El pasado fin de semana fui a ver a la familia en Zaragoza. Llevé mi vieja bici de monte y aproveché para hacer un par de escapadas desde casa de mis padres en el barrio de Delicias. El tiempo fue fresco, con algo de cierzo pero seco. Y eso que el Viernes cuando salía de Pamplona jarreaba, lo mismo caerían 40 litros esa jornada en la capital navarra. La lluvia me acompañó hasta Tudela pero después los cielos se fueron abriendo y las pocas nubes que había estaban enganchadas al Moncayo...
Mi primera excursión fue la tarde del Sábado. A finales de enero el día alarga y tienes luz hasta las 6 o más tarde. Así que nada más comer y superando la tentación de dormir una siesta en el sofá con la película de la tele me puse el traje de romano, casco incluido, cogí un botellín de agua, unas barritas, un par de geles y me subí a la bici.
Por la Vía Hispanidad tiré hasta llegar a los Pinares de Venecia y por detrás del Parque de Atracciones pillé una ancha pista en dirección Sur señalizada como CR-41 (Zaragoza - Torrecilla de Valmadrid).
El cierzo me daba de lado pero no era terrible. Cielos azules y un paisaje inmenso: a mi espalda la gran ciudad no es más que un mosaico de construcciones que se extiende en la llanura del Ebro, detrás el desierto y más allá las Sierras del Prepirineo: Gratal y Guara siempre se distinguen. El Pirineo es una difusa franja blanca pero me parece reconocer el Monte Perdido y sus tresmiles detrás del Tozal de Guara... ¡¡Me gusta este paisaje!!
Solo llegaré hasta la Paridera de Gómez, en cuyas proximidades se levanta mi viejo amigo: un pino carrasco de buen porte aislado en la llanura, centinela en el desierto de la estepa. Soberbio.
Cuatro fotos y media vuelta, que voy sin luces y no quiero apurar. En el regreso todavía me cruzo con dos ciclistas que marchan decididos hacia la Plana de María, ellos sí llevarán luz supongo.
El Domingo no madrugo mucho: a las 8 me levanto y desayuno mi café con leche con un puñado de nueces. El azúcar muy alto: 188, pero aún así solo me pongo 2 uds de novorapid. Hoy me esperan más kilómetros: he pillado la ruta de Wikiloc de Daniel Mur, quien en su blog "Crónicas Montañeras" detalla una buena excursión circular de Zaragoza a la Muela, subiendo por la parte de la Autovía de Madrid y bajando después a la Autovía Mudejar para volver por Cuarte.
Bastante frío: unos 5 grados que con cierzo -aunque sea flojo- suponen menos grados y en bici todavía menos... ¡¡Brurrrrr!! Pero con las tres capas que llevo y guantes gordos lo llevo bien. A las 9 de la mañana no hay mucha gente por las calles y todavía menos por el paseo que discurre a orillas del Canal. Siguiendo las indicaciones del Wiki llego al parque líneal que junto al polígono Plaza se extiende paralelo al canal. No lo conocía y alucino con la extensión verde y cuidada del que posiblemente sea el parque menos visitado y disfrutado del país: una extensión de praderas, salpicada de estanques, jardines ¡¡dos laberintos!! y caminos cuidados que lo recorren. Una oferta verde a kilómetros de la ciudad y sus ciudadanos y que seguramente ha costado muchísimo dinero. Un sinsentido porque habría bastado con cuidar un poco las orillas del canal que ya lucían un magnífico bosque de ribera antes de que los de siempre se forraran levantando polígonos y áreas comerciales sobredimensionadas.
Eso blanco en el horizonte no son nubes: es el Moncayo blanco de nieve |
El parque lineal de Plaza a tope de personal |
Un laberinto donde nadie se pierde porque nadie viene a este parque |
Me alejo de Plaza y por la Ronda del Aeropuerto llego a la autovía de Madrid. El campo de golf de la Peñaza lleva ahí toda la vida, o al menos ya estaba cuando yo era un chaval. Hay que ser un forofo de la pelotita blanca para animarse a practicar este deporte aquí en el desierto de Zaragoza, donde cuando no te jodes de frío te achicharras de calor.
Sigo pedaleando y llego al polígono Centro Vía. Poco a poco gano altura hacia la Muela. Siempre siguiendo las indicaciones del Wiki voy cogiendo desvíos y por una bonita pista me interno en un estrecho valle poblado de pinos por el que sigo subiendo. Me detengo a hacer unas fotos. Dos chicos bajan con la bici a toda pastilla, saludan y me preguntan si todo está bien ¿quién dijo que los ciclistas son menos enrollados que los runners? -¡Todo bien, gracias!- les contesto y prosigo para superar la última parte de la ascensión que me lleva a la urbanización de La Muela. El que fuera el pueblo más rico de Aragón y de este país que creo recordar se llama España. A casi seiscientos metros de altitud, elevado sobre el valle del Ebro es un sitio privilegiado para el cierzo y cientos de molinos se levantan en todas las direcciones.
Un trago de agua, una barrita de proteína y un puñado de almendras. Ahora toca disfrutar una larga bajada por las estepas que caen sobre el valle del Río Huerva. Las pistas llevan hacia María, Cadrete o Cuarte dependiendo del ramal que elijas. Al detenerme para estudiar el mapa me alcanza una cuadrilla de beteteros que como yo han empezado el descenso. Les hago una foto y charlamos un poco. -¡Las rutas chulas son las de Mimosin69!- me dicen, señalando a uno de los suyos entre risas. Pero también conocen las de Danielmurmarin, que es la mía. Ellos van hacia Cadrete y tiraré detrás suya un par de kilómetros.
Después prosigo en soledad por un territorio que se me antoja la última frontera del Oeste. Entre tomillos, esparto y romero la estepa se extiende en todas las direcciones. Un atormentado relieve de redondeadas colinas solo interrumpido por el valle del río Huerva y sus huertas, la autovía a Valencia, la línea férrea, pueblos y fábricas que desde aquí arriba apenas se ven. Al otro lado el desierto se prolonga y se eleva hasta la Plana de María: otra Muela erizada de molinos de viento. Viento. Cierzo...
60 kmts de ruta circular y chula, muy chula. Un lujo a las puertas de la ciudad. |
Seguiremos metiendo kilómetros de bici pensando en el gran objetivo del año: la TDS (Sur les Traces des Ducs de Savoie) 121 kmts de Courmayeur a Chamonix alrededor del macizo de Montblanc.
Tic Tac Tic Tac Tic Tac Tic Tac !!!!!!!!!!!
Por la ventosa y árida estepa el runner temporalmente reconvertido en su bike cabalga.
ResponderEliminarQuién sería el bondadoso ser que decidió no talar también aquel pino que ahora solitario se alza para sombra y sonrisa de quien por allí pasa.
Por la ventosa y árida estepa el "runner" regresa tras haber rememorado lugares de la infancia.
Un abrazo, tocayo.
Amigo Cervantino, cada árbol, cada molino de viento y cada torre que se levanta desafiante ante nosotros nos sugiere mil historias. El pino que aquí nos ocupa tendrá una historia quizás tan simple como que al dar cobijo a un rebaño le salvaron del hacha. Pero en cualquier caso a dos kmts, en las laderas que trepan a la Plana de María crecen muchos como él formando un verdadero y magnífico bosque.
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