En la oscuridad de la noche invernal, a la luz de los frontales descubrimos otra montaña, sensaciones nuevas y el placer de correr en absoluta soledad por caminos y pistas. Además la noche de este Sábado 28 de enero ha resultado ser invernal de verdad -o casi, habida cuenta del Invierno tan tonto que está haciendo-, aunque a la mañana estaba despejado, enseguida han empezado a llegar las nubes del Cantábrico sobrevolando las Sierras de Andía y Aralar hasta cubrir el cielo en la Cuenca de Pamplona. Taparse el cielo y caer pequeñas borrascas de agua era todo uno, despejaba y salía un poco el sol hasta que venían más nubes, así se ha pegado todo el día y ha hecho bastante fresco: no se habrán superado los 6 grados.
David Salinas y yo habíamos quedado para salir a dar un "paseo" nocturno saliendo a las 8 de la tarde desde la puerta de casa, en Zizur Mayor. A las 6 estaba jarreando bastante y me ha llamado por teléfono para confirmar: -¿qué, cómo lo ves? ¿salimos o lo dejamos para otro día? - Dudaba mi vecino. - ¿Dejarlo? ¡Venga ya tío, si tampoco llueve tanto y son borrascas sueltas! ¡Vamos para arriba y sobre la marcha decidimos! además, hoy no he hecho nada.- Le contesté convencido.
Dicho y hecho, a las 7 lo tenía todo preparado, mi glucemia 140, me he comido un bocata de jamón y dos naranjas y me he puesto 4 uds de novorapid seguidas de 8 de lantus -de normal me pongo 5 ó 6 uds de rápida en la cena y 10 de lenta-. Lo cierto es que no tenía muy claro lo de las insulinas y en vista de cómo he ido luego pienso que me he puesto demasiada rápida y que la lenta la podía haber dejado para más tarde, en fin.
A las 8 en punto me reunía con mi compa de aventura en la esquina de casa, nos hemos echado unas risas con el típico rollo de cualquiera que nos vea llama a los loqueros, mira que estamos mal y tal y cual, pascual. Un repaso al equipo: Mochila con el Camel, barritas, geles y frontales. Guantes y gorro por supuesto, chubasqueros, David lo tenía puesto y le he aconsejado quitarlo, pues entonces no llovía y subiendo sobraría. Yo llevaba dos camisetas técnicas de manga larga y también dos mallas, las primeras térmicas, me habría puesto las polainas para el barro pero no las he encontrado... bueno, una vez comprobado que lo teníamos todo -o casi todo- hemos empezado la carrera por el parque en dirección al Camino de Santiago que discurre por un extremo de la urbanización.
La flojera superada pues para entonces ya llevaba dos barritas de frutas, dos pastillas de gluco-sport y bastantes tragos al isostar del camel. Eso sí, David seguía hablando más que yo, pero lo cierto es que los dos subíamos muy animados por el sendero comprobando que era fácil orientarse en el mismo. Con más nieve habría sido otra cosa, pero entonces no habríamos ido por aquí.
En la parte final la nieve arreció y al coronar el techo de nuestra excursión pisábamos en un par de centímetros de nieve. El viento arriba era muy fuerte por lo que rápidamente nos pusimos los chubasqueros y cogimos la pista de cemento de los molinos iniciando el descenso hacia el Camino de Santiago, a los "muñecos" famosos. Corríamos ahora al resguardo del aire y había dejado de nevar pero teníamos otro problema: La niebla, donde las luces de nuestros frontales rebotaban impidiendo la visión, optamos por apagarlos y de algún modo como íbamos por la carretera que ya no tenía nieve pudimos seguir. Las luces de Pamplona podían verse reflejadas en las aspas de los molinos y con los ojos fijos en el negro del asfalto corríamos a gusto, disfrutando. Habíamos dudado en tomar otra dirección hacia Subiza o Arlegui pero decidimos que bajando hacia el Sur en dirección a Puente tendríamos mejor tiempo como así fue. David llamó por teléfono a un amigo suyo de Uterga y quedó con él en la sociedad del pueblo para tomarnos unos cafeses. Así que con la ilusión de un café con leche caliente bajamos del monte en cuatro patadas y con el mejor humor del mundo.
