lunes, 12 de abril de 2010

Media Maratón de Bera

Un día perfecto para enfrentarnos a esta Sexta Edición de la Media Maratón de Bera, en la cual sí que subimos al Larun. La expedición la hemos formado Alberto Vela, Oscar Aguinaga, Juan Miguel Pinillos y éste que escribe. En Bera nos hemos encontrado con el resto del Equipo Humiclima casi al completo y tras recoger los dorsales hemos aprovechado para saludar a los viejos amigos, decir tintorerías y calentar (ponerlo en el orden que prefiráis). Allí estaban Korriko y Radagast o Mikel y Ander como queramos, también he podido hablar con Volcán, a quien no veía desde Zegama y que ha demostrado estar tan fuerte como entonces o mejor todávía (me ha sacado más de 10 minutos el jodío), mi tocayo Carlos Arteta (Ratón) otro Humiclimero cabricolari, el amigo Pantani del Txurregi: Los que se están currando el I Trail San Cristóbal/Ezkaba. ¡¡Qué alegría reencontrarse con tantos compañeros de mil y una aventuras...!!

El primer comentario serio ha sido la altura a la que se encuentra el pueblo de Bera: 65 metros. Los 905 metros de la cima del Larun no se ven desde aquí, pero los tenemos en nuestra cabeza... En fin, a eso hemos venido ¿No?

Mi glucemia al atarme las zapatillas: 91, un poco justico para echar a correr monte arriba, así que me he calzado dos plátanos en un momento ¡Qué ricos! A las 9:30 estábamos todos apretujados en la línea de salida, donde tras la ceremonia del Zortziko y el cohete de rigor que ha explotado muy alto en el cielo azul de esta mañana primaveral, hemos salido en tromba por las calles de este precioso pueblo. Unos cientos de metros casi llanos han dado paso enseguida a una pista de pendiente moderada la cual después se ha convertido en un sendero. La primera parte de la carrera nos llevaba hacia la cima de Manttale (576 metros) a donde hemos llegado bien, pero que bien mojados de sudor: Es curiosa la cantidad de agua que te puede salir de la cabeza cuando subes "corriendo" por estas cuestas. De Manttale hemos bajado al Puerto de Ibardin, donde se levantan docenas de ventas: Restaurantes, tiendas donde los gabachos compran licores y muñecas vestidas de sevillanas, etc... Además de gasolineras con precios sensiblemente inferiores a los del otro lado. Kilómetro 6, unos tragos de Isostar, dos trozos de plátano y piernas para qué os quiero: Uno detrás de otro, en una hilera multicolor e interminable hemos recorrido una zona de toboganes. En esta parte he adelantado a Oscar, que hoy igual que en Sara también iba cargado con los 3kg 1/2 de su mochila ¡¡Qué duro es preparar las 100 millas de Euzkadi!! El muy jodido está super-fuerte porque en cuanto ha empezado una subida me ha vuelto a pasar como un jabato.

De pronto hemos podido ver el Larun: A contraluz y desdibujado por la bruma, pero ahí estaba, alto, alto. Muy alto sobre nosotros y detrás del Larun-txiki, una punta que le precedía y a la que también debíamos subir. A nuestra izquierda se intuía la costa vasca, muy por debajo nuestra y un viento fresco nos aliviaba el sufrimiento. En esa parte la "carrera" nos llevaba por una empinadísima cuesta de hierba, en la cual todos íbamos andando, apoyando las manos en las rodillas y mirando al suelo. Concentrados en dar un paso detrás de otro al mayor ritmo posible, intentando no pensar cuánto nos dolían los muslos, los riñones y los higadillos. De reojo miras a los de delante y compruebas que van tan jodidos como tú. Te planteas bajar el ritmo para dar alivio a los músculos pero mirando atrás ves una hilera de locos que no tienen ninguna intención de darse tregua, así que desechas la idea y sigues subiendo. Tomo un gel porque creo que me hace falta, se me está haciendo duro.

En ésas estaba, cuando me ha pasado primero Iñaki de Humiclima, después Mikel y enseguida también Ander, qué jodidos: Subían andando como yo, sólo que iban más fuertes y más rápido. ¡¡Un poco más!! Subimos al Larun-Txiki (704 mts) y una bajada nos permite recobrar el aliento, pero muy poco, sólo unos cientos de metros nos separan de la última cuesta, la buena, la de la cuerda famosa. La ladera está en sombra y el aire frío contribuye a darle más ambiente y dureza a esta zona. Hay que levantar mucho la mirada para ver arriba una especie de ciudad, como un nido de águilas que se levanta justo encima. Pero ya está muy cerca y eso nos anima. Ahora ya no vamos por una cuesta sino por una escalera de gigantes a cuyos escalones echamos las manos cada dos por tres para seguir trepando. En uno de esos "peldaños" demasiado alto, dos voluntarios se ocupan de darnos la mano a cada uno de los corredores para ayudarnos a subir. Me toca el turno y me levantan de un tirón. -¡¡Echarme más brazos!! - Suplico riéndome - ¡¡Así subo a donde haga falta!!-. Pero ya queda muy poco, a nuestra derecha una cuerda hace de quitamiedos pero no hago ni tocarla pues el terreno es casi mejor que en la primera parte de la subida.

