lunes, 14 de junio de 2010
Canfranc-Canfranc
La meteorología ha sido la protagonista de esta carrera. En la charla-presentación, uno de sus organizadores: Bernabé acompañado del alcalde de Canfranc, nos daba la bienvenida y tras repasar los aspectos más importantes de la prueba nos advertía de que las previsiones no eran nada buenas y que en caso de confirmarse cortarían la última parte de la carrera A, de modo que todos haríamos la B. Que de todos modos sería una prueba dura y montañera de 35 kmts de recorrido y 5000 mts de desnivel acumulados.
Antes de ir a la salida, les contaré a ustedes que salí de Zizur Mayor el viernes a eso de las 6 de la tarde y que me costó poco más de 1h y media llegar a Canfranc. Que un poco más arriba de Jaca el cielo se puso todo gris y empezó a llover un poco pero aún así pude ver un poquito de la Collarada (2886 mts) y que detrás suya asomaba la Moleta, la primera de las cimas de nuestra Canfranc-Canfranc, toda blanquita de nieve reciente. Vaaale.
Nada más llegar a Canfranc Estación me encuentro de frente con Ramón Ferrer, más conocido como Monrasin, con él y con Pepinillo (Zuera), Mariote (Límite vertical), Topete (Bomberos Zaragoza), Enrique Badía y Sonia (Peña Guara y Asmún), disfrutamos de una estupenda cena ofrecida por el Ayuntamiento y la Organización en el Polideportivo Municipal: Ensalada fría de pasta y un guiso de ternera ¿A la jardinera? Que estaba bueniiiiiiísimo. (Repetí 2 veces de los dos platos). La tertulia de la cena la prolongamos en el Bar la Brasa con unos cortados descafeinados y unas infusiones (gente sana que somos oye). Gente sana pero muy peligrosa pues quien más quien menos tenía una ultra en su saca o alguna en mente, como la Eun-Millak de Enrique o la UTMB de Topete para este próximo verano. Miedo me da seguir echando cortados con esta cuadrilla, aunque sean cortados descafeinados.
Por la mañana nos levantamos a eso de las 6 para desayunar y casi al mismo tiempo se puso a llover (Ambiente depre en el comedor). Nos informan de que se retrasa la salida hasta las 8:30.
Cinco minutos antes y en los porches del ayuntamiento los 41 corredores nos apretamos para escuchar las últimas recomendaciones por parte de la organización, al resguardo del diluvio que cae en esos momentos Bernabé nos informa de que no subiremos a la cima de la Moleta debido a la niebla y que por supuesto todos haremos el recorrido B, es decir que desde Candanchú enfilaremos a Canfranc por el Camino de Santiago.
Mi glucemia una hora después del desayuno a las ocho menos cuarto: 94. Me como dos plátanos.
Ocho y media cuando echamos a correr bajo la lluvia calle abajo, cruzamos un puente y nos encontramos al pie de la gigantesca ladera que hemos de superar en busca de la Moleta, bueno de sus proximidades. El sendero asciende por un precioso bosque de pinos, abetos y hayas y comprobamos que dentro de esta selva llueve el doble que fuera, pero no importa porque a los 5 minutos de ascensión nadie tiene frío. Cada uno coge su posicion dentro de la fila y yo me pongo detrás de Mariote intentando conservar la distancia, el corredor detrás mío procura lo mismo y de ese modo vamos cogiendo altura en medio de la lluvia y de la niebla, sólo vemos árboles y ocasionalmente la tubería metálica que conduce las aguas del Ibón de Ip a la Central de Canfranc. Al principio llevo los bastones en la mochila pero no tardaré en sacarlos para ayudarme con ellos y descargar de trabajo a las piernas.
