Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 24 de mayo de 2015

Fuga del Fuerte San Cristobal

El Fuerte de Alfonso XII se levantó en la cima del Monte Ezkaba para defender Pamplona en un tiempo, finales del siglo XIX y principios del XX, en que la artillería era clave para atacar o defender cualquier posición en una guerra. Con la llegada de la aviación su construcción quedó obsoleta y fue destinada a prisión militar desde 1934 hasta 1945.  Triste referencia con la cual ha pasado a la historia esta formidable fortaleza.

La noche del 22 de mayo de 1938 tuvo lugar una fuga masiva de presos en el Fuerte de San Cristóbal. De los 2487 detenidos tras la sublevación militar contra el Gobierno de la República española, escaparon 795 hombres: dirigentes políticos y sindicales, militantes republicanos y revolucionarios, obreros, campesinos... Cientos de historias personales que darían para escribir muchos libros y rodar un sinfín de metros de película, héroes anónimos en su mayor parte, protagonistas involuntarios de la más heroica y arriesgada hazaña que todo hombre debe intentar: Alcanzar la libertad.



Nos dicen que ese año, también hacía frío, igual que esta tarde de viernes, a las 8 en punto cuando llegamos a la cima del monte los seis amigos que hemos querido rememorar la fuga de aquellos valientes: Santi, Iñigo, Paski, Nico, Joseba y yo, seis locos que saldremos hacia la frontera de Francia con muchas más opciones de éxito. Con nuestras zapatillas, ropa, linternas y mochilas que incluyen bolsa de hidratación causaríamos asombro recorriendo las calles de la Pamplona de hace 77 años.  Correr o caminar por los campos, montes y caminos con alpargatas medio rotas, camisas y chaquetas empadas, sin luz y por supuesto sin orientación, tuvo que ser otra historia, mucho más difícil y más dura. Imaginamos que los pocos que no fueron detenidos o abatidos se moverían de noche y se refugiarían durante el día donde pudieran, quizás en alguna casa les dieron refugio pero las más de las veces serían denunciados y entregados.

Iñigo, Joseba, Nico, Paski, Santi y yo. ¡¡Huyamos!!


Monumento en homenaje a los caídos por la Libertad y la República
Cruzando el Ulzama en Sorauren
Pensando en ellos, no nos quejamos cuando los pinos caídos nos cortan el paso en esta pista que recorre las montañas entre los ríos Ulzama y Arga y que nos lleva hacia el Puerto de Egozkue, el ecuador de nuestra ruta.  Los primeros kilómetros de nuestra excursión han sido fáciles y hemos ido a muy buen ritmo. Por los senderos del monte Ezcaba hemos ido perdiendo altura hasta llegar a Azotz un pequeño pueblo de cuatro casas en la ladera norte de la montaña, después un carretil nos ha conducido a las orillas del Ulzama donde los caminos del parque fluvial nos han conducido a Sorauren.  Todo bajar y llanear, además con luz. Con las últimas luces ganamos altura fuera de sendero entre tojos y pino de repoblación hasta alcanzar una vieja pista forestal que a media ladera nos conducirá en dirección norte.


Las nieves de febrero han hecho estragos en los pinos y acabamos hartos de saltar troncos o agacharnos para salvar cada árbol que atravesado en la pista nos cierra el paso, tan apenas trotamos veinte metros entre uno y otro, ¡¡qué coñazo!!  La noche ya se nos echado encima pero no es problema con nuestras frontales. En cuanto al aire frío aquí vamos al abrigo o será que con la noche el viento también se ha ido a dormir, pero no, como comprobaremos en pocas horas.

Ni que decir tiene que es Paski, del Deportivo Navarra quien abre la marcha, siempre con sus dos bastones no tiene problema en sujetar también el mapa, que no deja de consultar en ningún momento. En la muñeca izquierda la brújula y en la derecha el reloj con gps ¿Qué más hace falta para conducirnos a la frontera?  Muchas más cosas, pero todas las carreras y pruebas de orientación le han dado la pericia y técnica suficientes para que esta noche nos preocupemos por todo excepto por dónde estamos o a dónde nos dirigimos. ¡¡Grande Paski!!