Eran las 10 de la noche cuando llegábamos a Uterga y sin dudarlo entramos en la sociedad que por cierto, estaba a rebosar de personal. Una cuadrilla se disponía a cenar mientras otros grupos seguían atentos un partido de fútbol en la tele, parroquianos en la barra... en fin, una animada noche de Sábado como otra cualquiera y de pronto dos marcianos con bombillas en la cabeza, mojados y sonrientes. Y más sonrientes aún cuando nos sentamos a la mesa para tomar el prometido café caliente ¡qué rico! además cayeron unos frutos secos, membrillo y media naranja ¡unmmm! Me tomé la glucemia: 134. Un rato de charla con dos colegas de David y enseguida listos para regresar.
La subida se nos hizo más corta y menos dura de lo esperado, corriendo en los llanos y andando en los repechones, sobre todo en la parte pedregosa con escalones.
En todo el descenso a Uterga y regreso no llovió ni nevó una gota, pero fue subir arriba y asomar a Pamplona para que un violento aguanieve nos golpeara duramente, castigándonos sobre todo la cara. Con los ojos entrecerrados emprendimos el descenso casi a tientas pero sin mayores contratiempos. Algo de barro, alguna piedra y muy poca luz hasta que entramos en las primeras calles de Zariquiegui (630 mts). Ni un alma en este pequeño pueblo, el más alto de la zona y con las mejores vistas de la Cuenca de Pamplona. Por eso y porque otra vez deja de llover podemos correr con todo el escaparate de luces de la región.
Algo más de las 11:20 de la noche cuando llegamos a casa. Muy buenas sensaciones a pesar del mal tiempo y tanto David como yo con ganas de repetir: correr en la noche ha sido correr por sitios nuevos y mágicos. Mucha suerte en la Hiru-Aundiak a todos los locos que como David, buscáis la vuelta a los relojes para compaginar el ocio y las obligaciones.
Mi glucemia en casa: 81, me he puesto 2 uds de novorapid y 2 uds de huevo frito con jamón ¡Ah sí! y otra unidad de San Miguel. Bien, bien, bien. Hoy Domingo he amanecido con 104. Bien, bien, bien.
¡¡ Y el domingo que viene la Media Maratón de Granollers !! Bien, bien, bien !!!!!
A los pocos minutos de subida me he notado más flojo que ningún día, fijo que me había puesto demasiada insulina para la poca "cena" que he comido por no pensar en que ayer salí una hora y media a correr con una máquina que se llama Karlos Lizoáin, otro amiguete de Zizur que corre en 1ª división - 01:19 en las medias y tal -, fuimos a un ritmo tranqui para él y muy fuerte para mi, pero terminé encantado de sobrevivir y de sumar un entreno "tres estrellas".
Además David se ha ganado el título de "hablador de la pradera" ganando por puntos a Edorta, a Karlos y a cualquier otro compañero de carreras con quien haya ido últimamente. ¡¡Madre mía qué manera de hablar!! Subiendo a Galar hay cuestas de las buenas y ni ahí callaba, yo venga a resoplar intentando contestarle monosílabos - son mi especialidad-, pero a duras penas lo conseguía. Ufffffff...
Pasado Galar (548 mts) la pendiente se acentúa y pronto nos hemos visto subiendo por rampas de más de un 20% donde de común acuerdo nos hemos puesto a andar. Empezaba a chispear algo de lluvia que al poco tiempo se convirtió en una débil lluvia pero seguimos sin chubasqueros pues con el trabajo de la ascensión nos hubiéramos mojado el doble, además el aire Norte nos venía de espalda y casi ni lo notábamos, menos aún al entrar en el bosque. Las luces de Zizur y Pamplona cada vez más abajo y más lejos. La lluvia pasó a ser nieve pero no cuajó hasta más arriba, donde los bojes empezaron a lucir un bonito pijama blanco.