Casi salimos del bosque cuando a unos 2200 mts vislumbramos el Barranco de Ip y las laderas Norte de Collarada enfrente nuestra. Por unos instantes podemos ver también la cima de la Moleta y no parece que nos quede mucho para alcanzarla pero será en mejor ocasión. Un voluntario bien resguardado bajo su capa nos señala hacia nuestra izquierda en dirección Norte para que iniciemos un largo flanqueo en suave descenso que nos conducirá al sendero de bajada. La montaña está cosida con muros construidos para contener avalanchas, aquí y allá hay restos de construcciones relacionadas con los aprovechamientos hidroeléctricos: Hierros olvidados en un paisaje gris y desolado. Blancos neveros rellenan hondonadas y canales que se precipitan montaña abajo perdiéndose en la niebla, corremos al borde del abismo pero no hay peligro, pues el itinerario sigue una sucesión de terrazas naturales con la anchura suficiente para que podamos mirar al vacío sin ningún miedo.
Mientras hago un par de fotos Mariote se pierde de vista y me adelantan un par de corredores, proseguiré en medio de otro grupo de cuatro entre los cuales va una de las chicas. Con ellos bajaré casi todo el camino, un descenso estupendo para correr, en continuos zig-zags dentro del bosque con un piso blando y seguro de pisar, sin mucho barro salvo una zona delicada donde por cierto pierdo el equilibrio y doblo un poco un bastón. Después un túnel oscuro que por suerte no es muy largo y que pasamos levantando los pies para no dar un mal tropiezo. He comido una barrita de frutas al empezar la bajada y sólo he dado unas pocas chupadas al camel-back que llevo con un litro de Acuarius muy diluido. Así que cuando llegamos al primer avituallamiento bajo el Fuerte de Col de Ladrones (+- 1350 mts) llevo un agujero en el estómago. Ahí están Ramón y Sonia que me hacen unas afotos mientras me pongo morado: Un plátano y medio bocata de queso con jamón york, además de un trago de Acuarius me sientan de maravilla. El buen humor de voluntarios y corredores desafía el mal tiempo y nos da fuerzas para proseguir la aventura. ¡¡Hasta luego y no os mojéis mucho!!
Empezamos la subida a La Raca ¡¡Ya no llueve!! Pero sigue la niebla y seguramente las nubes encima suya, la temperatura no está nada mal así que me quito el chubasquero y enfilo el sendero montaña arriba tirando fuerte de bastones y apretando los dientes, me siento fuerte y adelanto a mis cuatro compañeros de la bajada anterior, también sobrepaso a Edu de Mendilasterketa, un chaval que no se quita la sonrisa en todo el día, esté subiendo o bajando. ¡¡Qué bien vas campeón!! - Me dice alegre al pasar. - ¡A ver si consigo mantener este ritmo hasta arriba! - Contesto más que nada para darme confianza. Y lo cierto es que los zig-zags de esta subida se suceden sin un descanso dentro de una niebla cada vez más espesa. Casi arriba del todo un voluntario me anima también: -¡¡Tienes al siguiente corredor a menos de un minuto!! ¡¡Venga que a ese ritmo lo pillas!! ¡¡Animo!! -. Le doy las gracias por sus ánimos y su entusiasmo y pienso que el campeón es él, que lleva un rato ahí en medio de la niebla, jodido de frío pero sin dejar de dar aliento a cada uno de los "corredores"; de los cuales la mitad apenas conseguimos andar por esta cuesta interminable.
Cima de la Raca (2284 mts): Una caseta y las torres de los arrastres se levantan como fantasmas sobre la nieve. Otro voluntario que también merece cien trofeos me señala la dirección a seguir en la bajada: - ¡La telesilla siempre a vuestra izquierda! ¡Seguir todo el nevero hasta abajo siguiendo las banderitas rojas!
Empieza lo bueno, nos hemos juntado tres colegas en esta bajada: Edu que me ha vuelto a pillar, servidor y el corredor que tenía a un minuto.
