Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

domingo, 21 de agosto de 2011

"Volando" por Ordesa


A mitad de recorrido por la Faja de las Flores echamos la vista atrás:  Ahí abajo a la izq la cima del Tozal de Mallo, encima suyo Tendeñera y a su dcha mucho más cerca la Punta Escuzana (2847 mts)

Volar, es el verbo más indicado para explicar el paseo que dimos ayer sábado por el Valle de Ordesa. Alberto -Gares- y servidor llegábamos a Torla a las 8 en punto de la mañana. Pasando de largo el aparcamiento de visitantes, desde donde salen los autobuses hacia la pradera, encontramos sitio cerca del desvío al camping del rio Ara para dejar el coche. 

Temperatura...  ¿Fresca?  Casi, pues estábamos en manga corta.  Nos hubiéramos puesto una chaqueta fina para sentarnos en uno de los bancos junto a la fuente y leer la prensa del día, pero no era esa precisamente la idea que teníamos para pasar la jornada...

No señor, para empezar teníamos todo un paseo hasta la Pradera de Ordesa por el Camino de Turieto, así que zapatillas para que os quiero bajamos al puente de la Glera junto al camping de Rio Ara. Trote suave hasta el Puente de los Navarros, donde empieza el precioso paseo por el Camino de Turieto Bajo. Algunos rayos sol que no llegan a molestar pues el sendero discurre dentro de un cerrado bosque de pinos, abetos y hayas. Las aguas del río Arazas retumban debajo nuestra: Cascadas de Molineto y Tamborretera. De ese modo y en algo menos de una hora llegamos a la pradera. Como me he despistado nos hemos pasado el desvío a Casa Oliván y salimos más adelante, donde el aparcamiento, así que nuestra carrera cambia de sentido, ahora por la carretera hasta que llegamos al antiguo centro de interpretación -Casa Oliván-, donde arranca el sendero hacia Carriata.




Un trago al acuarius del camel, una barrita y para arriba por sendero.  Vueltas y revueltas sin dejar de subir hasta que dejamos el bosque y salimos al reino de la roca: Un mundo vertical de paredes vertiginosas que miramos de reojo conforme nos acercamos a su base ¿por dónde las superamos?  ¿Por el paso de la fajeta o el de las clavijas?  Decido tirar por las clavijas, pues aunque requiere dos o tres trepadas, cuenta con buenos agarres y asusta un poco menos que el otro.  O eso me parece recordar, ya que hace muchos años que no andaba por aquí.  Y es que en esta excursión yo soy el guía y Alberto el viajero que tiene todo por descubrir:  Es su primera visita a estas montañas y no tiene ni idea del recorrido que le espera...  Ni que decir tiene que yo estoy entusiasmado con mi papel de anfitrión, máxime cuando la "finca" que voy a enseñar es tan maravillosa como el Valle de Ordesa.

Alberto se desenvuelve a las mil maravillas en las clavijas y el único susto que nos llevamos los dos es una marmota que aparece en nuestras narices al doblar un recodo.

El paso más comprometido cuenta con buenos agarres a más de las clavijas y si no miras hacia abajo no hay mayor problema.

Después accedemos a una ladera herbosa todavía empinada por la que seguimos ganando altura.  Estamos ya más altos que la cima del Tozal y a nuestra derecha puede distinguirse el magnífico recorrido que nos aguarda:  La Faja de las Flores.

Adelantamos dos o tres grupos de excursionistas, más madrugadores que nosotros pero con algo menos de prisa.  Y no es que ahora vayamos corriendo ni mucho menos, aunque en algún tramo del aéreo recorrido sí que nos soltamos con algún trote, pero las paradas se suceden para fotografíar a uno y a otro lado del paisaje.  El día promete ser caluroso, pero vamos a la sombra y además nos pega un suave viento que aquí arriba es fresco aún cuando viene de sur.

Nuestro glorioso paseo termina encima de Cotatuero, pero no bajaremos hacia las clavijas sino que perdiendo la menos altura posible, iremos hacia el norte para dar la vuelta por el circo de Descargador, encima del de Cotatuero, un gran rodeo entre praderas y roquedos, cruzando pequeños arroyos en cuyas aguas nos refrescamos.


