los pieses: una fascitis le ha rondado los últimos meses y hoy le recuerda que sigue ahí, que no se ha ido. Confía en mantenerla a raya, apretar los dientes hasta Garañón y allí cambiar calcetines, zapatillas y hasta los pies si hace falta. Es un tío majo. Juntos llegamos al siguiente avituallamiento.

Deciros que al hacerse de día quise hacer alguna foto pero cuando saqué el móvil descubrí que por algún motivo el 40% de batería que tenía había bajado a cero patatero, de modo que lo guardé en la mochila y disfruté de los paisajes como cuando era jóven y no existían los móviles. ¡Qué tiempos!

Artenara, km 64,4. Son las 9:31 de la mañana y el sol ya empieza a calentar. Seguimos ganando altura, más todavía. Por una sierra también poblada de pinos y que asciende hasta algo más de 1700 mts de altitud. El sol pega cada vez más fuerte. Me he quitado la camiseta de tirantes y la he convertido en un pañuelo para el cuello, con eso y la gorra de visera espero librarme de quemaduras.  Miguel Angel se queda atrás y prosigo en compañía de un corredor local. Luis es del mismo equipo que Sandra, es su segunda o tercera Transgrancanaria y conoce bien el recorrido. Me habla del final de la carrera: de un largo barranco lleno de piedras donde sufriremos como perros pero me anima diciéndome que llevamos muy buen ritmo y que por supuesto yo podré bajar de las 24 horas. Eso sí, mucho cuidado con la bajada que viene ahora hasta Tejeda: más de 700 mts de desnivel que pasan factura si te lanzas.

Oye ¿Y estos charcos? - Le pregunto a Luis. -Aunque no lo creas aquí llueve y lo hizo la pasada semana- me dice mi compa de aventura. El paisaje es alucinante ¿No os lo había dicho todavía? Aún cuando la calima desdibuja el horizonte, gozamos de unas vistas guapísimas sobre un valle profundo donde se situa Tejeda, nuestra próxima parada. Casitas blancas que destacan sobre el verde de fincas, bosques y montañas. Picos escarpados, agujas, chimeneas y ventanas naturales en las paredes que caen sobre el valle. El sendero discurre entre arbustos de retama en flor que con su amarillo y el verde de los pinos componen una sinfonía de color. El sol calienta pero el viento es fresco aquí arriba. Una gozada.

Desde Artenara salían los corredores de la Advanced: 65 kmts que compartiremos con ellos hasta la meta. Bajando a Tejeda adelantaremos a los más rezagados.

A Tejeda bajé a muy buen ritmo. Luis se quedó un poco detrás y yo disfruté de un rápido pero relajado descenso en el que creo supe regular fuerzas.

Kilómetro 75 de carrera, en el avituallamiento me miro el azúcar: Son las 12:27 y tengo 217. Me pongo dos uds de novorapid y me lanzo sobre un plato de papas arrugás y pechuga de pollo a la brasa que mojando con salsa verde y roja está de muerte ¡Viva la cocina canaria!

La siguiente etapa es dura: Estamos a 1034 mts y debemos subir hasta la base del Roque Nublo, a más de 1700 mts de altitud.  La curiosa formación rocosa la vemos allí arriba, muy arriba. Hace calor pero conforme ganamos altura y volvemos a entrar en el bosque de pino canario el aire fresco vuelve a darnos un alivio.

Lo del Roque Nublo sí que es alucinante: es como si estarías en Marte pero con todo lleno de guiris, una extensa planicie roja sobre la que se mueven cientos de marcianos, marcianos alemanes, ingleses, de Murcia y de Donosti ¡y un navarro-mañico!  Volveré a esta isla solo por subir aquí otra vez.



Foto hecha con Begoña el Domingo por la mañana
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Cinta de marcaje próxima a Garañón. Del Domingo por la mañana.
 Garañón es un conjunto de casitas dentro de un bosque de cuento donde van los chavales de campamento. Se me hace duro el tramo desde Roque Nublo a Garañón, sobre todo porque un voluntario nos da ánimos prometiendo que lo tenemos a quinientos metros. Quinientos metros que son más de dosmil creo yo ¡Y cuesta arriba!  Pero por fin llegamos.

Aquí comparto mesa con Miguel Angel que llega cinco minutos detrás mía. Kilómetro 85 ¡ya queda menos!  Como un plato de macarrones con tomate y me pongo dos uds de novorapid, también me meteré varios trozos de naranja y beberé agua, mucha agua. No estoy pasando mucha calor, será cosa de la sequedad del aire pero el caso es que el cuerpo me pide beber y beber. Bueno, mientras no se me joribie el estómago.

