Correr, caminar, pedalear, trepar, nadar, saltar...Trabajar y VIVIR. La diabetes, una anécdota.

Siempre y cuando controlemos el ejercicio y nuestra glucemia en sangre. Esta enfermedad que junto con la obesidad está considerada la epidemia del siglo XXI permite llevar una vida activa perfectamente normal gracias a médicos e investigadores, profesionales apasionados que no dejan de trabajar para que mañana sea de verdad una anécdota. Hay dos tipos principales de diabetes: Tipo I y tipo II. La primera es la mía, la insulino-dependiente o también llamada infantil, porque en un alto porcentaje de casos se presenta a edades tempranas, aunque yo "debuté" con esta enfermedad a los 44 años. Mi sistema inmune falló y atacó a las células del páncreas que producen la insulina sufriendo a continuación los tres síntomas del libro o las "tres Pes": Poliuria (orinar mucho), Polidipsia (sed horrible a todas horas) y Polifagia (hambre, hambre, haaaambre).



¿Porqué a mí? Pensé. A mí que toda la vida he hecho deporte, que sólo tres meses antes terminé mi Cuarta Maratón en Donosti, a mí que no fumo, a mí que soy un chico formal: Buen padre y ejemplar esposo, a mí que hago la declaración de renta puntualmente y pago la contribución urbana y el impuesto de circulación religiosamente cada año... ¿Porqué?



El estrés que tantos sufrimos en mayor o menor grado, herencia genética, un catarro mal curado, la contaminación, el agujero de la capa de ozono... Médicos, familiares, amigos, vecinos y yo mismo apuntamos una u otra causa, pero lo cierto es que daba lo mismo. El caso es que mi cuerpo -mi páncreas- casi no tenía reservas de insulina y que ya no iba a producir más -o muy poca- y que iba a necesitar "pincharme" insulina todos los días.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Maratón de San Sebastián

Domingo 27 de noviembre, se corre la 34 Maratón de San Sebastián.  Una mañana perfecta para "disfrutar" de los 42 kilómetros y 195 metros que tenemos por delante cuando los algo más de 2000 atletas nos apretamos bajo el arco de salida en la Avenida de Madrid, próxima al campo de fútbol de Anoeta.  Los termómetros marcan sólo 6 ó 7 grados pero no corre un pelo de aire y el tímido sol promete subir un poco más el mercurio, alcanzaremos los 12 grados enseguida ¿Qué más quiero?


Pues por querer y desear...  Me gustaría tener las piernas en perfectas condiciones pero no ha podido ser:  Se llevaron un buen castigo en Zaragoza a primeros de mes y a la semana siguiente volví a pedirles marcha en la Behobia donde mi rodilla derecha se resintió y me molestó bastante en los últimos kilómetros, con unos pinchazos que al terminar me tuvieron cojeando por unas horas.  En los días siguientes descansé, estiré y quemé los nervios en el gimnasio y haciendo algo de bici, ya pensaba que estaba todo bien cuando el domingo pasado me apunté a un entreno con los amigos de Celigüeta-Atletismo Zizur.  Queríamos rodar una horica y cuarto, genial para la maratón de hoy, pero a los 20 minutos volví a sentir los terribles pinchazos en la parte inferior en la rodilla y tuve que parar y volver andando.  ¿Quién quiere un dorsal para Donosti?  pensaba volviendo a casa, más depre que un pingüino en Benidorn.

Por suerte Ana, mi fisio preferida, sólo vio que tenía una sobrecarga en el cuádriceps, probable causa  de las molestias, pues aparentemente mi rodilla no tenía problema alguno: ni dolía al apretar ni me hacía clak-clak ni ná; además también podía tenía que ver con mis pasadas molestias en el gemelo de la otra pierna.  Y es que todos nuestros músculos interrelacionan entre sí, como la mariposa volando en Sevilla que provoca la erupción de un volcán en la isla de Hierro.

 El caso es que el pasado martes tras una sesión de tortura china para "soltar" no sé qué fibras en el cuádriceps y una tira adhesiva de color negro super-elegante que, a juicio de Ana me ayudaría bastante, casi estaba listo para afrontar mi última prueba de la temporada.  Los siguientes tres días me acerqué al gimnasio para sudar una hora en la elíptica y correr 20 minutos en la cinta, despacio: a un ritmo de 5 min/kilómetro.  Lo de correr era lo que más miedo me daba pero cada día comprobaba aliviado que mi rodilla resistía.  ¿Resistirá hoy los 42 kilómetros?

Por si acaso tras el desayuno de rigor me he tomado un ibuprofeno -¡toma doping! - y me he acercado al parking del Decathlón donde a las 7 de la mañana había quedado con Ander. En su coche nos hemos dirigido a Donosti y al llegar a Anoeta hemos tenido la primera sorpresa agradable al dirigirnos la organización a un aparcamiento gratuito.  No sólo es que nos ahorramos 10 ó 12 euors, también las colas y el atasco que muchos sufrimos el pasado año en el parking de Illumbe.  ¡¡Biennnn!!

Saludamos a los amigos de Humiclima: Oscar, Juan Miguel, Javier Irigoyen y José Manuel  y también a ¡Patxi Cobo! que viene con el ambicioso objetivo de bajar de las 2:30 ¡madre mía!  También nos encontramos con Eduardo de Adi-Ike, muy, muy animado después de una semana desgastando las zapas por los montes de Ustarrotz en el valle de Roncal.  No veo a Martin Sarratea ni a Javi Serralvo de mi club de Zizur, sé que vinieron ayer con su family y estarán por ahí calentando, seguro que nos veremos en la carrera.  Tampoco veo a mis amigos de la Vuelta del Castillo, pero han venido unos cuantos: Fernando Zaratiegui, Arturo y Chema seguro que andan por aquí, el último ha venido para correr junto con Ricardo Abad que hoy correrá su maratón nº 464, recuerdo que el año pasado corrí con él algunos kilómetros en el pelotón de las 3 horas, en la primera mitad de la carrera claro, porque luego me quedé más atrás. ¡Mecachis!  Y este año tampoco iré a por las Tres, eso está claro, mi única ambición es terminarla pero no doy un duro por ello, saldré detrás de la liebre de 3:15 y que sea lo que dios quiera.