Mientras saco cuatro fotos Edu se tira como un cohete nevero abajo y lo pierdo de vista ¿Se habrá sacado los esquises de la mochila?. Yo también me tiro montaña abajo gozándola como un ceporro: La nieve está ideal para correr, a cada zancada basta con meter un poco los talones y no hay mayor problema. En un bolero bajamos la montaña y nos encontramos chapoteando a las orillas del río Aragón que cruzaremos por una pasarela improvisada. Allí está otra vez Ramón cámara en ristre sin perderse detalle y animando como nadie. Una pequeña subida para trepar a la antigua carretera nacional en una de cuyas curvas se sitúa el 2º avituallamiento y control de la carrera: Bernabé me saluda como si me conociera de toda la vida y me asegura que voy de cine (mis piernas no sé, pero mi autoestima se está poniendo a cien en esta carrera). Al llegar al control coincido con tres cicloturistas que no rechazan la invitación y se acercan a tomar un bocata. Son belgas, han ido a Santiago desde su país y ahora vuelven, ninguno de ellos bajará de los 65 tacos pero tienen más humor y entusiasmo que muchos jóvenes de 20. Buen ambiente pues mientras me jalo otro bocata, otro plátano y medio litro de Acuarius que me sientan de maravilla. Las nubes se han levantado un poco y dejan ver lo que sería la tercera parte de la carrera A, incluso se atisba ¡Un trozo de cielo azul! se lo señalo a Bernabé y como soy un poco fantasma le comento que todavía podríamos hacer la carrera completa. - Ni de coña - me dice - La previsión dice que a las 2 se va a caer el cielo así que baja directo a Canfranc que sólo tienes 8 kilómetros por el Camino de Santiago -. Ante eso miro mi reloj que señala algo más de la una y me despido echando a correr por el camino jacobeo como alma que lleva el diablo.
Esta parte fue deliciosa para correr, parecía que ibas como por un jardín y eso junto con una temperatura fresca y el cielo nublado que ocultaba el sol hicieron que terminara disfrutando como hacía tiempo no lo hacía en una carrera.
Al llegar a la meta ¿Quién pensáis que estaba ahí aplaudiendo y haciendo fotos? ¡¡Super-Ramón por supuesto!! Mi tiempo 5h 14 minutos, que me sitúa como 3er veterano en la clasificación. Cosa que me ha comunicado Toni este Lunes por teléfono: Al entregar los premios, cierto grupo de despistados nos estábamos tomando unas cervezas ¡¡!! Lo cierto es que fue una descortesía por nuestra parte pero luego sí que hicimos aprecio del excelente almuerzo ofrecido por la organización: Migas y ¡¡más ternera!! En fin, el caso es que tengo un hermoso trofeo que me guardan en la oficina de turismo municipal. Espero poder recogerlo pronto porque le reservo el mejor lugar en la librería del salón. Canfranc-Canfranc es mucha carrera aunque sea en su versión B. ¡¡Muchas gracias!!
Comentar la excelente carrera hecha por Pepinillo, seguido de Topete, Mariote y Enrique Badía. ¡¡Qué fieras!! La clasificación.
Algunas fotos de Monrasin y mías aquí.
domingo, 6 de junio de 2010
Carrera de Montaña de Galdames
Después de la carrerica por el San Cristóbal del pasado domingo, dos semanas después aparecía en mi calendario la mítica Canfranc-Canfranc, una carrera durísima a la que nunca podré ir lo suficientemente preparado. En principio este fin de semana lo tenía para entrenar fuerte y me había planteado hacer un entreno largo el sábado y participar en la Subida a la Higa de Monreal el domingo, cuando vino Alberto - Gares-, a contarme lo mucho que disfrutó en la Carrera de Montaña de Galdames el año pasado, que este año también iba a ir y que tenía que ir con él, que era muy chula y me iba a gustar un montón. Convencido: Con 34 kilómetros y 3500 mts de acumulado era la mejor forma de emplear la mañana del Sábado para castigar/preparar las patas.