¡¡Ya estamos arriba!! Podemos ver algunas nubecillas volando a nuestra altura, la pequeña ciudad que veíamos desde abajo se compone de algún bar, la estación del tren cremallera de Sara y algunos otros edificios, familias y grupos de excursionistas pasean disfrutando del paisaje y supongo que también con nuestra película. Una carrerita por la alfombra de control de paso, unos vasos de isostar, una naranja, tres trozos de plátano y para abajo como una flecha. La primera parte del descenso es una pista de cemento que tendrá un 30% de inclinación. Nos cruzamos aquí con un ciclista que sube los últimos y durísimos metros de su escalada: Su cara es una mueca de rabia y sufrimiento, se aferra al manillar balanceando el cuerpo con su pedaleo ¡¡Qué monstruo!! ¡¡Qué riñones!! Lo cierto es que anima ver semejante esfuerzo y mis piernas se lanzan ladera abajo por la pista adelantando a otros corredores, en éstas paso a Ratón -¡Coño, si lo había dejado atrás en la primera parte! ¿Cuándo me has pasado? -.

Las piernas y los pies sobre todo sufren lo suyo en la bajada: Los muslos piden descanso y duelen tanto o más que en la subida, los pies subiendo no los notaba y ahora las plantas me arden y si tropiezo ni pensar en las uñas... Pero mis Trabuco nuevecitas me van como un guante y lo voy soportando aún cuando la pista está llena de piedras sueltas. Más abajo nos meteremos en un sendero y primero por rasos de hierba, por bosque después seguiremos perdiendo altura a la carrera (ahora sin entrecomillar). Seis kilómetros todavía para meta, me veo fuerte y uno a uno voy rebasando corredores. Veo a Iñaki unos 50 metros por delante, pero renuncio a pillarle porque baja tan lanzado como yo. A unos dos kilómetros la bajada se convierte en llano durante unos metros e incluso pica un poco para arriba y es aquí que paso junto a Mikel -¡Pero tío, que ya estamos!- Le animo. ¡¡He pinchao!!- Me contesta sonriendo, porque Mikel siempre sonríe, aún cuando está jodido. Llegamos a la carretera y ya no bajamos más, ahora sólo hay un kilómetro a la meta: Primeras calles de Bera, llevo buen ritmo: Quizás menos de 4 min por kilómetro, que no está mal después del tute de ahí arriba me digo. No está mal, no señor y por fin torcemos una esquina y estamos en la meta, dos corredores se paran para pillar a los hijos y entrar con ellos bajo el arco y ello me permite entrar justo detrás de Iñaki, je, je... 5 segundos más tarde: 2h 17 min 35 segundos. ¡¡Qué carrera!!

Para terminar, no querría pecar de materialista pero tenemos que subrayar el exquisito trato que nos ha dado la organización: Además de una camiseta técnica super-chula, en la bolsa del dorsal venían un par de calcetines cojonudos y una vez en meta nos han entregado otra bolsa con productos Martiko: Patés, Confit de pato... Pimientos rellenos, Muesli o algo parecido y ¡¡Hasta un reloj!! Plastiquero pero molón. Encima en el sorteo de regalos me ha tocado una caja de Vinos Iñurrieta ¡¡Olé!! Además y tras la entrega de premios hemos pasado al frontón cubierto donde había preparado un almuerzo de aúpa: Tortilla de patata calentita, chorizos, morcilla (riquísima), fritos (buenísimos), mejillones, jamón... Con bien de sidra y vino para remojar. Total que al final hemos comido en Bera.

Mi glucemia después de ducharme: 66, he resistido la entrega de premios con un trago de Acuarius hasta que he cargado pilas con el almuerzo. Al llegar a casa: 153. Un café y con Begoña y su family hemos pasado una tarde estupenda en el campo, cerca de Meoz. Un Domingo para recordar.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena campeón, ya veo que las "madiquitadas" asfalteras (je,je,je) te han puesto fuertote. Eso es una bolsa y ni crisis ni leches!!!!
    Un abrazo y nos vemos el próximo domingo.

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  2. Buena crónica, aunque más que un zortziko era un aurresku. Enhorabuena por el tiempazo.

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  3. Aúpa Manu, a ver si mantenemos la forma hasta Osán que ya está aquí mismo... Miedo me doy bajando de Santa Orosia, je, je.

    Zigor, tienes razón la hosti. Era un aurresku. Además había olvidado comentar que antes de la salida también guardamos un minuto de silencio en memoria de Manoli Aramburu, madre del atleta de Manttale Unai Santamaria, que falleció el viernes. El pueblo de Bera, volcado absolutamente en la carrera se lo merece todo.

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  4. Esta carrera de Bera tiene que ser guapisima. A ver si un año de estos nos acercamos por alli.
    Manumar, ¡hay que ver como entiendes de cultura vasca, casí tanto como de dirección de cine!!
    Y Carlos...abrevia un poquito estos ladrillos, que me paso media tarde para leerlos....jejeje. Aunque lo haces genial!!!

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