Pues por querer y desear... Me gustaría tener las piernas en perfectas condiciones pero no ha podido ser: Se llevaron un buen castigo en Zaragoza a primeros de mes y a la semana siguiente volví a pedirles marcha en la Behobia donde mi rodilla derecha se resintió y me molestó bastante en los últimos kilómetros, con unos pinchazos que al terminar me tuvieron cojeando por unas horas. En los días siguientes descansé, estiré y quemé los nervios en el gimnasio y haciendo algo de bici, ya pensaba que estaba todo bien cuando el domingo pasado me apunté a un entreno con los amigos de Celigüeta-Atletismo Zizur. Queríamos rodar una horica y cuarto, genial para la maratón de hoy, pero a los 20 minutos volví a sentir los terribles pinchazos en la parte inferior en la rodilla y tuve que parar y volver andando. ¿Quién quiere un dorsal para Donosti? pensaba volviendo a casa, más depre que un pingüino en Benidorn.
Por suerte Ana, mi fisio preferida, sólo vio que tenía una sobrecarga en el cuádriceps, probable causa de las molestias, pues aparentemente mi rodilla no tenía problema alguno: ni dolía al apretar ni me hacía clak-clak ni ná; además también podía tenía que ver con mis pasadas molestias en el gemelo de la otra pierna. Y es que todos nuestros músculos interrelacionan entre sí, como la mariposa volando en Sevilla que provoca la erupción de un volcán en la isla de Hierro.
El caso es que el pasado martes tras una sesión de tortura china para "soltar" no sé qué fibras en el cuádriceps y una tira adhesiva de color negro super-elegante que, a juicio de Ana me ayudaría bastante, casi estaba listo para afrontar mi última prueba de la temporada. Los siguientes tres días me acerqué al gimnasio para sudar una hora en la elíptica y correr 20 minutos en la cinta, despacio: a un ritmo de 5 min/kilómetro. Lo de correr era lo que más miedo me daba pero cada día comprobaba aliviado que mi rodilla resistía. ¿Resistirá hoy los 42 kilómetros?
Por si acaso tras el desayuno de rigor me he tomado un ibuprofeno -¡toma doping! - y me he acercado al parking del Decathlón donde a las 7 de la mañana había quedado con Ander. En su coche nos hemos dirigido a Donosti y al llegar a Anoeta hemos tenido la primera sorpresa agradable al dirigirnos la organización a un aparcamiento gratuito. No sólo es que nos ahorramos 10 ó 12 euors, también las colas y el atasco que muchos sufrimos el pasado año en el parking de Illumbe. ¡¡Biennnn!!
Saludamos a los amigos de Humiclima: Oscar, Juan Miguel, Javier Irigoyen y José Manuel y también a ¡Patxi Cobo! que viene con el ambicioso objetivo de bajar de las 2:30 ¡madre mía! También nos encontramos con Eduardo de Adi-Ike, muy, muy animado después de una semana desgastando las zapas por los montes de Ustarrotz en el valle de Roncal. No veo a Martin Sarratea ni a Javi Serralvo de mi club de Zizur, sé que vinieron ayer con su family y estarán por ahí calentando, seguro que nos veremos en la carrera. Tampoco veo a mis amigos de la Vuelta del Castillo, pero han venido unos cuantos: Fernando Zaratiegui, Arturo y Chema seguro que andan por aquí, el último ha venido para correr junto con Ricardo Abad que hoy correrá su maratón nº 464, recuerdo que el año pasado corrí con él algunos kilómetros en el pelotón de las 3 horas, en la primera mitad de la carrera claro, porque luego me quedé más atrás. ¡Mecachis! Y este año tampoco iré a por las Tres, eso está claro, mi única ambición es terminarla pero no doy un duro por ello, saldré detrás de la liebre de 3:15 y que sea lo que dios quiera.
Y aquí estoy a las 9 de la mañana, en pantaloncito corto y camiseta de tirantes pero sin nada de frio en medio de los más de 2000 locos que esta mañana vamos a desafiar a la diosa maratón. La música alegre de Bongo-Botrako con su "¡eh txipirón!" nos da el puntito de marcha que nos faltaba y salimos sin pensar en otra cosa que darle al crono de nuestro reloj cuando pasamos sobre la alfombra.
Cuando llevo dos kilómetros me quito una cinta patelar que además de las tiras, me he puesto en la rodilla. Me roza y no voy cómodo así que fuera. Voy de cine, con excelentes sensaciones como les digo de cachondeo a Javi Irigoyen y a José Manuel de Humiclima cuando les doy alcance: -¡qué bien vamos ahora!-, es una tontería pero las sensaciones tan buenas que tenemos ahora debemos subrayarlas para echar mano de ellas si nos pega el del mazo en el kilómetro 35 -por ejemplo-. Unos metros delante nuestra veo a Jone Peláez y me lanzo a por ella: -¿qué hace aquí la reina del Montblanc?- le pregunto, pues esta navarra de Alsasua es muy, muy grande con todo lo chiquita que es de altura. -Oye, que ya llevo unas cuantas de éstas, no te pienses - responde Jone contentísima de vernos, la muy fiera quedó 17ª mujer en la UTMB este verano y estoy seguro de que hoy también disfrutará y hará una gran carrera. -¡Suerte campeona!-.