Y aquí estoy a las 9 de la mañana, en pantaloncito corto y camiseta de tirantes pero sin nada de frio en medio de los más de 2000 locos que esta mañana vamos a desafiar a la diosa maratón.  La música alegre de Bongo-Botrako con su "¡eh txipirón!" nos da el puntito de marcha que nos faltaba y salimos sin pensar en otra cosa que darle al crono de nuestro reloj cuando pasamos sobre la alfombra.

Cuando llevo dos kilómetros me quito una cinta patelar que además de las tiras, me he puesto en la rodilla.  Me roza y no voy cómodo así que fuera.  Voy de cine, con excelentes sensaciones como les digo de cachondeo a Javi Irigoyen y a José Manuel de Humiclima cuando les doy alcance: -¡qué bien vamos ahora!-, es una tontería pero las sensaciones tan buenas que tenemos ahora debemos subrayarlas para echar mano de ellas si nos pega el del mazo en el kilómetro 35 -por ejemplo-.   Unos metros delante nuestra veo a Jone Peláez y me lanzo a por ella:  -¿qué hace aquí la reina del Montblanc?- le pregunto, pues esta navarra de Alsasua es muy, muy grande con todo lo chiquita que es de altura.  -Oye, que ya llevo unas cuantas de éstas, no te pienses - responde Jone contentísima de vernos, la muy fiera quedó 17ª mujer en la UTMB este verano y estoy seguro de que hoy también disfrutará y hará una gran carrera.  -¡Suerte campeona!-.

Poco antes del kilómetro 6 me paro: La rodilla me ha empezado a fastidiar, son pinchazos leves, sordos, pero   amenazan con ir a más y si eso ocurre mi carrera se habrá terminado.  Me pongo otra vez la cinta con el velcro bien apretado, no es que crea mucho en ella, ni en las tiras adhesivas, pero bueno, por probar que no quede.  Con el apaño listo prosigo la marcha más despacio, pero todavía tengo margen sobre el grupo de las 3:30 y viendo que la cosa no va a más recupero la esperanza.  Los de Humiclima y Jone se han ido para adelante y tardaré en alcanzarles, van al final de la estela del grupo de 3:15.  Alcanzo de nuevo a Jone que se extraña de verme y le cuento que voy por sensaciones: si el dolor baja yo subo y si el dolor sube pues yo bajo -de revoluciones, je, je...-    Me río por no llorar, porque me fastidia pensar en quitarme el dorsal y retirarme, sobre todo si me pilla lejos y tengo que volver andando a Anoeta.  Llevo la cara bien larga cuando al pasar por el centro de la ciudad me gritan las chicas de Martin y de Javier, así que pongo una sonrisa cuando paso a su lado (si supieran lo triste que voy...)



Y seguimos corriendo, ya hemos pasado por Anoeta en el kmt 6 y volveremos a pasar en el 24 ¿llegaré? bueno, antes habrá que pasar la media maratón y lo consigo, cruzando el ecuador en 01:37:48  que no está pero que nada mal.  Además mis sensaciones quitando la rodilla son excelentes, me veo fuerte y entero y en cuanto a mis glucemias  he comido dos barritas de frutas que llevaba y todavía me quedan 4 pastillas de glucosa en el bolsillo, además estoy bebiendo un poco de agua en casi todos los avituallamientos y a partir del    tercero alterno el agua con powerade.  Sólo faltaba que pensando en la rodilla me diera una pajara...

La segunda pasada por Anoeta es el kilómetro 24, entre el público está Esteban de los amigos de la Vuelta, que me grita un ¡venga Carlos! que me sienta genial, pienso que sólo quedan 18 y que puedo conseguirlo.  ¡¡Venga Carlos!!

Muchas gracias a Angeles, mi desconocida reportera.

Joeeeer, estoy en el kilómetro 30 y voy como un tiro sin dejar de adelantar corredores, entre ellos algunos conocidos a los que animo, como  Arturo a quien agarro la mano y le tiro unos segundos para que me siga, es cachondeo claro, él va perfectamente a su ritmo pero siempre es bueno que te hagan tonterías, ¿o no Arturo?  También veo a Chema y a Javi Serralvo cuando nos cruzamos en la segunda vuelta por la Calle Portuetxe, ellos van por el 35 y yo por el 33, estoy entusiasmado con mis buenas sensaciones: -¡¡Ya es nuestra!! - les grito al pasar.  ¿Y mi rodilla? ¿qué rodilla?  ahora me duelen las dos piernas desde abajo hasta arriba, todo menos la rodilla...  Pero son dolores familiares que conozco bien, no me dan miedo.

Javier Serralvo hizo una buenísima carrera, consiguiendo entrar en 03:07
  ¡¡Bravo Javi!! ¡Aúpa Celigüeta!
Martín Sarratea - el Boss-, que sufrió molestias en el estómago, a pesar de lo cual
  yo me pediría su excelente crono de 3 horicas.  La próxima será mejor campeón!!
Goyo, de Humiclima sigue siendo novio de las 3 horas ¡bravo!
Detrás y a la derecha vemos a Eduardo, de Adi-Ike:  Aluciné cuando en los primeros
kilómetros lo vi situado con el grupo de 2:45 pero no pudo ser.  ¡¡Olé tus huevos!!

Continúo adelantando a diestro y siniestro y cuando cruzamos por última vez el Túnel del Antiguo de regreso al centro, tengo claro que voy a terminar, total aun que sea andando sólo me quedan 4 kilómetros.