Esta noche los ojos de Iñigo brillan todavía más: estaba muy ilusionado con esta aventura y gracias a él tenemos resueltas tanto la intendencia como el transporte. Los avituallamientos de Egozkue y el de Urkiaga, además del vehículo que nos llevará de vuelta a casa, son cosa suya.  ¡¡Gracias Iñigo!!

A Santi también le brillan los ojos, esos ojos que se abrieron al mundo en Andalucía y que conocieron el amor en la Txantrea, en Iruña, donde también ha aprendido a correr como nadie una carrera muy peligrosa: esa que del 7 al 14 de julio se celebra en la ciudad más alegre y viva del mundo por mucho que el resto del año Pamplona sea Mordor, capital del reino oscuro, frío y lluvioso del Norte...  Es él quien más culpa tiene de que esta noche la pasemos en blanco, jodidos de frío y pinchándonos con los espinos y las zarzas. Pero está casi de milagro pues no hace ni un mes que pasó una neumonía y el domingo pasado se retorció el tobillo en la Media Maratón de Irati.  ¡¡Bravo txapeldún!!

Lo de Nico es más nadar, pedalear y correr, tres disciplinas encadenadas por sus respectivas "transiciones": el triatlón es la ilusión en sus entrenos a lo largo del año y el Iron-Man la prueba de sus sueños, hace justo seis días estaba en Tarragona para tomar parte en una de las buenas: la Ironcat, pero la meteorología adversa hizo que la organización suspendiera la prueba. Vente al Trail Nico!!  Aquí el aire, la nieve, el frío o el barro no son un problema ¡¡son sólo una putada!!  Hay que aclarar que este chico no es un novato: conoce bien la Sierra de Alaitz y este invierno ha pisado sus caminos tanto de noche como de día. Cuando nos describe el mar de nubes de niebla que cubría la Cuenca de Pamplona aquella noche de noviembre se emociona tanto o más que cualquiera de nosotros.

Pero no tanto como Joseba, quien considera que correr por el monte es lo mejor del mundo y pese a su juventud ya ha sudado la camiseta en pruebas tan duras como Transvulcania o Apuko y sueña como yo, en  la Aneto-Posets del próximo Julio.  En la Pamplona-Bilbao de hace dos años se comió 140 kmts sin pestañear y eso que sólo quería hacer la etapa hasta Urbasa, y es que este gigante se entusiasma como nadie cuando se mete en harina, perdón, en barro.

En cuanto a mí, ya sabéis que soy un poco poeta y un romántico.  Las dos cosas van de la mano cuando hablamos de víctimas de una guerra o una catástrofe, aquí o en China y el recuerdo de las miserias que tuvieron que sufrir aquellos 795 desgraciados me ha decidido a acompañar a estos cinco amigos.  No las tengo todas conmigo porque desde los primeros kilómetros "noto" mi puñetera rodilla: ligeras molestias, pinchazos sobre todo en las subidas tendidas, que por suerte desaparecen cuando la pendiente es más fuerte y que no noto en llaneos o bajadas aunque el ritmo sea mayor.  Además he tenido un pajarón subiendo al monte encima de Sorauren, que he resuelto devorando una de las barritas made in Paski, de salvado, azúcar moreno y avellanas y que éste nos ha regalado a cada uno, ¡¡Están buenísimas!! ¡¡Gracias!!  También le he dado unos buenos tragos al isostar del camel y con todo me he repuesto sin problemas.  Eso sí, más despistado que otras veces: cuando me han señalado una zapatilla enterrada en el barro pensaba que llevaba ahí desde el invierno y  no ha sido hasta que todos han reído a carcajadas señalando el pie de Joseba que he visto de quién era...

La zapatilla de Joseba: efecto ventosa.

