Tercera edición de la prueba pero la Primera para mi. ¡Ay las ultras! ¡Cuánto romanticismo alrededor de estas locuras que tienen a sus participantes corriendo horas y horas, de día y d e noche...! Si alguna vez estás en un corro de colegas y alguno se pone a hablar de este tipo de pruebas... ¡cuidado! porque puedes acabar apuntándonte a alguna.
Así me pasó a mí y para preparar un poquillo el body me apunté este verano a la Calcenada. La cosa no salió mal, aunque estuve algunos días con los pies un número más grande y unas ampollas que no veas, pero bueno, ya digo que fue bastante bien y terminamos los 104 kmts en menos de 14 horas.
¡Venga y ahora vamos a una Ultra de las duras! ¡Vamos a la
UTGS!
Y para allá que fuimos desde Pamplona tres locos rematados: Fernando Zaratiegui, Fernando Moreno
Trinaranjus y servidor de ustedes Cansamontañas. Rumbo a Jaca pasando por el
embalse desierto de Yesa -donde hace tiempo, cuando llovía, hubo agua-, después Sabiñánigo y rumbo Sur hacia Huesca, ciudad que dejamos a un lado para poner rumbo a Barbastro. Pero sin llegar a la capital del Somontano, giramos a nuestra izquierda y por estrechas carreteras entre viñas y olivos centenarios pudimos llegar después de tres horas y media de viaje a Alquézar, un precioso pueblo lleno de historia asomado al Barranco del Río Vero. ¿Han oído hablar de barrancos? ¿del barranquismo? ¿de barranquistas? Pues este es el reino de los barrancos, en el corazón de la Sierra de Guara.
Recogimos los dorsales en el ayuntamiento y poco más tarde asistimos a la reunión explicativa de la carrera, en la que Kike Borrás repasó las cuestiones más importantes, como la distancia: 96 kmts, el desnivel positivo acumulado: 5500 y pico y que podríamos contar con avituallamientos líquidos y sólidos en algunos de los puestos de control, es decir que no sería estrictamente una prueba de autosuficiencia. ¡Ufff! Mucho mejor para mi... En cuanto al material obligatorio nos dijo que podíamos prescindir del chubasquero porque no se preveían lluvias aunque eso sí, alguna prenda de abrigo ligera vendría bien para sobrellevar los 5 ó 6 grados de temperatura que podían registrarse por la noche, aunque el día prometía ser caluroso con 30 o más grados.
Después a cenar, no sin antes saludar a Alvaro y a Eladio que iban bien acompañados por Paloma y Conchi ¡E Iñigo! el campeón junior de Alroba, je, je... También nos encontramos con Borja Blanco, con quien compartimos alguna cerveza en Calcena, y con Victoriano, tan majo como siempre y dispuesto a enfrentarse a su primera ultra ¡qué buena carrera hizo el pajáro al día siguiente!
Muy buen ambiente en la cena pese a que en el restaurante estaban desbordados, pero con todo el lío, la longaniza y las estrecheces compartimos mesa, anécdotas y risas con otros corredores y corredoras, así como con voluntarios de la organización. Lo malo es que se hicieron las tantas y por lo menos yo estaba que me caía cuando casi a las doce de la noche nos fuimos a Casa Narbona, donde nos alojábamos. También es verdad que había bebido más de un vaso de vino: un tinto recio del somontano que se puede codear con el mejor queroseno de la refinería.
¡Las siete! ¡Arriba! Fernando y yo nos levantamos y nos preparamos todo antes de bajar a desayunar. Tengo 165 de azúcar, bueeeno. Me pongo 3 uds de novorapid y después me pongo morado con dos cafés con leche, tres tostadas bien untadas de mantequilla y mermelada y un par de galletitas.
Un rato antes de las 9 ya estamos todos en la plaza del pueblo bajo el arco de salida. Nos encontramos más de 100 participantes de la Ultra y unos 200 de la Trail, que aunque sólo tiene 36 kmts también será una prueba dura de pelar.
¡¡Y vamos allá!! A las 9 en punto suena el cohete y salimos en estampida por las estrechas calles de Alquezar, los corredores de la Trail saldrán 15 minutos más tarde y cuando escuchamos su cohete ya hemos perdido de vista el pueblo. Bajamos hacia el río Vero, uno de los cañones más largos de Guara, a cuyo fondo llegamos enseguida, cruzando a la otra orilla por el bonito puente de Villacantal. Hago algunas fotos pero es complicado porque también llevo los bastones desplegados. Me alcanza Gorka y vamos juntos un rato, después él seguirá para adelante pues lleva muy buen ritmo - quedó 3º-.
|
Gorka Blanco, de Basauri. |
La temperatura está bastante alta para ser las primeras horas de la mañana pero el aire todavía entra fresquito por la nariz (y por la boca). Recorremos montes poblados de encina y de pinos, con algunas fincas de olivo en los mejores sitios. Primer Puesto de Control con avituallamiento líquido en el pueblo de Asque, después bajamos de nuevo al río Vero, Alquézar nos mira desde arriba cuando nos metemos en el cañón por unas pasarelas ancladas a la pared, sería un bonito paseo pero vamos con algo de prisa, je, je... a pesar de lo cual tiro un par de fotos ¡es que el sito es chulísimo!