La flojera superada pues para entonces ya llevaba dos barritas de frutas, dos pastillas de gluco-sport y bastantes tragos al isostar del camel. Eso sí, David seguía hablando más que yo, pero lo cierto es que los dos subíamos muy animados por el sendero comprobando que era fácil orientarse en el mismo. Con más nieve habría sido otra cosa, pero entonces no habríamos ido por aquí.
En la parte final la nieve arreció y al coronar el techo de nuestra excursión pisábamos en un par de centímetros de nieve. El viento arriba era muy fuerte por lo que rápidamente nos pusimos los chubasqueros y cogimos la pista de cemento de los molinos iniciando el descenso hacia el Camino de Santiago, a los "muñecos" famosos. Corríamos ahora al resguardo del aire y había dejado de nevar pero teníamos otro problema: La niebla, donde las luces de nuestros frontales rebotaban impidiendo la visión, optamos por apagarlos y de algún modo como íbamos por la carretera que ya no tenía nieve pudimos seguir. Las luces de Pamplona podían verse reflejadas en las aspas de los molinos y con los ojos fijos en el negro del asfalto corríamos a gusto, disfrutando. Habíamos dudado en tomar otra dirección hacia Subiza o Arlegui pero decidimos que bajando hacia el Sur en dirección a Puente tendríamos mejor tiempo como así fue. David llamó por teléfono a un amigo suyo de Uterga y quedó con él en la sociedad del pueblo para tomarnos unos cafeses. Así que con la ilusión de un café con leche caliente bajamos del monte en cuatro patadas y con el mejor humor del mundo.
Eran las 10 de la noche cuando llegábamos a Uterga y sin dudarlo entramos en la sociedad que por cierto, estaba a rebosar de personal. Una cuadrilla se disponía a cenar mientras otros grupos seguían atentos un partido de fútbol en la tele, parroquianos en la barra... en fin, una animada noche de Sábado como otra cualquiera y de pronto dos marcianos con bombillas en la cabeza, mojados y sonrientes. Y más sonrientes aún cuando nos sentamos a la mesa para tomar el prometido café caliente ¡qué rico! además cayeron unos frutos secos, membrillo y media naranja ¡unmmm! Me tomé la glucemia: 134. Un rato de charla con dos colegas de David y enseguida listos para regresar.
La subida se nos hizo más corta y menos dura de lo esperado, corriendo en los llanos y andando en los repechones, sobre todo en la parte pedregosa con escalones.
En todo el descenso a Uterga y regreso no llovió ni nevó una gota, pero fue subir arriba y asomar a Pamplona para que un violento aguanieve nos golpeara duramente, castigándonos sobre todo la cara. Con los ojos entrecerrados emprendimos el descenso casi a tientas pero sin mayores contratiempos. Algo de barro, alguna piedra y muy poca luz hasta que entramos en las primeras calles de Zariquiegui (630 mts). Ni un alma en este pequeño pueblo, el más alto de la zona y con las mejores vistas de la Cuenca de Pamplona. Por eso y porque otra vez deja de llover podemos correr con todo el escaparate de luces de la región.
Algo más de las 11:20 de la noche cuando llegamos a casa. Muy buenas sensaciones a pesar del mal tiempo y tanto David como yo con ganas de repetir: correr en la noche ha sido correr por sitios nuevos y mágicos. Mucha suerte en la Hiru-Aundiak a todos los locos que como David, buscáis la vuelta a los relojes para compaginar el ocio y las obligaciones.
Mi glucemia en casa: 81, me he puesto 2 uds de novorapid y 2 uds de huevo frito con jamón ¡Ah sí! y otra unidad de San Miguel. Bien, bien, bien. Hoy Domingo he amanecido con 104. Bien, bien, bien.
Distancia y desnivel calculado chapuceramente con el Google Earth. A David le salieron casi 28 kmts con el Garmin. |
¡¡ Y el domingo que viene la Media Maratón de Granollers !! Bien, bien, bien !!!!!