Encima nuestra, las cumbres de Ordesa se levantan casi todas por encima de los 3000 metros, desnudas de neveros, salvo algunas manchas que todavía adornan en la zona del Perdido.  Un desierto de piedra caliza, inmenso...  soberbio.

Rumbo sur ahora, para ganar un poco altura otra vez por las laderas del pico Tobacor, caminamos ahora sobre las Murallas de la Fraucata, a unos 2400 mts.  De vez en cuando asomamos al valle y distinguimos el río Arazas bajando por las Gradas de Soaso, muy, muy abajo, muy pequeñito.  Los verdes prados del fonfo del valle contrastan con la árida meseta en la que os encontramos.  Cruzaremos varios arroyos de montaña que aprovecharemos para beber y remojarnos.  En su recorrido bajando de piedra en piedra, el agua no está fría, sólo tibia, pero qué rica sabe.


Damos la vuelta a Tobacor y nos encontramos otra vez con las Tres Sorores:  Cilindro, Monte Perdido y Soum de Ramond.  Distinguimos el refugio de Góriz, un puntito situado junto a un barranco en las faldas del Perdido, cuya cima se levanta 1000 mts más alta que nosotros.  De nuevo debemos dar un gran rodeo para salvar las paredes del barranco de Soaso hasta el Circo de Góriz, donde cruzaremos el torrente.  Aquí el agua está fría, como debe ser y nos damos la última remojada antes de bajar de la montaña.  Dejaremos Góríz un poco más arriba y sin acercarnos al refugio saldremos al sendero principal de Ordesa, por donde suben los montañeros.

Las clavijas de Soaso son más sencillas que las de Carriata y algo menos aéreas pero precisan de cuidado por supuesto.  Además es hora punta y nos cruzamos con docenas de montañeros.

Circo de Soaso.  Son las tres de la tarde cuando cruzamos el puente junto a la Cola de Caballo.  Unas nubes oscuras nos resguardan del sol y podemos correr por la pista sin mayores agobios.

Dejando atrás las gradas de Soaso nos adendramos en la frescura del bosque de las Hayas, ¡¡llueve!!  las nubes se han apretado en el cielo, engordadas por el calor y caen cuatro gotas para susto de alguna familia que da media vuelta en su excursión.

Pero al llegar a la pradera el cielo vuelve a despejarse y sale el sol.  Metemos la cabeza bajo el chorro de la fuente, estamos junto al bar-restaurante y bien a gusto echaríamos una cerveza pero todavía nos queda un rato hasta Torla. 

¡¡José Antonio Beriain!!  ¡Qué casualidad!  Está también por aquí pasando el día con la familia y nos saluda muerto de envidia viendo la paliza que llevamos...  El campeon navarro veterano de la copa navarra de carreras por montaña 2010 saluda a su posible sucesor:  Alberto Vela.  ¡¡Dos campeones!!   Fotografiados por servidor Cansamontañas...  ¡¡¡Tres campeones!!!




Buena excursión:  Algo más de 48 kilómetros en algo más de 9 horas.

Mis glucemias regular:  He amanecido a las 5 con algo más de 200, en Torla a las 8 tenía más o menos lo mismo y también subía de 200 después de superar los 1000 mts de desnivel entre la Pradera y la Faja de las Flores.  Cerca de Góriz he sacado 180 y finalmente en Torla 107.  Debido a ello me he limitado a ir bebiendo el acuarius del camel back y sólo he comido un huesito, una barrita de frutas y dos puñados de frutos secos.  El sandwich de jamón york y queso que siempre llevo me lo he comido al final, bien acompañado de una cerveza.  Un buen final para una excursión de CUATRO ESTRELLAS.

