Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

viernes, 28 de agosto de 2020

Monte Perdido desde Torla

Este Miércoles 26 de agosto me acerqué a Torla con varios planes en la cabeza.  Todos pasaban por subir al Perdido siguiendo la ruta de las escaleras, un itinerario más directo que la famosa "escupidera" del corredor NO desde el pequeño Lago Helado.  Las famosas tres escaleras ya las había subido en una excursión épica con Txitxo e Iñigo que nos curramos hace cuatro o cinco años pero me atraía disfrutar de la ruta en solitario, con mis miedos y mis sueños...

Asomando al Mirador de el Molar. Se ve el Monte Perdido.
Además como digo, la idea era hacer una Gran Excursión subiendo también a la cima del Cilindro o en su lugar hacer un gran rodeo que me llevara de vuelta por la Faja de las Flores. ¡Anda que no hay caminos en Ordesa!

La primera decisión después de cruzar el río Ara por el Puente de Santa Ana fue coger el sendero que sube hasta el mirador del Molar, arriba de los paredones de Ordesa para a continuación seguir junto a las cornisas superiores del valle hasta Cuello Gordo.  La alternativa era ir por el fondo del valle llegando a la Pradera por el Camino de Turieto pero los autobuses llenos de excursionistas me animaron a subir allí arriba: A los balcones de Ordesa, para rememorar otra excursión guapa de hace 10 años con el amigo Manumar ¡¡No os perdáis el pedazo de vídeo!!

Ermita y campos de Santa Ana


Arriba crucé mis pasos con dos grupos numerosos llevados por el servicio de taxis todo terreno del parque, un guía daba explicaciones sobre la roca caliza a los visitantes cuando pasé junto a ellos.        - ¡¡Adiós, adiós!! -.



No encontré a nadie más hasta llegar a Cuello Gordo, donde los taxis dejan a la gente que quiere tirar a Góriz. Allí vuelven sobre sus pasos o bajan hacia Nerín y Fanlo.  Adelanté a un grupo de chicos y chicas cargados con pesadas mochilas que seguro iban a pasar algún día en el refugio de Góriz y proseguí mi ruta que cada vez me acercaba más al gigante de la región.  El Monte Perdido se levantaba cada vez más alto delante mía, mostrando la gigantesca ladera Sur por la que iba mi excursión: Tres fajas rocosas a modo de escalones la interrumpen ¡¡Allá vamos me dije!!

Pero ya llevaba 18 kmts y decidí parar para comer algo antes de empezar la parte más dura de mi aventura. Estaba cerquita del Collado de Góriz o de Arrablo y el Sol pegaba de firme.  A pocos metros del GR11 que se dirige hacia Añísclo y Pineta me senté en una piedra y disfruté de mi almuerzo: Nueces, almendras y una barrita energética de chocolate y proteína.

Agarrando los bastones inicié la subida fuera de sendero tomando dirección Oeste para salir a la ruta que sube del refugio.  Los primeros pasos después del descanso se me hicieron muy penosos: Cada tres pasos me paraba a coger aire ¡¡Uffff...!! ¡¡Qué flojo estás Carlosss...!!  La soledad de una montaña salvaje me abrumaba un poco pero estamos en el siglo XXI y en una parada contesté una llamada de Alejo: -¿Dónde andas?- me preguntó el amigo Trizurko. -¡Ahora mismo en las pelotas del Monte Perdido!, estoy hecho polvo y calculo por lo menos tres horas hasta la cima...-  Le contesté jadeando...  En la siguiente parada contesté un wasap de Sergio:  Me ponía una foto de una cafetera clásica de aluminio que había comprado. En Indonesia no debe ser fácil encontrarlas pero por fin la había pillado. ¡¡Madre mía qué pequeño es el mundo!!  ¡¡Y madre mía qué grande es esta montaña!!  Me estaba costando un montón: 26 minutos el último kilómetro... ¡¡Juas juas!!  Se lo tengo que contar a Aritz Egea cuando lo vea, el campeón que este Verano subió y bajó el Perdido desde Torla en un tiempo de 5 horas y 51 minuticos de nada... ¡¡Qué tío!!

Me sorprendió ver un señor camino al conectar con la ruta que sube desde el refugio, no solo había mojones es que era casi una autopista.  Bueno no tanto, pero a partir de ahí mi progresión fue un pelín mejor.  Tanto que sin darme cuenta me encontré arriba de la Punta de las Escaleras.  ¡¡Olé olé!!

Unas nubes que se agarran a las cimas le añaden al paisaje un extra de misterio y peligro.  El primer escalón antes de la Punta de las Escaleras lo he subido sin problemas ni dudas, ahora me dirijo al segundo que es un pelín más cañero (II) pero tampoco ofrece dificultad.  Me veo tranquilo y confiado pero al mismo tiempo alerta.  Eso está bien porque me queda el tercer escalón,  la llave a la cima y el que ofrece más dificultad (III).  La senda y los mojones me llevan directo a la chimena de mis sueños y pesadillas.  Tras echar un ojo me decido por una trepada de las dos que veo posibles.  Hay un paso en el que debo subir bastante mi pie derecho para elevarme hacia el siguiente agarre y cuando elevo el cuerpo noto que quiere darme calambre en el gemelo ¡¡su puta madre!!  Bajo la pierna, estiro un poco y cogiendo aire me elevo de nuevo ¡Ahora sí!  Yupiiii!!!! Es una tontada de paso pero más vale no pensar en quedarme ahí acalambrado...

