Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 8 de abril de 2018

Acuatic-Trail

Oscar, Alejo y yo hemos acuñado un  nuevo término esta mañana: Acuatic-Trail: La modalidad de correr por montaña que no va por caminos sino por ríos. Y no es coña.

Tras un Invierno récord en precipitaciones aquí en Navarra, la Primavera ha continuado igual o incluso peor, o mejor si queremos llenar los pantanos ¡Ah no, que ya están llenos!  Pues eso, que está lloviendo mucho, que empezó el Viernes, siguió ayer Sábado y no ha parado en toda la noche.

A las 6 de la mañana no llueve, jarrea. Pero igualmente preparo todos los bártulos porque he quedado con Oscar y Alejo en Villava con la intención de hacer el recorrido de la Zazpimendi: 44 kilómetros y 2600 metros de desnivel positivo. Mochila y dentro el frontal, guantes gordos y finos, bidones con agua, barritas, chubasquero...  Menos esa última prenda todo lo dejaremos en el coche porque decidimos hacer solo 12 kilómetros hasta Sorauren, donde Oscar ha dejado su coche. Echaré un par de geles en los bolsillos del chubasquero y sin necesidad de frontal porque ya vemos perfectamente echamos a correr hacia el Miravalles.

Cruzar el puente de la Trinidad nos da hasta miedo: el río Ulzama baja con una crecida terrible y sus aguas rugen descendiendo la cascada, apenas visible con todo ese caudal.  Del miedo pasamos a la risa cuando ganamos altura en la primera tachuela de la excursión y descubrimos que todos los senderos del mundo se han convertido en riachuelos.

Por suerte no hace mucho frío, unos 7 grados, y cuando bajamos hasta cruzar la carretera y coger el Camino de Santiago entramos en calor a la carrera en un tramo que discurre entre llaneos y pequeños toboganes por la orilla derecha del Arga. Nos cruzamos con dos peregrinas: la primera coreana y la segunda alemana, esto lo deducimos porque es rubia, pero lo mismo es de Cuenca jajaja.

Se terminan las risas porque empieza la subida al Larzabal. Las Inov nos vienen de cine a Alejo y a mí, pero Oscar tampoco va mal con unas Salomon cuyas suelas muerden el barro tan bien como las nuestras. ¡Vamossss!

Sigue lloviendo en la cima de Larzabal ¿foto? como para sacar el móvil de la funda... Proseguimos por el cordal en dirección a nuestro siguiente objetivo: Antxoriz, corriendo entre pinos y bojes y mojándonos el doble cuando apartamos sus ramas.

Llueve más fuerte aún cuando emprendemos el último repechón para ganar la cima del Antxóriz.  Bosque cerrado de pinos, quejigos y bojes que se cierran en estrechos pasillos toda la interminable escalera que nos conduce al techo de nuestra excursión. Empezamos a tener frío y eso que la cuesta nos exige buen trabajo.

La bajada será gloriosa por una sucesión de "cataratas" de agua que baja por el sendero, un sendero salvaje al principio, lo habrán abierto para esta carrera suponemos, pero más abajo ya vamos por caminos más decentes, siempre con agua por supuesto hasta llegar a las primeras calles de Sorauren.

Nunca hemos terminado con las zapatillas tan limpias.

Una pregunta: ¿Los jabalíes no sufren de reúmas ni pulmonías? Nosotros cuando terminamos de correr nos secamos, cambiamos de ropa y nos vamos a casa calentitos pero ellos viven en el monte todo el día...  Nos alegramos de no ser jabalís aunque muchos nos llaman así.

Río Arga. Puente de la Trinidad de Villava y el salto del Batán.

Un selfie con Alejo, Oscar se acaba de pirar. Estamos más mojados que un salmón del Bidasoa y solo pensamos en secarnos, cambiarnos de ropa y almorzar algo decente...
La ruta en mi Garmin
Lo mejor de la excursión. Mi azúcar antes de almorzar: 104. No he tomado nada durante la excursión.


Nuestro compañero Alberto Ederra ha conseguido un magnífico Quinto Puesto en la General del Trail Mayos de Riglos: 30 kilómetros que también han estado pasados por agua. ¡¡Bravo!!

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