Poco antes del kilómetro 6 me paro: La rodilla me ha empezado a fastidiar, son pinchazos leves, sordos, pero amenazan con ir a más y si eso ocurre mi carrera se habrá terminado. Me pongo otra vez la cinta con el velcro bien apretado, no es que crea mucho en ella, ni en las tiras adhesivas, pero bueno, por probar que no quede. Con el apaño listo prosigo la marcha más despacio, pero todavía tengo margen sobre el grupo de las 3:30 y viendo que la cosa no va a más recupero la esperanza. Los de Humiclima y Jone se han ido para adelante y tardaré en alcanzarles, van al final de la estela del grupo de 3:15. Alcanzo de nuevo a Jone que se extraña de verme y le cuento que voy por sensaciones: si el dolor baja yo subo y si el dolor sube pues yo bajo -de revoluciones, je, je...- Me río por no llorar, porque me fastidia pensar en quitarme el dorsal y retirarme, sobre todo si me pilla lejos y tengo que volver andando a Anoeta. Llevo la cara bien larga cuando al pasar por el centro de la ciudad me gritan las chicas de Martin y de Javier, así que pongo una sonrisa cuando paso a su lado (si supieran lo triste que voy...)
Y seguimos corriendo, ya hemos pasado por Anoeta en el kmt 6 y volveremos a pasar en el 24 ¿llegaré? bueno, antes habrá que pasar la media maratón y lo consigo, cruzando el ecuador en 01:37:48 que no está pero que nada mal. Además mis sensaciones quitando la rodilla son excelentes, me veo fuerte y entero y en cuanto a mis glucemias he comido dos barritas de frutas que llevaba y todavía me quedan 4 pastillas de glucosa en el bolsillo, además estoy bebiendo un poco de agua en casi todos los avituallamientos y a partir del tercero alterno el agua con powerade. Sólo faltaba que pensando en la rodilla me diera una pajara...
La segunda pasada por Anoeta es el kilómetro 24, entre el público está Esteban de los amigos de la Vuelta, que me grita un ¡venga Carlos! que me sienta genial, pienso que sólo quedan 18 y que puedo conseguirlo. ¡¡Venga Carlos!!
Muchas gracias a Angeles, mi desconocida reportera. |
Joeeeer, estoy en el kilómetro 30 y voy como un tiro sin dejar de adelantar corredores, entre ellos algunos conocidos a los que animo, como Arturo a quien agarro la mano y le tiro unos segundos para que me siga, es cachondeo claro, él va perfectamente a su ritmo pero siempre es bueno que te hagan tonterías, ¿o no Arturo? También veo a Chema y a Javi Serralvo cuando nos cruzamos en la segunda vuelta por la Calle Portuetxe, ellos van por el 35 y yo por el 33, estoy entusiasmado con mis buenas sensaciones: -¡¡Ya es nuestra!! - les grito al pasar. ¿Y mi rodilla? ¿qué rodilla? ahora me duelen las dos piernas desde abajo hasta arriba, todo menos la rodilla... Pero son dolores familiares que conozco bien, no me dan miedo.
Javier Serralvo hizo una buenísima carrera, consiguiendo entrar en 03:07 ¡¡Bravo Javi!! ¡Aúpa Celigüeta! |
Martín Sarratea - el Boss-, que sufrió molestias en el estómago, a pesar de lo cual yo me pediría su excelente crono de 3 horicas. La próxima será mejor campeón!! |
Continúo adelantando a diestro y siniestro y cuando cruzamos por última vez el Túnel del Antiguo de regreso al centro, tengo claro que voy a terminar, total aun que sea andando sólo me quedan 4 kilómetros.
Muchísimo público en el Paseo de la Concha, más todavía cuando doblamos la esquina por la Calle Easo, hay quien lee mi nombre en el dorsal y grita un ¡venga Carlos! que me pone la piel de gallina. Llevo una sonrisa de oreja a oreja y lloro de alegría (literal). ¡¡Esto ya está!! y lo cierto es que estoy disfrutando como un ceporro, es curioso que por mi rodilla de marras haya ido más tranquilo en los primeros kilómetros y que ahora esté tan, tan bien. Pero por eso me gusta correr, por estas sensaciones. Por eso me gusta correr una maratón, por sentir que pese a todo lo que pueden llegar a doler las piernas, el corazón y los pulmones trabajan a toda máquina enviando a todos los rincones de mi ser el maravilloso oxígeno del que se compone la vida. ¡¡Y me siento vivo!! ¡Ay, me he perdido! ¿Por dónde iba?
Por el kilómetro 40, llegando al 41 y bajando un poquico el pistón no sea que me salte un gemelo, un isquio o un relé... -¡Carlos!- es José Llanderas que está entre el público con su hijo mayor subido a la chepa. Nos damos la mano y al girarme me da como un tirón en la cintura. Menudo campeón, hoy está disfrutando desde la acera pero seguro que el próximo año también entra en Anoeta por la puerta grande.
Los últimos metros por la pista del estadio los disfruto como nunca, levanto los brazos, hago un molinete, saludo, echo besos, me beso la rodilla y ¡ya está! 03:16:13. ¡Qué contento estoy!
¡Qué casualidad! Antonio Salgado ha entrado casi delante mía, me saluda un poco serio: - Hoy no hemos podido bajar de las tres quince - se lamenta. - ¡Qué más da! ¡El próximo año verás como sí! - le animo. Es curioso porque el año pasado sufrimos juntos intentando ir con el grupo de las 3 horas, conseguimos 3:14, mejor que hoy, pero yo me quedo con esta carrera...
Mi compa de viaje: Ander Sancho consiguió hacer 02:57 en su primera maratón. ¡¡Bravo campeón!!
Enhorabuena a todos los que nos situamos en la salida: La maratón es como la vida, nadie sabe como va a ser pero todos queremos vivirla, porque nos han dicho que todos los días sale el sol: