Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Olatzagutia-Urbasa

Sábado 24 de septiembre. Quinta edición de la mejor carrera para conocer la Sierra de Urbasa. Con salida y llegada en Olatzagutia son 23,2 kmts de distancia y 1367 mts de desnivel positivo acumulado los que nos llevarán allá arriba de la sierra para recorrer los magíficos bosques de hayas que cubren la mayor parte de estos montes.

Ander, Tedy, Alberto y servidor vamos juntos desde Pamplona. Son las nueve menos cuarto cuando bajamos del coche junto al polideportivo de la localidad así que nos sobra tiempo para bajar a la plaza y coger los dorsales. Nos encontramos con muchos amigos y hasta algún vecino, como David Salinas; colegas del Adi-Ike como Eduardo, de Humiclima como Iñaki, José Miguel y Juan Miguel Pinillos.  ¡Jone Peláez!  Nuestra amiga de Alsasua que este año se ha currado la Ultra del Mont Blanc haciendo un excelente tiempo.  También de Alsasua está José Antonio Salgado que correrá con nosotros pero sin dorsal porque anda mal de los pieses y sólo quiere "probarse un poco".

Buena temperatura -unos 16 grados- y el cielo cubierto, con nubes bajas que tapan la sierra. A las 10 en punto, nos apretamos tras la línea de salida y tras el ¡Pum! del cohete, arrancamos a correr calle arriba. Voy con los primeros pero aunque llevo buen ritmo en cuanto empieza la pendiente se pierden delante Ander, Tedy y Alberto junto con muchos otros corredores. A lo que llegamos al sendero creo que ya estoy en mi sitio porque deja de pasarme el personal. Nos toca sudar los más de 600 mts de desnivel hasta que llegamos al techo de la carrera y para cuando nos metemos en la niebla poco nos importa la leve lluvia que las hojas de las hayas nos regalan, pues llevamos más de 50 minutos de duro ejercicio.
Coincido con Salgado en la subida y aunque al llegar arriba paso delante suya, en la primera bajada fuerte me pasa a toda pastilla ladera abajo por el bosque, él y unos veinte corredores más ¡madre mía cómo bajan!  - ¡No tenéis familia o qué! - grito de cachondeo cuando me adelantan dos, uno por cada lado.  - ¡Yo sí! - me responde uno en tono alegre, al tiempo que acelera el muy jodido. 

La bajada dará lugar a un largo tramo casi llano que después pasará a ser cuesta arriba, ahí "pescaré" a algunos corredores y otros me pasarán a mi, entre ellos Jose Miguel e Iñaki -de Humiclima-.  La subida se pondrá más fuerte y me veré obligado a caminar, pero al paso soy más lento de modo que apreto los dientes y paso de nuevo a correr: Braceando ayudo a las piernas un poco y voy mejor -siempre que la cuesta no se ponga imposible claro-. 

Llevamos ya dos avituallamientos sólidos en los que he bebido isostar y comido dos cachos de plátano.  En uno de los puestos Salgado está de tertulia con uno de los voluntarios -¡qué tío!-, está tan pancho y al verme pasar se pone a correr a mi lado dándome conversación y todo:  - Corriendo has recortado unos minutos, bien hecho, pero andando te vas a cansar menos en las subidas -  Le contesto que puede ser, pero que andando soy una tortuga y tal y cual, a todo esto casi no puedo hablar, vamos corriendo y mientras que mi compa va tan fresco como si estuvieramos dando un paseo por el parque de la Media Luna, yo llevo un resuello que no puedo ni contestarle...

El itinerario nos lleva de nuevo a la bajada fuerte por el bosque y esta vez me noto más suelto y seguro, dejando atrás a mi compa de fortuna y consiguiendo que no me adelante ningún otro (claro que a estas alturas, los que van mejor que yo me han pasado hace rato, je, je..).  Al llegar abajo pasamos junto a un corredor que se ha debido torcer el tobillo o algo peor, dos voluntarios le sujetan y lo llevan hasta el puesto de control próximo; para él se ha terminado la carrera. 