Por cierto, Alberto me ha dicho que le ha gustado mucho el Valle de Ordesa. ¿Cuándo subimos el Monte Perdido?

lunes, 15 de agosto de 2011

Por la Sierra de Urbasa

Con la excusa de ir a un buen sitio donde poder ver la lluvia de estrellas, el viernes pasado mi hijo Sergio y yo subimos a la Sierra de Urbasa.  No nos llevo ni una hora preparar lo necesario para pasar una noche en el camping de Bidoiza:  la cena de esa noche y algo para almorzar el día siguiente mientras dábamos un paseo (ya que estábamos allí no nos ibamos a volver sin más). 

Nos llevó poco más de 50 minutos llegar desde Zizur al camping, el calor de la Cuenca de Pamplona se quedó allí, pues arriba de la Sierra la niebla lo cubría todo y a las 7 de la tarde la temperatura apenas pasaba de los 20º.  Enseguida montamos la tienda y ordenamos las cosas, tras de lo cual aún tuvimos tiempo de dar una vuelta por los alrededores.  Reinaba una paz maravillosa, sólo rota por las esquilas del ganado: Vacas sobre todo, que junto con caballos y ovejas pasan en el monte casi todo el año.

¿Podremos ver las estrellas esta noche?  - Me preguntó Sergio desconfiado, señalando la niebla encima nuestra.  - Creo que sí - le contesté, - si te fijas ahí casi puede verse el azul del cielo, seguro que a la noche se despeja del todo -. 

Después de cenar unos estupendos macarrones con atún y tomate frito -mi especialidad en las acampadas-, junto con algo de jamón y de queso, ya casi había oscurecido pero la dichosa niebla seguía tapando el cielo ¡mecachis!   No era muy tarde así que fuimos al bar del camping a tomar un cafecillo y echar una partida de cartas tras de lo cual volvimos a la tienda.  Eran las once de la noche y aunque la niebla casi se había ido todavía no podíamos ver las estrellas, sólo la luna y las luces de algún avión surcando las alturas...  ¿Qué hacer?  Yo había trabajado y me caía de sueño así que le propuse a Sergio poner el reloj a las 4 para asomarnos y ver el panorama.

A las 4 sacamos la cabeza de la tienda muertos de sueño y pudimos comprobar el pedazo de luna llena que resplandecía en el cielo, podían verse las estrellas, pero casi como si hubiéramos estado en una ciudad iluminada, de modo que nos olvidamos de las Lágrimas de San Lorenzo, Perséidas o Puñetas quita sueño y nos volvimos al saco de dormir.  Por cierto que el mío era de playa y con los 8 grados de esa noche pasé un poco de frío.

A la mañana siguiente tras desayunar y recogerlo todo nos fuimos del camping y con el coche nos acercamos hasta la pista de Tximista a Otsaportillo, a tan sólo 5 minutos de allí.  Dejando el coche en el aparcamiento, Segio subió a su bici y yo a mis zapatillas, nuestro objetivo: La Ermita de San Adrián, a donde ya quisimos llegar el año anterior sin conseguirlo. 


Magnífica mañana para correr o pedalear entre las hayas de Urbasa, en nuestro camino nos cruzamos con ciclistas y con algún excursionista e incluso vimos algún corzo en las profundidades del bosque, tipi tapa poco a poco, padre e hijo avanzábamos pista arriba en busca de nuestra ermita preferida. 


Sin darme cuenta nos pasamos el desvío principal que conduce también a la ermita de Santa Marina, pero el despiste no tenía mayores consecuiencias: Más adelante otro desvío también nos llevaba hacia San Adrián, lo malo es que era por pistas secundarias que en algún trozo apenas estaban marcadas, lo bueno es que así el paseo sería más salvaje y más chulo. 


Por fin salimos del bosque y llegamos a un cruce próximo al Puerto de Lizarraga, 10 minutos más y ya podíamos ver la ermita allá en un alto,  justo sobre los paredones que caen al valle.  El paisaje soberbio como podéis ver, con el Beriain enfrente nuestra, en cuyas alturas se levanta la ermita de San Donato.


En resúmen una preciosa excursión con mi chaval con la cual de paso me ha salido un entreno de unos 25 kmts, que no está nada mal.