Dejaremos el cañón por un barranco secundario que en una fuerte subida nos devolverá a Alquézar. Otra vez corremos por sus calles y pasamos por la plaza donde Paloma y Conchi me animan: -¡Venga Carlos, campeón!-. -¡Qué, esos maridos vuestros lo mismo han pasado hace una hora !- les contesto de buen humor. -¡Qué va, sólo hace 10 minutos! - Me grita Paloma, pero yo no me lo creo ¡menudos bichos son esos!
Toca subir arriba del pueblo y después más arriba. Luego un poco más alto. El sol pega ya de lo lindo y cuando pasamos por los depósitos de agua aprovecho para remojarme la cabeza. Me noto un poco bajo de azúcar y doy tragos al isostar que llevo en la mochila, también como una barrita de plátano -aptonia decathlón-, que se me pega en los dientes y me cuesta masticar, pero que poco a poco iré pasando.
Poco antes de llegar al CP3 (Virgen de la Viña) me alcanza Saioa Ortiz: La valiente corredora aragonesa es la primera de las chicas y conservará ese puesto hasta la meta. ¡¡Bravo campeona!!
En esta parte yo bajé un poco la marcha, quizás algo tarde pues no me notaba buenas sensaciones hacía rato. No obstante en el puesto de control agarré dos trozos de plátano y seguí la carrera intentando no perder de vista a dos corredores que iban delante. Siguiendo su ritmo pude ir un buen rato por una zona de toboganes en la que poco a poco perdíamos altura. Nos acercábamos al cañón del Isuala. Otra chica llega por detrás, es Mar Alsina, la que sería segunda en la clasificación. Otra campeona cuyo ritmo pude aguantar un rato aprovechando para tirarle alguna fotillo.
¡Pero qué calor hacía! Es casi la una y veinte del mediodía y me paro a mirar la glucemia. ¡¡99!! De azúcar voy bien pero de fuerzas regular, me noto más flojera todavía que antes, a pesar de lo cual prosigo al trote pues ahora toca todo el rato bajada. Pasamos por una zona llena de madroños que están cargados de frutos, aprovecho para comer alguno que otro ¡qué ricos saben! eso sí, con moderación: primero por el azúcar y segundo porque según me han dicho pueden "emborrachar". Será una leyenda urbana pero porsiaca sólo comeré 4 ó 5.
Continúo siguiéndole la pista a Mar cuando llegamos al cauce del Isuala. Lleva un ritmo super tranquilo, pero desisto de mi persecución y acercándome al rio vuelvo a remojarme la cabeza a base de bien. ¡qué alivioooooo...! Aprovecharé para hacerme unas fotos con otro corredor y a continuación prosigo la marcha más tranquilo.
Ahora toca subir así que empuño los bastones con fuerza y apreto los dientes en los primeros metros de sendero cuesta arriba... Pero no puedo. Me paro un minuto a respirar. Bebo un poco del isostar caliente ¡me sabe a rayos! En marcha otra vez. Adelanto a dos excursionistas: Una madre y su hija. Unos metros más arriba y casi de repente me invade una sensación de cansancio terrible, me siento a un lado del camino y a los dos minutos suben las dos chicas de antes, la madre me ve tan mal que me anima conque tengo el próximo control a 20 minutos. No sé si llegaré. Me levanto e intento retomar la marcha pero aguanto muy poco rato. Me vienen arcadas y me tumbo en el suelo. Echo todo el líquido que tenía en el estómago y parece que eso me alivia un poco, aunque sigo hecho polvo. En ese rato pasan algunos corredores, entre ellos
los hermanos Galve: Jorge y Javier que suben a buen ritmo y con mejor cara, se detienen para animarme: - Es todo cabeza - me dice Javier, -sí, sí, pero si estás hecho polvo estás hecho polvo... Como puedo, despacio, consigo ponerme otra vez en marcha y continuar la subida.
Más arriba y en un alto bosque de pinos está el C.P. 4 del Collado de las Almunias. Hay unas mesas y bastantes corredores y voluntarios sentados aquí y allá. Me siento y un corredor me dice algo... Le miro ¡Pero si es Fernando! ¿qué haces ahí sentado? - le pregunto. Atontado como estoy me sorprendo aún más viendole sentado y tan tranquilo, no parece tener ningún problema. - ¿qué te pasa? - le sigo preguntando. - El isquio - me contesta señalándose la parte posterior del muslo derecho - me ha dado un tirón y no hay manera de que se baje -. Me dice que se retira y que los otros tres corredores sentados al lado suya también, que Fernando (Trinaranjus) casi se retira igual que ellos porque le dolía la rodilla, pero que finalmente ha seguido.