Me levanto a las 4:45 A.M. ¡¡Qué sueño!! Mi glucemia: 134, desayuno como siempre mi tazón de café con leche, tostadas con aceite y zumo de naranja; 5 uds. de novomix 30 porque sin dopin no soy persona y avanti, que he quedado con Alberto a las 5:30 para recogerlo con el coche. A las 6 llegamos a Alsasua y se nos une Jone, de Dantzaleku Sakana, una amiga y veterana campeona en carreras de montaña, que como dice Alberto ya no tiene sitio para poner los trofeos que gana por esos mundos. Al minuto de salir de Alsasua por la autovía rumbo a Vitoria apago la radio: Tres locos con una afición común tienen mucho que contar y lo cierto es que no paramos de hablar en todo el viaje. Eso sí, les pido que estén atentos porque soy un despistes y cuando no conozco la ruta soy el más torpe de los conductores. Y así es porque nos pasamos el desvío hacia Bilbao debiendo continuar unos kilómetros por la Nacional Uno hasta que podamos dar la vuelta y coger la dirección correcta. Tenemos niebla bastante cerrada así que no le piso mucho en la bajada hacia Bilbao por la autopista pero es un viaje rápido y pronto nos vemos rodeando la capital vasca. Un Sábado a las 7 de la mañana hay poco tráfico y sin ningún problema dejamos atrás la "civilización" siguiendo unos kmts por la Autovía del Cantábrico hasta el desvío a Alonsotegi por una buena carretera que nos lleva al histórico territorio de Las Encartaciones, tierra de señoríos y de viejos fueros; donde Vizcaya muga con Santander y Castilla y el paisaje es una sucesión de montañas y valles, bosques y prados. Una región preciosa de cuya existencia no tenía noticia alguna y que habría pasado sin conocer, de no ser por esta afición a correr que no nos deja parar.
San Pedro de Galdames (170 mts)en el concejo del mismo nombre, es el pueblo donde se encuentra la Salida y Meta de la Carrera. Son las 8 de la mañana cuando llegamos por lo que hay tiempo de sobra para inscribirnos, recoger el dorsal y ultimar preparativos. Mi glucemia 131, así que tomaré un par de cafés con leche cortesía de la organización además de un plátano y una barrita, con la paliza que nos espera lo mejor es salir con el ánimo bien alto... La carrera coincide con una marcha montañera cuyos participantes han salido hace un rato y que luego iremos encontrando a partir del kilómetro 10 mas o menos.
Nueve de la mañana, salimos puntualmente iniciando enseguida la primera y dura ascensión de la jornada al pico de la Cruz (800 mts) por cuya cima creo que no pasaremos porque según la organizacion hay una pareja de alimoches criando y los forestales han aconsejado dejarlos tranquis. Un estrecho sendero dentro del bosque nos hace guardar la fila de rigor, hay bastante humedad y aunque la temperatura no es muy alta sudamos a mares trepando esta montaña dentro de la niebla. Tardaremos en salir de ella y cuando por fin la dejamos abajo, nos vemos corriendo por el lomo de unas islas en medio de un mar blanco de nubes. Un océano que se extiende hasta el horizonte en todas las direcciones. El cielo azul sin una nube, con un pedazo de sol que empieza a calentar pero que no molesta gracias a un suave viento de Norte ¿Que mas podemos pedir? Fuerzas para correr. Siguiendo el cordal pasamos por la cima de Gasteran, desde cuyas alturas se divisaría la costa, pero para eso tendremos que volver otro día, coronamos también el Ganeran, "volando" siempre en torno a los 800 mts de altura hasta llegar al Pico Mayor (720 mts aprox.) donde iniciaremos el descenso. Por senderos y a ratos por pistas iremos perdiendo altura.
El camino discurre junto a antiguas edificaciones relacionadas con las minas de hierro que hace un siglo funcionaron en la región, más abajo cruzamos por una faja rocosa donde las paredes sobresalen extraplomadas y forman una cueva natural en cuyo fondo se esconde la ermita de la Magdalena ¡¡Que frío hace al pasar!!