Mapa-Guía editado por el Gobierno de Navarra. Gentileza del Centro de Interpretación próximo al camping.
Más información del Parque Natural Urbasa-Andía aquí.


  ¡¡Cuántas ermitas, cuántas montañas, cuántos bosques!!  Las Sierras de Urbasa y Andía esconden muchos más paseos, así que tenemos que volver.  Nuestro próximo objetivo:  El Balcón de Pilatos, encima del circo donde nace el Urederra.  

Para ver todas las fotos pinchar aquí.

sábado, 6 de agosto de 2011

Calcenada 2011


Viernes, cinco de agosto, nueve de la tarde, unas nubes que amenazan tormenta oscurecen el cielo sobre Calcena, un pequeño pueblo en la cara Sur del Moncayo.  Somos casi 70 campeones los que emprendemos esta Super-Vuelta al Moncayo de 104 kmts de distancia a la carrera, bueno, más bien al trote, a un ritmillo muuuuuy tranqui porque tenemos por delante muuuuuuchos kilómetros.  Pocas bromas en la salida, porque además la organización nos ha "animado" con el dato de que tenemos unos 2700 mts de desnivel positivo acumulado.  Menos mal que el recorrido es en su mayor parte por pistas forestales donde tendremos menos riesgo de caídas o malos pasos.  La temperatura es alta, más de 20 grados pero corremos hacia la noche y es de esperar que el mercurio vaya para abajo.

Fernando Zaratiegui y servidor hemos venido juntos desde Pamplona.  Unas dos horas y media nos ha llevado el viaje, con algún despiste que nos ha llevado por medio de Tarazona,  así hemos podido admirar su catedral, pues hemos pasado al ladico.  Los 31 grados de Tudela y Tarazona han pasado a 24 con la tormenta que nos ha caído cerca de Olvega, ya en Soria.  El agua la hemos dejado atrás subiendo subiendo a las faldas del Moncayo por la carreterita que pasa por Cueva de Agreda y Beratón y a continuación hemos iniciado un descenso interminable agarrando fuerte el volante en cada curva y mirando de reojo el precipicio a nuestra derecha.  Antes de llegar a Purujosa nos hemos encontrado con los andarines que habían salido a las 6 de la tarde desde Calcena para hacer nuestro mismo recorrido.   La sorpresa ha sido ver cómo corrían los primeros, estaba claro que a esos no los pillaríamos después...

Al llegar con más de 2 horas de tiempo antes de la salida hemos tenido tiempo de sobra de recoger el dorsal y prepararnos concienzudamente:  Mochila con camel-back y barritas energéticas aunque sabemos que hay un montón de avituallamiento, además de chubasquero, frontal, pilas de repuesto, gorra... seguro que se nos olvida algo.  Yo además llevo el medidor de glucosa y un bolígrafo-inyección de insulina (novorapid).  Nos dirigimos al bar de las piscinas que será el centro neurálgico de esta película y damos buena cuenta de un bocata de jamón para los dos y sendas cañas ¡¡Viva la Ambar!!   Me saluda Miguel Angel de Sarrios-Zaragoza con quien coincidí el año pasado en la Carrera de Talamantes.   Por lo demás no conocemos a nadie, sabemos que hay catalanes, andaluces, algún vasco, muchos de Zaragoza y de sitios tan lejanos como Murcia.  Me llama la atención un veterano que se cubre con una gorra vieja y raída y que se parece a Marco Olmo, pero no es italiano sino alemán, lleva más de 15 años viviendo en Malón (Zaragoza) y lleva varias Calcenadas a sus espaldas, buen elemento para pillar de referencia.  ¡¡Qué nerviossss!!


Vuelvo a la carrera:  Los primeros kilómetros son por la carretera en dirección a Purujosa, recorrido casi llano y muy cómodo.  Fernando y yo vamos detrás del grupo de cabeza, formado por unos 6 ó 7 corredores que se van yendo poco a poco, no pasa nada.  Primer avituallamiento debajo del pueblo, Fernando y los demás de nuestro grupo siguen sin detenerse pero yo me tomo dos vasos de agua fresquita y un puñado de frutos secos tras de lo cual emprendo la carrera.  Dejamos la carretera y tomamos por una pista de tierra que tira para arriba en franca subida, correré un rato pero enseguida me pondré a caminar a buen paso, me conozco y me retengo para no tirar todos los cohetes en los primeros kilómetros, queda mucho. 