Apenas se puede ver pero a nuestra derecha una profunda balsa de agua
nos obligó a buscar otro camino dentro del bosque.

Los últimos dos o tres kmts antes del Puerto de Egozkue se hacen largos: hemos dejado atrás la pista y tras cruzar un raso progresamos por el bosque buscando el paso entre pinos, quejigos y espinos.  Estamos ganando altura y podemos observar las luces de Pamplona, muy lejos, reflejadas en las nubes que cubren el cielo. Después entramos en la niebla y sufrimos el rebote de la luz reflejada que es como si lleváramos unas gafas empañadas.



La niebla la dejamos arriba cuando perdemos altura y llegamos al puerto donde Iñigo nos tiene guardado un avituallamiento de primera: plátanos, agua, kit-kats, frutos secos... Qué bien les habrían venido a los fugados...

Proseguimos la ruta y podemos distinguir a nuestra derecha las luces de Eugi reflejadas en el pantano, los pinos y quejigos han quedado atrás y ahora son las hayas de Quinto Real las reinas del bosque, sus troncos se levantan rectos y altos, incontables columnas que se pierden en la oscuridad a ambos lados. Escuchamos un sonido extraño, como un quejido, Joseba nos dice que son ciervos.

En esta parte podemos correr muchos tramos que discurren por pista y casi sin pendiente, pero más adelante empezamos a ganar altura por fuertes rampas y conforme lo hacemos nos metemos de nuevo en la niebla. Además llueve, una lluvia débil pero persistente que viene acompañada de aire frío, más frío conforme subimos a los 1411 mts del Zuriáin, próximo al Saioa y las cumbres de Velate que dejaremos a nuestra izquierda para descender al Puerto de Artesiaga.

Todavía no había dicho nada de las vallas, hemos saltado varias en la primera parte de nuestra excursión, todas con alambre de espino ¡¡cuidado!!, y dado que no seguimos itinerarios montañeros rara vez encontramos pasos preparados así que las salvamos como podemos, pisando en el alambre superior, apoyados en el poste más próximo y tomando impulso, procurando no perder el equilibrio para saltar al otro lado. Me llevaré un recuerdo en la pantorrilla pero ese será el único incidente, ese y la anécdota de que bajando el Zuriáin nos encontramos la misma valla cuatro o cinco veces... Menos mal que era de tablas y que sólo tenía alambre en la parte inferior.




Pero saltar las vallas es lo de menos, estamos helados, sobre todo las manos pues aunque todos llevamos guantes, son más bien finos y con la lluvia se han empapado. Los pies tampoco se salvan pero como no paramos no son problema. Las manos heladas es lo peor...

En Artesiaga nuestro guía nos informa de que ya solo quedan unos 10 kmts por el GR12 que discurre por la divisoria que separa Baztán de Quinto Real, el problema: Es terreno expuesto al viento norte, a la lluvia y a la niebla y ahora mismo todos estamos ateridos. Nos propone una alternativa: perder altura por la carretera bajando unos kmts para luego subir por un valle secundario, la Regata Baserdi que nos acercará a la carretera del Puerto de Urkiaga y a la frontera, el problema: saldrán 3 ó 4 kmts y perderemos desnivel para luego ganarlo, unos 250 mts necesarios para salvar una sierra secundaria que nos separa de la carretera transfronteriza.

Elegimos la segunda opción: más kilómetros y más desnivel pero sin niebla ni lluvia que dejamos atrás mientras bajamos al trote por la carretera.  Con el braceo de la carrera las manos entran pronto en calor y casi secamos la ropa. Hemos acertado!!

Esta carretera que comunica Quinto Real con Irurita en el Valle de Baztán es alucinante pues discurre por un formidable hayedo. Un paisaje natural soberbio pero nosotros no vemos nada, eso sí, más abajo podremos escuchar el rumor del agua en el barranco, rumor que luego es un estruendo, agua que baja hacia Eugui para unirse al rio Arga.

