Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 25 de junio de 2023

Gran Trail Picos de Europa. Retirado.

Puente medieval en Cangas de Onís sobre el río Sella

Este sábado no tuve un buen día en Benia de Onís, Asturias, donde mis condiciones físicas -penosas-, me hicieron abandonar en la primera parte de la subida por la Canal de Trea, la subida más jodida de la carrera, kilómetro 35 aproximadamente: Mitad de carrera y casi la mitad del desnivel total con 2600 positivos acumulados.  Pero como digo mis sensaciones eran de miseria total: Cada 3 minutos de ascensión debía parar para bajar pulsaciones y así unas cuatro veces.  Un voluntario apostado a la sombra de unos árboles me aseguró que solo tenía 10 minutos a la famosa fuente de la que tanto habíamos oído hablar estos días. La organización insistió en su importancia al no haber otra hasta el refugio de Vega de Ario, en una etapa de 1700 mts de desnivel que incluía la subida al Jultayu (1939 mts).  Y es que hoy hemos vivido una jornada con temperaturas muy altas, como no se conocen en esta región.  Treinta grados o más y con mucha humedad no son el cóctel ideal para esta aventura.



A las seis de la mañana solo tenemos 20 grados pero con la humedad todo el mundo está empapado en el primer kilómetro.  Yo no soy de sudar mucho así que casi voy seco hasta el segundo... ¡¡Madremía!!

La salida ha sido muy chula y los algo más de 200 corredores animados por el spiker, que es un campeón, echamos a correr con toda la ilusión del mundo a disfrutar con lo que más nos gusta.  Soy de los pocos que no llevan puesto el frontal pues pensaba que en el día más largo del año ya veríamos algo a esta hora, pero la verdad es que hacía falta porque dentro del bosque no se veía apenas.  Más vale que como digo la mayoría sí lo tenían así que gorronee la luz de los vecinos hasta que en media hora ya no fue necesaria.


Primer avituallamiento líquido en el km 5,9

Bajando a La Molina

Antes de salir el sol ya estamos muy altos por encima de la niebla y hace menos calor.  Como en todas las carreras, cuando empezamos la primera bajada -km 8- hasta La Molina, cada cual ha encontrado su sitio y vamos intercambiando posiciones.  A continuación disfrutamos corriendo por la ribera del río Casaño que baja alegre por un valle estrecho y boscoso.  Cruzaremos el rio ayudados por una silga.  El agua fría nos llega a la rodilla pero no hay problema, como dice un voluntario así limpiamos las zapatillas.  

Empieza la segunda subida y empieza el calor.  Tras una primera cuesta empinada dentro del bosque volvemos a trotar por un sendero a media ladera que nos asoma sobre el valle.  Muy guapo.



Después vienen más subidas que nos llevan a la parte superior de la montaña, prados verdes donde vacas y ovejas pastan tranquilas, podría ser la sierra de Aralar, pero en el horizonte apuntan picos abruptos como no se ven en las sierras de Navarra, esto es Asturias.

El paisaje es guapísimo pero no lo estoy disfrutando porque me noto regular, cansado.  Me ha pasado otras veces y confío en que sea una sensación pasajera, por lo que continúo a "buen ritmo" caminando rápido en las subidas y trotando en llaneos o bajadas...  Y así llegamos al bajadón de la Canal de Coliembru:  Sacaría unas afotos desde arriba para guardar esas vistas de vértigo. No te digo nada si podríamos ver el fondo con el río Cares pero la misma montaña no nos dejará verlo hasta mucho más abajo.  Lo que digo: Vértigo, vértigo...  

Pero bajo bien, muy bien, con seguridad y buen ritmo.  Un corredor echa un grito al torcerse el tobillo pero no ha sido mucho y puede continuar. El problema es que ya lo tiene tocado y le pasará hasta dos veces más. Le ofrezco la venda que llevo pero asegura que no le hace falta y prosigue detrás mía.