Yo le digo que también estoy para el arrastre con el estómago hecho polvo y que también me retiro. Son las tres de la tarde y tengo claro que así no puedo seguir. Los voluntarios nos dicen que tenemos que esperar un poco, que cuando seamos alguno más nos llevarán de regreso. Mientras, me animo a beber un poco de agua, ¡¡sabe mucho mejor que mi isostar caliente!! Después viene Kike Borras -organización- con frutos secos y manzanas y también me animo a comer alguna nuez y media manzana. Parece que lo retengo y no me sienta mal...
Fernando y otros tres corredores aprovechan que un voluntario se pira y se van con él. Yo me quedo pues sólo hay sitio para cuatro así que me despido de ellos. Me cambio de camiseta pues estoy empapado y a la sombra de los árboles casi hace hasta fresco. Poco a poco me voy templando y lo cierto es que me noto mucho mejor. Parece que se me ha pasado la mala gana. Me tomo la glucemia: 101, fenomenal. Kike me anima explicándome que el siguiente C.P. es Rodellar, que hasta allí tengo primero una subida pero muy tendida a la Sierra de Balcés y después media hora de bajada a Rodellar. Además a partir de ahí el calor cederá porque enseguida el sol se meterá detrás de las montañas.
No pinta mal, además alguien me ha hablado del bar de Rodellar donde más de uno se bebe una cerveza y no sé cómo de pronto me apetece a morir una caña y un bocadillo de tortilla. ¡¡Vamos allá!! Me despido de toda la cuadrilla de voluntarios y emprendo la subida a la Sierra de Balcés por una pista forestal bastante cómoda. Son las 4 de la tarde. Creo que estoy recuperado pues tirando de bastones consigo caminar a muy buen ritmo de modo que enseguida me animo y gano altura. Fijo mi atención en un francés que ha salido unos mintos antes y pronto le doy alcance.
Desde la orilla del Isuala hasta la cresta de esta Sierra, nos comemos unos 800 mts de desnivel, puede que sea la parte más dura de la prueba y una vez arriba me noto fuerte como para bajar a la carrera por las pedreras que caen encima de Rodellar. Adelantaré a Lucas - del Grupo 7:45 - que baja un poco mal por problemas en los pieses. Lo dejo atrás y en cuatro patadas me encuentro en Rodellar ¡conseguido! Es el CP nº 5 y los voluntarios me ofrecen kas de limón y sandía . Todo me entra bien y a la vista de ello me entro en el bar donde pido dos cañitas de cerveza, fresca y riquísima. El camarero me regala un platerón de patatas fritas pero éstas me entran peor, comeré algunas pero el resto serán para los compas que andan por aquí. Bueno, son más de las 6 cuando me despido de la gente y continúo la marcha, ahora hacia los pueblos abandonados de Otín y Letosa, en la región del Mascún.
Lucas y yo salimos juntos de Rodellar, pero enseguida me adelantaré y bajaré en solitario al fondo del Cañón del Mascún, en una zona donde el cauce aparece en contados trozos, corriendo sus aguas ocultas bajo las piedras. El itinerario nos lleva junto a unas paredes que son escuela de escalada, varios grupos de chicos se ejercitan con las cuerdas y aunque no me hacen mucho caso al pasar, después demuestran no estar tan despistados pues me gritan para advertirme de mi error al tomar un desvío equivocado. Menos mal porque por ahí subía hacia Nasarre y hoy no quiero hacer las Gorgas Negras...
Hoy toca conocer la Ciudadela del Mascún, por lo menos de lejos. Es uno de los paisajes más emblemáticos de la Sierra de Guara, un lugar absolutamente mágico a última hora de la tarde, cuando parece que no hay nadie más que yo en estas montañas pues no hay otros corredores a la vista. El sol hace ya rato que se ha puesto pero en lo alto de las paredes a mi derecha todavía llegan sus rayos poniendo notas de rojo y naranja.
Empiezo una fuerte subida que me irá descubriendo otras perspectivas de la Ciudadela, de sus agujas o chimeneas de adas, como la Cuca Bellosta: Gigantescos pináculos de piedra que se levantan aquí y allá formando una ciudad de ciencia ficción. Estoy disfrutando. Quién me lo hubiera dicho hace unas horas. Me siento feliz de estar aquí, sintiendo el cansancio de los casi 50 kmts que llevo en las piernas, pero absolutamente feliz en un mundo donde todavía podemos vivir aventuras hermosas como ésta.
Continuará