Dejo a Miguel Angel cambiándose de zapatillas y nos despedimos porque él tiene claro que va a ir tranqui con sus pies, que no están para fiestas. ¡¡Buena suerte campeón!!  El de Gandía conseguirá llegar a meta en 23:54:42 ¡¡Enhorabuena!!

La excursión continúa por este típico paisaje montañoso con bosques de pinos. Bajamos y subimos por senderos bastante decentes que permiten correr a buen ritmo, pero con tantos kilómetros como llevamos cada vez cuesta más, ahora empieza la Transgrancanaria.

Es un alivio superar el repechón que nos lleva al avituallamiento de Hierbahuerto -km 101-, un collado desde el que divisamos el Sur de la isla, todavía muy lejos...  Bebo coca-cola, como naranja, varios trozos... Es lo que mejor me entra. Y me tiro para abajo a toda máquina adelantando corredores, casi todos de la Advanced. Hay una bajada muy curiosa por un sendero empedrado que recuerda las calzadas romanas, curioso pero un pelín puñetero para los pieses...



Nos metemos en un barranco y otro más. Dejamos atrás los pinos y llegamos a Marte de nuevo ¿O es la Luna? Allí abajo muy abajo está Ayagaures. Es una bajada dura casi fuera de senderos, entre pedruscos, arbustos, zarzas... Casi no podemos caminar, como para correr... Aquí me junto con una cuadrilla de veteranos que hacen la Transgran y con ellos llego al pueblo donde se sitúa el último avituallamiento.

Ayagaures -km 111-. 18:30 del sábado. Es el penúltimo avituallamiento de la carrera y el mejor de todos: Acaban de cocinar dos paellas, de fideua y de arroz con carne y verduras ¡qué bien huele!  Me pongo dos uds de novorapid y me calzo un plato acompañado de una lata de cerveza que me sienta de cine y me reconcilia con todas las ultras del mundo. Bromeo con el cocinero que es un tío super salao y me despido siguiendo los pasos de un chino ¿o será japonés? bastones en mano para acometer la ¡última subida! Menos de doscientos metros de desnivel por una pista que en dos zig-zags asoma sobre un barranco. Nuestro barranco preferido, el Barranco de los Vicentes, o Vicentitos según el mapa que mires...

Se nos hace de noche en el barranco. Los frontales nos muestran una montonera de piedras, pedruscos y pedrolos: Nuestro camino hasta la meta, donde apenas podemos correr en los pocos tramos despejados de piedras.  Pasamos junto a un corredor tendido en el suelo y envuelto en la manta térmica plateada. Le atienden dos sanitarios y pronto llega un todoterreno para sacarlo. ¡Qué pobre, con lo poco que falta! No sabemos que le habrá pasado pero está claro que no puede continuar ya que lo suben al vehículo.

Serán más de 7 kilómetros de barranco que se hacen muy muy duros. Para todos. Algún corredor me pasa pero son más los que voy alcanzando aunque ya ni eso me sirve.  Cada cuatro pasos levanto la mirada para ver la salida de este callejón interminable. Quiero ver ya las luces de los hoteles, el arco de meta...

Y por fin salimos a una explanada desierta ¡ya estamos!  No, todavía no... Aún quedan 9 kilómetros por debajo de las autopistas, por las traseras de las últimas urbanizaciones, por el fondo de canales de cemento... Kilómetros feos que se pasarían rápido si pudiera correr pero no puedo.

Tan desesperado estoy que confundo el último avituallamiento con la meta. En el km 123,8 saludo alborazado a una chica voluntaria que me pregunta qué quiero beber. -¡Una cerveza por supuesto! ¡Gracias!-.  Un chico italiano que ha llegado conmigo pide otra y los dos brindamos por el éxito de nuestra aventura.

Pero todavía faltan 4 kilómetros por largas e interminables avenidas... Me pasan decenas de chicos y chicas que sí pueden correr. Yo no, hasta los últimos doscientos metros que consigo sacar las últimas chispas del motor para entrar guapo en la meta. ¡¡Oléeeeee!!

En la meta, fastidiando la foto de familia de esos dos corredores, jeje... 22:21:48
La TGC-2019 en Wikiloc


Volveremos!!
Por cierto que Sandra, la corredora local con la que compartí algunos kilómetros me alcanzó en Tejeda y llegó a meta con un crono de 21:11:11 sacándome más de una hora. Bien por las chicas valientes!!!

No se te ocurra ver este video, te va a gustar tanto que te inscribirás a la próxima edición...