¿He dicho que hacía calor?  Madremía, conforme bajamos la interminable pedrera, a veces senda, la temperatura va subiendo -o me lo parece a mí-.  Antes de llegar abajo del todo, pasamos por dos fuentes en las que remojo la gorra y echo un trago de agua fresca ¡¡Qué buena!!  Y por fin llegamos al avituallamiento líquido de Culiembro, justo en el camino del Cares.  Aunque solo es líquido tienen barritas, chocolate y chucherías pero yo al menos solo bebo agua.  No tengo hambre... Estoy cansado como digo que me he sentido otras veces, pero es que además me falta el aire. Por mucho que resoplo, el aire no parece darme el oxígeno necesario. Las pulsaciones las noto altas aunque el Garmin no hago ni mirarlo, no me fío de esa información.  En fin.  Pienso en que este es un buen sitio para abandonar. Justo está el hombre del tobillo jodido que lo deja aquí para caminar hasta Poncebos, donde la organización le devolverá a Benia.  



Desde el avituallamiento a la subida por Canal de Trea recorremos dos kilómetros por el Cares donde ya nos han dicho que no está permitido correr.  Como para correr estoy yo...  Camino detrás de otros dos corredores que andan hablando de lo que tenemos por delante, uno de ellos ya ha hecho esta carrera y comenta que sí, que la subida al Jultayu por Trea es dura no, lo siguiente.  Pero que lo que viene después no es ningún regalo...  En fin, como he dicho al principio, al iniciar la subida he necesitado hacer una, dos, tres paradas para entrar aire en los pulmones.  Además me he cruzado con un corredor retirado que sin haber llegado a la fuente el Peyu ha decidido dar media vuelta por encontrarse medio mareado y con pulsaciones altas. Joder lo mismo que yo.

Sigo otro rato para arriba y a la sombra de un bosquecillo está un voluntario que intenta animarme: - A la fuente te quedan como 10 minutos, venga campeón, y luego otro poco más-...   Ufff comparto con él mis miedos y fatigas y el hombre me dice la verdad: Que arriba voy a tener el mismo calor que aquí y que lo piense bien.  

Le agradezco su sinceridad y sigo para arriba.  Pero no ando cinco minutos cuando me paro otra vez.  Me jode un montón pero no me veo con fuerzas.  El azúcar lo tengo bien: 132 no es mala cifra.  Debe ser lo único que tengo bien ahora.  Uffff.  Media vuelta.

Llegar a Poncebos fue muy jodido también: Dos kilómetros al avituallamiento en Culiembru y después otros 5 más por todo el Cares hasta el bar junto al aparcamiento.  Y con una calor del copón.  Lo mejor fue que en Poncebos nos juntamos 15 elementos y estuvimos  a gusto echando cervezas y cocacolas en el bar, a la sombra, hasta que un chico de la organización vino a buscarnos.  El pobre tuvo que hacer tres viajes porque solo cabíamos 5  cada vez...  Mientras me tocaba el turno hice risas con una pareja de asturianos y con un canadiense afincado en Madrid que nos contó su película:  En el avituallamiento de Culiembru no pensó en abandonar pero cogió la senda en dirección contraria (hacia Poncebos) y aunque le extrañó no ver marcas se confió con algún excursionista que le dijo que había más corredores en esa dirección.  Serían más retirados, claro.  El caso es que al llegar a Poncebos decidió que estaba agotado y que si caminar hasta aquí había sido tan jodido cómo sería subir la Canal de Trea y el Jultayu...  Un tío bien majo, jajaja.   Yo no pude reírme mucho porque el estómago lo tenía regular:  Había bebido una cerveza que me sentó como un tiro y hasta que no eché toda la papilla del día no me recuperé.  Más vale porque no veáis cómo pillaba las curvas el tío de la furgo...

Nota final:  Me animé a esta carrera porque no conseguí dorsal para Travesera y quería disfrutar la vista de los famosos lagos de Covadonga, Enol y Ercina, cosa que en las dos Traveseras del 2021 y 22 no he podido porque cuando pasamos junto a ellos es noche cerrada...  Volveré si puedo el año que viene a intentar la GTPE.  Y volveré con mucho respeto, cosa que quizás me ha faltado este año.  Y entrenamiento...

Muchas gracias a la Organización y a todos los voluntarios. Sois cojonudos. Y cojonudas.  Lo mismo que todos los corredores que sí lo han conseguido en esta edición: Desde Jonatan Tejada que lo hizo en 9 horas 14 minutos hasta el último campeón que terminó con más de 18 horas.  ¡¡¡Bravo!!!


miércoles, 7 de junio de 2023

De Pamplona a Zaragoza en btt.