Muchísimo público en el Paseo de la Concha, más todavía cuando doblamos la esquina por la Calle Easo, hay quien lee mi nombre en el dorsal y  grita un ¡venga Carlos! que me pone la piel de gallina.  Llevo una sonrisa de oreja a oreja y lloro de alegría (literal).  ¡¡Esto ya está!! y lo cierto es que estoy disfrutando como un ceporro, es curioso que por mi rodilla de marras haya ido más tranquilo en los primeros kilómetros y que ahora esté tan, tan bien.  Pero por eso me gusta correr, por estas sensaciones. Por eso me gusta correr una maratón, por sentir que pese a todo lo que pueden llegar a doler las piernas, el corazón y los pulmones trabajan a toda máquina enviando a todos los rincones de mi ser el maravilloso oxígeno del que se compone la vida.  ¡¡Y me siento vivo!!   ¡Ay, me he perdido!  ¿Por dónde iba?

Por el kilómetro 40, llegando al 41 y bajando un poquico el pistón no sea que me salte un gemelo, un isquio o  un relé...  -¡Carlos!-  es José Llanderas que está entre el público con su hijo mayor subido a la chepa.  Nos damos la mano y al girarme me da como un tirón en la cintura.  Menudo campeón, hoy está disfrutando desde la acera pero seguro que el próximo año también entra en Anoeta por la puerta grande.

Los últimos metros por la pista del estadio los disfruto como nunca, levanto los brazos, hago un molinete, saludo, echo besos, me beso la rodilla y ¡ya está!  03:16:13.    ¡Qué contento estoy!

¡Qué casualidad! Antonio Salgado ha entrado casi delante mía, me saluda un poco serio: - Hoy no hemos podido bajar de las tres quince - se lamenta.  - ¡Qué más da! ¡El próximo año verás como sí!  - le animo.  Es curioso porque el año pasado sufrimos juntos intentando ir con el grupo de las 3 horas, conseguimos 3:14, mejor que hoy, pero yo me quedo con esta carrera...

Mi compa de viaje: Ander Sancho consiguió hacer 02:57 en su primera maratón.  ¡¡Bravo campeón!!

Enhorabuena a todos los que nos situamos en la salida:  La maratón es como la vida, nadie sabe como va a ser pero todos queremos vivirla, porque nos han dicho que todos los días sale el sol:




martes, 15 de noviembre de 2011

¡¡¡ Behobia !!!

Este fin de semana tocaba disfrutar de nuevo ¡¡Y cómo!!  Para empezar el viernes por la tarde quedamos a  echar unas cervezas con los amigos de Zizur y ahí fue cuando Peio me propuso una excursión mañanera para estirar las piernas, algo rapidico para estar de vuelta en casa a la hora de comer.  ¿Dónde?  Nos acordamos del otoño pasado en que subimos al Cabezón de Etxauri, ahí al ladico nuestra, es una montaña con vistas excelentes sobre la Cuenca de Pamplona pero cuando fuimos con Santi el año pasado no vimos nada porque estaba lloviendo.  ¡¡Pues vamos otra vez!!  ¿Y el almuerzo?  Nada de bocatas, llevamos el hornillo y una sartén y nos hacemos unos huevos fritos con chistorra.  ¡ Cómo nos vamos a poner !

Dicho y hecho, a las 9 de la mañana -nada de madrugar-, Peio pasó a recogerme y juntos nos dirigimos hacia Etxauri pasando por el Señorío de Otazu y mirando de reojo sus magníficos viñedos:  ya están cosechados pero algunos racimos olvidados nos hacían guiños prometiendo placeres prohibidos... -déjalo Peio, que me subirá el azúcar-. 

Dos kilómetros antes de la cima del Puerto dejamos el coche y emprendimos la subida por un estrecho sendero por un bosque de quejigos y encinas, y bojes y arces y mostajos y olmos...  y arriba del todo las hayas ¡qué bonitas!    Habíamos salido de Zizur con un sol espléndido pero ya de lejos observamos unas nubes bajas pegadas a los montes y que amenazaban con cubrir las cimas.  Efectivamente, para cuando llegamos arriba, la niebla lo cubría todo y otra vez nos quedábamos sin la recompensa del paisaje.  Pero nos daba igual, la ascensión nos había abierto el apetito y sólo pensábamos en almorzar...

últimos metros para subir a la ermita de Etxauri

El pequeño quemador que llevaba iba muy lento así que aprovechando una pocas ramas secas de boj que allí había encendimos un pequeño fuego en la chimenea donde pusimos la sartén.  Dos huevos fritos con chistorra para cada uno y la bota  con buen vino de Ibero.  ¿Qué más queríamos?  ¡¡Ah sí, el postre!!  Queso con membrillo casero hecho por el suegro de Peio.   Reité  tú del Arzak, y es que los más grandes placeres son bien fáciles de conseguir...





La bajada la hicimos cruzando por el magnífico hayedo que crece al resguardo de la cima, que nos regaló, como ya hizo el año pasado, una bellísima postal de otoño.







 Behobia San Sebastián



Organizada por el Club Deportivo Fortuna, que este año celebraba su 100 aniversario, ahí es nada, ayer Domingo, 13 de noviembre se celebró la 47 edición de la Carrera más bonita del mundo.  ¿Porqué la más bonita del mundo?  Pues porque la tenemos ahí al lado,  porque podemos correr junto con más de veintemil locos como nosotros y animados por muchísima más gente todavía a lo largo de los 20 kilómetros que separan Behobia de San Sebastián.  Y porque la organización es excelente y consigue que todo funcione perfectamente. 

Si además la Fundación Española para la Diabetes  y la Asociación Navarra de Diabetes me invitan a participar con un montón de amigos del Equipo Diatlétic y que el día siguiente, Lunes 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes, está claro que lo mejor que puedo hacer es ponerme las zapatillas preparar la bolsa y poner rumbo a Behobia.