Empieza un largo tramo casi llano pero con contínuos subi-bajas entre piedras y pedruscos, la piedra caliza de Urbasa está hoy muy resbaladiza y hay que poner el máximo cuidado para no romperse la crisma. No corremos, damos saltos para salvar los obstáculos que el monte pone a nuestro paso, esa especie de gimnasia me provoca un tirón en el isquio de mi pierna derecha (parte anterior del muslo) y me veo obligado a parar un poco la marcha.  Me da rabia, justo entonces llevaba un rato corriendo detrás de Iñaki y los dos llevábamos muy buen ritmo, habíamos adelantado un puñado de corredores, justo los que pasan a mi lado cuando me detengo a estirar la pierna (que no la pata).

Afortunadamente ha sido sólo un aviso, otra vez me daré bien de radiosalil o réflex, pronto el terreno mejora y sin tener que dar brincos puedo volver a correr a buena velocidad.  -¡Hombre Salgado!:-  El tío estaba otra vez de tertulia con un voluntario, volvemos a unir nuestras zapatillas como buenos y veteranos corredores que somos y se unirá también otro de nuestra quinta que lleva mochila y todo.  Los tres llegaremos juntos a la última parte de la carrera que consiste en bajar a Olatzagutia por el mismo sendero ¡eso sí, ahora cuesta abajo!

El sendero era empinado y duro de subir, igualmente es empinado ahora para bajar ¡pero más peligroso!  Salgado se tropezará y dará una voltereta, pero yo voy tan atento mirando dónde pongo las zapatillas que ni me entero.  Por suerte no será nada y juntos entraremos en el pueblo disputándonos la llegada a meta al sprint.  Ahí no hay amigo que valga y los dos gastamos todos los cohetes en los últimos 100 metros para entrar juntos  ¡qué bonitoooooo!    Tiempo: 02:34:56     Siete minutos más que el año pasado ¡¡mecachis!!     clasificación

Mis glucemias:
  A las 6:55 antes del desayuno__153
A las 9:24 en Olazti__126, me he comido un plátano, una barrita y como Pinillos cumplía los años me ha invitado a un cortado (con azúcar)  ¡¡Felicidades Juanmi!!
Después de la carrera nos hemos liado y como me sentía bien no me hecho más controles, eso sí la organización se ha portado super-bien como siempre y en meta teníamos de todo para comer y beber: Queso, chistorra, tortilla, yogures, vino, sidra, refrescos...   ¡Y agua mineral!  ¡Qué rica!



Este próximo sábado  toca una aventura gorda:  El Ultra Trail Guara Somontano. ¡¡Pobres zapatillas!!   El año pasado leí la crónica de un superviviente y aunque a algunos les suene raro, el sufrimiento, el dolor, los malísimos ratos, las dudas y los miedos que su autor consigue transmitir con el relato, fueron el detonante para decidirme a participar en este tipo de historias.  ¡¡Están locos estos romanos!!

lunes, 5 de septiembre de 2011

Volvemos a Ordesa...

... Con la vista puesta en el Monte Perdido. Hace dos semanas le echamos el ojo mientras recorríamos uno de los mejores miradores del valle.  Alberto -Gares- era la primera vez que ponía los pies en esta región y se quedó enamorado del paisaje, interminables laderas cubiertas de bosque y cortadas por paredes imposibles, altas cimas, brechas lejanas y desiertos rocosos, cielos azules y nubes de algodón que vistos a más de dosmil metros de altura siempre son más azules y más blancas.

 - Tenemos que subir el Monte Perdido -, me dijo Alberto.  - OK, cuando quieras - contesté entusiasmado, porque a pesar de haber pisado su cima en muchas ocasiones, hace bastantes años que no respiro el aire limpio de los 3355 mts de su cumbre, muchos años sin contemplar desde arriba Pineta, Añisclo y Ordesa; los tres formidables valles que se abren al pie de las Tres Sorores o Tres Hermanas:  Cilindro, Monte Perdido y Soum de Ramond.