Hace rato que voy junto a otro corredor que lleva igual ritmo que yo, en las subidas me deja atrás pero luego en las bajadas me vuelvo a acercar, viste mallas y camiseta negra y lleva el pelo al uno, casi no hablamos, pero es que llevamos un ritmo bastante majo ¡como para charlar! Llevamos como una hora y cuarto de carrera y no hemos visto avituallamiento alguno. Menos mal que llevo unos cuantos geles en el bolsillo, el primero lo he tomado a los 50 minutos y no tardaré en echar mano de otro pues no me qiero arriesgar a una bajada de glucosa inoportuna (siempre son inoportunas). ¡¡Carlitos!! - me grita Alberto al adelantarnos en una revuelta. - ¿Que, como lo llevas? - le pregunto - ¡Muy bien! - contesta-, ¡Pero a los de la organización se les ha olvidado hasta el agua! ¡Y pensar que he dejado el bidon en el coche!.
Me parece que puedo seguirle y aumento un poquico el ritmo detrás suya mientras mi compañero de carrera -el de equipaje oscuro- se va quedando. Ya hace rato que estamos adelantando a los participantes de la marcha que de buen grado se hacen a un lado a nuestro paso. En una de esas chapoteo en el agua de un charco salpicando barro a los lados y pienso que lo mismo se mosquean con nosotros. Son dos formas de disfrutar de la montaña.
Llevamos más de hora y media cuando en el kilómetro 18 nos encontramos por fin con el primer avituallamiento, después supimos que era el segundo y que el primero habia sido "limpiado" por los marchadores. ¿?. Cinco minutos para saciar la sed y comer algún trozo de plátano y de naranja. Intento no beber demasiado para no fastidiar el estómago, pero lo cierto es que necesito líquido. Hace rato que la niebla ha levantado y aún cuando todo el camino discurre a la sombra del bosque, la temperatura y la humedad se empiezan a dejar sentir. Los voluntarios trabajan a destajo preparando bocatas, rellenando vasos... Los pobres reciben algún reproche pero no tienen ninguna culpa de lo que haya pasado con el primer avituallamiento.
En estas que Alberto se tira a correr pista abajo y yo me lanzo detrás, pero a los dos segundos alguien nos grita: - ¡Que por ahí no es! -. Efectivamente, justo es en dirección contraria, tengo que gritarle a Alberto que ya está lejos para que se de la vuelta y juntos tomamos el camino correcto que va por un sendero. ¡¡Madre mia qué dos!!
Bajamos por fin al valle y nuestra carrera discurre junto a rio Galdames, una regata de aguas limpias y transparentes hasta el punto que se ven perfectamente las piedras de su lecho. Algunos pescadores caña en mano caminan por sus orillas estudiando las pozas, se respira tranquilidad en contraste con nuestra galopada. Salimos a una carreterita por cuyo arcén iremos durante unos 500 metros para cruzarla subiendo a una pista que discurre en el bosque de la ladera opuesta. Alberto ya se me ha ido hace rato, yo continúo bien acompañado de otros corredores y seguimos pasando junto a marchadores que caminan en grupos delante nuestro, van a paso rápido pero nosotros vamos más ligeros. Llevaremos 5 minutos por una pista que nos lleva paralela a la carretera cuando alguien grita que no es el camino correcto. Todos nos paramos, corredores y marchadores, comprobamos que no hay a la vista ninguna tira de señalización: Son verdes y van atadas a ramas o a piedras, pero hace rato que no hemos visto ninguna. No lo pensamos más y damos la vuelta debiendo retroceder durante otros 5 minutos hasta que vemos el desvío bien señalizado en un sendero que asciende por el bosque. Uff, llevaremos unos 22 kilómetros y entre el desánimo del despiste y la subida voy que no puedo... -¿Es esta la última subida? - pregunto a un grupo al pasar - ¡Qué va, guarda fuerzas que esa viene después!- Efectivamente, para la última gran ascensión de la carrera, al monte Ubieta (630 mts) todavía quedan tres kilómetros.