Igual que en los últimos tres años, el domingo también subimos al autobús fletado por el Club Atlético Lerinés, sí ese que organiza la San Silvestre más dura del mundo, je, je...   Saludo a Miguel Angel, a Manu, a Félix y a su hermano, a Patxi, a Mikel, a Jose y a Jeru, a Victor, a Toño...  y a ¡¡Tomás!!  el amigo de Córdoba que el pasado febrero fue hasta Granollers y que ayer viajó hasta Pamplona para correr  hoy con nosotros en Behobia  ¡¡Bravo Tomás!!  Además sé que Beatriz García también estará en la salida porque ayer por la mañana vino a Bilbao para participar en unas jornadas sobre la Diabetes.  Esta ultra-mujer tiene pilas alcalinas:  Barcelona-Bilbao-Pamplona-Behobia-Barcelona,  charla aquí, carrera allá y siempre con una sonrisa  ¡¡Bravo Bea!!

Tras el consabido atasco en la autopista llegamos por fin a Behobia y con las bolsas preparadas nos dirigimos al consabido punto de encuentro en la gasolinera.  Allí por fin nos encontramos todos:  Javier Barra con Belén y Carmen que vienen desde Zaragoza, Humberto con Lydia y Bea  otrdesde Pamplona, Samu desde Burgos, David desde Barcelona, Eugenio desde Avila, David Jiménez de Madrid, José Llanderas de Guipúzcoa...  Y otros veintemil campeones más.  Saludos, besos, abrazos, mediciones y pinchazos, bueno pinchazos sólo si tenemos muy alto el azúcar claro, que no es mi caso con un valor de 201 de glucosa en sangre. 



De izq a dcha: Carlos, Miguel Angel, Javier, Jose Llanderas, David Díaz (agachado), Eugenio, David García, Manu,Mikel, Victor, Félix, Samu, Jose, Bea y Toño

Mi carrera:  Un poco antes de las once me metí en el "corral" correspondiente, a mi dorsal de color rojo le corresponde salir diez minutos más tarde, pero no es nada aburrido esperar un rato dentro de esta marea humana de chicos, chicas, señores y señoras ataviados de corto y con zapatillas en los pies.  Por la megafonía dan la bienvenida a los que han venido desde Cataluña: algo más de tres mil corredores (ahí estáis  Bea y David por ejemplo).  Desde Navarra también vamos una tropa de dosmil trescientos y pico, hay franceses ¡y francesas! hay en fin, gente de todas partes.  Buena gente.

Hemos oído el cohete de salida de los primeros, de los segundos con dorsal verde, de los rojos grupo 1, grupo 2 y ¡¡ por fin salimos nosotros!!    Corremos apretados y la mayoría con el dedo preparado en  el reloj  para iniciar el crono en cuanto pasemos la alfombra de salida.  ¡¡Ya!!

Es increíble pero enseguida podemos correr casi a nuestro ritmo, al principio con cuidado y sorteando a otros que van menos rápido, pero en el kilómetro nº 2 yo ya voy como quiero ir -08:30-, ¿o no?  Sé que una semana después de la Maratón de Zaragoza mis piernas no están para mejorar marca, pero sí que me parece posible ir a la hora treinta o incluso bajar un minutico de ahí.  Pienso en ello cuando alcanzo a Manu y a Félix y continúo hacia adelante pillando también a Samu.   - ¿qué tal? ¿llevas las pasas preparadas? - le pregunto, pues sé que en las carreras es lo que mejor le va para mantener la glucosa alta.  - Sí mira, aquí las tengo - me señala una bolsita y efectivamente ahí están las uvas pasas, garantía dulce frente a las hipoglucemias.   - ¡¡Venga, ánimo y suerte!! - y prosigo hacia adelante alcanzando al chico que lleva la bandera de la hora treinta. 

Mi tiempo al pasar el kilómetro 5 es de 21:51 ¡¡muy bien!!  me noto buenas sensaciones pero algo justo de "caja" para ser los primeros kilómetros.  No obstante aprieto los dientes y emprendo la subida al temido puerto de Gaintxurizketa que nos castigará con una ascensión de unos 75 mts ¿qué es eso para un korrikolari montañero?  Pues es bastante, y tengo que bajar un poquico el ritmo a pesar de lo cual no dejo de adelantar a otros corredores a quienes la subida se les atraganta más que a mí.  Subo justo delante de la liebre de tres treinta, pero antes de alcanzar la cima puedo subir unas pocas revoluciones y la dejo atrás.  Pasaré junto a Serafín Zubiri que corre junto con su guía   - ¡¡Bravo campeones!! - les animo. El campéon navarro de la ONCE corre muy bien y tengo que apurar para pasarles.    He cogido un vaso de agua en el 2º y el 3er avituallamiento pues hace bastante calor ¿dónde está el viento con el que nos habían amenazado?  Nos debe pegar de espalda pues casi no lo notamos...   En cuanto a hidratos, llevo tres pastillas de glucosa una de las cuales he tomado antes de salir, tomo otra ahora y guardo la tercera para Miracruz, el último puerto a tres kmts de la meta.

Pero todavía falta, nada más superar Gaintxurizketa vienen unos toboganes: subidas y bajadas que añaden un poco más de dureza a la carrera.  Pasaré junto a un grupo de chicos con camisetas blancas que rodean un carro, en el vehículo está sentado un chico con parálisis cerebral, está sonriendo de oreja a oreja y aunque tan apenas puedo respirar no puedo evitar lanzarles un grito de ánimo:  - ¡¡Muy bien campeones!! -.  Y sigo corriendo pensando que son ellos los que me han animado a mí.  Kilómetro diez: 00:45:40  muy bien porque he pasado lo peor.