Para ser más exactos de Zizur Mayor a Zaragoza.  Javi y yo vivimos en esta localidad a 5 kmts de Pamplona y es desde aquí donde iniciamos nuestro particular viaje de fin de semana.

Yo la bici la pillo casi únicamente para ir a currar.  Algo más de 10 kmts entre ida y vuelta cada día.  De vez en cuando meto más kilómetros como entreno pero no más de 50...  Lo de ir hasta Zaragoza era algo que tenía en mente hace años pero por un motivo u otro, entre pandemias, veranos calurosos, inviernos fríos o carreras que preparaba, no me decidía nunca... Allá por enero, una tarde en el gimnasio charlando con Javi, le conté mi locura y se apuntó sin dudarlo.  Soy amigo de sus padres, que también son de Zaragoza, así que él tendría refugio en casa de su abuela y yo en la de mis papis. Sabíamos que en bici de monte los kilómetros cundirían poco y que saldrían muchas horas, pero lo veíamos posible.  Lo más complicado era poner una fecha que nos cuadrara a ambos.  ¿Qué tal el Sábado 3 de Junio?  Perfecto, ninguno teníamos plan ni carrera ese finde, en junio los días son largos y con un poco de suerte no tendríamos todavía mucho calor, aunque eso nunca se sabe y menos en estos tiempos.

Los días y las semanas pasaron y sin darnos cuenta el día D se fue acercando.  Javi veía llegar la fecha de nuestra aventura sin ningún problema ni temor, después de Paula, la bicicleta es su chica preferida, mejor dicho las bicicletas, pues tiene de carretera y de monte, claro.  Con ellas mete rutas largas casi todos los fines de semana, cuando no una carrera. Como la de btt de Lodosa en abril, de 52 kmts y hace poco la Peluso en Irurtzun, que este año fueron casi 140 kilómetros de carretera con lluvia y frío.  ¡Ah, y luego entre semana se mete spinning una o dos tardes para no olvidarse de pedalear, ¡¡Qué tío!! 

Yo por mi parte, ya digo que bici poca, pero confiaba en estar preparado dándome palizas de correr por el monte, sobre todo consiguiendo finalizar mi sexta Nafarroa Xtrem el 29 de abril o realizando el recorrido de las Tres Ermitas en la buena compañía de Adrián, nuestro asturiano preferido.  También salí dos veces con la bici para hacer algún rodaje largo por la Cuenca de Pamplona. Tenía pensado pedalear más el anterior fin de semana pero mi bici se quedó castigada en el taller debido a una más que necesaria revisión:  Gracias a César (Cxm Eventos.com) y los super profesionales de Cyclabikes en Ansoáin porque sin ellos mi máquina no habría sobrevivido ni 20 kilómetros...  En fin, ya que no pude dar pedales salí a correr con los Trizurko.  Correr no es lo mismo que ir en bici pero resoplar detrás de esos salvajes es duro, muy duro.  Y eso buscaba para quitar el miedo: Castigarme a tope para sufrir lo menos posible.

¡¡Y llegó el día D!!  A las 6 de la mañana nos encontramos Javi y yo donde empieza el "Camino rojo", que comunica Zizur Mayor con Cizur Menor.  Catorce grados de temperatura y nada de aire, ¡Qué más quieren dos ciclistas!  

Iniciamos el recorrido pensando en la tortilla de patata que Santi, el padre de Javi, nos había prometido cuando llegáramos a Tudela, bueno 7 kilómetros más allá: En el Bocal, donde estaría nuestro equipo de apoyo formado por Santi, Pilar, Pello, Esther y Paula. ¡¡Bravo a nuestros mejores fans!!  Disfrutaron de un día genial visitando este lugar donde empieza el Canal Imperial de Aragón y después recorriendo las calles de Tudela. Nosotros también.  Pero antes...


Antes, teníamos que salir de la Cuenca de Pamplona, para lo cual tiramos a Esquiroz, después a Beriain y luego a Campanas, alternando pistas y carreteras locales hasta pillar las pistas junto a la AP-2 donde nos encontramos un montón de barro gracias a intensas tormentas de esa semana.  En una vaguada tuvimos que bajarnos y empujar nuestros caballos que terminaron totalmente rebozados... ¡Qué desastre! ¿Quién hablaba de conseguir un promedio de 20 kmts hora?  En fin, tras quitar el barro como pudimos seguimos a Barasoain y después a Pueyo, sufriendo en algún repechón durillo que nos hizo resoplar a base de bien.  