Y para allá que fuimos de nuevo.  El horario ya nos lo sabíamos:  A las 5 de la mañana salida desde Zizur Mayor y a las 7 má o meno llegada a Torla.  El coche aparcado junto a la fuente de la carretera, que por cierto en esta ocasión no tiene agua ¡mecachis!  Preparativos: Mochila con chubasquero, camiseta de manga larga, camel-back a tope de isostar, barritas, frutos secos y en mi caso el medidor y la insulina.  ¿Algo más?  El móvil, dinero y la tarjeta federativa...  ¿Algo más?  Los bastones, que vienen muy bien en las cuestas y...  ¡¡No cabe nada más!!

Bajamos al puente de la Glera junto al camping Río Ara y a trotar por la pista con el horizonte vertical que delante nuestra forman las paredes del pico Mondaruego (2847 mts).  Hora:  8 de la mañana.


En poco menos de una hora por el Camino de Turieto llegamos a la altura de la Pradera y sin cruzar el puente proseguimos por el camino de la orilla derecha del Arazas (valle arriba), como casi todos los visitantes lo hacen por el camino principal que discurre por la orilla izquierda nuestro paseo continúa en solitario y podemos disfrutar todavía más del mágico ambiente que siempre se respira en estos bosques.  A diferencia de nuestra última visita, la temperatura es más fresca y hay más humedad puesto que esta semana las tormentas sin ser fuertes no han dejado de visitar un día si y otro también estas montañas.


El cielo está absolutamente despejado y así continúa hasta que llegamos al circo de Soaso, donde ya podemos ver la meta de nuestra excursión:  El Monte Perdido.  Continuamos en absoluta soledad y eso que son ya las 10 de la mañana, está claro que los turistas madrugan un poco menos.  Al acercarnos a la cascada de  Cola de Caballo miro de reojo la cima del Cilindro, vecina a Monte Perdido:  Unas nubes están cruzando la frontera y empiezan a cubrir el cielo.  Ay, ay, ay...




Superadas las clavijas de Soaso que son más fáciles de subir que de bajar, accedemos a los verdes puertos que nos acercan hasta el refugio de Góriz (2195 mts).  Cuando llegamos al refugio, todos los tresmiles de la región están tapados y para más desánimo una mujer nos anuncia el último pronóstico del refugio:  Lluvia para la 1 del mediodía.  Son pasadas las 11 de la mañana y calculamos al menos dos horas hasta la cima, los pronósticos no siempre aciertan pero yo tengo claro que hoy no podremos disfrutar del paisaje de la cima, así que le planteo a Alberto cambiar el objetivo de la excursión y dirigir nuestras zapatillas hacia Cuello Gordo para volver a Torla recorriendo las paredes Sur de Ordesa:  Por debajo de la Sierra de las Cutas primero y por las Cornisas de Diazas después hasta llegar a los Miradores del Molar, encima de Torla.




Dicho y hecho, abandonaremos enseguida el ambiente gris y tenebroso de las faldas de Monte Perdido para dirigirnos al horizonte azul que se divisa al Sur de los Pirineos.  A nuestra espalda los cúmulos continúan creciendo sobre las cimas mientras que delante nuestra el sol del verano llena de luz  los valles de Fanlo y Nerín, lo mismo que las sierras de Canciás y de Guara al fondo.


Recorreremos pues el valle justo por el lado opuesto al de nuestra excursión de hace dos semanas. Hoy Alberto se ha venido provisto de cámara y no pierde ocasión de fotografiar cada rincón, después de estas dos jornadas podrá afirmar que conoce bien Ordesa.  En mi caso esta excursión es la misma que hice en octubre de 2009 en compañía de Manumar, pero esta vez en sentido contrario.  Da lo mismo:  Siempre parece la primera vez.