Bajamos a otra carretera que nos lleva llaneando entre fincas cultivadas y pequeños pueblos. Mi anterior compañero de aventura, el chico que iba con mallas y camiseta negra me ha alcanzado y volvemos a ir juntos un rato, pero yo voy más justo y aunque me anima a seguir con él le digo que tire. Junto a una fuente alquien ha dejado una pila de vasos y bebo a gusto un par de tragos, hace calor. Retomo la carrera con pocas fuerzas aún cuando la carretera pica para abajo no consigo coger ritmo, pienso que he ido demasiado rápido y comido demasiado poco cuando paso junto a un viejo caserío donde una señora ha dispuesto una mesa con dos cajas de galletas, un botijo de agua fresca y una jarra de limonada ¡¡Qué amable!! Dos vasos de agua con limón y azúcar y tres galletas buenísimas me dan ánimo para volver a corretear. - El año pasado no se paraba nadie - dice la buena mujer, claro Alberto me dijo que estuvo lloviendo e hizo algo de fresco mientras que hoy es un verdadero día de verano.
Me interno por un sendero para cruzar un pequeño bosque y al otro lado me encuentro con un castillo: El Señorío de Loizaga - ¿Qué lugar es este? - Pregunto a una cuadrilla que anda trabajando junto a unos camiones -¡Es el castillo de los Rolls Royce!- Me contestan, y prosigo la carrera sin entender qué pintan los famosos coches en un lugar perdido en medio de estos verdes valles. Al poco me encuentro con el segundo avituallamiento de hoy (el tercero vaya): Un animado grupo de mujeres nos ofrece plátanos, naranjas y de todo. Cogeré plátano y me llevaré una botellín de agua, pues estamos al pie del famoso monte de las antenas, el Ubieta, que se ve arriba, muy arriba.
Serán pasadas las 12 del mediodía y el sol castiga lo suyo en los primeros metros de subida. Voy andando y sin perder de vista las señales. Conforme gano altura voy echando alguna ojeada al valle y al castillo de los famosos coches: Su edificio principal es una torre fortificada y alrededor hay extraños edificiones como pabellones y todo el conjunto está rodeado de una muralla. Bosques, fincas de hierba y extensos viñedos para producir el txakolí, se alternan debajo mía en un mosaico de verdes oscuros y claros. Llego a un pequeño refugio o ermita donde se dispone una mesa con más agua y provisiones. Se sitúa justo al pie del repechón final. Otro trago de agua y prosigo monte arriba a pleno sol, menos mal que el aire vuelve a soplar y nos refresca un poco. Pero no tardo nada en llegar arriba a las antenas y puedo ver ya la meta ahí abajo, muy abajo en esas casitas del fondo del valle. ¿Dónde me he dejado el parapente?
El sendero cae en zig-zags, estrecho y vertical, perdiendo altura de salto en salto, con algunos pasos técnicos pero sin mayores complicaciones. Cuidadín de todas formas porque a estas alturas el cansancio nos puede jugar una mala pasada. Casi he llegado abajo y adelando a un par de corredores que como yo tampoco tiran cohetes, sólo dos kilómetros por un subi-baja entre fincas y bosques ¡¡Qué calor!! De todos modos no tengo sed y me voy echando el botellín de agua por la cabeza. Una carretera estrecha y apreto a correr. ¡¡Ya estoy !! 4 horas 06 minutos al cruzar bajo el arco de meta.
Alberto, que lleva un buen rato esperando me pregunta qué ha pasado y le explico lo del despiste ¡¡Bien podrías haber esperado marinero!!. Dos minutos más tarde llega Jone, nuestra amiga de Alsasua que subirá al podio como segunda clasificada.
¡¡Bravo!! La costillada prometida por la organización nos compensa de la paliza y damos buena cuenta de la morcilla, salchicas, chorizo y costillas asadas. Cerveza con limón bien fresquita para pasarlo todo ¿Qué más queremos? ¡¡Ah sí, una ducha!! Qué bien se está ahora.
Algunas fotos.
Las de Google Earth son de Manu Nuñez y Bittor S.G.
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