Paski nos señala una pista secundaria que a nuestra izquierda asciende por el barranco Baserdi, es nuestra alternativa y comenzamos a ganar la altura perdida por la "Pista de las Salamandras": le pondremos ese nombre porque después de ver la primera, casi pisamos la siguiente y así docenas de ellas, bromeamos con que debe ser su noche de amor y han salido todas del bosque para cortejar... Pero lo cierto es que más arriba, cuando dejemos la pista las seguiremos viendo, no es raro pues es un anfibio de costumbres nocturnas y amigo de la humedad.

Santi ha sufrido un par de retortijones en su maltrecho tobillo que ya llevaba vendado desde la salida y cada vez le cuesta más aguantar el ritmo.  Cuando veo la empinada ladera por donde sube Paski temo que no pueda seguirnos pero este chaval es un campeón y apretando los dientes cierra la marcha sin queja alguna.  Le ofrezco mis bastones pero rechaza el ofrecimiento, no sé si por orgullo o simplemente porque no le gustan. Pero vienen bien aunque progresar en esta ladera cuesta lo suyo con o sin bastones.  Hay muchos arbolitos a los que echar mano pero tras romper unos cuantos aprendemos que solo debemos fiarnos de los troncos más gordos y es que las hayas crecen profusamente en el bosque pero sólo las más fuertes consiguen  luz suficiente quedando la mayor parte medio muertas en la penumbra...

Son algo más de las 6 de la mañana cuando perdemos altura al otro lado de la montaña y ponemos pie en la carretera del Puerto de Artesiaga, por delante tenemos 3 largos kilómetros en ligera bajada hasta la muga: la frontera con Francia que en 1938 suponía alcanzar la libertad.



Los hicimos caminando y llegamos muertos de frío a la gasolinera situada junto al puesto fronterizo, las 7:30, casi 12 horas. La venta está cerrada así que tras hacernos la foto de rigor no perderemos un segundo en subir a la furgoneta de Iñigo.  El almuerzo lo haremos cerca de Pamplona. ¡¡Qué frío!!

En recuerdo de los 795 hombres y de sus familias. Sólo tres de ellos consiguieron alcanzar la frontera.

Todas las fotos aquí.

Nota: El mismo Viernes por la mañana otros tres amigos hicieron una excursión parecida en homenaje a los fugados: Fernando Moreno, Gorka Rípodas y Carlos Nuin consiguieron llegar a Urepel pasando por Sorogain. Seis horas y cuarenta y cinco minutos. .

 Extraterrestres

Mis glucemias: A las 19:05 del viernes: 425, todo el día había llevado un buen control, pero después de comer con los preparativos vinieron los nervios y se me disparó, claro. Sólo me puse 3 uds de novorapid.  He dicho que en Sorauren tuve un pajarón que remonté como buenamente pude y a la 1:10 tenía 104 en el Puerto de Egozkue, donde me puse morado de plátanos, chocolate y frutos secos.  Desde ahí hasta las 7:47 en la frontera sólo bebí agua y comí tres barritas pero con todo saqué 306 de azúcar y es que esa noche no me puse Lantus, insulina lenta de la cual me pongo todas las noches 12 uds. A las 10:02 cuando paramos en Zabaldika para almorzar me puse 8 uds de lantus y 4 de novorapid. ¡¡Y me puse hasta arriba de pan con chorizo, queso, cervezas y patatas fritas!!  A las 11:31 después de ducharme en el polideportivo de Zizur tenía 90. ¡Bien!

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Christian!! Tú también nos habrías llevado bien a la muga por los montes de Aezcoa, si alguien conoce esos valles eres tú.

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    1. Muchas gracias!!! Enorme era nuestra ilusión por rencordar a tantos valientes...

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  3. Que bien os lo montáis!!! Me encantan las flores del monumento a los caídos por la libertad y la república. A seguir así.

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    1. Gracias!! Habían puesto ramos de flores en varios sitios. Fue muy bonito verlas allí arriba del monte, bonito y emocionante...

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