Llegados a los miradores de Molar nos encontramos 1000 metros por encima de Torla y sólo quedar bajar al pueblo.  Por fortuna no nos vemos obligados a seguir la pista y nos tiramos por el precioso sendero que nos lleva directos de vuelta al Puente de la Glera, debajo del pueblo, donde llegaremos poco más tarde de las dos tres del mediodía.  Algo más de 40 kmts en el Garmin de Alberto.


Reportaje

Glucemias: 

A las 4 de la mañana, antes de desayunar: 110, me he puesto 4 uds de novorapid.
A las 7:19 en Torla: 92, antes de empezar la excursión me he comido dos plátanos.
A las 9:38 en el Estrecho: 259, un rato antes había comido una barrita de frutas -aptonia decathlon-
A las 11:35 cerca de Góriz: 229 llevo ya dos barritas y algunos tragos de isostar
A las 12:50 por debajo de la Sierra de las Cutas: 219, como sigue siendo alta y tengo hambre me pondré 2 uds de novorapid, tras de lo cual beberé un buen trago de isostar y comeré dos huesitos.
A las 15:24 en Torla: 171,  comentar que en los últimos metros de la bajada por el sendero he sentido una pájara así que he comido una barrita y una pastilla de gluco-sport. Después me he parado en el bar del camping Rio Ara donde me he tomado una cocacola y dos magdalenas.

sábado, 3 de septiembre de 2011

En la Foz de Arbayún

El jueves día 1 de septiembre fue el día que elegimos Julen, Sergio y yo para hacer una excursión al monte.  En principio nuestro objetivo era subir al Ori, el primer "dosmil" del Pirineo desde el Cantábrico.  El problema fue que los pronósticos de tiempo no eran muy buenos (tormentas dispersas) y como amaneció bastante nublado decidí cambiar de planes sobre la marcha:  El paseo de la canaleta en la Foz de Arbayún era una buena alternativa frente a las nieblas que de seguro cubrirían la alta montaña.

Antes de las 9 de la mañana llegábamos con el coche a Usún, a poco más de 50 kmts de Zizur Mayor.  Me sorprendió la prohibición de acceso por la pista hasta las inmediaciones de la Foz, pero no era ningún problema pues sólo son 1700 mts de pista los que separan el pueblo del sendero que desciende al Salazar en las proximidades del puente de Usún y de la ermita de San Pedro.


Rio Salazar y puente de Usún.  Estamos en la salida de la Foz de Arbayún.  El lugar
es muy concurrido en el verano.  Las pozas junto al puente son conocidas por muchos bañistas.



El sendero de la canaleta permite adentrarse en el formidable cañón abierto por el río Salazar.

Desde el puente, un sendero asciende algunos metros hasta llegar al nivel de una antigua conducción de agua: La canaleta, construida en 1928 para llevar agua de boca hasta Lumbier.  Su trazado se ha hecho popular en Navarra pues gracias a la obra es posible adentrarse en el interior de la Foz hasta el manantial de donde toma el agua, en la mitad del cañón.

Durante el paseo, además de disfrutar de excelente vistas podremos observar una variada vegetación: En la ladera opuesta,  de orientación Sur al principio y Este después, reinan la coscoja y la encina con algún quejigo. Por donde vamos nosotros en cambio, la cobertura forestal es mucho más variada al ser orientación norte:  Encina y coscoja son abundantes, además de cerrados y oscuros bosques de boj, pero abundan los arces (acirón y de montpelier), cerezos, madroños, olmos, tilos...   Observamos algún tejo, uno de ellos enorme y al llegar a la fuente donde termina la canaleta nos encontramos dentro de un magnífico hayedo.  
Julen y Sergio bajo un monumental tejo. 


Vista general del hayedo en cuyo interior se encuentra el manantial.


Pintoresco refugio de pescadores.


No pude pillarlos con la cámara, pero al regresar sobre nuestros pasos, unos buitres pasaron al lado nuestra: Verlos planear a tan pocos metros fue algo magnífico y acentuó la sensación de vértigo que de por sí nos daba caminar por las estrechas cornisas que caen verticales sobre el rio.




Todas las afotos aquí.