Hemos bajado hasta Lezo y nos acercamos al Puerto de Pasajes, llevo un buen rato con ganas de mear e incluso me duele un poco al correr, así que aprovecho unos camiones que hay aparcados para pasar atrás y aliviarme.  ¡¡Ufff !! lo menos me quito un kilo de lastre, je, je...

Mientras regaba la cuneta no he dejado de mirar la marea de corredores pasar, pensando en el montón de puestos que iba perdiendo en la clasificación así que al terminar me reincorporo a la carrera dispuesto a recuperar esos segundos cuando...  ¡¡Mi rodilla!!  Unos pinchazos dolorosos me obligan casi a parar y cojeando reduzco la marcha a un trote miserable, ay, ay...  - ¡Venga, ánimo que ya lo tienes, ahora es cosa de cabeza! - me grita un corredor al pasar viéndome casi parado.  - ¡De cabeza y de huevos, pero no puedo!  ¡Oye, pero gracias! - le contesto aumentando el ritmo de carrera poco a poco.  Muy poco a poco, noto que los pinchazos disminuyen de intensidad y  casi retomo la marcha inicial. Pero ya he perdido mucho tiempo, kilómetro 15 y mi crono es 01:09:55, ni de coña conseguiré hacer los próximos 5 a 4 min, y menos con la última tachuela del alto de Mirakruz, ya en San Sebastián.

Casi no noto nada en la rodilla y puedo correr a muy buen ritmo en esa última subida.  Como siempre, una muralla de público se agolpa a ambos lados de la calle, nos aplauden, nos gritan y nos dan fuerza para echar el resto necesario que nos permita alcanzar el alto y tirarnos hacia la meta calle abajo al otro lado.  Porque del  kilómetro 17 al 18 sólo hay que dejarse caer, las piernas van solas y las tengo que frenar un poco porque sé que después vienen dos kilómetros muuuuuy largos hasta la meta. 

Sí señor, son dos kilómetros muy largos porque llevamos muchos y las piernas -las mías al menos-, no dejan de enviar señales:  La rodilla se ha pasado, pero los isquios amenzan con calambres a la mínima que suba el ritmo, así que a duras penas mantengo la velocidad y me concentro mirando a un camarada de Humiclima que corre delante mía: Miguel va entusiasmado hacia la meta sin dejar de sacar la mano para chocarla con los niños que se agolpan a nuestro paso, ¡cómo disfruta! 

Por fin, allí al fondo los arcos, el último de Adidas con el luminoso del crono.  Consigo cruzarlo en 01:33:09.  ¡¡Bieennnnn!!  

Al llegar a la Plaza de Guipúzcoa, los amigos de la Asociación de Diabetes me esperaban para tomar la glucosa: Noventa y pico ¡¡Muy bieeeeeennnn!!   Lo malo es que después de estar un rato parado con ellos al echar a andar la rodilla me empezó a doler un montón y tuve que ir cojeando hasta el autobús.  ¡¡Ay madre!!  Menos mal que después de ducharme y de la comida el dolor cedió bastante.  Dos días después "casi" no me noto nada y confío en que para el día 27 sólo sea un mal recuerdo.  ¡¡Toco madera!!




Buenísimo ambiente en la comida junto a nuestros amigos del Club Atlético Lerinés.

Todas las afotos aquí mismo

martes, 8 de noviembre de 2011

Maratón de Zaragoza: Corriendo al Viento.



Buenísima idea la de que pudiéramos personalizar nuestros dorsales, otro puntico para los organizadores de esta V Maratón de Zaragoza, sí señor:  Carlos hay unos cuantos pero Cansamontañas...  je, je; las voluntarias se extrañaron un poco cuando el sábado por la tarde vieron ese nombre tan raro cuando fui a recoger el dorsal y la bolsa del corredor al hotel Silken Zentro Zaragoza en la calle Coso.  Además del preciado trozo de tela, en la bolsa venía el chip, la camiseta oficial técnica y con muy buena pinta, otra de algodón, una botellica de vino Crianza Torre Longares ¡¡viva el Campo de Cariñena!! y otros pequeños obsequios. 

Salía con la bolsa cuando me cruzé con Pablo Marco, amigo de Diatlétic con quien he podido coincidir dos años en la Mitja de Granollers.  Va con otros chicos y los tres van a dar el salto por primera vez a los 42 kilómetros, me piden consejo y sólo sé decirles que desayunen bien y que vayan de menos a más.  Vamos, lo que ya sabe todo el mundo ¿verdad?  y que procuren dormir bien a la noche, que se tomen dos cervezicas si a mano viene, que son de lo mejor para coger el sueño...  Veo a Pablo muy ilusionado, me cuenta que ha bajado algo de peso y es verdad que le veo fino: más alto y más guapo vaya, es que esto de hacer deporte es mejor que ir a la corporación dermoestética ésa...

Me despido de ellos y al salir una chica me para ¿?  - ¿No serás Carlos? -  me pregunta.  - Pues sí - le contesto -¿nos conocemos? - yo es que soy un despistes...   - No, bueno sí, de Diatlétic - me aclara - te seguimos la pista en el foro de la fundación, bueno, mi marido que viene ahora - .   Y efectivamente aparece un chico algo más joven que yo: Se llama Carlos Cazorla, y mañana va a correr la prueba de 5 kilómetros que sale media hora después de la maratón.  Hablamos un rato de nuestras queridas diabetes y todavía más queridos entrenos, él lleva poco tiempo corriendo pero ya se está pensando correr la próxima Mitja de Granollers con Diatlétic, le animo y más aún cuando me dice que suele correr más de una hora.  ¡¡No lo dudes Carlos!!  Ponte en contacto con los amigos de la fundación y en febrero nos vemos en Granollers.  ¡¡Y enhorabuena por tu familia que pronto crecerá un poco más!!

A la noche yo dormí bastante mal, el aire silvaba en la ventana y tuve que levantarme a cerrarla del todo.  Aún así podía oir las ramas de los árboles agitadas por el vendabal, pero por fin cogí el sueño.

