Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 17 de octubre de 2022

Circular al Taillón

Una fantástica ruta circular desde la Pradera de Ordesa.

Qué más quiere un Cansamontañas que su hijo le pida ir a visitar la famosa Brecha de Roldán, en las cumbres del Parque Nacional de Ordesa...  Y ese fue al principio nuestro objetivo para este fin de semana. 

Como Diego no es un montañero consagrado, más bien ocasional, mi primera idea fue tirar con el coche a Gavarnie y subir al Coll de Tentes, desde donde la excursión es un paseo apto para chicos y mayores, no se puede llevar la silleta con el niño pero sí la nevera con cervezas.  

A la aventura se sumaron Alberto y Mario que este verano han roto las botas en Picos de Europa y Pirineos y querían más tomate.  Así que cambiamos de idea y optamos por salir de San Nicolás de Bujaruelo para subir al Puerto del mismo nombre y llegar a la Brecha pasando por el refugio francés de Serradets.  

Finalmente también se apuntó Jorge y como le tengo una poca de manía pensé en apretarle las tuercas con un tresmil de regalo: El Taillón con 3144 mts está a menos de una hora de la dichosa Brecha.  

Foto Alberto Aretxalde

Manía les tengo a todos porque tienen 30 años menos que yo, pero como les quiero mucho pensé que bien podíamos añadir a la excursión un paseo por la Faja de las Flores.  Desde la Pradera de Ordesa hay rutas que subiendo por Carriata te plantan allí arriba: En un paisaje de cuento que podría servir de escenario lo mismo para una película del Oeste como del Señor de los Anillos.  Y si es de la segunda yo sería Gandalf, mis cuatro compañeros unos sufridos Hobbits y los Orcos...  Los Orcos serían las piedras que en su caída amenazaron nuestra cocorota, las que por descuido movimos encima de un compañero y las que a idea nos arrojaron las chovas desde arriba de la Brecha, para comerse nuestros bocatas.  En esta excursión no es una tontería llevar casco. 

En wikiloc pillé esta ruta de unos 22 kmts con 2500 mts de desnivel positivo que justamente nos habría de llevar a nuestros tres objetivos: Faja de las Flores, Brecha y Taillón.   Lo único que nosotros decidimos cambiar el sentido y dirigirnos primero al Taillón.  Sería un bautizo tresmilero para Diego, Mario y Jorge. ¡¡Vamos allá!!

La noche del Viernes dormimos en Fragén, muy cerquita de Torla, en un bonito apartamento rural donde Mari Carmen de Casa López Ordesa, nos recibió con toda la simpatía del mundo.  Tras una rica ensalada y aún más ricos cachopos de ternera acompañados de vino y cerveza nos fuimos a la cama, todos cansados después de la semana laboral (Y eso que el miércoles, día del Pilar, tuvimos fiesta).  Nadie roncó o al menos no nos escuchamos...

El reloj nos despertó a las 5:45 ¡Qué pronto! Pero no quedaba otra si queríamos pillar el primer bus de Torla a la Pradera que salía a las 7:00.  5€ ida y vuelta y mascarilla obligatoria ¡Menos mal que Diego tenía unas cuantas en el coche!  

En Ordesa está oscuro todavía cuando echamos a caminar. Un cotilleo: Cansamontañas que estaba despistado, al bajar del bus salió en dirección contraria, valle arriba hacia la Cola de Caballo.  Pero es un tío listo porque a los 50 metros y tras consultar la ruta en su reloj Fenix de la muerte, confirmó su error y ordenó dar media vuelta al grupo expedicionario.  Y es que la subida a Carriata arranca medio kilómetro antes de llegar a la Pradera, jeje.

En el bosque coincidimos con más grupos, seguramente todos fueron hacia la Faja de las Flores porque más arriba de Carriata no vimos a nadie.  Ritmo rapidillo en la subida pero a los 20 minutos nos detuvimos porque Diego no se encontraba bien: Los nervios de caminar con las luces de un frontal o qué sé yo, pero el caso es que enseguida estuvo ok y tras una parada de cinco minutos reanudamos la marcha.  Con las luces del nuevo día todos nos fuimos animando, sobre todo Mario que no había estado aquí todavía y miraba maravillado en todas las direcciones.  Las paredes del Circo las superamos por las Clavijas, yo propuse mejor por la Fajeta pues me parecía menos acrobática, pero a los chavales les hacía ilusión enredar en las clavijas. Pues nada, vamos a hacer gimnasia.  



