Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

lunes, 15 de agosto de 2011

Por la Sierra de Urbasa

Con la excusa de ir a un buen sitio donde poder ver la lluvia de estrellas, el viernes pasado mi hijo Sergio y yo subimos a la Sierra de Urbasa.  No nos llevo ni una hora preparar lo necesario para pasar una noche en el camping de Bidoiza:  la cena de esa noche y algo para almorzar el día siguiente mientras dábamos un paseo (ya que estábamos allí no nos ibamos a volver sin más). 

Nos llevó poco más de 50 minutos llegar desde Zizur al camping, el calor de la Cuenca de Pamplona se quedó allí, pues arriba de la Sierra la niebla lo cubría todo y a las 7 de la tarde la temperatura apenas pasaba de los 20º.  Enseguida montamos la tienda y ordenamos las cosas, tras de lo cual aún tuvimos tiempo de dar una vuelta por los alrededores.  Reinaba una paz maravillosa, sólo rota por las esquilas del ganado: Vacas sobre todo, que junto con caballos y ovejas pasan en el monte casi todo el año.

¿Podremos ver las estrellas esta noche?  - Me preguntó Sergio desconfiado, señalando la niebla encima nuestra.  - Creo que sí - le contesté, - si te fijas ahí casi puede verse el azul del cielo, seguro que a la noche se despeja del todo -. 

Después de cenar unos estupendos macarrones con atún y tomate frito -mi especialidad en las acampadas-, junto con algo de jamón y de queso, ya casi había oscurecido pero la dichosa niebla seguía tapando el cielo ¡mecachis!   No era muy tarde así que fuimos al bar del camping a tomar un cafecillo y echar una partida de cartas tras de lo cual volvimos a la tienda.  Eran las once de la noche y aunque la niebla casi se había ido todavía no podíamos ver las estrellas, sólo la luna y las luces de algún avión surcando las alturas...  ¿Qué hacer?  Yo había trabajado y me caía de sueño así que le propuse a Sergio poner el reloj a las 4 para asomarnos y ver el panorama.

A las 4 sacamos la cabeza de la tienda muertos de sueño y pudimos comprobar el pedazo de luna llena que resplandecía en el cielo, podían verse las estrellas, pero casi como si hubiéramos estado en una ciudad iluminada, de modo que nos olvidamos de las Lágrimas de San Lorenzo, Perséidas o Puñetas quita sueño y nos volvimos al saco de dormir.  Por cierto que el mío era de playa y con los 8 grados de esa noche pasé un poco de frío.

A la mañana siguiente tras desayunar y recogerlo todo nos fuimos del camping y con el coche nos acercamos hasta la pista de Tximista a Otsaportillo, a tan sólo 5 minutos de allí.  Dejando el coche en el aparcamiento, Segio subió a su bici y yo a mis zapatillas, nuestro objetivo: La Ermita de San Adrián, a donde ya quisimos llegar el año anterior sin conseguirlo. 


Magnífica mañana para correr o pedalear entre las hayas de Urbasa, en nuestro camino nos cruzamos con ciclistas y con algún excursionista e incluso vimos algún corzo en las profundidades del bosque, tipi tapa poco a poco, padre e hijo avanzábamos pista arriba en busca de nuestra ermita preferida. 


Sin darme cuenta nos pasamos el desvío principal que conduce también a la ermita de Santa Marina, pero el despiste no tenía mayores consecuiencias: Más adelante otro desvío también nos llevaba hacia San Adrián, lo malo es que era por pistas secundarias que en algún trozo apenas estaban marcadas, lo bueno es que así el paseo sería más salvaje y más chulo. 


Por fin salimos del bosque y llegamos a un cruce próximo al Puerto de Lizarraga, 10 minutos más y ya podíamos ver la ermita allá en un alto,  justo sobre los paredones que caen al valle.  El paisaje soberbio como podéis ver, con el Beriain enfrente nuestra, en cuyas alturas se levanta la ermita de San Donato.


En resúmen una preciosa excursión con mi chaval con la cual de paso me ha salido un entreno de unos 25 kmts, que no está nada mal.

Mapa-Guía editado por el Gobierno de Navarra. Gentileza del Centro de Interpretación próximo al camping.
Más información del Parque Natural Urbasa-Andía aquí.


  ¡¡Cuántas ermitas, cuántas montañas, cuántos bosques!!  Las Sierras de Urbasa y Andía esconden muchos más paseos, así que tenemos que volver.  Nuestro próximo objetivo:  El Balcón de Pilatos, encima del circo donde nace el Urederra.  

Para ver todas las fotos pinchar aquí.

3 comentarios:

  1. Sin duda alguna una preciosa salida que los dos recordaréis. En definitiva, ese es el tesoro que importa, los recuerdos.

    Un abrazo campeones!!

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  2. ¡¡Hola Manu!! No sé dónde he leído hace poco que hay ocasiones en que todo encaja... Esta ha sido una de ellas -a excepción de la luna llena que nos joribió la lluvia de estrellas-, de cualquier modo estoy seguro de que si queremos, habrá muchos más días en que todo nos vaya genial. ¡¡Un abrazo!!

    Carlos-Cansamontañas

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  3. Si seños Carlos si señor, creándoles afición a los peques de la familia, eso es bueno, y siempre lo recordara positivamente. Ya veo que no dejas descansar al cuerpo ni un solo día eh??? Entre los entrenos en solitario y en grupo, entre las competiciones y salidas con la familia, estas que no paras. Animo y que sigas asi, con el turbo puesto, jijiji
    Txema (amigos V.C)

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