A las 6 arriba, me miro la glucemia: 145, no está mal y eso que la noche anterior con la familia me pasé un poco con el vino y con la cena...  Me pongo 3 uds de novorapid y a desayunar: Tazón de café con leche, dos tostadas con queso freso y mermelada y un buen puñado de almendras.  La mermelada con azúcar, total para dos cucharadas que me pongo... 

Mi hermano Javi me llevará con el coche al Parque Grande donde se sitúa la Salida.  El aire sigue soplando como esta noche o más todavía, hacemos bromas con los arcos hinchables que todavía no han puesto de pie  ¡tendrán que sujetarlos con cadenas!  Entramos al polideportivo y ¡¡vemos a Martin Fiz!!  me acerco a saludarle y le pregunto si ya está recuperado de su lesión en el gemelo, le digo que yo he andado parecido y le señalo las medias de compresión que aprietan mis pantorrillas, me contesta que van muy bien y me desea suerte ¡¡muchas gracias campeón!!    Lo malo es que no hemos traído la cámara de fotos ¡mecachis!   Martín será la liebre de las 3 horas ¡quién estuviera mejor entrenado para poder ir con él!  tiene que ayudar ir cerca de un tío tan majo.

Miro la glucemia y compruebo que tengo 201, bien.  Si hubiera tenido menos de 150 hubiera comido dos barritas, con menos de 200 hubiera comido una, así que como paso un poquico no tomaré nada.  Pero tranqui - le digo a mi hermano - que esto baja echando pipas...

Poco antes de las 9 nos situamos en la calle detrás del arco de salida -que por fin han levantado-.   Ya me he despedido de Javi y me meto en la montonera de casi mil locos que no vamos a hacer caso del viento esta mañana de domingo.  - ¡Cansamontañas! - me saluda Juan (perroJuan como se hace llamar), está super-animado pues hoy también debuta por primera vez en la maratón.  Al final va a resultar que el único que repite soy yo pero veo a muchos alrededor nuestra con pinta de llevar también unas cuantas en sus zapatillas... 
Correré con perroJuan durante los primeros kilómetros por el Parque Grande, charlamos de la Puyada a Oturia y de los entrenos que se ha metido con la cuadrilla de los Sarrios y otros locos, está entusiasmado y le veo que puede hacer muy buena carrera, tanto es así que cuando en el kilómetro 4 adelantamos al grupo de las 3:30 le digo que tire para adelante pues yo quiero ir más tranqui y no le quiero retener, así que nos despedimos y poco a poco él se va para adelante. 
Por el interior del Parque el aire nos respeta bastante, eso sí: las copas de los plátanos van de lado a lado y las hojas volando en todas las direcciones.  Además corremos muy apretados.  Nos estiramos un poco corriendo a lo largo del canal hacia Casablanca, pasamos junto al 2º avituallamiento y pillo un botellín de agua al que doy un par de tragos -no tengo sed pero hay que ser prudentes-,  cambiamos de sentido y volvemos hacia el parque, al cruzarnos con los corredores que van más atrás saludo a Pablo, va con la cara un poco seria -serán los nervios-.   Kilómetro 13 aprox y nos alejamos por fin del parque para meternos por las calles de Zaragoza, dejando la iglesia de San Antonio a nuestra izquierda nos tiramos para abajo por el Paseo de Cuellar.  Hace un rato que me noto los isquios de la pierna izquierda un poco duros así que en el puesto de avituallamiento pregunto si tienen réflex  ¡¡Tienen!!  Mientras apuro un vaso de Powerade azul una voluntaria guapísima me echará un buena rociada por toda la zona y enseguida lo notaré mejor.   Me despido dándole las gracias y prosigo la carrera con fuerzas redobladas ¡qué bien! 
Por Tenor Fleta el aire nos da por la espalda ¡esto es genial!   Pero en Cesáreo Alierta vamos en dirección contraria y nos pega de frente ¡¡ qué mal !!  Menos mal que enseguida pillamos Miguel Servet en dirección a Castellón así que ¡¡otra vez el aire en la espalda!!  Lo cachondo será cuando bajemos hacia la ribera del Ebro por las Fuentes y nos pegue de lado  ¡¡que nos tiraaaaaaa!!

Quería hacer una maratón tranquila pasando la media en más de una hora cuarenta y cinco, pero al cruzar el 21 mi reloj marcaba 01:39, seis minutos menos y eso que los últimos 2 kmts había relajado el ritmo  ¿pero qué me pasa?  debería ir más lento después de dos semanas sin entrenar en este último mes por las molestias en el gemelo, justo el Domingo pasado corrí algo más de hora y media, el Lunes el "paseo" por Irati con algunos trotes y después el Jueves una horica cañera con los colegas de la Vta del Castillo.  Pero bueno, parece que las piernas tienen algo de memoria y conservan un poquico del fondo de las ultras del verano.  ¡¡Cuántos siglos han pasado!!

Del kilómetro 22 al 24 vamos por el Paseo Echegaray hacia el Pilar, es decir hacia el cierzo, al pasar junto al puente de Hierro perroJuan se cruza conmigo y me grita dándo ánimos.  - ¡Tú sí que vas de puta madreeeee! - le contesto yo viendo que me lleva más de un kilómetro de ventaja, yo todavía debo llegar al Puente de Piedra para cruzar el río -este puente nos ha dado el mote de cheposos a los zaragozanos- , efectivamente tenemos que agachar la cabeza en un intento de que el aire no se nos lleve...  Al llegar a la otra orilla nos pegará a la espalda hasta que cruzamos de nuevo por el puente de Hierro y tiramos hacia el azud de nuevo con el aire a favor hasta el nuevo Puente de Manuel Jiménez Abad, larguísimo puente que nos lleva definitivamente a la márgen izquierda del Ebro.