Cuando asomamos arriba a la llanura de Aguas Tuertas y nos calentaron los primeros rayos de sol solo nos faltó cantar el aleluya...  La temperatura no era muy baja, unos 8 grados que son ideales para enfrentar la primera subida pero lo dicho: ¡Viva el sooool!




Llaneo por un valle de cuento donde el agua se deja ver aquí y allá discurriendo sinuosa entre la hierba para desaparecer en los sumideros de la caliza.  Y menos mal que vimos agua aquí porque Jorge consume unos dos litros cada 5 kilómetros ¡Qué campeón!  Ningún problema porque también veremos agua cuando bajemos de la Brecha así que reponemos depósitos y proseguimos.  Seguimos ganando altura hasta la siguiente terraza que son los llanos de Salarons o de Catuarta a 2438 mts.  El camino pasa junto a una torre de piedras de tres metros de alto que se puede ver desde lejos, una buena referencia.  

Dejando la llanura atrás acometemos la parte más durilla por una pedrera que nos lleva al Collado Blanco.  Alberto y yo vamos consultando la ruta en nuestros dispositivos, no vamos exactamente por el itinerario porque estamos siguiendo hitos que también conducen al collado.  Total que lo alcanzaremos un poco más arriba y justo acabamos montados en la ladera sur que conduce directa al Pico Royo y detrás al Taillón.  Observamos una sucesión de terrazas bastante descompuestas pero accesibles y tras unos minutos tiraremos para arriba todo tieso buscando los mejores pasos en una escalera de gigantes. Ningún hito a la vista.  Mucho cuidado y atención para no echar piedras a los compañeros de debajo y despacito pero seguros conseguimos llegar a terreno menos expuesto.  La mayoría de rutas no suben directas sino que se desvían a la derecha nuestra para regresar a la cresta después. En cualquier caso ya estamos en terreno más fácil cerca del Pico Royo y podemos ver la cima del Taillón con gente arriba.  ¡¡Vamos!!

Venga chavales!!!



Pico Royo y detrás el Taillón

 




Se distinguen los restos del glaciar de los Gabietos y en la lejanía el Vignemale con su glaciar también.

Diego, Alberto, Jorge y Mario a mi izquierda.

Desde más arriba pudimos distinguir la parte superior de la Cascada de Gavarnie.



Ese lago enmarcado por la sombra de la Brecha rara vez se ve sin nieve.

Espectacular el paisaje que se ve desde arriba.  Sopla un frío aire Sur y yo solo pararía para hacer la foto de grupo pero el personal se tira al abrigo de un vivac.  Nos hemos portado como unos campeones y cuando bajemos por la ruta normal hacia el Dedo y la Brecha habremos completado una ascensión que muy pocos tienen en sus botas (perdón, zapatillas).  En la bajada pasamos un poco de miedo en la travesía del Dedo pues discurre por el lado Norte y tiene algo de nieve helada pero sabremos escaquear el peligro por unas piedras adelantando a excursionistas menos lanzados.  Por fin en la Brecha encontramos un abrigo al solete. Son las dos y media de la tarde.

Me preocupa la hora porque el último bus sale a las 8:00 de la tarde y aunque ahora solo nos queda bajar, estamos muy lejos de la Pradera de Ordesa.  Por eso me pongo cardíaco cuando Jorge y Alberto sacan unos bocadillos de metro y medio y los comen despacio, saboreando cada bocado.  En fin, qué puedo decirles, después de la paliza se lo merecen, pero cuando Jorge se tira largo a dormir una siesta, aunque solo son 10 minutos casi me da un infarto. Echamos unas almendras a las chovas que cada vez más confiadas merodean alrededor saltando de piedra en piedra, terminaremos por espantarlas porque sino se nos suben a la chepa.  Yo creo que se enfadaron porque desde arriba de la montaña escuchamos caer algunas piedrecillas, ¡Su puta madre!  Desde 30 metros aunque la piedra sea pequeña te puede hacer una avería...  Aviso a navegantes: Si paráis aquí a almorzar hacerlo arrimados a la pared.