A continuación proseguiré despacio hacia la cima, estoy cansado y voy despacio pero más feliz que una perdiz porque sé que ya la tengo.

Es la una del mediodía, me ha costado casi 6 horas desde Torla.  Pensaba que siendo una hora tan tardía no habría gente en la cima pero qué quieres: Esto es el Monte Perdido y estamos en Agosto.  Tampoco es que haya mucha gente pero contaré unos quince elementos entre la cima y la antecima. Se está de maravilla y las nubes que antes estaban agarradas se han abierto un poco permitiendo disfrutar del paisaje en todas direcciones. Hace un pelín de fresco pero no me pongo el chubasquero pues solo estaré 5 minutos para hacer cuatro fotos.






 Es la primera vez que bajo al Lago Helado sin pisar nieve ni hielo.  El camino es una pedrera por donde pierdo altura en un pis-pas junto con otro chico que baja súper contento. Me dice que es la primera vez que sube y que le parece una montaña guapísima. Le doy la razón, yo también disfruto este paisaje soberbio de paredes y neveros en el corazón del Pirineo.

Más abajo del Lago Helado, que por cierto lleva deshelado más de un mes, me salen al paso un chico y una chica todo nerviosos: -¡Perdona ¿es este el camino al Perdido?- .  La pregunta se explica porque vienen haciendo un flanqueo desde la cara Sur. Por lo visto se han despistado y han tirado por la Ruta de las Escaleras sin saberlo y ante el segundo escalón se han dado vuelto y desviado hasta aquí.  Eso discurro mientras les prometo que solo tienen 10 minutos al Lago Helado y después un rato más hasta la cima...  Deben ser catalanes porque hablan de "grimpadas" y de sitios chungos.  Les informo que esa también era una ruta posible pero está claro que su idea era subir por la "vía normal".  Lo entrecomillo porque cuando hay nieve son más seguras las "Escaleras" en la cara Sur.



En Góriz me regalo un súper bocadillo de queso, bebo agua y continúo trotando hacia las clavijas de Soaso. En cinco minutos estoy abajo junto a un montón de gente: Cuadrillas de chavales, familias, parejas y excursionistas de todo tipo y condición disfrutan de una tarde de Agosto en la Cascada de Cola de Caballo.  Finalmente paso de más hazañas y decido regresar por el valle que es lo más rápido y cómodo.  Si hubiera tirado de Góriz hacia la Faja de las Flores habría echado cuatro horas más por lo menos...

Más gente todavía en las Gradas de Soaso, y en el Bosque de las Hayas... Y en la Pradera, donde me acercaría al restaurante a echar una coca-cola pero por no ponerme la mascarilla prosigo mi paseo hacia el Camino de Turieto donde puedo volver a disfrutar del Valle de Ordesa para mí solo ¡¡Qué maravilla!!  Si cobraran por venir por este camino lo mismo estaría atestado de paseantes pero esta tarde solo me cruzaré con una familia y un par de chavales que como yo, gozarán de los rincones secretos del Parque Nacional más hermoso de Europa.  Las Cascadas de Abetos, la de Torrombotera y Molinieto resuenan con estrépito a mi derecha.  Me asomo a la última, la de Molinieto, situada a la salida del valle y puedo ver el autobús bajando las cerradas curvas de la carretera para devolver a Torla a los viajeros que quizás no saben lo bonito que es ir andando a la pradera.  Eso sí: Son Ocho kilómetros...
Río Ara y Tozal de Mayo desde el Camino de Turieto

Cascada de los Abetos

Cascada de Molinieto.  Por la carretera baja un autobús.

48 kilómetros y casi 11 horas en mi Garmin y en Wikiloc
Lo más mejor todavía fue el baño que me pegué en el Ara poco antes del Puente de Santa Ana, ¡¡Qué bien!!  Una vez limpio y fresco subí al pueblo, me cambié de ropa y volví al modo civilización.  Y a pensar en la próxima!!


5 comentarios:

  1. Por cierto, muy graciosa la distinta forma de mostrar gráficamente el perfil de una ruta que tienen Wikiloc y Garmin Connect. Según esta última plataforma, apenas subiste una colina de nada...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo que me llama la atención es que en Wikiloc sale un "techo" de 3348 mts mientras que Garmin lo pone en 3198 mts sin corrección de altura, 3248 corrigiendo. Así que gana wikiloc en exactitud, por lo menos en cuanto a la altura. Gracias por tu comentario!!

      Eliminar
  2. Vaya vuelta más elegante y buena palizika.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A Ordesa hay que ir todos los años, nunca te cansas de ver esas montañas.

      Eliminar

¡Haz un comentario!