Casi ha oscurecido pero la vista se nos ha acostumbrado así que estiramos un poco el momento de enchufar los frontales.  Coincido con un mozo de Sabadell, se llama Angel y como lleva mi ritmo vamos juntos un buen rato, me dice que su madre es de un pueblo de Teruel, - ¡Hombre pues mi padre también!- le digo, -¡ya tenemos algo en común!-.   Encendemos los frontales, son más de las 10 y aunque un trozo de luna quiere dar algo de luz, necesitamos ver mejor para localizar los plásticos rojos que señalan el itinerario.  En esas que me llaman por detrás, es Fernando.  En un desvío que había un poco más atrás él y otros cuatro se han tirado por donde no era y se han comido casi dos kilómetros extra.  ¡Qué malo sabe!  Angel y yo también habíamos dudado pues la cinta roja estaba justo en el desvío y parecía indicar el camino secundario, no obstante nosotros hemos seguido por la pista principal y enseguida hemos visto más cintas.  En fin...

Proseguimos los tres juntos, andamos y corremos según el terreno, la temperatura ha refrescado un poquillo y casi no hay nubes en el cielo aunque hacia el Este, muy lejos, se ve relampaguear.  La noche promete ser magnífica.  Delante y detrás nuestra vemos las luces de otros corredores que no andan lejos.  Sin darnos cuenta hemos superado la primera subida y en el collado del Tablado (1362 mts) beberé dos vasos de acuarius, otro de agua y comeré más frutos secos, después trotamos a buen ritmo cuesta abajo.  Vamos por una pista cuyo piso es color claro, debe ser polvo porque si miro el rayo del frontal puedo distinguir multitud de particulas en suspensión, mejor mirar más adelante, a las luces de los corredores que nos preceden y así tenemos una referencia.  Es una sensación extraña correr de noche con el frontal, irreal, parece un sueño.  Ahora voy sólo y disfrutando, sin pensar en nada que no sea colocar los pies en el suelo que voy alumbrando, de reojo veo las estrellas en el cielo ¡Cuántas! Hace tiempo que no disfrutaba de una noche en el monte.

Al poco me uniré de nuevo a Fernando y junto con otros dos corredores llegamos a Borobia.  Llevamos algo menos de dos horas, no está mal para ser 20 kmts con una subidica de más de 500 mts.  Como son las 11 de la noche todavía hay gente por la calle, algunos veraneantes que han salido a tomar la fresca y ver pasar a los locos esos que corren.  El avituallamiento está en una sociedad y tenemos de todo: beberé un vaso de caldo caliente y comeré medio bocata de jamón con tomate.  Cuatro bromas con los voluntarios y tras darles las gracias nos despedimos para continuar la marcha.

Dejamos las luces del pueblo y nos adentramos de nuevo en la oscuridad de la noche.  Empezamos a adelantar a algunos andarines a quienes saludamos y deseamos buena excursión, ellos también nos animan, más todavía, admirados de nuestra carrera. 

¿Qué son esas luces? ¿Y esa música?  Es un puesto de avituallamiento en mitad del monte.  Dos coches y unas mesas, chicos y chicas animadísimos en esta noche de verano, encantados de colaborar y disfrutando con el ambiente.  Nos entran ganas de quedarnos, pero después de dos vasos de acuarius y más frutos secos, proseguimos la marcha de nuevo hacia la oscuridad... y el silencio.

¡Fernando, fíjate qué bien huele!- , le señalo a mi compañero las matas que se distinguen a ambos lados.  - Es jara, también llamada estepa y si la pisas al ser resinosa te impregna la suela de su aroma durante semanas. 

En otras ocasiones, alguna granja de animales también nos ofrece su "fragancia" pero nos gusta menos. 