De la Brecha bajaremos directos al Sur por una escombrera de bloques gigantes hasta llegar a lo que casi es un río, digo casi porque más adelante desaparece. Pero aquí podemos coger agua.  Comentar que yo apenas bebí un litro en toda la excursión no como Jorge que lo menos se bebió tres litros. ¡¡Cuánto bebe la juventud!!  

Fotos de Alberto Aretxalde

Piedras como camiones

El Casco y la Gruta de Casteret se quedan detrás nuestra.

Siempre se hace penoso atravesar este zona de karst y más con todo lo que llevamos.

Ahora voy por camino conocido pues lo he hecho en sentido contrario y quizás por eso me preocupo más con el horario, porque nos queda mucho.  Aunque perdemos altura con facilidad hasta la Plana de Narciso tenemos unos destrepes puñeteros para bajar a la llanura inferior, casi idéntica al valle vecino de Salarons.  Ya estamos cansados y cada obstáculo que encontramos nos fastidia.  Por eso se nos hace largo atravesar el extenso karst que nos separa del comienzo de la Faja, encima de Cotatuero Alto a donde por fin llegamos a eso de las 5 de la tarde.  Aquí me animo un poco, confío en que la Faja nos lleve menos de una hora y en ese caso podremos conseguirlo.  Además el sol que se había escondido tras las nubes vuelve a salir y con más luz las cosas se ven mejor.  También me preocupa llegar a oscuras al paso de la Fajeta, tenemos frontales pero aún así. Menudo sitio para que nos pille la noche...

Y aquí va donde Diego nos dice que tiene vértigo ¡¡Anda ya!!

Más de 1100 mts de elevación sobre el río Arazas en el fondo del Valle


Preciosa la Faja de las Flores

¡¡Ese Diego!!

En la Fajeta dichosa

El paso de la Fajeta no nos lo regalaron.  Hace dos años la hice de subida y me pareció una tontería pero de bajada es otra cosa ¡Madre mía qué patios! ¡Cuidadín! Y menos mal que todavía son las 18:40...

El Tozal de Mayo con las últimas luces del día.

Una vez dejamos atrás todos los pasos delicados nos vemos ya en terreno seguro pero todavía a 2000 mts de altitud.  Tenemos una hora para bajar a los 1100 mts de la Pradera ¡Vamossss!  Alberto y Mario están más fuertes y se adelantan.  Yo me quedaré con Jorge y Diego que van más despacio, sobre todo Diego que es quien peor lo ha pasado con los nervios y la tensión de tanto patio y precipicio.  

Necesitaremos encender los frontales cuando entremos en el bosque y sin parar un segundo iremos bajando por el camino que por suerte, cada vez está mejor y tiene menos pedruscos.  Jorge no tiene frontal y le dejaré mi móvil que está a tope de batería para que enchufe su linterna.  Nos vamos preguntando la hora cada cinco minutos y a eso de las 7:50 cuando ya nos vemos muy cerca, me tiraré a la carrera para adelantarme y avisar que llegamos.

Llegaré a las 7:55 a la Pradera, sale un bus en ese momento pero todavía hay otro que saldrá enseguida.  Alberto y Mario han llegado 10 minutos antes y ya me dicen que tranqui, que nos esperan, pero que además si hubiéramos llegado más tarde existe la posibilidad de llamar un taxi desde la casa del parque.  Bueno, pues para otra vez ya lo sabemos. ¡Madre mía qué estrés y qué escuatro...!  Y es que nuestro miedo era comernos andando los 8 kilómetros del Camino de Turieto hasta Torla, que con la paliza de la excursión habrían sido muy duros.

Los datos de la ruta no están bien: Calculo unos 26 kilómetros máximo y 2500 mts de desnivel positivo.

Somos los mejores!!!!

Ha sido una verdadera gozada haber podido compartir dos días de risas (y algunos nervios jeje) con estos cuatro señores.  Un placer Mario, Jorge, Diego y Alberto. ¿Cuándo lo repetimos?  ¡¡Pero esta vez donde no haya que pillar autobuses hostia!!