Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

jueves, 28 de abril de 2011

Buscando la ruta de Eltzaburu a Leurtza

Hace muchos años que junto con unos amigos de Iraizotz (Ulzama)  pude disfrutar de una ruta en btt que desde el vecino pueblo de Eltzaburu se internaba en los bosques de Velate para cruzar a la otra vertiente y llegar a los pequeños embalses de Leurtza, un rincón paradisíaco que podría pasar fácilmente por un paisaje suizo.  Y es que al Valle de Ulzama más de uno le llama también la Suiza Navarra:  Verdes prados, montañas cubiertas de bosques, vacas, caballos...  Y todo eso a menos de 30 minutos en coche desde Pamplona.  ¡Increíble!
Y el caso es que me acordé de ese paseo el otro día cuando andaba cerca de Zaragoza, por los Montes de María, un paisaje muy diferente.  En línea recta hay menos de 200 kmts desde el verde valle de Ulzama a los desiertos que rodean Zaragoza, pero cómo cambia el clima de una región a otra, seguramente caerán más de 1500 litros de agua al año en la zona de Leurza frente a los 150 de media que caen en el centro del Valle del Ebro, si además pensamos en el cierzo que todavía seca más la tierra está claro que los paisajes serán muy, muy diferentes.  Pero ojo, tanto uno como otro tienen su valor y merecen ser protegidos.

Pues bien, esta tarde me lo he montado para estar libre de tareas a las 4 y como el día es largo y lo me lo había dejado todo preparado he cogido el coche y me he ido hacia Eltzaburu con la intención de recordar la ruta de aquel verano hace lo menos 15 años.   De mi memoria no me fío nada así que había estudiado un poco el Google Earth donde se distingue una pista que sale del pueblo montaña arriba y se pierde en los collados que asoman a los lagos.  He encontrado la pista sin ninguna dificultad: Sale de la carretera local junto a unos chalets y se dirige recta a internarse dentro del bosque, subiendo en ligera pendiente.  Es una pista con un piso excelente, de grava bien apisonada y de color casi blanco.  Los coches podrían ir perfectamente por ella pero no me he cruzado con ninguno.   Termina al cabo de unos 4 kilómetros y su continuación es una especie de pista de saca de madera que a juzgar por la maleza hace años que no se usa.
Me he tirado por ahí y he acabado subiendo y bajando por la montaña sin poder orientarme hasta que volviendo a la pista principal he vuelto sobre mis pasos unos 500 mts hasta un desvío que antes había despreciado, ése es el camino bueno.  Siguiéndolo he ganado altura hasta llegar a unas chabolas de cazadores y me he topado con el sendero de Gran Recorrido GR-12, que se dirige hacia el Puerto de Velate.
Ahora buscaba una antigua calzada de losas por la que recordaba habíamos bajado a los embalses en aquélla excursión  pero en su lugar tenía una pista de cemento que descendía en fuerte pendiente desde un cruce en el que se levantaba una esplendida cabaña de cazadores.  ¿La habían encementado?  Un jóven que llegó entonces en una bici de monte me aclaró que la calzada que buscaba estaba más arriba pero que la de cemento también bajaba a los lagos. 

Decidí dejarlo para otra ocasión porque ya llevaba hora y media de paseo.  Dando media vuelta todavía me entretuve en hacer unas fotos al dólmen de Pittortzar y después a la carrera volvía a Eltzaburu.  En total 2 horas y 20 minutos, teniendo en cuenta los despistes pienso que en 3 horas y media se puede hacer una excursión-entreno muy, muy chula por estos bosques...  Hay que volver.

Más fotos aquí.

Como puede verse esta imágen del Google Earth es muy diferente de la excursión anterior por los Montes de María ¿verdad?  El problema en estos montes es que los árboles no te dejan ver por dónde te andas...

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