Por las calles del Barrio de Jesús y del Arrabal, el cierzo soplará con más violencia todavía.  Si añadimos que por ahí llegamos también al temido "muro" de la maratón, el cóctel es verdaderamente peligroso: Pasado el kilómetro 32 llego al avituallamiento del puente de piedra donde me detendré para beber otro vaso de Powerade y comer un plátano.  Javi está justo ahí y me pregunta preocupado cómo voy. - Bien - le miento como un bellaco - en cuanto me tome esto salgo zumbando, ¡¡hasta luego!! - y me despido poniendo la mejor cara de que soy capaz intentando iniciar algo parecido a correr:  una especie de trote cochinero que poco a poco convierto en trote -sin más- .   Y es que mis piernas están ya para poquico...  Los isquios -los dos- duros, muy duros; los cuádriceps me duelen... menos mal que los gemelos ni los noto pero a estas alturas ni eso me consuela:  ¡qué cansado estoy!  Constamente pasan chicos y chicas con patines con un espray en la mano, deduzco que será réflex y efectivamente lo es.  Le pido a una chica que me rocíe las piernas, las dos y de arriba abajo.  Como va sobre ruedas no tengo que parar ¡genial! ¡muchísimas gracias!

Hasta el 36 son largos kilómetros con el cierzo de cara, salvo cuando cruzamos el Puente de Santiago que nos pega por el costado derecho no tendremos cuartel.  Bueno, los doscientos metros por la pasarela del "pincho" iremos protegido por los cristales de su baranda pero al llegar de nuevo al otro lado, ya en la zona de la expo parece que definitivamente se han abierto las puertas del infierno:  Por las nuevas avenidas entre los desiertos pabellones descubrimos los mil sonidos que tiene el viento:  Aúlla en las cornisas de cemento, silva en las farolas y columnas, redobla y crepita en las cintas de plástico que delimitan la carrera, aporrea y tumba los contenedores de basura...  

Docenas de corredores me adelantan, cuando lo hace un grupo intento seguirles un rato buscando el resguardo sicólogico más que otra cosa, pero sólo puedo ir con ellos unos metros y después vuelvo a quedarme en la tierra de nadie.  Me saluda Santiago Barriendos, del grupo 7:45 que está por aquí animando a la gente de su club.  - ¡Venga una foto! - echando a correr para que le dé tiempo.

Foto Santiago Barriendos

Pondré mi mejor cara, sobre todo porque ya huelo la meta  ¡¡sólo 6 kilómetros!!  No sé si es por los ánimos de Santiago y la foto o porque al cambiar de dirección el viento me pega a la espalda pero parece que me reanimo un poco y consigo correr junto con un pequeño grupo,  yendo con ellos nos alcanzan los chicos de las 3:30  que vienen muy estirados.  Su liebre nos invita a engancharnos y no deja de animar a todos.  Iré a su lado durante un rato y después conseguiré marchar hacia adelante.  Estamos cruzando el puente del Tercer Milenio y el aire nos empuja con fuerza a la espalda  ¡pero cómo empuja!  creo que voy a menos de 4 min el kilómetro - o casi -.  Gracias a eso consigo animarme más todavía para encarar el Pabellón Puente donde el viento me sorprende con sonidos nuevos. 

Sólo queda un kilómetro.  Allá a lo lejos veo varios arcos, el último de los cuales con numericos luminosos  ¡¡ es la meta !!  Miro el reloj: 3 horas 26 minutos ¿conseguiré bajar de las  3:30?  Parece que no llego nunca.  El aire aúlla, silva, sopla, ruge alrededor ¿o es la gente y la música? 

Tres horas y veintinueve minuticos.   ¡¡ Lo he conseguido !!

Martín Fiz, tirando del grupo de las 3 horas (foto Santiago Barriendos)

Lucas, mi compi de fortuna en la UTGS entró en meta segundos después de mi.  ¡¡Campeón!!
(foto Santiago Barriendos)

Mi glucemia en meta:  77.  Saludé a Victoriano que andaba por allí animando a todo el mundo y en el vestuario hablé con Jurraez de Carreras por Montaña en Aragón, también pude despedirme de perroJuan a quien dejé en las mejores manos: dos chicas guapísimas le daban un masaje en la camilla que seguro le dejarían nuevo después de sus 3:20  ¡¡felicidades!!

Cuánto hubiera dado por correr en este grupo...
(foto organización)

Antonio Casajús, veterano C igual que yo y campeón absoluto de la Maratón
¡¡ Enhorabuena campeón !!  ¡¡Menudo tiempo tus 02:29!!
(foto organización)
Definitivamente ha sido mi Maratón más salvaje...  Ojalá que todos podamos seguir haciendo el salvaje muchos más días; todos los días de nuestra vida; para querenos, para trabajar, para reir, para llorar, para correr, para mirarnos las glucemias o la tensión o el colesterol, para ser más felices y MÁS GRANDES.  Por cierto, estos chicos de Amaral hacen unas canciones buenísimas:


jueves, 3 de noviembre de 2011

De nuevo Irati

Sí, otra vez a Irati.  El Lunes 31 de octubre víspera de Todos los Santos es un día perfecto.  Más que nada porque tengo fiesta y porque el tiempo parece ser bueno.  Tengo reciente la excursión del pasado sábado 22 de octubre, cuando con Alberto, Antonio y Pablo intentamos llegar al Okabe desde el Collado de Orión.  Entre que salimos tarde, que almorzamos bien y que no llevábamos ninguna prisa, el objetivo que les propuse de visitar la estación megalítica de Hilarrita o de Okabe, próxima a esa cima de 1443 mts. se quedó para mejor ocasión.

Cima de Okabe, el Ori al fondo.