Hace fresco, pero como no paramos vamos muy bien con la camiseta.  Hay un corredor que ni la lleva, pero creo que exagera un poco.

En Cueva de Agreda hay mucho ambiente, y eso que es casi la una.  Hay muchos voluntarios y también están los de la Cruz Roja.  Fernando aprovechará para que le den un meneo en las piernas pues va un poco regular.  Yo mientras sigo con mi acuarius y mis frutos secos, es una maravilla que haya tántos avituallamientos pues así podemos ir comiendo y bebiendo un poco muchas veces ¿No?

Pero claro, todo lo que tomamos tiene que caernos bien y ese es el problema de Fernando, que se le está revolviendo un poco el estómago y no le apetece tomar nada  ¡mecachis!   En estas aventuras tan largas uno está expuesto a cualquier imprevisto y mi compañero tiene que pelear con sus tripas además de con las cuestas.  Yo en cambio estoy disfrutando, los kilómetros todavía no pesan y la magia de la noche me tiene entusiasmado.  En la lejanía y debajo nuestra se ven las luces de Agreda, de Olvega y hasta las de Tudela.  Estamos llegando al avituallamiento de Aldehuela, el último de la provincia de Soria, a donde llegamos sobre las dos de la madrugada.  Hay mucha gente dentro y fuera del refugio o albergue donde está preparado el avituallamiento.  Pega un vientecillo fresco, -regañón- según nos dice un voluntario, -es como el cierzo pero menos frío-, así que entramos dentro de la casa.  En el interior algunos participantes están siendo auxiliados por unas chicas de la Cruz-Roja, los voluntarios están de muy buen humor y cualquiera diría que estamos en fiestas, suena música de rock en alguna parte y se está bien.  ¿Nos quedamos?  No, tomaré un poco de caldo y una cocacola (vaya mezcla rara) y junto con Fernando seguimos hacia Agramonte.  Es cuesta abajo y corremos casi sin esfuerzo por la pista que ahora discurre entre un bosque de hayas, el aire es aquí más cálido, como si los árboles hubieran retenido el calor del día.  Los pinos silvestres suceden a las hayas, estamos llegando a Agramonte, donde antaño funcionó un hospital para enfermos del pulmón.

Pasamos Agramonte, totalmente silencioso a excepción del agua que murmura bajando los canales entre los pinos y proseguimos el descenso hacia San Martín del Moncayo.  Se nos une Angel otra vez, también tiene problemas con el estómago y no le entra nada desde hace rato, pero lleva buen ritmo y juntos entramos en el pueblo.  También está todo en silencio, excepto el puesto de avituallamiento que se encuentra al final del pueblo.  Bebo agua y como más frutos secos (no será por falta de sal). 


No bajamos más, excepto algunos toboganes que nos llevan por entre bosquetes de carrasca y quejigo.  Huele a tomillo y las estrellas brillan cada vez más.  Adelantamos a gente andando continuamente, en las bajadas corremos y en las subidas caminamos pero también aquí seguimos adelantando a los andarines ¡Qué fuertes estamos!  Ya hemos pasado el ecuador de la carrera y me siento perfecto.  Otra cosa es Fernando que cada vez tiene peor el estómago, paramos un poco antes de entrar en Lituénigo para ver si consigue echar algo pero aunque tiene arcadas no lo consigue.  Un minuto y proseguimos para dirigirnos al puesto de control y avituallamiento.  ¡Qué sorpresa! Hay como unas 50 personas aplaudiendo a todo el mundo que llega, han desplegado pancartas para animar a los participantes del pueblo y aunque son más de las 3 de la mañana hay un ambiente de verbena popular que nos anima.  Un vaso de acuarius y como en casi todos los puestos pregunto qué nos viene ahora, me dicen que más toboganes, subir y bajar hasta Litago, que está a 4 kilometros.  Sentimos de verdad dejar atrás este control por el calor y simpatía que tienen, pero la noche nos reserva muchos kilómetros todavía.