Tafalla lo transitamos por el parque junto al Cidacos y por pistas y carretiles llanos llegamos a Olite, cuyo casco urbano atravesamos por el medio detrás de un camión de reparto  ¡Venga, venga que llegamos tarde! Echamos una mirada de reojo al "Exin-Castillos" como dice Javi y salimos de nuevo a la llanura entre fincas de regadío junto al Canal de Navarra.  El sol aquí ya nos tenía que haber empezado a fastidiar pero un cielo tapado de nubes altas nos protegió hasta bien entrada la mañana.  Pitillas y Murillo el Cuende quedaron a nuestra izquierda sin pasar por ellos.

En Caparroso paramos junto a un parque para reponer agua y comer algo. Son las 10 de la mañana y tengo 134 de azúcar tras 4 horas de excursión en las que solo he bebido agua y comido frutos secos.  Javi en cambio casi se ha pulido los dos bidones.  Por delante tenemos la etapa más chula pero también la más inhóspita:  Algo más de 52 kmts hasta Tudela por desiertos de tierra blanca o marrón, barrancos y llanuras, montañas redondas, puntiagudas y mesetas que caen a pico formando escarpes chulos, de esos que vemos en las pelis del Oeste.  Una región alucinante: Las Bardenas Reales.



Eso sí, podemos ver agua, y mucha, mientras pasamos por el Embalse de El Ferial, y después nada... Llanuras donde la vista se pierde. Una encina aislada, tremenda, allá lejos.  Otras más pequeñas allí...  Ganaremos altura entre coscojas y enebros hasta asomar a uno de esos escarpes de película cuando Javi se para y me dice que se ha terminado el camino. ¡No me jodas! En la ruta que seguimos de Wikiloc comprobamos que estamos ante un tramo con línea discontinua con una banderita que indica Bajada Técnica.  No sé qué fenómenos bajarán por aquí subidos en la bici, pero nosotros lo hacemos a pata y de puto culo ¡Que nos matamooos...!  Solo son 200 mts y abajo podemos ver el sendero por donde continuamos nuestro viaje.  Atravesamos con dificultades un barranco que baja con agua, y barro por supuesto... Nos cruzaremos aquí con una furgo y una pareja en bici.






En Castil de Tierra hay algunos grupos de visitantes, y nos cruzamos con más ciclistas.  También hay moteros y coches por supuesto.  Alguno de estos nos levanta algo de polvo cuando nos adelanta o se cruza por las pistas pero por suerte no son muchos.

Llegados al asfalto nos tiramos a toda velocidad hacia Arguedas pero corregimos nuestro rumbo a la vista de que nuestra ruta deja la carretera y traza una diagonal en dirección a Tudela.  Una línea recta de cuatro kilómetros que discurre entre fincas inundadas, campos de arroz que ocupan toda la llanura.  Podríamos estar en el Delta del Ebro.  Un tractor conducido por un chaval que no tendrá los 18 ni por el forro, pasa a nuestro lado rociando la finca con algo que huele a medicina, con tan mala suerte que nos salpica un poco.  Confiamos en que no será un veneno de los fuertes porque él no lleva protección de ninguna clase.  En fin, ¡¡Viva la agricultura extensiva!!

Es la una del mediodía y el sol empieza a pegar fuerte.  Las nubes altas que tapaban todo el cielo se han abierto y recogido en nubes más gordas.  Se amontonan hacia el norte pero no pintan mal, todavía.  Hace rato que me noto flojeras así que hacemos una parada y devoro una bolsa de dátiles ¡Qué buenos! El azúcar ni lo miro, sé que estará justo pero ya nos queda poco para comer.

Estamos en la Ribera del Ebro y es la una del mediodía.  Paula llama a Javi para ver dónde estamos y mi compañero le dice que ya casi en Tudela. Nos dice que están en el Bocal donde nos esperan y les aseguramos que nos falta muy poco.  Pero ese poco será una hora: Media hasta Tudela a donde llegamos cruzando el río, aquí ancho y luminoso por el Puente del Ebro,un magnífico puente medieval de 360 metros y 17 arcos. Muy guapo.