Voy sólo, en una hora recorro los 77,6 kmts que hay desde Zizur al paraje de Arrazola, junto a Orbaitzeta: donde se sitúa el control de paso al bosque de Irati por el Valle de Aezkoa.  Son las 9:20 de la mañana cuando dejo el coche en el aparcamiento próximo a la casa de los guardas.  Voy preparado para corretear en los tramos que me sea posible, uséase donde no haya cuestas empinadas.  Mochila con camel-back, un bocata, barritas, medidor e insulina, chubasquero y forro ligero.  Saldré en manga corta trotando por la pista de cemento en dirección al collado de Orión.

Pista de cemento que lleva de Orbaizeta a Irabia.

Son algo menos de 4 kmts y en menos de media hora alcanzo el collado.  Ahora toca subir hacia Mendizar, por pista de tierra al principio y sendero después, en busca de las marcas del GR 11.  Hoy no subiré a esta cima de 1323 mts. y me dirigiré a media ladera hacia los pastizales que caen sobre el Puente de la Cuestión, donde almorzamos en la excursión anterior.  A las 10:45 cruzo el puente sobre la regata e inicio la siguiente subida, primero hasta la txabola de Kontrasario que hoy está desierta de ganado y pastores,  la dejaré atrás y continuaré ascendiendo sin perder de vista las marcas rojas y blancas del GR que me llevarán casi hasta arriba de las crestas de Urkulu-Gandorra hasta el collado de Kurutze (Kurutzeko lepoa), altitud: 1285 mts, hora 11:45.

A media ladera por Urkulu - Gandorra



Desde aquí toca cruzar un pequeño hayedo hasta el siguiente collado, poco más de 5 minutos me lleva alcanzar Oraate-Lepoa, altitud: 1303 mts.  Una empinada ladera cubierta de helechos, brezo y tojo me separa de los 1443 mts de la cima de Okabe.  ¿Cima?  Unas rocas se levantan 10 mts por encima de los extensos pastizales que se extienden en todas direcciones.  Treparé arriba y buscaré los famosos circulos de piedras: los cromlechs.  Numerosas piedras asoman entre la hierba aquí y allá, pero no parecen formar ninguna circunferencia...  Hacia el norte la montaña estira un alargado lomo qáue cae en suave pendiente y a lo lejos, como a un kilómetro puedo ver grupos de excursionistas caminando de aquí para allá, tiene que ser allí.

Cima de Okabe
 
Al fondo la estación megalítica de Hilarrita

Es genial correr cuesta abajo por este terreno de hierba tan uniforme y bien pisado que se podría jugar al fútbol sino fuera por la pendiente, en cuatro minutos estoy en la estación megalítica más alta del Pirineo: Hilarrita, donde se cuentan hasta 25 cromlechs desperdigados en varios sectores.  Donde estoy puedo contar unos 6 ó 7.   Lo malo es que el círculo más relevante de todos ha sido elegido por una cuadrilla de montañeros para almorzar...  Tentado estoy de pedirles que se aparten un poco para poder hacer alguna foto pero como quiera que en los alrededores hay más  paso de ellos.  En fin, el encanto del paraje se ve estropeado en parte por los visitantes que, como yo, nos hemos acercado aquí para ver estos enterramientos de hace más de 3000 años. 

¡¡Buen sitio para almorzar!!

¿Cómo serían aquellos hombres?  Probablemente muy parecidos a nosotros, sin afeitar y con la melena larga y mal cortada.  La ropa...  en fin, seguro que no tendrían camisetas técnicas ni zapatillas deportivas con amortiguación en los talones.  Tampoco beberían acuarius... ¡ni vino!  ¿y cerveza?  ¡vaya pringaos! Tampoco tendrían diabetes, simplemente porque al que entonces le fallaba el páncreas se iba en cuatro días y ya no tenía azúcar ni ná, bueno, en realidad se irían todos en cuatro días...  los más viejos en cinco, porque la esperanza de vida debía ser de 30 ó 40 años todo lo más.  Con mis 48 tacos yo sería el viejo sabio de la tribu, je, je... 

En fin, eran como nosotros pero muy diferentes.  Eso sí, de lo que había más allá de la muerte no tenían ni pajolera idea y ese misterio les sobrecogía  tanto como a nosotros, y desde el quinto pino trajeron hasta aquí unos pedruscos tremendos de grandes, los semienterraron en el suelo formando estos círculos y en el medio pusieron las cenizas de sus difuntos. 


Volveré sobre mis pasos y tras subir de nuevo al Okabe, bajar a Oraate Lepoa, llanear a Kurutzeko Lepoa, flanquear Urkulu Gandorra y bajar a Kontrasario y luego a la Cuestión, me tocará volver a subir a las verdes faldas de Mendizar, arf, arf,  para después bajar de nuevo al collado de Orion. Una vez en la carretera sólo 4 kilómetros más hasta Arrazola, pero esta vez me fijé en un precioso sendero local que paralelo a la pista de cemento me ofrecía un paseo precioso por el interior del bosque. 



Numeroso grupo de excursionistas por el GR11 en Urkulu Gandorra


El regreso fue una verdadera delicia, sobre todo porque la posición del sol ofrecía mejores luces que a la mañana, así que pude atrapar algunas bellísimas estampas de otoño.  Espero que os gusten.




Bello paseo de Otoño

A las tres y media de la tarde llegaba al parking.   Poco más de 6 horas caminando, corriendo y mirando.  Disfrutando de este otoño tan cálido, tan seco y tan hermoso.

 Y sobre todo disfrutando de poder correr sin molestias en el gemelo de mi pierna izquierda. Motivo por el cual he estado más de 10 días sin poder entrenar.  Y con la cabeza puesta en la Maratón de Zaragoza que se le celebrará este próximo domingo 6 de noviembre.  Mi objetivo será simplemente terminarla.  Ya os lo contaré (espero).

Todas las fotos de la excursión aquí

Una bonita peli de etb relacionada con esta excursión aquí