En Litago no hay tanta verbena ni risas pero también nos ofrecen toda su hospitalidad:  La sociedad está a nuestra disposición y nos sentamos a una mesa para dar cuenta de una ensaladilla rusa y unas cañas, amén de un tomate cogido esa misma tarde de la huerta ¡qué rico!  Fernando se entona un poco (la cerveza es maravillosa) y aprovechamos para ponernos algo de ropa, pues en esta zona hace un poco más de fresco.  Al salir nos encontramos con Angel que está siendo asistido por una sanitaria, a intentado comer un poco y le ha sentado fatal.  Le toman la tensión y la glucosa, de tensión está un poco bajo pero tiene 80 de azúcar, descansará un poco y seguirá nuestros pasos.  ¡¡Mucha suerte Angel!!

Cuestica parriba hacia la Central de Morca, el camino se empina bastante y nos exige un buen trabajo mantener el ritmo, Fernando no quiere apurar y me dice que tire para arriba sin esperarle, que prefiere ir más tranqui.  ¡Venga, luego nos vemos!  y me lanzo cuesta arriba a buen paso, saboreando las buenas sensaciones.  Adelantaré a dos o tres grupos de andarines, ahora van más espaciados y también llevan buen ritmo por lo que me tengo que emplear a fondo.  Arriba del todo salimos a un carretil estrecho que flanquea la montaña por entre un bosque de quejigos, lo conozco de cuando corrí la Media Maratón de Alcalá de Moncayo, pica para abajo y en aquella prueba pude meter buena velocidad en esta parte, esta noche me conformaré con trotar a ritmo tranquilo, saboreando la soledad y la magia nocturnas, eso sí, sin dejar de buscar las tiras rojas que señalan el itinerario, que no están las piernas para regalar kilómetros.

Debajo del pueblo de Añón, a orillas del Río Huecha está el control con tres chavales jóvenes que se caen de sueño, son las 6 de la mañana pero todavía es noche cerrada.  ¡Animo que pronto empieza a clarear!  Me detendré unos minutos pues en la bajada corriendo mis pies se han resentido un poco, así que tras quitarme las zapas los meteré en el río ¡qué bieeeeeeennnnnn!  lo malo es que con el frío se me acalambran un poco las piernas así que pongo fin al placer y vuelvo a calzarme.  En esas que aparece Fernando ¡qué jodío!  - ¿Qué, te has recuperado?  -  Me alegro de verle de nuevo en forma, además de que así seguiré en compañía, que a estas alturas ya me apetecía.

Dejamos atrás Añón y también Alcalá de Moncayo, ya llevamos más de 70 kmts cuando empieza a amanecer y podemos apagar los frontales, por cierto el mío se ha portado como un campeón y no he tenido que cambiar las pilas en toda la noche. 

¿Qué viene ahora?  La subidica de la carretera ¿Cuál carretera?  - Aquélla de allí lejos ¿ves cómo sube? - me señala un compañero que va andando, bueno en esta parte nosotros también andamos, pues aunque la cuesta es muy leve, corriendo parece que lo hagamos a cámara lenta y nos cansa más.  Unas granjas nos regalan con su tufo en esta parte del recorrido, pero pronto las dejamos atrás en cuanto emprendemos la penúltima subida de la Calcenada.  ¡¡Ufffffffff!!  

Desde las Peñas de Herrera hasta el Moncayo, estamos rodeando toda la sierra. 


Una vez arriba del puerto podemos ver el castillo de Talamantes, un letrero indica que sólo hay 1,2 kmts así que... ¡Piernas para que os quiero!   Nos tiramos para abajo en compañía de Baldibil, un colega catalán que está preparando la Ultra del Mont Blanc y con el que seguiremos casi hasta meta.

Durante la bajada me toca sufrir a mi ¡Y cómo!  Además de notar ampollas en casi toda la planta del pie izquierdo, el extensor del dedo gordo del derecho empieza a darme como pinchazos, que suben hasta la espinilla.  El dolor es cada vez mayor y me cuesta correr cada vez más.  Menos mal que enseguida nos encontramos en Talamantes, donde paramos un rato en el bar para reponer fuerzas.  Aquí también tenemo de todo, pero salvo un vaso de cocacola a mi ya no me entra casi nada, eso sí, ¿dónde está el espidifén?  ¡Me lo he dejado en Calcena!  Menos mal que Baldibil tiene de casi todo en su mochila y me ofrece uno de los suyos, me lo tomaré con agua esperando que el antiinflamatorio resuelva mis problemas del extensor.  En cuanto a las ampollas me forraré la planta del pie con tres tiritas especiales que espero también hagan su papel. 