No entramos en Tudela y seguimos por el parque de la ribera hacia el Bocal de Fontellas.  Los 7 kilómetros que señala un cartel de turismo se nos hacen largos y no llegaremos hasta pasadas las 2 del mediodía a la que será nuestra principal y casi única parada. Distancia desde Zizur 120 kilómetros.

Qué alegría encontrarnos con la cuadrilla.  Ellos también respiran contentos de vernos llegar enteros y con ánimo.  Comeré un pedazo de trozo de la famosa tortilla de patatas con cebolla de don Santiago Lansac (aquí tiene usted un amigo para siempre...) y también devoraré un bocata de los míos: Pan de centeno con aceite, jamón y queso.  Y agua, mucha agua.  En la mochila llevo un depósito de dos litros que todavía tiene hielo, lo reservaré para lo queda de aventura y aquí beberé en la fuente todo lo que pueda. Igual que Javi, por supuesto, que ha venido sin comer otra cosa que barritas de cereales.  Estaremos casi una hora aprovechando para cargar móviles y demás cacharros que llevamos.  Me fastidia que son las tres y nuestros amigos están sin comer.  Como además no han reservado mesa en ningún sitio temo que tengan problemas debido a la hora...  ¡Venga Javi, en marcha o quéeee!

Mi azúcar está alto: 257 y subiendo en vertical, de modo que me pongo 6 unidades de insulina.  Son muchas, pero he comido pan y patata, así que todavía puede subir más. Si no fuera por la paliza en bici me subiría a las nubes... 

Nota: Si os gustan las rutillas largas en btt, de Pamplona al Bocal es una excursión muy chula con la vuelta resuelta en tren, donde puedes subir la bici.  El Bocal de Fontellas por cierto es un paraje precioso que merecería una mejor atención por parte de su propietario: La Confederación Hidrográfica, la cual en los últimos años ha restaurado el Palacio de Carlos V y alguna otra edificación pero se pueden hacer muchas más cosas...  El sitio lo merece.

La felicidad del cocinero y el gozo de los comensales

Con Santi, Pilar, Paula y Pello ¡¡Gracias por la foto Esther!!

Las chicas más guapas

Y continuamos nuestro viaje: Por la orilla izquierda (aguas abajo) del Canal llegamos a Ribaforada, donde no sé porqué abandonamos la pista junto al canal para obedecer nuestra ruta wikiloquera que continuaba ahora junto a la vía del tren por una pista mucho más fea entre polígonos, granjas y con un piso algo pedregoso que a estas alturas nos castigó más de lo deseado.  Y hacía mucho calor, por lo menos cuando parábamos por el motivo que fuera.  Menos mal que al reanudar la marcha el airecillo nos refrescaba algo ¡¡Viva la bicicleta!! Corriendo habríamos muerto hace rato...

Cortes es un pueblo grande y rico de la ribera navarra, miramos de reojo su castillo o palacio, muy chulo y que seguro merece una visita.  Pero lo que buscábamos era un bar. De pronto a mí me había entrado sed de Coca-Cola.  A las 4 de la tarde no había un alma por la calle pero una chica nos señaló el supermercado Día, en el que conseguimos nuestra ansiada chispa de la vida.  Yo pillé 2 latas y Javi un Acuarius ¡Todo fresquito!  Vacié una lata en dos tragos y la otra fue a la mochila porsiaca...  

¡¡Atención!!  Entramos en Aragón ¡¡Olé!! quiero decir... ¡¡Aiváaaa!! Kilómetro 140 de la excursión.  Son las 5 de la tarde, 11 horas desde que salimos de Zizur.  Ya queda menos. 

Pasamos junto a Mallén pero no entramos en el primer pueblo de Zaragoza, otra vez será.  Y volvemos a coger la pista paralela al Canal, que ahora discurre como junto al borde de una meseta, elevado sobre la llanura del Ebro.  Cada pocos kilómetros hay unas construcciones, llamadas almenaras, que al parecer sirven para desviar agua a las acequias de la llanura.  La primera almenara veo que tiene el nombre de San Fermín.  