Salimos de Talamantes pasadas las 8 de la mañana junto con los participantes en la marcha de 22 kmts que parten de este pueblo.  Caminar en su compañía nos anima, ellos van como nuevos y nos contagian un poco su fuerza, o eso me parece porque junto con Fernando y nuestro amigo catalán emprendemos la última subida al Collado de la Tonda a toda máquina y sin parar de cascar.  Baldibil nos cuenta alguna anécdota del UTMB que se marcó hace dos años y nos comenta que lo más duro es pasar la segunda noche sin dormir.  Es curioso que nosotros hoy no hemos sentido la llamada del sueño, otra cosa será esta tarde, pero vaya, el caso es que ahora vamos frescos como lechugas (a excepción de las piernas y de mis pieses). 

Buenísimo ambiente pues en la subida y todavía mejor al llegar al avituallamiento, ya cerca del puerto, donde beberemos agua y acuarius. 

Una vez arriba sólo queda bajar y...  comernos como sea esos últimos 5 kilómetros que nos han dicho son el final de la prueba.  El descenso se me hace muuuuuy laaaaargo, y menos mal que mis pieses resisten ¡gracias Baldibil por el espidifén! y gracias Compeed por las tiras antiampollas...  No obstante sufro mucho con todas las piedrecitas que asoman en la pista y me voy quedando atrás en la carrera. 

Pero todo lo malo no es para siempre, tampoco las bajadas por pistas pedregosas jode-pieses y de ese modo llego al último avituallamiento, ya muy cerca de la carretera.  Está en medio del monte, pero gracias a un motorcillo cuentan con un maravilloso grifo de cerveza y no dudo en beber dos fresquísimas cañas que me saben a gloria  ¿Acuarius? ¡Puah ... qué asco!   No tengo muy claro si me sentarán bien, pero a estas alturas es lo único que me apetece  ¡qué rica y fresca está la Ambar!

Y ahora sí, ahora sí que podemos decir que vamos a poder terminar este paseo de 104 kmts.  Sólo nos quedan 5 kilómetros por esta carretera que serpentea por el estrecho valle del Rio Isuela, asomándose a sus riberas desde media ladera.  Mayormente es cuesta arriba, pero aún así, tanto Fernando como servidor emprendemos un trote que a ritmo de supervivencia nos permitirá acortar un poco el sufrimiento de tantas horas de pateo.  Si me hubieran dicho que iba a poder correr a este ritmo después de 99 kilómetros no me lo hubiera creído, además las ampollas duelen menos en el asfalto ¡qué curioso!  y todavía menos si es cuesta arriba ¡bieeeennn!

No son las 11 de la mañana cuando llegamos a Calcena.  Mi tiempo:  13:48:39  ¡¡Conseguido!!

Unas pocas fotos más aquí.

Glucemias:
Viernes a las 19:50____________ 185 después de cenar medio bocata de jamón y una cañita
Sábado a las 2 de la madrugada__ 105 en el avituallamiento próximo a Agramonte
             a las 6 de la madrugada__ 84  en el avituallamiento de Añón
             a las 10:47 ___________ 110 instantes después de llegar a Calcena

Insulina: 4 uds de Lantus y 2 uds de Novorapid antes de la cena  (la mitad de lo habitual), y otras 2 uds de Novorapid antes de la paella conque nos obsequió la organización.  Buenas sensaciones de glucemia durante toda la prueba.

Felicidades a Calcena y a todos los pueblos por los que discurre la prueba por contar con tanta gente buena, que además de pegarse la noche en vela, lo hacen con alegría, disfrutando y haciéndonos disfrutar a todos del maravilloso entorno del Moncayo.