El canal nos lleva a Gallur, lo atraviesa de un lado a otro y nosotros también.  Este bonito pueblo se levanta además a la orilla del Ebro y me lo apunto para hacerle otra visita con más tiempo porque de reojo apreciamos puentes, palacios y parques singulares.  Estamos en la Comarca de la Ribera Alta del Ebro. Por cierto que aquí llegan también las aguas del rio Arba, que viene de las Cinco Villas, del Prepirineo y por cierto que allí al norte, a nuestra izquierda, el cielo está poniéndose cada vez más negro. A ver si nos va a pillar la tormenta al final...

Hemos dejado el canal y ahora pillamos carretera local, dando pedales como si no hubiera mañana. Eso sí, cada vez nos levantamos más del sillín para estirar un poco la espalda y descansar el culo, que ni con badana encuentra acomodo a estas alturas.  Vamos en paralelo y Javi rueda a mi izquierda, como no hay arcén prácticamente ocupamos media calzada y andamos atentos a los coches.  Yo más nervioso que Javi por cierto...  Menos mal que hay poca circulación.

Atravesamos Luceni y nos acercamos de nuevo al Ebro a cuyas orillas asomamos en Alcalá de Ebro. Las vistas que tiene aquí el río son espectaculares y tienen que serlo más todavía cuando baje crecido.  Creo que por aquí situó Cervantes la Insula Barataria... 

Cigüeñas a cientos sobrevuelan las fincas. Y garzas  ¡Y conejos cruzando la pista cada dos por tres! 

Cabañas de Ebro, otra vez asfalto y más velocidad hasta Alagón, que con más de 7000 habitantes es el municipio más grande de la comarca.  Lo dejamos a un lado sin entrar, igual que hacemos al llegar a Torres de Berrellén.  Ha empezado a llover, son cuatro gotas, pero lo peor es el viento de tormenta que nos pega de cara ¡Mecachis la mar! Voy como puedo detrás de Javi sin perder su rueda.  Intento dar un relevo pero no puedo tirar ni 200 metros ¡Madre mía que puto aire! Nuestra esperanza es llegar a la ribera del Ebro, bajo los escarpes del Castellar unos montes que llegan hasta Zaragoza y bajo los cuales quizás tengamos abrigo, como así es.

Después cuando ponemos rumbo a Sobradiel incluso nos soplará a favor ¡¡Oléee!!  Casetas, Utebo y Monzalbarba son los últimos pueblos (o barrios) antes de Zaragoza ¡¡Vamos Javi que lo tenemos!!


La Ruta en mi Garmin

Esa foto de la izquierda nos la hicimos en el Puente del Tercer Milenio, en la Expo, a las 20:52 de la tarde. 15 horas después de salir.

¡¡¡Por dios de mi vida, qué ganas tenía de escribir Zaragoza en negrita!!!

                                                                                                                                                                       Por no alargar mucho esta crónica comentar que mis glucemias fueron bastante decentes:   

 Amanecí alto (154) a las 4:30 de la mañana y me puse 2 uds de rápida con el desayuno (café con leche y almendras).  La glucosa se mantuvo elevada hasta Caparroso, donde como he dicho tenía 134.  Hasta el Bocal solo bebí un bidón de agua, frutos secos con arándanos, dátiles y una barrita de chocolate en Tudela.  Por eso tenía 257 cuando paramos a comer y me puse 6 uds de novorapid.  Después la curva fue para abajo aún con las dos coca-colas de Cortes y otros dos bocatas que comí.  En casa esperaban mis padres y mi hermano, no habían cenado todavía esperando que llegase ¡¡Olé, olé!!  ¡¡Y con una tortilla de patatas y una hamburguesa XXL!!  Aquí me puse 6 uds de rápida y 8 de lenta (Tresiba). Del vermú y la comida del domingo ya no hablamos.    Y cuando veáis a Javi le preguntáis qué tal cenó en la Miguería, con Paula, su chica freferida y fan número 1.  Seguro que rebañó las migas con más pan, ¡Menudo es!  Le desamos mucha suerte y toda la fuerza -que la tiene- en las Bardenas Extrem, Irati Extrem, Larra-Larrau y en la Miguel Induráin.  Carretera o monte a este campeón le da lo mismo mientras tenga dos ruedas y pedales.